Generación del 27

Generación del 27
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Concepto:Grupo de escritores que, nacidos en fechas cercanas y movidos por un acontecimiento de su época, se enfrentan a los mismos problemas y reaccionan de modo semejante ante ellos.

Generación del 27. Importante corriente literaria del Siglo XX en España, entre sus miembros se cuentan tanto poetas como prosistas, cineastas y dramaturgos. Este grupo literario que aparece en la escena literaria española entre los años 1923 y 1927 y comparte ideas afines en el terreno de la creación poética. Algunos de ellos se reúnen en el homenaje a Góngora, en el tercer centenario de su muerte y esto los consagra definitivamente, con la constitución formal del grupo poético. A partir de la celebración de este acto, van a ser conocidos como la generación del 27. El primer acto público como tal tiene lugar en el Ateneo de Sevilla en 1927. [1]

Historia

La llamada Generación del 27 se dio a conocer en el panorama cultural español alrededor del año 1927, con el homenaje que se dio al poeta Luis de Góngora en el Ateneo de Sevilla, en el que participó la mayoría de los que habitualmente se consideran sus miembros. Estos autores aprovecharon esta fecha para reivindicar la poesía que este autor compuso en la última época de su vida (Culteranismo), desprestigiada por la crítica decimonónica. Tanto escritores como profesores e intelectuales celebraron en homenaje a Góngora una serie de actos (conferencias, etc.) en el Ateneo de Sevilla en ese año que se ha venido a considerar el acta fundacional del grupo. [2] Este acostumbraba a reunirse periódicamente en la Residencia de Estudiantes de la Institución Libre de Enseñanza en Madrid, (España), celebrando exposiciones, encuentros y tertulias.

La nómina habitual del grupo poético del 27 se limita a diez autores: Jorge Guillén, Pedro Salinas, Rafael Alberti, Federico García Lorca, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Manuel Altolaguirre y Emilio Prados, pero hubo también muchos otros escritores, novelistas, ensayistas y dramaturgos, que pertenecen a la Generación del 27, generalmente encabezada por Max Aub a quien le siguen algunos más viejos, como Fernando Villalón, José Moreno Villa o León Felipe, y otros más jóvenes, como Miguel Hernández.

Por otra parte algunos otros han sido olvidados por la crítica, como Concha Méndez, poetisa y escritora de teatro, Juan Larrea, Mauricio Bacarisse, Juan José Domenchina, José María Hinojosa, José Bergamín o Juan Gil-Albert. O la conocida como Otra generación del 27, según la denominación que le dio uno de sus integrantes, José López Rubio, la formada por los humoristas discípulos de Ramón Gómez de la Serna, es decir, Enrique Jardiel Poncela, Edgar Neville, Miguel Mihura y Antonio Lara, «Tono», los escritores que en la posguerra integraron la redacción de La Codorniz... y son solo unos pocos.

No toda la producción literaria del 27 está escrita en castellano; algunos de ellos son autores de textos literariamente estimables en otros idiomas, como Salvador Dalí u Óscar Domínguez, que escribieron en francés, o en inglés, como Felipe Alfau, y algunos escritores y artistas extranjeros tuvieron también mucho que ver en esta estética, como Pablo Neruda, Vicente Huidobro, Jorge Luis Borges o Francis Picabia.

La mayoría de estos autores, principalmente líricos, entraron en contacto con la tradición literaria a través del Centro de Estudios Históricos dirigido por el padre de la filología española, Ramón Menéndez Pidal, y con las Vanguardias a través de los viajes, la divulgación llevada a cabo por Ramón Gómez de la Serna y otros novecentistas y, sobre todo, las actividades y conferencias programadas por la Residencia de Estudiantes, institución inspirada en el Krausismo de la Institución Libre de Enseñanza y dirigida por Alberto Jiménez Fraud.

La Generación del 27 no fue un fenómeno exclusivamente madrileño, como una crítica demasiado localista (y localizada) parece empeñarse en señalar, sino una constelación de núcleos creativos repartidos a lo largo de toda la geografía nacional y estrechamente entrelazados. Los más importantes se concentraron en Sevilla (en torno a la revista Mediodía), Canarias (en torno a la Gaceta de Arte) y en Málaga (en torno a la revista Litoral); sin descontar otros muchos de menor afiliación pero de no menor importancia en Galicia, Cataluña y Valladolid.

Del mismo modo, se suele olvidar que algunos miembros del grupo cultivaron otras ramas del arte, como Luis Buñuel, cineasta, K-Hito, caricaturista y animador, Salvador Dalí y los pintores surrealistas, Maruja Mallo, pintora y escultora, Benjamín Palencia, Gregorio Prieto, Manuel Ángeles Ortiz, Ramón Gaya y Gabriel García Maroto, pintores, Ignacio Sánchez Mejías, torero, o Rodolfo Halffter y Jesús Bal y Gay, compositores y musicólogo éste último también, pertenecientes al Grupo de los ocho, que se suele identificar en música como el correlato a la literaria Generación del 27 y estaba integrado por el citado Bal y Gay, los Halffter, Ernesto y Rodolfo, Juan José Mantecón, Julián Bautista, Fernando Remacha, Rosa García Ascot, Salvador Bacarisse y Gustavo Pittaluga, sin olvidar a otros músicos más o menos marginales como Gustavo Durán.

En Cataluña está el llamado grupo catalán, que hizo su presentación en 1931 bajo el nombre de Grupo de Artistas Catalanes Independientes integrado por Roberto Gerhard, Baltasar Samper, Manuel Blancafort, Ricardo Lamote de Grignon, Eduardo Toldrá y Federico Mompou. Podrían añadirse también los componentes de la llamada Generación del 25 de arquitectos (que otros han propuesto llamar también generación del 27, para unirla a ésta), de la que formaban parte Agustín Aguirre, Teodoro de Anasagasti, Carlos Arniches Moltó, José de Aspiroz, Rafael Bergamín (hermano de José), Luis Blanco Soler, José Borobio, Martín Domínguez, Fernando García Mercadal, Luis Gutiérrez Soto, Casto Fernández Shaw, Manuel Muñoz Casayús, Luis Lacasa, Miguel de los Santos, Manuel Sánchez Arcas y Ramón Durán Reynals.

Denominación

La denominación de generación ha sido sin embargo discutida, pese a lo cual ha sido llamada también Generación de la Dictadura, Generación Guillén-Lorca (nombres del más viejo y más joven de sus autores), Generación de 1925 (media aritmética de la fecha de publicación del primer libro de cada autor), Generación de las Vanguardias, Generación de la amistad etc... El concepto de generación es estrictamente historiográfico y no cumple todos los requisitos exigidos por Petersen para considerarla como tal; sería más exacto aludir a un "grupo generacional", "constelación" de autores o "promoción" poética. [3] El nombre como tal de esta generación se toma de un hecho literario muy importante: la conmemoración del tercer centenario de la muerte de Luis de Góngora (1627).

Etapas

Primera etapa: hasta 1927, aproximadamente

A principios de esta etapa se dejan sentir los tonos becquerianos, junto a algunos resabios modernistas. Pronto es notorio el influjo de las primeras vanguardias. El magisterio de Juan Ramón Jiménez les orienta hacia la “poesía pura”. El gran instrumento de este arte “puro” es la metáfora, con audacias deslumbrantes que han aprendido de Ramón Gómez de la Serna y de otros vanguardistas. Por todo ello se les acusa de “Herméticos”, de “fríos”, de “deshumanizados”. En esto, como hemos visto antes, sintonizan con el Ortega de “La deshumanización del arte” (1925). El deseo de perfección formal motiva un primer acercamiento a los clásicos. A ello responde el cultivo de formas estróficas tradicionales (entre 1925 y 1927) que se observa en libros como “Versos humanos” de G. Diego, o “Cal y canto” de Alberti. Todo ello desemboca en el fervor por Góngora.

Segunda etapa: de 1927 a la Guerra Civil

Los poetas, ya en su plena madurez, comienzan a sentirse un tanto cansados de las aventuras formalistas. Se inicia así el proceso de “rehumanización” de su lírica. Se produce la irrupción del Surrealismo, que señalaba asimismo una dirección diametralmente opuesta a la poesía “pura”. Pasan a primer término los eternos sentimientos del hombre: el amor, el ansia de plenitud y las, frustraciones, la inquietud ante los problemas existenciales, etc. Pablo Neruda funda en Madrid la revista “caballo verde para la poesía”, en la que aparece el “Manifiesto por una poesía sin pureza”, es decir, inmersa en las circunstancias humanas y sociales más concretas. El acento social y político se introduce en la poesía. Alberti, Cernuda o Prados adoptan una concreta militancia revolucionaria. Y de forma más o menos activa, todos los demás se mostrarían partidarios de la República, al estallar la guerra.

Tercera etapa: después de la Guerra

Acaba la guerra civil. Lorca ha muerto en 1936. Los demás, excepto Aleixandre, Dámaso Alonso y Gerardo Diego, parten hacia una un largo exilio. El grupo poético del 27 se ha dispersado. Cada uno sigue una forma particular de hacer poesía, pero ninguno abandonará el cultivo de una poesía que cada vez será más humana.

Características de la Generación del 27

  • Tradición y vanguardismo: Aunque desean encontrar nuevas fórmulas poéticas, no rompen con nuestras tradiciones y sienten admiración por el lenguaje poético de Góngora, por nuestros autores clásicos y por las formas populares del Romancero. A la par que lo tradicional, las corrientes de vanguardia, sobre todo el surrealismo, ejercen gran influencia en el grupo del 27. Los escritores surrealistas exploran el mundo de lo inconsciente y pretenden alcanzar la belleza absoluta, que está por encima de la realidad.
  • Intención estética: Intentan encontrar la belleza a través de la imagen. Pretenden eliminar del poema lo que no es belleza y, así, alcanzar la poesía pura. Quieren representar la realidad sin describirla; eliminando todo aquello que no es poesía.
  • Temática: Sienten especial interés por los grandes asuntos del hombre, como el amor, la muerte, el destino... y los temas cargados de raíces populares.
  • Estilo: Se preocupan fundamentalmente de la expresión lingüística y buscan un lenguaje cargado de lirismo.
  • Versificación: Utilizan estrofas tradicionales (romance, copla...) y clásicas (soneto, terceto...). También utilizan el verso libre y buscan el ritmo en la repetición de palabras, esquemas sintácticos o paralelismo de ideas.
    Revista de Occidente
  • Revistas: Su documento de entrada en la tradición literaria fue sin duda la primera edición de la Antología preparada por Gerardo Diego en 1932. Por otra parte, se hicieron notar publicando en revistas como “La Gaceta Literaria” dirigida por Ernesto Jiménez Caballero, en “Cruz y Raya” (1933), dirigida por José Bergamín, en “Litoral”, impresa por Manuel Altolaguirre y Emilio Prados en Málaga desde 1926. “Carmen”, creada en Santander (1927) por Gerardo Diego y con un suplemento festivo, “Lola”; en el Suplemento Literario del diario murciano “La Verdad” (1923–1926), que mantenían su redactor José Ballester Nicolás y Juan Guerrero Ruiz, y que después pasó a ser revista Verso y prosa (1927), dirigida por Juan Guerrero Ruiz y Jorge Guillén; “Mediodía” (Sevilla); “Meseta”, de Valladolid; en “Revista de Occidente”, cuya editorial imprime varios libros del grupo; en “Caballo verde para la poesía” (1935), dirigida por Pablo Neruda, y en octubre, dirigida por Rafael Alberti.

Integrantes de la Generación del 27

En los integrantes de esta generación se mezcla lo popular y lo culto, todo bajo la idea de tradición y renovación y profundamente influenciados por la Guerra Civil Española de 1936 a 1939.[4]

Véase también

Enlaces Externos

Referencias

Fuentes