Gerardo Machado

Gerardo Machado
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Quinto Presidente de la República de Cuba

Presidente de la República de Cuba

Presidente de la República de Cuba
20 de mayo de 1925 - 24 de agosto de 1933
(Abandonó Cuba el 12 de agosto)
VicepresidenteCarlos de la Rosa
PredecesorAlfredo Zayas Alfonso
SucesorAlberto Herrera y Franchi
Datos Personales
NombreGerardo Machado Morales
Nacimiento29 de noviembre de 1871
Santa Clara, Las Villas, Bandera de Cuba Cuba
Fallecimiento29 de marzo de 1939
Miami, Bandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos
OcupaciónMilitar y Político
Conocido porAsno con Garras
Partido políticoPartido Liberal
CónyugeElvira Machado Nodal
HijosLaudelina (Nena), Ángela Elvira y Berta

Gerardo Machado Morales. Quinto presidente de la República de Cuba, que fue proclamado “doctor honoris causa” de la Escuela de Derecho siendo casi analfabeto. A apenas un año de haber tomado posesión del poder, ya se estaba proyectando la erección de su estatua. Su ascenso a la presidencia en 1925 representó la alternativa de la oligarquía frente a la crisis latente. Intentó conciliar en su programa económico los intereses de los distintos sectores de la burguesía y el capital norteamericano, ofreció garantías de estabilidad a las capas medias y nuevos empleos a las clases populares, todo ello combinado con una selectiva pero feroz represión contra adversarios políticos y movimientos opositores.

Bajo una aureola de eficiencia administrativa, intentó poner coto a las pugnas de los partidos tradicionales, asegurándoles el disfrute del presupuesto estatal mediante la fórmula del cooperativismo. Con el consenso que logró, decidió reformar la constitución para perpetuarse en el poder.[1] Durante su gobierno se construyó la Carretera Central y el Capitolio de La Habana.

Síntesis biográfica

Primeros años

Nació en Camajuaní, Santa Clara, Las Villas, el 29 de noviembre de 1871, procedía de una familia humilde y contrajo matrimonio con su prima Elvira Machado Nodal con la que tuvo tres hijas, Laudelina (Nena), Ángela Elvira y Berta. Ingresó muy joven al Ejército Libertador en el que fue ascendiendo paulatinamente hasta convertirse en uno de los generales cubanos más jóvenes de la guerra independentista de 1895. El 15 de junio de 1895 se incorporó, con grado de Comandante a las fuerzas del entonces Teniente Coronel Juan Bruno Zayas. Participó en varios combates, incluyendo el de Cerro Pelado en que fue herido. Terminó la guerra con el grado de General de Brigada.

En mayo de 1903 ingresó en la Guardia Rural para ocupar el cargo de segundo jefe del Regimiento 2, en Santa Clara, con grado de Teniente Coronel. Fue jefe del distrito de Santa Clara hasta que renunció en 1906. En 1908 lo nombraron segundo jefe del Ejército Nacional con grado de General de Brigada. El 4 de noviembre de 1909 fue nombrado para ocupar el cargo de Inspector General del Ejército Nacional. Manteniéndose en él ocupó interinamente la jefatura del Ejército. El 25 de septiembre de 1911 renunció para ocupar la Secretaría de Gobernación del gabinete del presidente José Miguel Gómez, a la cual también renunció meses después.

Era miembro del Partido Liberal y como candidato de este se postuló para presidente a la salida de Alfredo Zayas, venciendo en los comicios electorales, por mayoría aplastante, a Mario García Menocal del Partido Conservador. Convirtiéndose así en el quito presidente de la República de Cuba.

Presidencia

Elegido presidente ocupó el cargo el 20 de mayo de 1925. Apenas tomó posesión le prometió al gobierno de los Estados Unidos que mientras gobernara “ninguna huelga duraría más de 24 horas”. Además de endeudar al país con empréstitos, dio riendas sueltas al latifundio y a la penetración del capital yanqui, restringiendo la producción azucarera; disolvió los sindicatos progresistas y clausuró la Universidad de La Habana. Fue reelegido en 1928, y realizó ambiciosos proyectos de obras públicas, financiados con préstamos extranjeros como la construcción del Capitolio de La Habana y la Carretera Central.

No obstante los éxitos parciales alcanzados durante los primeros años de mandato, la dictadura machadista no consiguió aplastar el movimiento popular. Acosadas por los excesos cometidos por el régimen y el rápido deterioro de la situación económica bajo los efectos de la crisis mundial de 1929, estas fuerzas mostraron creciente hostilidad. Con los estudiantes y el proletariado como soportes fundamentales, la oposición a Machado desencadenó una interminable sucesión de huelgas, intentos insurreccionales, atentados y sabotajes. A partir de 1929, en que hábilmente logró obtener una prórroga de poderes, se sostuvo mediante un régimen de terror y crimen que se mantuvo hasta que fue derrocado por una revolución popular.

Dictadura

A partir de 1922 las relaciones entre la Universidad de La Habana y las agrupaciones obreras se estrecharon considerablemente, gracias a Rubén Martínez Villena y a Julio Antonio Mella, animadores de la Universidad Popular José Martí. Machado instaba a sus alabarderos a hacer uso de la más feroz represión contra obreros, estudiantes, intelectuales y todo aquel que se oponía a su brutalidad gubernamental. La tortura, el atropello y el crimen eran el “modus operandi” del régimen. Las manifestaciones fueron disueltas a planazos de machete. Y Machado, conociendo uno de esos instantes de inspiración en que nacen las ideas geniales, declaró:
“Soy el primer obrero de la República. Y por lo mismo no toleraré que los honrados y laboriosos obreros cubanos sean engañados por unos cuantos agitadores comunistas, extranjeros, en su mayor parte… ¡Perseguiré sin piedad a los comunistas!...”
Mella y el movimiento sindical

Todos los gremios obreros fueron disueltos, al propio tiempo que se decretaba la clausura de la Universidad Popular José Martí y de los centros sindicales. Todo enemigo político del presidente, todo oposicionista, todo obrero que protestara contra una baja de jornales, era perseguido, preso y fichado. Centenares y centenares de comunistas desfilaban cada semana por las oficinas de examen antropométrico de la policía judicial. La construcción del Presidio Modelo de la Isla de Pinos fue apresurada, porque ya no cabían comunistas en las cárceles y castillos de La Habana.

Machado se complacía ya en oírse llamar Dictador, Prorrogado su período presidencial, pensaba hacerse reelegir y como algunos periodistas y escritores se habían permitido publicar, por aquellos días, algunos comentarios, desagradables contra otros tiranos de América y en especial contra Mussolini, Machado creyó oportuno cortar drásticamente toda la propaganda de esta índole, declarando:
"Los pueblos más civilizados de la época actual han comprendido que el único gobierno posible es el de uno solo. Por ello florece la dictadura en todo el mundo. No quiero más campañas antiimperialistas. iYo soy imperialista!”

Era del terror

Sobre esta rotunda frase, se inició, en la década de 1930 en Cuba, la era del terror. Fue asesinado Armando André, periodista cubano, que había denunciado en su periódico el escandaloso negocio realizado por Machado con una compañía de contratistas en quiebra, cuyas acciones fueron adquiridas por el presidente, en vísperas de que la adjudicación oficial de los trabajos de la carretera central multiplicara vertiginosamente el valor de dichas acciones.

Fueron asesinados 57 trabajadores canarios, falsamente acusados de haber secuestrado a un rico propietario. Clausura de la Universidad, que se había vuelto un foco de agitación oposicionista. Asesinato de Claudio Brouzon, obrero cuyo brazo derecho, fue hallado en el vientre de un tiburón, tres días después de haber sido arrestado por la policía en la puerta de su casa. Asesinato de Alfredo López, arrojado al mar con un lingote de plomo atado al cuello. Tortura y asesinato del obrero chino Wong. Muerte de Alfredo Rodríguez "el españolito", ahorcado con un trozo de alambre, en plena calle de Santiago. Asesinatos cotidianos, tan numerosos que ya se hace imposible enumerarlos cronológicamente. Y, en 1929, asesinato de Julio Antonio Mella, uno de los dirigentes más puros que haya producido la juventud cubana. [2]

A Mella lo expulsó de la Universidad de La Habana haciéndolo encarcelar después. Rebelde con causa el joven estudiante sostuvo una heroica huelga del hambre mientras estuvo prisionero pero el tirano no le levantó los cargos y declaró públicamente:
"Si no quiere comer, que sr joda".
Intervinieron por él Muñiz Vergara, el periodista y Rubén Martínez Villena, este último sostuvo una controvertida conversación con Machado en la que le enunció unas cuantas verdades molestas al dictador. De aquí que Martínez Villena lo calificara genialmente:
"Es un salvaje, un animal, una bestia..., un asno con garras".
Con ese mote trascendió Machado a la posteridad.

Mella fue desterrado y como en México prosiguió una campaña encarnizada contra la tiranía machadista, el dictador lo hizo asesinar en plena calle, por dos agentes provocadores, cómplices del Embajador de Cuba, Fernández Mascaró. A pesar de que el asesinato intentó disfrazarse de crimen pasional, pocos días después la Embajada de Cuba en México era apedreada por los estudiantes. Y por la misma fecha, centenares de carteles fueron pegados en los muros de París, denunciando el último hecho de guerra del "criminal sin fronteras".[3]

La represión iba cobrando proporciones mitológicas. Ya los asesinatos aislados perdían importancia, ante las matanzas colectivas. Los obreros eran exterminados por grupos. Familias enteras quedaban diezmadas. Arsenio Ortiz, gobernador militar de Santiago, (a quien Machado, en agradecimiento de sus servicios, nombraría más tarde Jefe de Operaciones contra los insurrectos de Camagüey), asesinó a más de cuarenta víctimas en menos de un mes. Los estudiantes muertos se contaban por decenas. En la Fortaleza de San Carlos de La Cabaña, en el Castillo de Atarés, en la Fortaleza del Príncipe, en el Presidio Modelo, la "ley de fuga” (sin intento de fuga por supuesto) era de uso corriente. Para "hacer hablar” a los presos se habían inventado numerosos suplicios, en que la baqueta y la bayoneta acabaron por parecer ineficientes. Se aplicó el "tortol", se atravesaron agujas en las partes más sensibles del individuo, se inventó un sistema de extrangulación por etapas… sin mencionar los fieles tiburones, aliados de Machado, que se encargaban de suprimir limpiamente a los “comunistas", y más ahora que el Dictador había firmado un decreto prohibiendo la pesca de escualos, por temor de que se hallaran demasiados restos humanos en sus vientres (sic).

Derrocamiento

El terrorismo fue una consecuencia lógica de los métodos de represión machadista. Tras el asesinato de Alpízar, joven líder universitario, que cayó abatido a balazos por un detective, las bombas comenzaron a explotar en todos los barrios de La Habana. La asociación secreta, el A. B. C. con ramificaciones en todas las clases sociales de Cuba, empezó a actuar directamente contra la policía y los defensores de la tiranía machadista. Esta asociación publicaba mensualmente un boletín en el que se ofrecían las señas de las personas que debían ser matadas en días próximos. El procedimiento era absolutamente eficiente. De esta forma murió el Capitán Calvo, jefe de los expertos de La Habana, policías, detectives agentes confidenciales, y espías machadistas. Así también fue ametrallado en plena calle, frente al Hotel Nacional, Clemente Vázquez Bello, Presidente del Senado.

Los atentados contra Machado se acrecentaron, sin embargo la suerte estuvo de su lado, haciendo que escapara de la muerte. Hubo de reducir gradualmente el círculo de confidentes, fuera de los Jefes Militares, del General Herrera, de Pepito Izquierdo, rector de la Universidad Averhoff, solo un hombre justificaba su actitud, Orestes Ferrara, mercenario italiano ex embajador de Cuba en Washington y en esta época Secretario de Gobernación, él consolaba a Machado y este lo cubría de oro. Sin embargo las situaciones más placenteras no suelen prolongarse mucho tiempo, el terrorismo había cumplido su misión, el pánico reinaba en La Habana y estaba a punto de resurgir una Revolución proletaria, al sumarse todas las organizaciones al paro general.

El gobierno norteamericano se percató de la incapacidad de Machado para detener las luchas lideradas por la Confederación Nacional Obrera de Cuba, el Partido Comunista, el Ala Izquierda Estudiantil y el Directorio Estudiantil Universitario, y alarmada por la situación cubana, la recién estrenada administración del presidente Franklin D. Roosevelt designó embajador en La Habana a Benjamín Sumner Wells para llevar a cabo una gestión “mediadora” encaminada a lograr una salida pacífica a la crítica situación imperante en la Isla, con el propósito de que el dictador abandonara el poder y lo entregara a algún político tradicional o que hubiera una componenda entre todos los partidos burgueses con el fin de abortar el movimiento revolucionario pero las intenciones del embajador norteamericano no pudieron impedir que acorralado en un callejón sin salida, el 12 de agosto de 1933 Machado abandonara el país y huyera precipitadamente hacia Bahamas, con algunos de sus seguidores, en un Sikorski N. M.11, de la Pan American Railways, que despegó de la pista de Rancho Boyeros, el que lo salvaba de la justicia revolucionaria.

Archivo:Derroc machado.GIF
Derrocamiento de Machado
Se llevaba en sus maletas varios millones de dólares del erario nacional. Más tarde en su nuevo lugar de residencia lloriquearía amargamente:
”La Historia juzgará mi obra”.

La huelga general promovida por el Partido Comunista, la pérdida del apoyo del Ejército, y la presión ejercida por el gobierno estadounidense del presidente Franklin D. Roosevelt, obligaron a Machado a exiliarse haciendo que terminara así “la era del Machadato en Cuba”.

Sumner Welles, quien organizó un gobierno títere encabezado por Carlos Manuel de Céspedes hijo para sustituir a Machado, creyó que la situación estaba en sus manos. Una rebelión de sargentos y soldados en alianza con los estudiantes, el 4 de septiembre de 1933, lo sacaría de su error.

Seis días después, se constituiría un Gobierno Provisional Revolucionario. Y con Antonio Guiteras, designado secretario de Gobernación, Guerra y Marina, por vez primera en la Historia de Cuba habría un antiimperialista consecuente en un gabinete ministerial.[4]

Muerte

Murió en Miami, Estados Unidos, el 29 de marzo de 1939.

Véase también

Enlaces externos

Referencias

Fuentes