Fotografía del desnudo masculino

Fotografía del desnudo masculino
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La fotografía del desnudo masculino ha tardado mucho en ser aceptada como una forma válida de expresión artística en la historia de la fotografía.Aún presentado en las maneras más delicadas, el cuerpo desnudo constituye siempre un objeto sexual. No obstante a difuminarse los límites entre arte y pornografía, hoy no hay dudas de que se trata de una manera tan válida como otras históricamente reconocidas para expresarse artísticamente. Ya en la fotografía, por su calidad de representar escenas reales, el trabajo con el cuerpo ha necesitado una incesante búsqueda en cuanto a conceptos y formas, para evitar caer en la monotonía, y siempre con el peligro de sucumbir ante lo grotesco o de mal gusto.

Antecedentes

En las artes plásticas la búsqueda desde y con el cuerpo marca sus orígenes casi a la par del comienzo del propio arte.

El desnudo masculino fue un recurso muy utilizado sobre todo en escultura

El David de Miguel Angel

. Esta era una manera de reflejar el culto al cuerpo, tan frecuente por ejemplo en los Juegos Olímpicos, en los que los participantes estaban completamente desnudos y descalzos, excepto en la zona de los testículos que protegían con una pieza de tela, para no sufrir daños ni molestias.

El culto al cuerpo era la continuación del culto a los dioses, quienes también frecuentemente eran presentados desnudos.

En la pintura se representaba el cuerpo masculino con ocasión del tema de las divinidades clásicas. Aparte de esto no se pintaban cuerpos masculinos desnudos en general.

En la España del siglo XVII la presencia del desnudo en el arte era muy inusual, siendo oficialmente desaconsejada. La Inquisición lo perseguía: las obras podían ser confiscadas o exigirse que se pintara encima; y los autores de obras licenciosas o inmorales podían ser excomulgados, y multados o expulsados de España. Sin embargo, dentro de círculos intelectuales y aristocráticos, se creía que los objetos de arte estaban más allá de las cuestiones de moralidad, y había muchos desnudos, generalmente mitológicos, en colecciones privadas. El Renacimiento hizo regresar el culto al cuerpo humano y de esto se tiene un buen ejemplo en las esculturas de Miguel Ángel, (recordemos al David). José Martí escribió: “ El desnudo: ¡He aquí la piedra de toque de los pintores! Merece llamarse pintor el que sabe colorear un trozo de piel humana sin monotonía y sin dureza, destacándola risueña y perfumada de la tela; delicada (…), voluptuosa (…), redonda (y) resplandeciente (…). Estas mujeres desnudas deben de poder tentar (…), ellas deben de enardecer y matar de una mirada como La Maja de Goya, uno de los cuadros más maravillosos que jamás ha salido de manos humanas”.

La aparición de la Fotografía

En 1839 Louis-Jacques-Mandé Daguerre hizo público su proceso de fotografía, muy superior a otros métodos anteriores. Sus daguerrotipos tenían una calidad y detalles impresionantes y no se atenuaban con el tiempo.

En 1841 William Fox Talbot patentó el “calotipo”, un proceso con negativo que hacía posible la realización de múltiples copias. Esta invención permitía hacer un número casi ilimitado de impresiones a partir de un negativo de cristal. Además, redujo el tiempo de exposición, por lo que hizo posible un auténtico mercado masivo para las imágenes pornográficas.

En esta primera etapa del florecimiento de la fotografía, entre 1830 y 1840, su función principal era la de producir retratos de individuos. Lo que por intermedio de la pintura hasta el momento había estado sólo al alcance de los nobles y la gran burguesía, se fue extendiendo por todas las clases sociales al irse abaratando los procesos.

Los fotógrafos de la época enseguida percibieron que existía un mercado emergente fuera del retrato. Así nació el comercio de fotografías que mostraban objetos, edificios, calles, paisajes y, finalmente, desnudos. Los artistas ansiosos de nuevas formas de representar el cuerpo desnudo encontraron en las nuevas tecnología un campo fértil. Pronto, las fotografías desnudas empezaron a comercializarse como ayudas para los pintores. Sin embargo, el realismo de una fotografía frente al idealismo de un cuadro hacía que muchas de ellas fuesen intrínsecamente eróticas.

La fotografía se apropió de gran parte de las tradiciones y códigos existentes en las artes plásticas, sin embargo su realismo solo sirvió para acentuar la problematicidad de la representación del hombre desnudo.

De acuerdo a la moral dominante en la época, las únicas fotografías del cuerpo desnudo, oficialmente aprobadas eran las destinadas a la producción de estudios artísticos. Según David Leddick, autor del libro The male nude (1999), la sociedad impuso inicialmente la comercialización exclusiva de la fotografía de desnudos femeninos, bajo el pretexto de ser «artísticas», apreciándose en ellos una sensualidad que implica que fueron concebidas como imágenes eróticas o pornográficas.

Como subterfugio para hacer “moralmente aceptables” las imágenes fotográficas de hombres desnudos se utilizó el recurso de citar a la antigüedad clásica. Esta asociación aparece desde el nacimiento de la fotografía y aún hoy se utiliza como cliché estético. Es curioso que tanto imágenes dirigidas a especialistas, (estudios de anatomía y movimiento para artistas o para experimentos científicos y médicos) como las imágenes destinadas a un consumo erótico tenían claras referencias al arte clásico.

Esta excusa o justificación para conseguir una imagen aceptable ees lo que los teóricos llaman el alibi o “pretexto”, algo que ha sido requisito indispensable hasta prácticamente la década de 1980.

El desarrollo de la fotografía de desnudo masculino ha estado estrechamente ligado a la homosexualidad: en una sociedad donde el cuerpo del hombre era un tabú y donde el público femenino estaba muy lejos de ser consumidor de “pornografía”, a los únicos que podía interesar el atractivo de esas fotografías era a los homosexuales.

W. von Gloeden, Taormina, Italia

Ls fotografías de Von Gloeden, Galdi o Von Plushow en Europa y las de Holland Day en Norteamérica, a pesar de su carga homoerótica, alcanzaron gran popularidad ya que no ponían en peligro la “moral social” debido a su asociación con el pasado clásico remoto y exótico.

Fotografía antropológica

Una de las coartadas para el desnudo fue la fotografía antorpológica o etnológica de pueblos considerados como «no civilizados» (y por lo tanto «inmorales»), habitantes de zonas en las que, debido al clima, la desnudez era común. Esta producción llegó incluso a países no tan lejanos, pero a los que el turismo homosexual llevaba a los potenciales clientes: sobre todo Italia, pero también los países del norte de África, con fotos de muchachos semidesnudos o completamente desnudos.

Dentro de este tipo de fotografía se encuentra el estudio Lehnert & Landrock, que trabajó en el norte de África, proponiendo fotos «antropológicas» y «exóticas» de desnudos femeninos integrales, junto con fotos de muchachos semivestidos de sensibilidad ligeramente pedófila.

En la actualidad fotos como estas serían sin duda tildadas de pedófilas, pero fueron reproducidas en la época como cartulinas y vendidas en miles de ejemplares (y enviadas a través del servicio de correo normal). La mentalidad de la época era, de hecho, la contraria a la actual: el desnudo infantil era menos inmoral que el adulto. Las señales de la pubertad, la aparición del vello, especialmente el púbico, eran considerados en la época como automáticamente «sexuales» y por lo tanto «obscenas». Y viceversa, el desnudo preadolescente era considerado menos evocador de la sexualidad y por lo tanto aceptado con mayor facilidad. Esto naturalmente también era válido para la fotografía de desnudos de niñas.

Fotografía deportiva

La naciente fotografía deportiva constituyó otro campo en el que era lícito, o incluso lógico, exhibir la belleza del cuerpo masculino desnudo, aunque su uso para satisfacer el mercado de imágenes de desnudo masculino fue un fenómeno que sólo se desarrolló después de la II Guerra Mundial, sobre todo en los EE.UU..

El revival de los Juegos Olímpicos a finales del siglo XIX simboliza la institucionalización del deporte en las sociedades industriales como una forma de consumo y ocio, dando pié toda una producción fotográfica que va desde las imágenes del culturista Eugene Sandow y de otros célebres luchadores o levantadores de pesos de la época, de los que fueron producidas y comercializadas miles de ejemplares en cartulina, hasta la proliferación de las revistas de bodybuilding de los cincuenta (la llamada Physical Culture, beefcake o “culturismo” ).

En Cuba alcanzó renombre por esta época el fotógrafo Luis del Cueto, el cuál firmaba sus obras con el seudónimo de “Karóll” y realizó una amplia obra dedicada al desnudo masculino retratando a fisiculturistas de gimnasios habaneros, y publicándolas en revistas especializadas que circularon en la ciudad.

Este tipo de fotografía se dirigió sobre todo a aquel público que prefería el cuerpo masculino adulto y viril, mientras que la foto de arte tendía a preferir el cuerpo adolescente o del adulto con características masculinas no demasiado pronunciadas. Asimilable a la fotografía deportiva era la fotografía circense, vendidas en las exhibiciones públicas de fuerza (en los circos, pero también en los teatros) que tuvieron mucho éxito a finales del siglo XIX y principios del XX, creando auténticas «estrellas del músculo» cuyas fotos, adecuadamente desvestidos, eran producidas en masa para ser vendidas entre los espectadores y fans.

La generación Pictorialista

Entre 1880 y 1920 una serie de fotógrafos en Europa y Estados Unidos, conocidos como la Generación Pictorialista, trabajaron en Italia utilizando la fotografía para construir imágenes de la antigüedad, usando el arte clásico como coartada. Estos eran artistas de verdad, cosa sorprendente en una época en la que el obturador todavía no había sido inventado y el fotógrafo debía calcular a ojo la exposición y por tanto la calidad de la luz, después de lo que debía revelar la foto y retocarla a mano.

Estos fotógrafos se esforzaron por dar dignidad artística a la foto del desnudo masculino, atenuando lo que entonces era visto como la «crudeza» de la imagen fotográfica, realizando puestas en escena muy exactas y manipulaciones que suavizaban los contornos del cuerpo retratado, dándoles un aire onírico.

Wilhelm von Gloeden

El Barón Wilhelm von Gloeden (1856-1931) es el más conocido de los pioneros de la fotografía homoerótica dentro del Pictorialismo, y quizás el artista gay más importante antes de la primera guerra mundial. Era un noble alemán que había estudiado pintura y que a los veinte años se trasladó a Taormina, Sicilia para curarse una tuberculosis. Allí tras arruinarse, se dedicó a la fotografía y supo encontrarle su lado más lucrativo. Aparte de postales de monumentos y paisajes, produjo durante treinta años imágenes de jóvenes sicilianos vestidos de pastores neoclásicos.

Inicialmente académico y pintor, Gloeden supo inventar literalmente un mundo fantástico, totalmente suyo, en el que el desnudo era distanciado de la carga explícitamente erótica, permaneciendo aceptable para la mentalidad de la época a través haciendo referencia a una clasicismo ideal, alejado de la realidad. El carácter homosexual de su producción de desnudos masculinos, sin embargo, estaba claro para sus clientes, pero la coartada fue suficiente para permitir a Gloeden trabajar sin problemas (aunque no siempre se libró de la polémica y se le acusó de hacer «comercio de carne humana») durante toda su vida. En los últimos años de su actividad, el muchacho efébico preferido por Gloeden pasó de moda, siendo reemplazado por el desnudo masculino más retórico, musculoso y adulto.

En la fotografía de Gloeden y de sus contemporáneos la fotografía del desnudo se convierte en una razón en si misma y deja de ser una herramienta de la pintura y se. De hecho, en este punto la relación entre la pintura y la fotografía se invierte: serán algunas de los grabados de Mariano Fortuny los que sugieran las poses de algunas de las fotografías de Gloeden, mientras que el cuadro Hombre joven desnudo sentado de Flandrin (hoy en el Louvre) es una versión de una de sus imagenes más célebres, el Caín.

Wilhelm von Plüschow

Un acercamiento distinto al de Gloeden fue el de su primo Wilhelm von Plüschow (1852-1930), que también se estableció en Italia. Aunque desde el punto de vista artístico era menos dotado que su pariente, paradójicamente era más moderno en su fotografía,. Su interés era principalmente comercial y realizaba un un producto industrial muy ligado a las exigencias de un mercado.

Plüschow se inició en la fotografía con Gloeden, estableciendose inicialmente en Nápoles y luego en Roma, produciendo fotos de desnudos tanto masculinos como femeninos a gran escala, de hecho, de forma industrial. En sus obras, la coartada artística es más tenue y menos evidente, muy a menudo los jóvenes retratados no pretenden ser otra cosa que muchachos proletarios italianos, con señales de trabajo manual en su cuerpo, bellos, audaces e incluso quizás «disponibles». No es casual que la actividad de Plüschow terminase catastróficamete con un proceso judicial iniciado en 1907, en el que acabó siendo condenado por proxenetismo y expulsado de Italia en 1910. El hecho muestra que, cuando no existe un mercado explícitamente pornográfico (como en nuestros días), la foto del desnudo podía caer en un uso abiertamente erótico y no estaba excesivamente distante de ámbitos no propiamente artísticos (especialmente en lo que se refiere al reclutamiento de modelos).

Vincenzo Galdi

La trayectoria de Vincenzo Galdi (activo hacia 1895-1907) es similar, desde el punto de vista del acercamiento al desnudo como negocio e industria y no tanto como arte al trabajo de Plüschow.

Galdi fue inicialmente modelo y amante de Plüschow en Nápoles y más tarde lo siguió a Roma como asistente, produciendo y comercializando finalmente sus propios desnudos masculinos y (sobre todo) femeninos.

Galdi produjo el desnudo desde un punto de vista plenamente (y demasiado precozmente) «industrial»: al lado de fotos de arte con modelos posando, que demuestran un gusto apreciable y una capacidad técnica madura, se encuentra una producción abiertamente pornográfica, cualitativamente poco cuidada, en la que aparecen erecciones y en la que la dimensión del miembro del modelo es «puesta en valor».

Esto era demasiado para la sociedad de la época: Galdi se vio envuelto en el mismo escándalo de Plüschow y no se supo más de él hasta 1907; se cree que abandonó la fotografía.

Frederick Rolfe

Otro de los fotógrafos extranjeros que optó por trabajar en Italia para fotografiar el desnudo masculino, y que se incluye en los pictorialistas fue el escritor inglés Frederick Rolfe (1860-1913). Sus fotos de adolescentes italianos, aunque con un buen nivel (hasta el punto de que alguna fue publicada en las primeras revistas de fotografía), sin embargo, no van más allá del nivel de un buen aficionado.

Gaetano D'Agata

De origen Italiano, este seguidor de Gloeden pertenece también a los pictorialistas. Gaetano D'Agata (1883-1949), se dedicó inicialmente a fotografiar paisajes de Taormina y trató de competir con su colega con fotos de niños (muy jóvenes) semidesnudos. Sus imágenes, a pesar de tener una buena calidad técnica, demostraron tener muy poca sensibilidad para este tipo de temas, principalmente debido a la falta de cuidado en la elección de la puesta en escena, un aspecto muy importante a la hora de configurar un resultado final de calidad. Este era uno de los aspectos a los que su competidor Gloeden dedicaba mucha mas atención. La rareza de las fotos de D´Agata en la actualidad hace pensar que en su momento la respuesta del mercado no fue muy favorable.

El desnudo relacionado con el cine

Con el nacimiento del cine, a comienzos del siglo XX, se creó un nuevo campo de aplicación «legítimo» para el desnudo (no integral), tanto masculino como femenino: las fotos reveladoras de los divos de la gran pantalla, que comenzaron a ser propuestos promocionalmente y vendidos como «símbolos sexuales».

En los años cuarenta el cine fue introduciendo algún torso desnudo. Ya desde la época de los divos del cine mudo existen fotos de actores como Rodolfo Valentino o Ramón Novarro con el torso desnudo o en traje de baño. Estas fotos eran encargadas por los estudios que tenía bajo contrato a los actores y estaban destinadas sobre todo a un público femenino de fans, habitualmente a través de revistas especializadas con una gran difusión y vendidas a bajo precio, a niveles populares.

El culto al cuerpo

En estas revistas se incluyeron también fotos de actores como Víctor Mature, cuya fama se debía más a su torso atlético que a su talento como actor. Se creó un panteón de estrellas del músculo: Mr. Olimpia, Mr. América, Mr. Universo. Desde este punto de vista, el cine crea un desnudo masculino «popular», muy extendido, pero sobre todo nunca integral.

Bob Mizer, un joven fotógrafo que vivió en las afueras de Hollywood, comenzó a hacer fotografías de la gran cantidad de muchachos que llegaban a esta ciudad deseando convertirse en actores , otros simplemente eran buscavidas. El realizaba una especie de álbum de fotos del modelo y les ponía en contacto con artistas o fotógrafos que estuvieran interesados en trabajar con ellos. Creó una agencia que se llamó Athletic Model Guild y que muy pronto se convirtió en un éxito. Pero lo más sorprendente es que recibió pedidos, no para seleccionar un modelo, sino por las fotos en si mismas. Un tiempo después comenzó a publicar una revista que llamó Physique Pictorial (1953). De tan solo 16 páginas, sin ningún artículo o editorial y con fotografías en blanco y negro que manifestaban su admiración por el cuerpo masculino atlético y bien desarrollado.

Motoristas, marineros, modelos posando como estatuas o luchadores en escenarios clásicos de Grecia y Roma se mostraban en sus páginas, donde los elementos y las imágenes de la Antigüedad que se construyen son aún más artificiales y chirriantes que las de la generación pictorialista, percibiéndose que el foco de la atención es el cuerpo musculado, abrillantado con aceites y lo más desnudo posible. Abundan las tomas en estudio con iluminación artificial para mejorar el rendimiento de las musculaturas de los modelos. Gracias a poses estudiadas y a que rara vez se mostraba el cuerpo totalmente desnudo de frente estas revistas se publicaban para “artistas” y “amantes del culturismo”. Estas revistas, sin ser abiertamente homosexuales estaban claramente diseñadas para un público gay. La tirada era enorme (40000 copias de Physique Pictorial) y se podían conseguir en todos los Estados Unidos, e incluso en el extranjero.

Hasta la Segunda Guerra Mundial creció de forma sostenida la fotografía relacionada con el «culto al cuerpo » hasta llegar a convertirse incluso en fenómeno de masas. Este fenómeno permitió el nacimiento de las primeras revistas dedicadas a la «cultura física», entre ellas la más famosa y longeva, la francesa La culture physique. Del término «cultura física» proviene el nombre del fisiculturismo. Obviamente, los editores se dieron cuenta del potencial comercial de este producto, que podía ser consumido por aquellos que no frecuentaban los gimnasios, llevándolos a publicar imágenes cada vez más sensuales y eróticas, pero siempre sin mostrar los genitales desnudos. La fotografía más apreciada en la actualidad, de entre los que trabajaron en esta época, es la de Kurt Reichert.

Por su parte, el comercio de fotografías de desnudo integral, durante todo el periodo de entreguerras permaneció como un fenómeno elitista, a menudo clandestino y limitado a ciertos países solamente, reservado a fotografías originales «artísticas», con consecuencias obvias sobre el precio y las cantidades ofrecidas en el mercado.

La Posguerra y el beefcake

Las revistas beefcake (pastel de carne) que se venían publicando en Norteamérica desde los años 1930 mostrando fotografías de hombres jóvenes, guapos y musculosos en poses atléticas, tenían como público principal el gay, hasta comienzos de los 1960 se presentaban como si fueran revistas destinadas a promover el fitness y la salud, y los modelos solían mostrarse haciendo ejercicio.

Esto era debido al ambiente conservador y homofóbico de la época, en el que había leyes de censura que no permitía la pornografía gay explícita. Los homosexuales recurrían a estas revistas que podían venderse en los quioscos de prensa, librerías y farmacias. Las revistas beefcake eran a menudo la única salida que podían dar a su sexualidad los hombres en el armario. En la Posguerra se mantuvo en Europa la tradicional producción de desnudo masculino ligado al arte y al deporte. Ejemplo son las fotos de desnudos de alta calidad artística de atletas olímpicos y culturistas realizadas entre las décadas de 1930 y 1960 por el Studio Arax en París.

El nuevo bienestar de las masas y el crecimiento vertiginoso de la subcultura homosexual habían producido una explosión de la demanda del desnudo masculino comercial. El cierre de las fronteras a las imágenes consideradas obscenas llevó a los estadounidenses a dotarse finalmente de una producción nacional. No sin problemas, arrestos y confiscaciones, un núcleo de fotógrafos dio vida a la llamada fotografía beefcake («pastel de carne») aprovechando el enorme éxito del culturismo para justificar las fotos de hombres con taparrabos cada vez más escasos bajo el manto de la «cultura física». Se trataba de una auténtica producción en masa, vendida directamente o por correspondencia a través de revistas de culturismo, que se ocupaban bien poco del culturismo y en cambio mucho de los culturistas.

Entre los nombres más conocidos está sin duda el de Bob Mizer de la Athletic Model Guild y Bruce BellasBruce of Los Angeles»). De elevada calidad artística eran las fotos, aunque comerciales, de Lon of New York. Otros nombres fueron Douglas of Detroit, Milo of Los Angeles, Chuck Renslow (Kris of Chicago), de la Western Photography Guild. James Bidgood creó un universo onírico, en el que el kitsch se convierte en arte, inspirando a fotógrafos posteriores como Pierre et Gilles.

Este tipo de producción enseguida tuvo éxito fuera de los Estados Unidos, facilitada por el hecho de que algunos de los culturistas favoritos de estas revistas, como por ejemplo Steve Reeves, se convirtieron en estrellas de cine a nivel mundial gracias a las películas de gladiadores de Hollywood.

Debe notarse que con el fenómeno beefcake los confines de la foto de desnudo artística y la foto comercial erótica fueron confundidas deliberadamente durante dos o tres decenios: fotógrafos de gran talento artístico trabajaron en el sector comercial con fotos eróticamente alusivas para la época, mientras que en otras ocasiones las fotos puramente artísticas, o con pretensiones de serlo, se revelaban menos audaces y más conservadoras que las comerciales.

Entre los fotógrafos de arte hay que señalar pos u originalidad al estadounidense George Platt Lynes, de gran elegancia clásica, a veces surreal, que vendía sus imágenes bajo seudónima a las revistas homófilas europeas. El también norteamericano Carl Van Vechten tenía una particular predilección por los retratos de hombres negros, cosa rara en la época en Estados Unidos. Otros fueron el francés Raymond Voinquel, refinado culto y muy «clásico»; el alemán Herbert List, de inspiración «clasicista»; y el también alemán Herbert Tobias, abierto a relatar la historia de la naciente comunidad gay de París y Berlín de la década de 1950.

El nacimiento de la fotografía pornográfica “legal”

En 1968 la revista beefcake Grecian Guild Pictorial gana un recurso a la Corte Suprema de los EE.UU. que finalmente abre la posibilidad de que el desnudo masculino, incluso el integral, sea considerado como arte. Fue la apertura que permitió la aparición de una infinidad de revistas, todas «artísticas», que presentaban el desnudo masculino. El fenómeno pronto forzó los límites del «sentido común del pudor» de la época, lo que abrió la puerta a la producción de pornografía auténtica y propia, sobre todo, teniendo en cuenta la revuelta que se estaba produciendo en el mundo gay.

De esta manera al finalizar la década de 1960 los controles sobre la pornografía habían reducido y se había convirtido en legal en los Estados Unidos, provocando que el mercado de las revistas beefcake se derrumbara, sobre todo por la competencia de varias revistas de porno blando gay con modelos totalmente desnudos que coparon este mercado.

Sólo algunos estudios, como Champion o el Athletic model Guild, consiguieron sobrevivir algunos años convirtiéndose al soft-porn, en el que se muestran erecciones, pero no actos sexuales explícitos.

Situación actual

Con el nacimiento de la fotografía explícita, al perderse la ambigüedad del mundo beefcake este desaparece. Se separan por un lado la producción pornográfica, que incluso puede contar con fotógrafos de gran nivel artístico, como Jim French, pero cuyo objetivo de hecho no es el arte, y, por otra, una creciente producción de desnudo artístico, se que mueve en su mayor parte en el mercado gay, que, tras la aparición del movimiento de liberación gay, ha crecido de forma tumultuosa en el mundo entero.

Entre los fotógrafos más notables de la Posguerra, se puede citar a Tom Bianchi, Will McBride, Tony Patrioli, Herb Ritts, Arthur Tress, Bruce Weber, este último quizás el más conocido e imitado en el mundo, y muchos otros.

A partir de la década de 1980, se comienza a poner en duda la distinción entre fotografía pornográfica y de arte en el desnudo masculino, principalmente a través de la provocativa obra de Robert Mapplethorpe y, en menor medida, de Arthur Tress. Ambos realizan citas deliberadas a poses y situaciones típicas de la fotografía pornográfica. Artistas como Bruce LaBruce producen en la actualidad mezclas intencionadas de fotos artísticas y pornográficas y se acude a técnicas diversas para lograr la estilización del desnudo, deformando las imágenes, manchando con color o con luz ciertas zonas para resaltar sólo algún aspecto del modelo,etc. A pesar de todo esto, ambos géneros se mantienen bien diferenciados en la actualidad, aunque sólo sea por su destino y su coste, que difieren notablemente.

Bibliografía

  • Allen Ellenzweig, The homoerotic photograph: male images, Delacroix to Mapplethorpe, Columbia Universtiy Press, 1992.
  • David Leddick, The male nude, Taschen, New York 1999.
  • Jesús Martínez Oliva. “Miradas transversales de la fotografía de desnudo masculino a la antigüedad clásica”. consultado en Internet disponible en Dialnet, Universidad de La Rioja, España
  • José Martí, El desnudo en el salón, en José Martí. Obras Completas. Tomo XIX. Editorial Ciencias Sociales, 1991.

Vease también

El desnudo en la fotografía cubana

Enlaces externos