Gripe española

Gripe española
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Fecha:1918-1919
Consecuencias:
Entre 50 y 100 millones de muertos a causa de la gripe.
País(es) involucrado(s)
Estados Unidos y varios países europeos


La gripe española fue una pandemia de gripe de inusitada gravedad, causado por un brote de Influenza virus A del subtipo H1N1, que entre 1918 y 1919 mató entre 50 y 100 millones de personas en todo el mundo. Se cree que ha sido una de las más letales pandemias en la historia de la humanidad. Muchas de sus víctimas fueron adultos jóvenes y saludables, a diferencia de otras epidemias de gripe que afectan a niños, ancianos o personas debilitadas.

La peor epidemia del siglo XX

La gripe española de 1918 fue la peor de las tres epidemias de gripe del siglo XX]], pero no es menos cierto que entonces las medidas sanitarias eran muy precarias tras la guerra mundial; no se contaba con antivirales, y además los estados, que trataban de recuperarse del desastre, no pudieron tomar las medidas adecuadas para evitar que la pandemia se propagara.

Las carencias sanitarias y alimenticias, además de la imposibilidad de aislar a las personas contagiadas en hospitales abarrotados de heridos de guerra, fomentaron más si cabe el contagio. Los ciudadanos se encontraron desprotegidos frente al virus y en pocos meses el desastre era incontrolable.

90 años después de aquello, el temor a que resucite el fantasma de "la gripe española" sigue estando presente. Es el referente más claro estos días, de cómo puede llegar a comportarse el virus de Influenza porcina H1N1 si se convierte en pandemia.


El origen no fue español

La enfermedad se observó por primera vez en Fort Riley, Kansas, Estados Unidos el 11 de marzo de 1918. Un investigador asegura que la enfermedad apareció en el Condado de Haskell, Kansas en enero de 1918. Los Aliados de la Primera Guerra Mundial la llamaron Gripe española porque la pandemia recibió una mayor atención de la prensa en España que en el resto del mundo, ya que España no se vio involucrada en la guerra y por tanto no censuró la información sobre la enfermedad.

Así que como gripe española pasaría a la historia. El primer brote, la ola de primavera de la epidemia, se originó, al parecer, en los cuarteles militares estadounidenses en marzo de 1918. El segundo brote, la ola principal de la pandemia global, tuvo lugar de septiembre a noviembre de ese mismo año. Hubo, en numerosas zonas, una tercera ola, muy grave, a principios de 1919.

Los científicos han empleado muestras de tejido de víctimas congeladas para reproducir el virus para su estudio. Dada la extrema virulencia del brote y la posibilidad de escape accidental (o liberación intencionada) de la cuarentena, hay cierta controversia respecto a las bondades de estas investigaciones. Una de las conclusiones de la investigación fue que el virus mata a causa de una tormenta de Citocinas, lo que explica su naturaleza extremadamente grave y el poco común perfil de edad de las víctimas.

Resultados desastrosos

Enfermos de gripe española.

El número de muertos a nivel global por causa directa de la gripe española ronda entre los 50 y los 100 millones. Sin embargo, este suceso fue oscurecido en notoriedad por los eventos de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), y hoy en día pocos conocen o están enterados del mismo.

Irónicamente, esta pandemia no solo superó en cantidad de víctimas a la peste negra, sino que además incluso multiplicó varias veces en número a los caídos por la guerra misma.

En total pereció el 5,2 % de la población mundial (de unos 1850 millones de personas en 1918), y un 20 % sufrió este subtipo del virus de la gripe, científicamente denominado H1N1. De hecho, su índice de mortalidad es cientos de veces superior al de los subtipos comunes de gripe (una relación que va al 0,1% para los subtipos comunes, del 2,2% al 20% en el subtipo H1N1).

Con un desgarrador índice de contagio del 50%, y síntomas capaces de debilitar y consecuentemente matar a una persona promedio fácilmente, la enfermedad se extendió como reguero de pólvora por todo el mundo en cuestión de semanas.

Varios países europeos y americanos entraron en un estado de histeria masiva, y en muchos de estos se llegó a implementar desde toque de queda hasta la detención de ciudadanos que deambulaban por la calle sin protección respiratoria. Las morgues y hospitales prácticamente se abarrotaron de cadáveres, debiendo derivar el traslado de cuerpo directamente a quemaderos industriales con el fin de deshacerse rápidamente de los mismos.

En el sur de los Estados Unidos, pueblos enteros desaparecieron. Solo en Octubre de 1918 más de 300 mil personas murieron en Estados Unidos a causa de la gripe. La falta de personal, tanto público como privado, llevó a que miles de empresas y servicios básicos como la luz, el agua y el teléfono fuesen interrumpidos. No obstante, la epidemia causaría muchas más víctimas per capita en Europa que en Estados Unidos, esto a causa del mejor manejo de la situación en dicho país. En Estados Unidos, y a diferencia de Europa, los enfermos eran trasladados a enormes centros de control, limitando así la posibilidad de infección de los mismos. Con el tiempo, y tras millones de muertes, la masiva pandemia fue controlada.

Diagnóstico del virus

Gracias a un controversial y arriesgado estudio, se pudo teorizar a una Hypercitoquinemia, o “tormeta de citoquinas”, como el factor responsable por el altísimo índice de mortalidad del virus. Las citoquinas, a groso modo, son proteínas de control. Las mismas ejercen una función reguladora en las células que las producen.

Desde el crecimiento, la comunicación celular, la Quimiotaxis, y, pertinente a este caso, la secreción de Inmunoglobulinas. Sin complicar las cosas mucho, y haciéndolo fácil de entender, durante una “tormeta de citoquinas” una retroalimentación positiva repetitiva (en castellano: una respuesta en sentido directo a un estímulo que se repite una y otra vez) se produce a causa de la presencia del subtipo H1N1. Como resultado las citoquinas señalan a los Macrofagos y las Células-T (mecanismos de defensa contra patógenos) a dirigirse en sentido del estímulo.

Por una razón todavía no entendida por la ciencia actual, en el caso de la “tormenta de citoquinas” esta retroalimentación positiva se vuelve repetitiva en exceso, y pierde el control que normalmente el organismo ejerce sobre la misma, llevando a la producción excesiva de citoquinas y la deterioración de tejidos a causa del proceso. Como resultado, intensas fiebres, mareos y fatiga extrema llevan a la muerte, incluso, de adultos jóvenes.

Fuentes