Historia de la provincia Artemisa (Cuba)


Historia de la provincia Artemisa (Cuba)
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Escudo de Artemisa
Cronología
Período aborigen
Período colonial
Principales acontecimientos hasta mediados del siglo XIX
Guerra de los Diez Años (1868-1878)
Acciones desarrolladas entre 1879 y 1894
Guerra de 1895
Período neocolonial
Ocupación norteamericana
Luchas sociales en el período de 1925 a 1952
Lucha insurreccional (1952-1958)
Revolución en el poder
Medidas revolucionarias
Transformaciones políticas
Tareas en defensa de la Revolución
Transformaciones sociales
Cambios en la organización territorial
Patriota Insigne de la provincia

Historia de la provincia Artemisa (Cuba) . El territorio que ocupa actualmente la provincia Artemisa, posee una amplia historia que comienza con el período aborigen, continúa con el período colonial, el período neocolonial y llega hasta la actualidad, con la revolución en el poder.

Los estudios realizados, confirman que la abundancia de recursos alimentarios, la vegetación y el clima,unido a una amplia diversidad en los elementos del paisaje, favorecieron el asentamiento de las comunidades aborígenes en el territorio artemiseño, que les propició la explotación de diferentes ecosistemas como los manglares costeros, los bosques de las elevaciones de la Sierra del Rosario y de las llanuras circundantes.

El primer contacto de los colonizadores españoles con el territorio artemiseño data del 11 de junio de 1494, fecha en la que Cristóbal Colón, durante su segundo viaje a América, hizo escala en Guanímar. En el período colonial se asentaron en la zona los primeros núcleos poblacionales durante el siglo XVII, se realizaron diferentes transformaciones y se desarrollaron las luchas por la independencia.

El período neocolonial se inició para Artemisa, el 1 de enero de 1899, con la ocupación norteamericana, que sentaría las bases de la dominación neocolonial. En el período hasta 1958, se incrementaron las luchas sociales, lo que contribuyó al triunfo de la Revolución.

A partir del 1 de enero de 1959 comenzó para Artemisa una nueva etapa, la revolucionaria, que trajo consigo cambios radicales en la vida económica, política y social del territorio.


Ubicación geográfica

Ubicación de Artemisa

Artemisa ocupa el décimo tercer lugar en extensión entre las provincias del país, con 4 004,27 kilómetros cuadrados, representando el 3,64 % de la superficie total del país. Está ubicada en la Región occidental, entre los 22°29’, los 23°05’ de latitud norte y los 83°25’, 82°28’ de longitud oeste.

Sus límites geográficos: Al Norte: Estrecho de la Florida, al Sur: Golfo de Batabanó, al Este: las provincias La Habana y Mayabeque, al Oeste: provincia Pinar del Río

Su río de mayor longitud: Los Colorados (Hondo de San Cristóbal), con 39 Km de largo; y su mayor elevación: Pan de Guajaibón, con 692 metros de altura.

Está integrada por 11 municipios: Artemisa, Caimito, Guanajay, Mariel, San Antonio de los Baños, Güira de Melena, Alquízar, Bauta, Bahía Honda, Candelaria y San Cristóbal. Su capital es Artemisa, el mayor municipio en extensión y población.

Período aborigen

Representación aborigen

La abundancia de recursos alimentarios, la vegetación y el clima, favorecieron el asentamiento de las comunidades aborígenes en el archipiélago y tuvieron particularmente en el territorio artemiseño una amplia diversidad en los elementos del paisaje que les propició la explotación de diferentes ecosistemas como los manglares costeros, los bosques de las elevaciones de la Sierra del Rosario y de las llanuras circundantes; bahías como las de Mariel, Cabañas y Bahía Honda en la costa norte, lagunas como la de Ariguanabo, así como los numerosos ríos y arroyos de la zona. En todas estas áreas pudieron utilizar recursos faunísticos de gran variedad, como los moluscos marinos y terrestres, crustáceos, majáes, tortugas, peces marinos y dulceacuícolas, aves y jutías de los cuales aparecen evidencias en diversos sitios aborígenes del territorio. Otro elemento del paisaje que contribuyó también a afianzar la presencia de estos grupos humanos fueron las cuevas.

En el territorio actual de la provincia, el grupo preagroalfarero es el mejor y mayor representado de todos y de él existen numerosos sitios de habitación, tanto costeros como de tierra adentro, destacándose una mayor concentración de los primeros. Estos parecen confirmar la idea de la regularidad de la migración estacional.

En la región nororiental costera de Artemisa, hay una importante congregación de localidades arqueológicas asentadas y vinculadas fundamentalmente, a las cuencas y desembocaduras de los ríos San Claudio, Guajaibón, Banes y Baracoa, y a las áreas de las tres importantes bahías antes mencionadas.

En la provincia se localizan, dado el volumen de individuos exhumados, tres de los sitios preagroalfareros funerarios más relevantes del occidente cubano: la Solapa funeraria de Soroa, donde se hallaron enterramientos secundarios de siete individuos; la Cueva del Perico I, en el municipio de Bahía Honda, de cuyo interior se exhumaron 162 individuos (53 adultos y 78 subadultos); y el sitio Marién II, conocido también como la Cueva de la Caña Quemada, de donde se extrajeron 50 individuos (11 adultos y 39 subadultos).

Los sitios funerarios antes mencionados permiten inferir aspectos paleodemográficos, como la alta mortalidad infantil de estas poblaciones; costumbres funerarias de entierros primarios colocados en diferentes posiciones; la existencia de entierros secundarios, tal vez por la necesidad de reutilizar el espacio fúnebre. Sobre estos temas, en el caso de la localidad arqueológica Marien II, estudios realizados allí permiten hipotetizar prácticas de sacrificios de infantes (infanticidio) por motivos actualmente desconocidos, pero la asociación de niños y adultos hace pensar en sacrificios como ofrendas relacionadas con rituales mortuorios.

Por otra parte, los estudios antropológicos en la Cueva del Perico I, confirmaron la pequeña estatura de esos pobladores: 1,57 metros como talla promedio para las mujeres y 1,63 metros, como talla promedio, para los hombres.

En el área de la cuenca del río Banes, en Caimito, estuvo asentada una importante comunidad protoagricultora, como demuestra el sistema de asentamiento hallados que incluye los sitios con diferentes funciones: conchales, paraderos y de habitación. De manera particular, se distinguen las muestras de cerámica de los sitios Banes I y Banes II.

Generalmente en los sitios protoagrícolas se ha comprobado la existencia de una explotación agrícola rudimentaria, acompañada por una industria cerámica muy elemental con vasijas de carácter utilitario y de factura generalmente tosca. En cambio, en ambos sitios se reconocieron tres tipos diferentes de cerámica: uno se corresponde con una cerámica muy tosca, de superficie áspera, sin engobe y con desgrasante de roca triturada, que tecnológicamente representa uno de los primeros escalones de esta industria; otro exhibe un espatulado fino y roca triturada, propio de un nivel tecnológico más elevado y el otro, una muestra de ejemplares con engobe fino y vidriado natural, sin roca triturada como desgrasante. Todo ello es representativo de una cerámica con alto desarrollo tecnológico, característico de buen cocido a temperaturas altas, de tipo similar a la producida por algunas comunidades aborígenes en los tiempos de la conquista y colonización de Cuba.

Como se expuso anteriormente, los grupos de filiación agroalfarera hubieran poblado totalmente el territorio cubano si la presencia conquistadora española no hubiera frenado fortuitamente su avance al occidente cubano; sin embargo, hay evidencias de asentamientos de estos grupos en Artemisa, que aunque escasos, constituían lo que pudiéramos denominar la “avanzada” de esa migración al occidente. Uno de los elementos que más llama la atención, es la presencia de estas en las estribaciones del suroeste de la Laguna de Ariguanabo, abarcando territorios de los actuales municipios de Bauta, Caimito y San Antonio de los Baños, en donde aparecen, en cuevas circundantes, restos de cerámica, vasijas y cazuelas de factura agroalfarera; además, se han hallado fragmentos de burén, pieza importante en la alimentación de estos grupos.

La agricultura de estas comunidades no era incipiente pero tampoco muy desarrollada; sus miembros utilizaban la técnica de cultivo de rozas, la rotación de cultivos o barbecho, hacían montículos para mejorar el suelo, aunque seguían basando el sustento en la caza, la pesca y captura de animales en dependencia de peculiaridades ambientales.

La cerámica de estos sitios demuestra la presencia de dos industrias, una de superficie rugosa sin engobe que empleó como desgrasante roca triturada y otra, en la que se empleó un engobe fino y buen desgrasante.

Estos grupos manufacturaban ídolos diversos, piezas talladas en madera de las que se cita el dujo, que era donde el cacique se sentaba para oficiar las ceremonias religiosas. Un exponente de ello es una importante pieza de este tipo, que fue encontrada en la desembocadura del río Santa Ana, límite entre Bauta y Santa Fe.

También, sobre la base de la documentación histórica, se puede hablar de una gran zona funcionando como región aborigen, que circundaba -en los momentos de la conquista- los alrededores de la actual bahía de Mariel, cuya raíz aruaca es Marién, que aunque en ocasiones se le acuña como “cacicazgo” aborigen, está mejor aceptada la denominación de “provincia”.

De esta etapa se localizan algunas piezas arqueológicas excepcionales que responden a la ocupación del territorio en la época precolombina, tales son los casos de las esferolitias de Cayajabos, en Artemisa; las dagas líticas y los colgantes de concha, ambos de Caimito, pertenecientes a las sociedades preagroalfereras; y una vasija de cerámica, localizada en Bauta, que exhibe un asa sonajera que es una exclusividad para Cuba; además de objetos de madera como una macana procedente de Mariel; y el ya mencionado dujo de Santa Fe, encontrados en contextos culturales agroalfareros.

Las evidencias arqueológicas localizadas en diferentes puntos de la geografía guanajayense, permitieron corroborar la existencia de tres (3) sitios arqueológicos aborígenes en su territorio, denominados: Guanajay 1, Guanajay 2 y Jobo.Los dos primeros sitios se incluyen dentro de las comunidades clasificadas como preagroalfareras, que corresponden a un estadío histórico cultural perteneciente al Mesolítico medio. Para estas comunidades, las actividades de subsistencia estuvieron relacionadas fundamentalmente, con la economía de apropiación, la caza y la pesca. Por su parte en el Jobo, los elementos señalados conducen a la afirmación de que este sitio es el más importante de los encontrados hasta el 2001 y está enmarcado en un estadío superior de desarrollo histórico cultural: el Mesolítico tardío o protoagroalfarero con tradición mesolítica.

Hasta nuestros días han llegado una gran cantidad de términos aruacos que solo pudieron hacerlo debido a su uso constante como forma viva del lenguaje de una cultura que se imbricó social y biológicamente con la europea dominante y que a la larga, contribuyó a nombrar las aves, animales, plantas, objetos y un gran número de los topónimos que hoy se siguen usando. Determinar la significación exacta de muchos de esos vocablos es difícil, tanto por los escasos conocimientos contemporáneos de la lengua de los primitivos habitantes de Cuba, como por las deformaciones lógicas que han sufrido estas palabras durante cientos de años de uso.

Entre los vocablos pueden mencionarse bohío, canoa, batey, jibe, jaba, huracán, hamaca, guayaba, y guaicán; del mismo modo son múltiples los ejemplos de topónimos de raíz aruaca que existen en la provincia artemiseña, como Ariguanabo, Guanajay, Guajaibón, Ceiba, Guanímar, Bacunagua, Bayate, Baracoa, Banes (Baní), Güira, Cayajabos, Guaniguanico, Sabanilla, El Mamey, Majagua, Itabo, Jibacoa, Dagame, Jejenes, Yucayo, Cayamas, Guayabal, Majagua y Jobo (algunos de ellos quedaron afianzados al realizarse las primeras mercedaciones en el territorio, como los casos de Banes (1553), Guanímar (1556), Ariguanabo (1559), Baracoa (1578), Caimito (1626), Jobo (1630) y Guanajay (1650).

Período colonial

Principales acontecimientos hasta mediados del siglo XIX

Cristóbal Colón

El primer contacto de los colonizadores españoles con el territorio de la actual provincia de Artemisa data del 11 de junio de 1494, fecha en la que Cristóbal Colón, durante su segundo viaje a América, hizo escala en Guanímar.

Posteriormente, en 1509 y en sendas escalas de la expedición de bojeo a la isla de Cuba, Sebastián de Ocampo hizo referencia a las hermosas bahías de gran calado de Mariel y Bahía Honda.

En los primeros tiempos se desarrolló la tala de bosques, una actividad que fue poco a poco asentando en la zona a los primeros pobladores. Más tarde, se iniciaron la ganadería y la agricultura de subsistencia y ya en el siglo XVII, el cultivo del tabaco en la zona que se conocería como Partido, en momentos en que gran parte de las tierras ya estaban parceladas.

La caña de azúcar, que como otros cultivos aprovechó la productividad de los suelos de la llanura habanera, comenzó poco a poco a imponerse y ya para inicios del siglo XIX, alcanzaba gran parte del actual territorio artemiseño la hegemonía económica.

Alquízar

Los primeros núcleos poblacionales que se asentaron en la zona durante el siglo XVII fueron Alquízar (1616) y Guanajay (1650). De manera que Alquízar es la más antigua de las localidades artemiseñas.

Ruinas del Cafetal Angerona, Monumento Nacional

A raíz de la guerra de independencia de Haití, inmigraron hacia territorio artemiseño numerosos colonos franceses que huían de las consecuencias de la revolución. Ello provocó que hacia 1799 introdujeran el cultivo del café con nuevas técnicas agrícolas y diferentes formas arquitectónicas en las construcciones de las haciendas que fundaban.

Los principales asentamientos se produjeron en la Sierra del Rosario y en la Llanura del Sur de La Habana-Matanzas, especialmente en una faja extendida desde San Antonio de los Baños hasta Artemisa, cuya extraordinaria belleza hizo que la comarca fuera conocida como Jardín de Cuba. Entre los cafetales de mayor importancia deben nombrarse el Angerona, de Artemisa; Nuestra Señora de la Luz, en Alquízar; y Buena Vista, Unión y La Merced, en Candelaria; así como Valdés y Bocourt, en Bahía Honda.

Durante la segunda mitad del siglo XVIII, hubo además, una entrada importante de inmigrantes procedentes de las islas Canarias (España), que se asentaron en los campos y contribuyeron a su desarrollo agrícola, especialmente vinculados al cultivo y la manufactura del tabaco.

En el transcurso del siglo XVIII se fundaron varias poblaciones que en nuestros días ostentan las categorías de pueblos y ciudades, tales como Bauta (1750), Mariel (1768), San Antonio de los Baños (1794) y Güira de Melena (1797).

En la segunda década del siglo XIX, florecieron los ingenios azucareros y comenzó a introducirse la máquina de vapor. Las producciones más importantes de esa época fueron el azúcar de caña, el tabaco y el café, en cuyos procesos productivos ya participaba con especial significado la mano de obra africana.

Restos óseos de un cimarrón

La esclavitud en la zona artemiseña estuvo estrechamente vinculada a la economía cañera y cafetalera. Ello dio lugar a constantes fugas de esclavos que se convertían en cimarrones y estimulaban a rebelarse a sus compañeros, perseguidos con saña por partidas de rancheadores organizadas bajo el influjo de los terratenientes de la zona y con la autorización del gobierno. Numerosos sitios agrestes de la Sierra del Rosario, en los municipios de San Cristóbal y Candelaria, dan fe del asentamiento de cimarrones en refugios rocosos de la montaña.

La emigración francesa provocó la entrada de ideas liberales y el surgimiento de las logias masónicas, que tuvieron acogida entre sectores progresistas de la zona. En ellas se fraguaron acciones políticas como la conspiración de Soles y Rayos de Bolívar, en la cual participaron ciudadanos blancos, negros y mulatos de numerosas localidades artemiseñas, como Guanajay, Candelaria, Güira de Melena, San Antonio de los Baños, Vereda Nueva y Ceiba del Agua.

Por esta época hubo muchas sublevaciones de esclavos, entre ellas la del cafetal La Tentativa, propiedad del Conde de Lombillo, el 7 de enero de 1827. Dos años después, varios vecinos de Candelaria y Guanajay se unieron a la Conspiración del Águila Negra.

Desde la cuarta década del siglo XIX, el cultivo del café comenzó a perder importancia, entre otros factores, por la férrea competencia que en el mercado internacional ofrecían varios países muy productores como Brasil. El paso de los fuertes huracanes de 1844 y 1846 por la zona, que produjeron considerables daños, destruyó gran parte de las coposas arboledas bajo las cuales se desarrollaban los campos cafetaleros y trajo consigo, a la largo y en breve plazo, la desaparición de los renombrados cafetales en gran parte de la faja comprendida entre San Antonio de los Baños y Artemisa.

A mediados del citado siglo la caña de azúcar como cultivo y el azúcar de caña como producto, mantenían su papel económico preponderante, seguida por el café y el tabaco, así como por frutales, granos y miel.

En relación con la actividad azucarera, debe hacerse referencia a la influencia ejercida por el ferrocarril, lo que permitió vincular entre sí las principales localidades y servir como medio para el transporte de la caña de azúcar desde los cañaverales hasta los ingenios y del azúcar, desde estos últimos, hasta los puertos de embarque.

Entre los principales ramales se encontraban: Rincón-San Antonio de los Baños (1844) y San Antonio de los Baños-Ceiba del Agua-Guanajay (1849).

En 1844, se desarrolló la conspiración abolicionista de La Escalera, que tuvo numerosos adeptos en la zona y generó abundantes detenciones.

En 1852, se produjo la conspiración independentista de Vueltabajo, liderada por Juan González Álvarez (vecino de Candelaria) y por los abogados habaneros Anacleto Bermúdez y Porfirio Valiente. En ella se vieron involucradas personas de Ceiba del Agua, Candelaria y San Cristóbal, entre otras localidades.

En la década de los años 60 y como consecuencia de la introducción paulatina en la industria azucarera de los adelantos provocados por la Revolución Industrial, se produjo un proceso de concentración de la producción, que provocó la demolición de numerosas fincas azucareras y la aparición de los centrales, proceso que no obstante, ratificó a esta actividad como el más importante renglón económico del territorio.

Entre las principales poblaciones fundadas en el transcurso del siglo XIX están: Artemisa (1802), Bahía Honda (1806), Candelaria (1816), Caimito del Guayabal (1820) y San Cristóbal (1830).

Guerra de los Diez Años (1868-1878)

La Guerra de los Diez Años no tuvo un peso destacado en el occidente de Cuba, donde los ricos hacendados temían perder sus propiedades y esclavos y en consecuencia, se mantuvieron fieles al régimen colonial. No obstante, tal posición no era absoluta y numerosas personas de las clases medias y pobres, simpatizaron y apoyaron la lucha por la independencia.

En 1868, varios grupos conspirativos operaron en la zona de Candelaria: los de Enrique de Santa Cruz y Guiden y el de Agustín de Santa Rosa, así como el de Carlos Baliño y Piloto, que se levantó en armas en las montañas de Soroa y fue descubierto y capturado en febrero de 1869 y deportado a la isla de Fernando Poo.

El 10 febrero de 1869, fue descubierta la Conspiración de las Biajacas, donde estuvieron comprometidos patriotas de San Antonio de los Baños y Vereda Nueva, que estaban conectados con tabaqueros de la fábrica El Fígaro de La Habana. Al ser descubierta, se desató una fuerte persecución contra numerosos implicados. A todos les fueron confiscados sus bienes.

El grupo de bandoleros del bautense Carlos García, se unió a la causa. El llamado Comandante de Occidente, uno de los hombres más temidos por las tropas coloniales, contó con la confianza de Carlos Manuel de Céspedes y preparó un levantamiento en Vueltabajo a realizarse el 24 de diciembre de 1870, con la participación de patriotas de San Antonio de los Baños, Güira de Melena, Alquízar y Caimito. Tal intento fue descubierto y frustrado.

Acciones desarrolladas entre 1879 y 1894

En 1879, José Martí visitó la finca Balestena de Aspiro (propiedad del joven revolucionario y amigo personal Carlos Seuvalle Blaín, compañero de su primer destierro), con el objetivo de vincularlo al núcleo conspirativo de Vueltabajo para la Guerra Chiquita, que era liderado por Rafael del Pino y Díaz, cuyo centro radicaba en Paso Real de San Diego.

La Guerra de los Diez Años y la Guerra Chiquita, no originaron graves problemas a la economía de la zona; por el contrario, se incrementó la producción de sus sectores básicos y se extendió la pequeña propiedad agrícola. En el caso de la actividad azucarera, debe señalarse que el proceso de concentración y centralización de la producción llevada a cabo desde finales de los años 50, provocó, junto a la ruina de los productores de menos recursos, el enriquecimiento rápido de numerosos terratenientes.

Después de la abolición de la esclavitud en 1886, la mayoría de los antiguos esclavos siguieron trabajando para los que habían sido sus amos por un mísero salario y prácticamente en las mismas condiciones de vida.

En octubre de 1881, se fundó el Círculo de Artesanos de San Antonio de los Baños, que contó con una biblioteca y una escuela nocturna laica. Allí se crearon secciones para el fomento del teatro, la música, la literatura y la oratoria. Por su escenario desfiló lo mejor de la lírica y la dramaturgia criolla y su tribuna fue frecuentada por los más destacados oradores cubanos, entre ellos, Manuel Sanguily, quien hizo del Círculo su lugar preferido. Nueve años después también se fundó la Sociedad Centro "La Luz" para los negros y mulatos, ocasión en que la visitó el patriota cubano Juan Gualberto Gómez, amigo personal de José Martí.

Muchas de las condiciones que dieron inicio a la Guerra de los Diez Años estaban vigentes y comenzaron de nuevo a realizarse reuniones conspirativas.

Guerra de 1895

La guerra necesaria se inició el 24 de febrero de 1895. Poco después del levantamiento inicial, un grupo de revolucionarios armados y dirigidos por Celestino Barzán, Isidro Acea, Juan Delgado y Baldomero Acosta, hostilizaron a las tropas españolas en las cercanías de Santiago de las Vegas, San Antonio de los Baños, Güira de Melena, Alquízar y Vereda Nueva, incendiando propiedades rurales y atacando estaciones y trenes ferroviarios.

En el territorio de Bahía Honda hubo pequeños alzamientos dirigidos por Carlos Socarrás, Pedro Delgado e Indalecio Sobrado, mientras en tierras de Candelaria, lo hizo Antonio Laurent con unos 45 hombres.

El 1ro.de enero de 1896, llegó la invasión a La Habana por la zona de Nueva Paz. El día 4, la tropa invasora llegó al poblado de Güira de Melena, donde fue recibida por el fuego de los fusiles españoles. Esta era una localidad muy reaccionaria y prorrealista, integrada por numerosos y ricos comerciantes hispanos. Luego de un cruento enfrentamiento, la victoria sonrío a los mambises, que lograron hacerse de un importante botín de armas, cartuchos, ropas, medicinas, etc.

En la mañana del 5 de enero, los mambises llegaron a Alquízar, un pueblo que los recibió amablemente y con el cuartel de voluntarios rendido. Ya por la tarde, se despidieron y cerrada la noche, entraron en Ceiba del Agua. Maceo estableció su cuartel general en una de las casas principales y envió al brigadier Esteban Tamayo y al coronel Juan Bruno Zayas con sus hombres a perseguir a los voluntarios y de paso, tomar el poblado de Caimito.

El 6 de enero, a las siete de la mañana, los habitantes de Vereda Nueva recibieron a los soldados de la patria con demostraciones de júbilo. Casi todos los residentes ocuparon puestos a ambos lados de la Calle Real, donde los generales Máximo Gómez y Antonio Maceo, acompañados de sus respectivos Estados Mayores, revistaron la tropa. En ese lugar les aguardaba el coronel Juan Bruno Zayas, ya de regreso, luego de cumplimentar la misión asignada por el alto mando mambí en Caimito.

Máximo Gómez

En relación con varios de los poblados mencionados, el Generalísimo, en carta al coronel Andrés Moreno, fechada en 1897 en Sancti Spíritus, expuso su actitud ante la tea incendiaria y las riquezas de las clases opulentas del país con estas palabras:

"“Cuando llegué al fondo, cuando puse mi mano en el corazón adolorido del pueblo trabajador y lo sentí herido de tristeza, cuando palpé al lado de toda aquella opulencia, alrededor de toda aquella asombrosa riqueza, tanta miseria material y tanta pobreza moral; cuando todo esto vi en la casa del colono, y me lo encontré embrutecido para ser engañado, con su mujer y sus hijitos cubiertos de andrajos y viviendo en una pobre choza, plantada en tierra ajena; cuando pregunté por la escuela y se me contestó que no la había habido nunca, y cuando entramos en pueblos como Alquízar, Ceiba del Agua, El Caimito, Hoyo Colorado, Vereda Nueva, Tapaste y cincuenta más, no vi absolutamente nada que acusara ni cultura ni aseo moral, ni pueblos limpios, ni riquezas limpias, ni vida acomodada, y nos recibían del brazo el alcalde y el cura; entonces yo me sentí indignado y profundamente predispuesto en contra de las clases elevadas del país, y en un instante de coraje, a la vista de tan marcado como triste y doloroso desequilibrio exclamé. ¡Bendita sea la tea!” [1]

Luego de cruzar los lagunatos de Ariguanabo, llegaron sobre las cuatro de la tarde a Hoyo Colorado (hoy Bauta), que ocuparon también sin resistencia alguna. En horas de la noche, acamparon en el ingenio Baracoa.

Al amanecer del día 7 de enero, los generales Gómez y Maceo conferenciaron brevemente en el propio campamento donde habían pernoctado. Tras el rápido intercambio de impresiones, acordaron que el Generalísimo quedaría en la provincia de La Habana para imprimir energía y actividad a las operaciones, trasladándose después hasta el centro de la isla para asegurar las conquistas de la invasión; en tanto, el general Maceo, seguiría el avance por la provincia de Pinar del Río, hasta llegar al límite geográfico occidental del país.

A lo largo de 1896, se produjeron numerosos combates en todo el territorio, entre los cuales podría citarse el de Ceiba del Agua (7 de enero), que de manera fortuita dio inicio a la Campaña de la Lanzadera, conducida por Gómez.

Durante todas las acciones de las columnas comandadas por Máximo Gómez y Maceo se hizo notar la incorporación de numerosos hijos del actual territorio artemiseño.

Tramo de la Trocha de Mariel a Majana, reconstruido junto a la Carretera Central, a medio camino entre las ciudades de Artemisa y Guanajay

En su avance hacia el oeste, el Lugarteniente General Antonio Maceo, cruzó la trocha de Mariel a Majana, para penetrar en la provincia de Pinar del Río. La mencionada trocha se extendía de norte a sur y dividía la isla en dos partes. Comprendía tres zonas: Mariel-Guanajay, defendida por alambres de púas, fortines, baterías, dos batallones y dos escuadrones de caballería; Guanajay-Artemisa, defendida por una cerca de piedras, una alambrada, dos cañones de tiro rápido, otros dos cañones más y algunos fuertes; y la zona Artemisa-Majana, compuesta por casetas de madera para alojar las tropas, defendida por cercas de alambres cruzados y cuatro baterías intermedias.

El 9 de enero, los soldados de la columna del Titán de Bronce cruzaron la carretera de Guanajay al Mariel, sostuvieron varios encuentros y por la noche, llegaron a Cabañas. Al día siguiente, entraron en San Diego de Núñez, donde se les unió el comandante Pedro Delgado, para continuar juntos hacia Bahía Honda, que había sido tomada por cubanos comandados por Carlos Socarrás (natural de la zona y que hacía tiempo se había levantado en armas). Delgado y Socarrás fueron nombrados por Maceo como jefes de operaciones de Guanajay y Bahía Honda, respectivamente. Esa noche la columna pasó por Las Pozas y continuó camino a Mantua, a donde llegó el 22 de enero.

El 5 y 6 de febrero, la columna invasora mantuvo en asedio el poblado de Candelaria; el 7 de febrero, se produjo el importante combate de Río Hondo de San Cristóbal; y el día 11, otro en el ingenio Empresa.

El 10 de febrero, Valeriano Weyler había llegado a Cuba, nombrado Capitán General, quien de inmediato tomó medidas organizativas con su ejército. Tres días más tarde Antonio Maceo, después de concluir la invasión, volvió a cruzar la trocha de Mariel a Majana y se internó en la provincia de La Habana, por la zona sur de Vereda Nueva, para acampar en Seborucal. Luego de encontrase con Gómez, regresó el 15 de marzo a Pinar del Río por la zona de Bahía Honda, instalándose en el campamento del Rubí. Participó en numerosos combates por ese territorio.

Toda la zona sufrió duramente los desmanes de Weyler, derivados de su política genocida de reconcentración.

Caída en combate de Maceo

Entre las acciones más destacadas de Maceo en la zona occidental de la actual provincia de Artemisa, deben mencionarse las siguientes: el 15 de marzo, el combate del ingenio Neptuno; el 16 de marzo, el de Galope; y el 17 de marzo, el del cafetal San Juan Bautista. El 16 de mayo el Lugarteniente General penetró nuevamente en Candelaria; el 10 de agosto, sus tropas destruyeron un tramo de la línea férrea; el 22 de agosto, dinamitaron la locomotora exploradora de Artemisa; el 29 de agosto, fue volado el puente de hierro sobre el río Bayate; y durante los días del 23 al 25 de octubre, se desarrolló el combate de Soroa.

A fines 1896, Maceo decidió unirse a Gómez, que operaba en el centro del país. Para ello tenía que cruzar nuevamente la trocha de Mariel a Majana y decidió hacerlo por una zona ubicada en las inmediaciones de la bahía de Mariel.

El domingo 6 de diciembre, logró cruzarla en bote con un pequeño grupo de acompañantes. De allí se dirigió al ingenio Lucía y luego, continuó su trayecto para establecer el campamento en San Pedro (actual municipio de Bauta), lugar donde encontró la muerte en combate junto con su ayudante Panchito Gómez Toro, en la tarde aciaga del día 7.

La muerte de Maceo fue sin dudas, uno de los más duros golpes propinados a los patriotas cubanos durante la guerra y el rescate de su cadáver, logrado por un grupo de valientes encabezado por el coronel Juan Delgado, constituyó una página heroica de arrojo y valentía.

Entre otras personalidades artemiseñas que se destacaron por su labor patriótica deben mencionarse Magdalena Peñarredonda, delegada de Antonio Maceo en Occidente; Manuel Valdés, mártir y mensajero de las fuerzas mambisas; Alberto Nodarse y Federico Núñez, general y coronel del Ejército Libertador, respectivamente; Emilio Laurent, participante en el rescate del cadáver del general Antonio Maceo (oriundo de Guanajay); el Dr. Daniel Gisper, quien ostentó el grado de general de brigada; el general de brigada Clemente Vivanco y el comandante Tito Illeras (ambos de San Antonio de los Baños); Juan Manuel Sánchez, quien llegó a ser jefe de la escolta de Antonio Maceo (nacido en Güira de Melena); y el bautense Baldomero Acosta, jefe del Regimiento Goicuría.

Periodo neocolonial

Ocupación norteamericana

A partir de la firma del Tratado de París el 10 de diciembre de 1898, comenzó un período en el cual el gobierno de los Estados Unidos (EE.UU) aseguró las condiciones para convertir a Cuba en una futura República neocolonial, en una dependencia yanqui. El día 1ro. de enero de 1899, se consumaba la evacuación del ejército y de las autoridades españolas, y se iniciaba la primera ocupación militar norteamericana.

La presencia militar yanqui en el territorio de la provincia de Artemisa evidenció los objetivos del gobierno de los EE.UU para facilitar la maniobra que permitiría más tarde la imposición de la Enmienda Platt. A municipios como Guanajay llegaron las fuerzas del Regimiento 202 de Voluntarios, que habían formado parte de las legiones que combatieron en Santiago de Cuba bajo las órdenes de Teodoro Roosevelt durante la intervención militar en el conflicto hispano-cubano.

Desprovistos los cubanos de instituciones representativas, una vez desarticulado el Partido Revolucionario Cubano en 1898 por Tomás Estrada Palma, licenciado el Ejército Libertador y disuelta la Asamblea de Representantes en 1899, las autoridades de ocupación quedaron en condiciones para gobernar e imponer. Es en este marco que se crearon los cuerpos represivos como la policía para la ciudad y la guardia rural, con el engañoso empeño de preservar el orden.

Para determinar la situación del país y el monto necesario de gastos encaminados a llevar a vías de hecho su plan de anexión, desarrollaron un censo de población nacional; crearon juzgados de paz por órdenes militares de los gobiernos y fomentaron toda la infraestructura política y judicial que asegurara los intereses estadounidenses, desde los pueblos hasta el país. Por último, se llevó a cabo un proceso eleccionario para que, imitando el sistema político norteamericano de democracia representativa, fueran alcaldes en los pueblos aquellas figuras emanadas de procesos políticos cuestionables.

Lo anterior se complementa con la puesta en práctica de una serie de medidas que afianzaron sus objetivos: imposición de la circulación de la moneda de EE.UU, la reforma educacional que excluía la lengua materna y la ya rica historia de Cuba, priorizando la enseñanza del inglés y la historia norteamericana.

La mayoría de los territorios de la provincia entraron a la República con una economía devastada por la guerra; se cultivaba lo imprescindible para sobrevivir como un resultado del abandono temporal de los campos cuando muchos campesinos se incorporaron a la guerra, así como por el obligado éxodo derivado de la política de Reconcentración de Weyler aplicada durante su administración.

Un periódico de la época reflejaba la situación de la región en 1902, de la siguiente manera:

"“Y el Juzgado sin ver la suya. El Notario dando fe de su inconcebible existencia. Los maestros creyendo brujería el que no se les haya suspendido sus haberes. El municipio cobrando y a muchos sin pagarle. Los médicos haciendo estudios prácticos de la dispepsia forzosa. Las boticas imitando a los médicos. El comercio viviendo de milagro. La industria pensativa y melancólica. La agricultura esperando el agua del cielo y las bendiciones de Dios, digo, del Presidente americano, nuestro querido Roosevelt. Y hasta el culto abandonado; no hay quien se bautice, no hay quien se muera en forma, ni hay quien se case eclesiásticamente, sino por la forma barata del cuarto. ¡Todo es miseria y tristeza!” [2]

El gobierno de Estrada Palma (1902–1906), significó la elevación máxima de lo más reaccionario de la sociedad cubana en estrecha alianza con los intereses norteamericanos y el más burdo entreguismo político. El intento de su reelección provocó que, en agosto de 1906, los liberales se alzaran en armas en diversos lugares del país. Este hecho se conoce como la Guerrita de Agosto. En Alquízar se produjo un alzamiento donde los rebeldes se dirigieron a Wajay para combatir contra la guardia rural; en este lugar se produjo una escaramuza en la que murieron los alquizareños Manolo Martínez y Antonio García, allí fue asesinado, después de hacerlo prisionero, el general Quintín Banderas.

Candelaria, si bien no tuvo una participación directa en esa guerrita, no por ello dejó de sentir su influencia, pues se observaron discretas manifestaciones de beligerancia, como la destrucción del puente de maderas sobre el río Bayate. Guanajay fue tomado por el general Carrillo, lo que implicó una revuelta que abarcó zonas de Cayajabos, Jobo y Mariel, en las que no hubo derramamiento de sangre. En San Cristóbal, se desarrolló una insurrección dirigida por el general Faustino Guerra, muchos hombres de ese territorio se le unieron alzándose en la zona montañosa de Cedros Gordos, cerca del pico Peña Blanca.

Una muestra del espíritu de patriotismo y rebeldía de esta región lo constituyó el hecho de que en Pinar del Río, junto a otros territorios, se hicieron sentir grupo de alzados durante el conflicto de los Independientes de Color. En Alquízar fueron detenidos José Isabel Marquetti, José Ángel Espinosa Barroso y otros acusados como partidarios del movimiento racial. Por su parte, en Guanajay, se formaron dos comités a favor del partido Independientes de Color, pero estos no pasaron de su política de propaganda. Es de destacar en este período, la fundación de la Asociación de Veteranos y Patriotas en todos los municipios, que agrupó a aquellos hombres y mujeres que habían participado en la contienda y que se acogieron al reconocimiento.

Rubén Martínez Villena

Muchas voces se levantaron a favor de la República y defendiendo los intereses nacionales. En uno de los acontecimientos contra la corrupción imperante participa un hijo de Alquízar, Rubén Martínez Villena, principal líder de la Protesta de los Trece, en que un grupo de intelectuales se manifestó públicamente contra la compraventa por el Estado, del Convento de Santa Clara. Este acto constituyó una declaración de guerra contra los males de la República y los escandalosos fraudes de la época y marcó el inicio de la participación activa de una nueva promoción de intelectuales en la vida política del país.

El sector obrero, desde fines de la colonia, estaba organizado en numerosos gremios en toda la región: tabaqueros, despalilladores, panaderos, constructores, cuyas demandas más importantes eran fundamentalmente económicas. Entre sus acciones se destacan la Huelga del Cañonazo, relacionada con el tabaco, que comenzó en San Antonio de los Baños y continuó en Alquízar; la Huelga del Trust del Tabaco, que se desarrolló en Bauta y que fue una de las que obtuvo resultados positivos para los obreros, al boicotear la producción almacenada por un período de cuatro años. En Artemisa, los ferrocarrileros desarrollaron una huelga por aumento de salario de los obreros que duró 21 días y obtuvo el éxito esperado.

En la primera mitad del siglo XX, el territorio de la actual provincia continuó con un desarrollo fundamentalmente agrícola, predominando el cultivo del tabaco, que en occidente dependió de las zonas tabacaleras donde se desarrollaba, a saber, las de Partido, Semivuelta y Vueltabajo. Se desarrollaron los cultivos de la caña de azúcar y cultivos menores, como plátano, papa y piña, esta última comenzó en Cangrejeras, pasó a Güira de Melena y llegó a Artemisa, extendiéndose después a Candelaria y San Cristóbal. También se desarrolló la ganadería y algunos municipios contaron con mataderos.

Un factor importante que influyó en el desarrollo económico de los territorios fue el establecimiento del alumbrado público. Para los pueblos fundados en los siglos XVIII y XIX, comenzó siendo de aceite y de carbón, y después de acetileno o carburo, para evolucionar más tarde hacia el alumbrado eléctrico, que fue instalado en los diferentes municipios en fechas diversas.

A pesar del carácter eminentemente agrícola de la región, se fundaron fábricas en varios municipios, como la de cemento de Mariel (El Morro) en 1918; la de cal, en Artemisa en 1919; la de fósforos, en Bauta en 1926; y la textilera Ariguanabo, que a partir de 1931se convertiría en la mayor fábrica textil de Hispanoamérica, levantada con capital norteamericano.

La fase industrial del tabaco se incrementó en este período, pues casi todos los municipios contaron con pequeños talleres o chinchales de torcido del tabaco a mano con disímiles marcas y sellos alusivos a las villas que lo fabricaban o a las personalidades que encargaban su confección. Con carácter puntual se señala a Mariel en 1936, con su hacienda Carbonell, dedicada al cultivo y producción del henequén en todas sus variantes: procesamiento de pitas, cordeles, sogas y tendederas que sirvieron para satisfacer las necesidades de la época y la región.

Central Andorra

En el territorio funcionaron varios centrales como el Alquízar, en el municipio del mismo nombre; el Fajardo, que en determinados periodos perteneció a Güira de Melena, a San Antonio de los Baños después y por último, a Quivicán; Andorra y El Pilar, ambos en Artemisa; el San Ramón, en Mariel; y el San Cristóbal, en el municipio homónimo.

La pequeña burguesía desarrolló diferentes negocios privados que sirvieron para satisfacer las necesidades elementales en cada localidad, a saber: fábricas de hielo, de jabones, de embutidos, de helados, de refrescos. Además, talleres de ferretería, carretería, herraduría, negocios dedicados a la producción de muebles y zapatos, etc.

Paralelamente, esta realidad económica generó una actividad comercial a través de pequeños comercios gastronómicos, red de tiendas, barberías, fondas y hoteles que servían de paso y estancias para el viajero, elementos que sin dudas matizaron el ambiente comercial de la región.

La penetración norteamericana, facilitó la aparición de un número de sucursales de bancos estadounidenses en las localidades de la provincia, como: National City Bank of New York, Continental, The Royal Bank of Canada; además de los bancos de tradición española, como el Banco Español de la Isla de Cuba, el Banco González y Hermanos, con sucursales en Artemisa, San Cristóbal, Mariel y Guanajay.Para las operaciones de la agricultura, se formó el Banco Nacional de Fomento Agrícola e Industrial de Cuba (BANFAIC).

Luchas sociales en el período de 1925 a 1952

El desarrollo del Congreso Obrero de 1920, influenciado por la Revolución de Octubre, la celebración de una nueva Internacional Comunista y la Revolución mexicana, trajo como consecuencia la formación de la Federación Obrera de la Habana (1921), que estuvo presente en todo tipo de manifestación obrera en el período y cuyo principal logro fue la convocatoria y celebración del Congreso Nacional de Cienfuegos, en febrero de 1925, en el cual se acordó la creación de un organismo obrero nacional denominado Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC), que demostró un nivel más alto de organización de los obreros. En ella participaron miembros de la Sociedad de Torcedores de Artemisa.

Las manifestaciones de lucha del período, reflejan la continuidad histórica del proceso cubano y aportan nuevas experiencias de lucha en las condiciones de la época republicana.

Baliño y Mella

En 1925, se fundó el primer Partido Comunista bajo la organización del guanajayense Carlos Baliño y Julio Antonio Mella. El municipio de San Antonio de los Baños fue visitado por Mella en varias ocasiones, lo que influyó en que también se fundara en este año, el 9 de agosto, la Agrupación Comunista de este municipio. En la década del 30, surgen agrupaciones comunistas análogas en los municipios Artemisa (1931), Bauta, Mariel y Caimito (1932), San Cristóbal, Bahía Honda, Alquízar y Güira (1933), Guanajay (1937) y Candelaria (1939).

La situación económica cubana se agravó gradualmente durante los años siguientes, principalmente con la crisis mundial de 1929 a 1933 que sumió al régimen capitalista en un verdadero caos. La política utilizada por Gerardo Machado fue solo una manifestación interna de la crisis económica mundial que produciría en Cuba una gran catástrofe.

En el ámbito político, la principal divisa de la tiranía machadista fue la sangrienta ola represiva y de persecución contra todo elemento que llevara ideas contrarias a su gobierno y contra todo movimiento progresista.

En marzo de 1930 se desarrolló una huelga general, dirigida por Rubén Martínez Villena, que tuvo repercusión en las fuerzas revolucionarias de toda la provincia. Estas se manifestaron a través de la propaganda antigubernamental, la realización de sabotajes, los cortes provocados del alumbrado eléctrico, la colocación de petardos y la realización de huelgas de obreros de diferentes sectores que lucharon en un medio hostil caracterizado por “la cacería de brujas”.

Por la connotación que originó en el ambiente político del país, se destacó el mitin nacionalista celebrado en Artemisa el 18 de mayo de 1930 contra la prórroga de poderes de Gerardo Machado, que dejó como resultado varios muertos en el enfrentamiento que se desató violentamente. En él participó el pueblo y representantes de las fuerzas progresistas de otros territorios cercanos como San Cristóbal.

Un hecho a destacar fue la matanza de El Corojal, entre el 11 y el 14 de agosto de 1931, cuando un grupo de revolucionarios de Güira de Melena y Alquízar, dirigidos, entre otros, por Celestino Baizán y Domingo Lence, se desplazó a territorio de Artemisa (lugar en el que debían incorporarse otros implicados que nunca llegaron a hacerlo) para ejecutar un levantamiento contra Machado, intento que fracasó y trajo como consecuencia el fusilamiento de varios de sus miembros y el encarcelamiento del resto. Meses después, en 1932, varios revolucionarios de Artemisa, planificaron y desplegaron con éxito un atentado que le costó la vida al teniente Enrique Diez Díaz, oficial responsable de los crímenes de El Corojal.

Nuevamente reapareció la figura de Villena, esta vez, a pesar de lo avanzado de la tuberculosis que carcomía sus ya muy maltratados pulmones, como el principal artífice de la huelga general de agosto de 1933, que puso fin a la dictadura de Gerardo Machado.

La lucha social continuó y en Caimito, bajo condiciones de clandestinidad, en la propiedad de un ciudadano norteamericano, se celebró el II Congreso del Partido Comunista de Cuba, en abril de 1934, conducido por Blas Roca Calderío, que analizó profundamente la situación nacional y se pronunció por ampliar el movimiento revolucionario y defender los derechos de las masas. En mayo de ese año, Antonio Guiteras fundó la Joven Cuba para establecer un gobierno revolucionario que transformara la estructura semicolonial del país. Ese año, en Guanajay, Francisco Hernández Guijarro, fundó la célula No. 1 de la Joven Cuba. Entre sus miembros se encontraban Miguel Aramburu y Guillermo Hernández.

El año 1935, comenzó con una huelga de maestros que exigían reivindicaciones básicas. Esta se transformó en la conocida huelga de marzo de 1935, donde participaron gran cantidad de obreros y funcionarios de diferentes sectores movidos por los partidos burgueses para oponerse a Mendieta. En ella participó un grupo de jóvenes telegrafistas de Guanajay. Aunque la huelga fue aplastada, sirvió para la reorganización del proceso revolucionario.

A nivel nacional se desarrollóuna campaña progresista en pro de la lucha antifascista que incluyó el apoyo a España republicana, China y Abisinia, así como a la Unión Soviética. Muchos hombres se integraron a las Brigadas Internacionales Antifascistas, entre ellos el artemiseño Gilberto López Bosch, que ofrendó su vida en favor de la independencia de España.

Monumento a José Martí en Guanajay

Como parte de la actividad patriótica, de respeto y admiración hacia el Apóstol, el 28 de enero de 1937, fue inaugurado en Guanajay, el parque Martí, donde participaron importantes personalidades como el Brigadier José Francisco Martí Zayas-Bazán, el ingeniero Antonio Maceo Marriat y el Dr. Bernardo Gómez Toro, hijos de José Martí, Antonio Maceo y Máximo Gómez, respectivamente. También estuvo presente el Dr. Emilio Roig de Leuchsenring, historiador de La Habana, quien tuvo a su cargo las palabras centrales del acto; así como los autores del memorial Juan José Sicre y Aquiles Maza.

La aprobación de la Constitución de 1940, después de un proceso para su consecución, significó un triunfo del movimiento popular que obligó a las clases explotadoras reconocer jurídicamente importantes demandas de las clases y sectores más humildes del país.

En el orden económico, debido a la dependencia de Cuba a la economía estadounidense, se desataron crisis ocasionales en el azúcar y en el mercado interno cubano, con una economía seriamente deformada, que solo tuvo períodos de crecimiento pero no de verdadero desarrollo, al depender estrictamente de la industria azucarera. Dicha reducción dejó huellas en este territorio ya que trajo aparejada la restricción del tiempo de zafra, el aumento del tiempo muerto y la disminución de los salarios a un numeroso segmento poblacional que dependía de dicha industria.

Lucha insurreccional (1952-1958)

La licenciada Mabel Martínez Deulofeu, directora del Mausoleo a los Mártires de Artemisa, señaló:

" “…En la etapa de finales de los años 40 y principios de los 50 del pasado siglo, en el territorio se agudizó la crisis en la economía, cuyos renglones principales eran el azúcar, el cultivo de la piña y el trabajo agrario. (…) Predomina en esta etapa una pequeña burguesía provinciana integrada por comerciantes y pequeños propietarios. En la esfera social aumenta el desempleo, el anuncio NO HAY PLAZAS VACANTES está presente en cada comercio y empresa. Para las mujeres son escasas o nulas las fuentes de empleo; el campesinado es víctima de continuos desalojos; la clase obrera es presionada por los propietarios y la policía represiva del gobierno; la insalubridad y la deficiente atención médica lastran al pueblo; las escuelas públicas apenas cuentan con medios para enseñar a los niños pobres, que en su mayoría abandonan las aulas para salir a las calles o al campo a buscar trabajo”.[3]

El 10 de marzo de 1952, Fulgencio Batista conmocionó al país con el golpe militar y estableció un gobierno que marcó pautas importantes en el desarrollo político y económico de Cuba.

Del [[Partido Ortodoxo emanó la Juventud Ortodoxa, fragua patriótica de muchos de los jóvenes que fueron protagonistas de las acciones del 26 de julio de 1953 en Santiago de Cuba y Bayamo, dignos continuadores del proceso revolucionario cubano en una nueva, superior y definitiva etapa de lucha por la independencia.

“La presencia de Fidel en Artemisa tuvo calurosa acogida, su tesis de inaplazable acción armada contra el régimen prendió entre aquellos jóvenes artemiseños, casi todos de origen campesino; así las primeras células revolucionarias no tardaron en integrarse y robustecerse, al extremo de que casi una tercera parte de todos los hombres que atacaron —comandados por Fidel— el cuartel Moncada y el de Bayamo, el 26 de julio de 1953, eran artemiseños”. [4]

Mabel Martínez Deulofeu afirmó:

" “En la Villa Roja la Juventud Ortodoxa, atenta al llamado de Fidel Castro, comienza a reunirse y a organizarse, reflejándose una reacción de repudio generalizado. En la pequeña carpintería propiedad de Ramón Valdés, el padre de Ramirito, y la ponchera de Ricardo Santana, ubicadas en la calle República y calle 9, comienza a reunirse un grupo de jóvenes preocupados por el acontecer nacional. Eran jóvenes humildes, trabajadores agrícolas como Ismael Ricondo, carniceros, dependientes de comercio como Julito Díaz…, con la convicción de que el cambio social era una necesidad inmediata y que algo había que hacer”.[5]
Ubicación de la finca Sánchez

El incremento de la preparación incluyó, además, la intensificación de los entrenamientos y las prácticas de tiro en diversos lugares dentro y fuera del territorio, principalmente en las fincas Larrazábal, cerca de Candelaria, San Miguel, del barrio Capellanías, donde vivía Carmelo Noa Gil; La Tentativa, entre Artemisa y Guanajay, donde vivía Ismael Ricondo; Las Tumbas, Cayajabos; la finca Sánchez, perteneciente a Francisco Chirino, padre de la novia de Santana y otros lugares.

De los participantes en las acciones desarrolladas el 26 de julio de 1953, vivían o vivieron en los municipios que actualmente forman la provincia de Artemisa, un total de 43. De ellos, cayeron en combate durante el asalto al cuartel Moncada tres: Carmelo Noa Gil, Flores Betancourt Rodríguez y Guillermo Granados Lara; fueron asesinados posteriormente 15; y sobrevivieron 25. Resaltó la participación del municipio de Artemisa, entonces perteneciente a la provincia de Pinar del Río, con un total de 31. El aporte de los demás municipios fue: Guanajay 6, Mariel 3, Bauta, Caimito y Bahía Honda, uno cada territorio. [6]

Ricardo Santana

Entre los participantes al asalto al cuartel Moncada se encuentra el artemiseño, nacido en Fomento, Ricardo Máximo Santana Martínez, el chofer que arriesgó su vida en medio de la balacera para recoger a Fidel Castro.[7]

Los restos mortales de los artemiseños que participaron en las acciones del 26 de julio de 1953, descansan en el Mausoleo a los Mártires de Artemisa.

Fidel en el Mausoleo

El 24 de julio del 2010, Fidel rindió homenaje a los Mártires del 26 de Julio en Artemisa. Al final del emotivo encuentro con sus compañeros de tantas batallas revolucionarias, el Comandante en Jefe Fidel Castro les leyó su Mensaje a los Combatientes Revolucionarios de Artemisa y de toda Cuba, donde señala, entre otros aspectos:

" “Unos pocos tenemos el privilegio de vivir. En mi caso personal, agradezco a los combatientes de Artemisa que entraron y me rescataron cuando estaba en las proximidades de la entrada, tratando de impedir que una ametralladora disparara contra los combatientes a los que había ordenado retirarse”. [8]

Los sucesos del 26 de julio trajeron como consecuencia el ensañamiento, el crimen y la prisión de los moncadistas y con esto, una intensa campaña nacional de apoyo a la amnistía, fructificando este empeño con la liberación de los combatientes en mayo de 1955.

Con la salida de la prisión, el movimiento revolucionario asume el nombre de Movimiento 26 de Julio (M-26-7), quedando constituido a nivel nacional el 12 de junio de 1955, y en la entonces provincia de Pinar del Río, en el mes de julio de ese mismo año. Este hecho tuvo lugar en la casa del combatiente Guillermo García Ponte, con la presencia del compañero José Suárez Blanco, Jefe del Movimiento en las provincias de Pinar del Río, La Habana y Matanzas. La creación del movimiento, organizado a través de células en todos los municipios, desarrolló una intensa labor, reafirmando que la lucha armada era el único camino posible para el derrocamiento de la dictadura.

La persecución y el permanente encarcelamiento de los moncadistas después de su salida de prisión, los condujo al exilio junto con Fidel Castro. Comenzó entonces el período de preparación de la guerra revolucionaria.

La llegada a costas cubanas del yate Granma el 2 de diciembre de 1956, está indisolublemente ligada a la historia de Artemisa, pues entre sus 82 expedicionarios venían varios de sus hijos, entre ellos los artemiseños Ciro Redondo García, caído posteriormente en la Sierra Maestra y cuyo nombre llevaba la Columna No. 8, comandada por Ernesto Che Guevara durante la etapa final de la guerra; Julio Díaz González y el actual Comandante de la Revolución Ramiro Valdés Menéndez.

También formaron parte de los expedicionarios los guanajayenses José Ramón Martínez Álvarez, asesinado, junto a otros compañeros, después del combate de Alegría de Pío; Mario Fuentes, José Fuentes y Jaime Costa, estos 2 últimos abandonaron luego el país.

En este período fueron vitales las acciones de dirigentes del actual territorio artemiseño con alcance nacional, como Orlando Nodarse Verde y Eduardo García Lavandero, el primero desde la Sección Estudiantil del M-26-7 y el otro desde el Directorio Revolucionario, frentes de lucha desde los cuales ofrendaron sus valerosas vidas.

Varios fueron los momentos de la lucha insurreccional en que se destacó el territorio de la actual provincia de Artemisa, desde la lucha clandestina y desde la lucha guerrillera. Varios de los participantes en las acciones del 13 de marzo de 1957 que asaltaron el Palacio Presidencial y tomaron Radio Reloj, procedían de Guanajay.

De Guanajay, en el ataque al Palacio, Pedro Julio Esperón, Adolfo Delgado y Eduardo Panizo, combatieron hasta morir. Evelio Prieto resultó herido, logró salir con vida y poco después fue delatado, hecho prisionero, salvajemente torturado y asesinado ese mismo día. Ángel Eros, aunque herido, sobrevivió a esa acción y partió hacia el exilio revolucionario en Miami.

La huelga general del 9 de abril de 1958, contó con la participación de obreros de los sectores azucarero y del tabaco.

En el territorio se realizaron otras acciones como el ajusticiamiento de esbirros y la realización de atentados contra objetivos económicos que se planificaron y ejecutaron en toda la región.

A mediados de 1958, es designado Pastor Valente Hernández Rojas jefe de Operaciones o de Acción y sabotaje del M-26-7 en la zona de Guanajay, Mariel, Bahía Honda, Cabañas, Artemisa y San Cristóbal.

En la zona montañosa de Candelaria y San Cristóbal, se gestó un movimiento guerrillero que fue determinante en la lucha insurreccional y alcanzó un victorioso desenlace. El 26 de julio de 1958, fue fundado en San Andrés de Caiguanabo, municipio de La Palma, el Frente Guerrillero de Pinar del Río, bajo el mando del comandante Dermidio Escalona. Como parte del Frente, se fundó el 5 de agosto de 1958 la columna No. 2 Ciro Redondo, comandada por el capitán Rogelio Payret Silvera (Claudio). Su campamento principal se encontraba en la Loma del Rubí, en Cabañas.

Pastor Valente

Para ampliar el radio de acción de la Columna, el día 25 de diciembre, el capitán Claudio organizó tres nuevas guerrillas. Una de ellas, con el teniente Pastor Valente Hernández Rojas (Bartolo), como Jefe de Guerrilla e integrada fundamentalmente por guanajayenses, con la misión de actuar en un territorio que comprendía la zona del Jobo, la loma Gobernadora, Zayas, Guanajay, el Esperón, hasta los límites con La Habana. Era la guerrilla que más cerca actuó de la capital del país y debía esperar y apoyar a la columna del comandante Camilo Cienfuegos, que tenía la misión de llegar hasta Pinar del Río. [9]

El 1 de enero de 1959, Fulgencio Batista huyó del país. Las fuerzas revolucionarias se lanzaron a las calles llenas de júbilo ante la noticia. La huelga general, oportuna y desafiante, fue el punto culminante para el triunfo revolucionario.

El 31 de diciembre de 1958 concluía la etapa neocolonial, que duró más de medio siglo, y la historia de Cuba daba paso a una revolución triunfante que transformaría hasta sus cimientos las realidades impuestas durante varios siglos de dominio e injerencia extranjera.

Revolución en el poder

Medidas revolucionarias

A partir del 1 de enero de 1959 comenzó para toda Cuba una nueva etapa, la revolucionaria, que trajo consigo cambios radicales en la vida económica, política y social del país. Para el territorio que conforma la provincia de Artemisa no fue menos impactante la llegada de la Revolución.

A pocas horas de conocerse el triunfo, las organizaciones que habían protagonizado la lucha contra Batista encabezadas por el M-26-7, fueron reuniéndose para trazar las estrategias que habrían de seguirse en aquellas semanas iniciales. Surgieron así los comisionados que integraron los primeros gobiernos municipales provisionales.

El Comandante en Jefe Fidel Castro había entrado a La Habana el día 8 de enero de 1959, después de haber recorrido el país en la Caravana de la Libertad. El día 17 de enero, Fidel reinicia la marcha de la Caravana y atravesó en ruta por la Carretera Central, los territorios de Bauta, Caimito, Guanajay, Artemisa, Candelaria y San Cristóbal. El júbilo popular fue inmenso y también la alegría del máximo líder de la Revolución, quien recordó la generosa contribución de este territorio a la lucha contra la tiranía.

"“Así que, compatriotas, le doy las gracias en nombre del Ejército Rebelde a Artemisa, por dos razones: primero, por los jóvenes que envió a enrolarse en las filas de la Revolución, por los héroes que ha dado a la patria, por el espíritu revolucionario tan elevado que ha mantenido siempre y por el aliento que significa para nosotros esta concentración extraordinaria de hoy”. [10]

Una de las primeras medidas tomadas por aquellos gobiernos locales fue la detención de los colaboradores con los órganos represivos: esbirros, delatores y los que habían cometido actos abusivos contra la población, que fueron puestos a disposición de los tribunales revolucionarios que se crearon.

En los centros de mayor importancia económica, fueron colocados combatientes para garantizar el adecuado funcionamiento de los servicios subordinados a las administraciones locales. Se cerraron prostíbulos y se intervinieron sociedades y centros de recreo exclusivos como el de Soroa, que pertenecía a la Sociedad Balneario Residencial S.A. y fue puesto a disposición del pueblo en octubre del 1959.

Se comenzó la distribución, entre los más necesitados, de casas abandonadas por las familias que se fueron el país, así como de las propiedades que en ellas existían, a través de las Comisiones de Recuperación de Bienes Malversados.

Con el transcurso de los meses las estructuras de gobierno fueron modificándose y a finales de 1961, se establecieron las Juntas de Coordinación, Ejecución e Inspección (JUCEI).

Con una base económica agrícola, sustentada fundamentalmente en el cultivo de la caña de azúcar, el tabaco, el café y las viandas y hortalizas, este territorio mostraba una notable prevalencia del latifundio. Numerosos funcionarios del régimen de Batista, ministros, generales y grandes magnates de la política tradicional cubana, tenían valiosas haciendas, centrales y fincas de recreo en los territorios que conforman esta provincia.

La Ley de Reforma Agraria fue un punto de giro definitivo en la vida de esta parte del país, porque cambió radicalmente la forma de tenencia de la tierra, aunque la existencia de los cultivos continuara marcada por las calidades y tipos de terrenos. Con la promulgación de esta Primera Ley, surgió el Instituto Nacional de la Reforma Agraria(INRA), cuyo primer presidente ejecutivo fue el capitán del Ejército Rebelde, Antonio Núñez Jiménez, oriundo de Alquízar.

Fidel entrega los primeros títulos de propiedad de la tierra en San Cristóbal

El 9 de diciembre de 1959, Fidel entregó los primeros títulos de propiedad en Niceto Pérez, San Cristóbal, donde el campesino Mingo Vázquez Vargas recibió simbólicamente el suyo en nombre de los miles de cubanos beneficiados. El 26 de noviembre de 1961, el INRA dispuso el cese de la Asociación de Colonos de Cuba, porque desde el 17 de mayo de ese año había surgido la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños(ANAP), en el Primer Congreso Campesino que se desarrolló en el entonces Palacio de los Deportes.

Con la Segunda Ley de Reforma Agraria, promulgada el 3 de octubre de 1963, se perfiló con mayor profundidad el programa agrario de la naciente Revolución.

Las presiones económicas, políticas y militares comenzaron de inmediato, y fueron haciéndose más fuertes en la medida en que el nuevo gobierno radicalizaba su accionar. El 13 de octubre de 1963 el Consejo de Ministros dispuso –según la Ley 890- la intervención de 382 grandes empresas, incluidos ingenios, destilerías, fábricas, etc.

Uno de los dos primeros centrales nacionalizados en Cuba fue el Andorra, en Artemisa, que pasó a llamarse Abrahan Lincoln, y había sido propiedad de Eusebio Mujal, dirigente obrero corrupto y plegado a los intereses de los explotadores y los poderosos.

El surgimiento de numerosas fábricas y la modernización de otras, cuyas producciones diversas comenzaron a formar parte del desarrollo económico de los municipios, le otorgó al sector industrial nueva fuerza, aunque la base económica provincial continuó siendo agrícola.

La producción de cemento, de lácteos, textiles, calzados, el procesamiento de pescado, la generación de electricidad y la industria sideromecánica con el montaje de ómnibus y automotores, ampliaron los horizontes de desarrollo y se constituyeron en importantes fuentes de trabajo. Entre esas primeras fábricas de la etapa revolucionaria puede mencionarse la de Carburo y Acetileno, en Caimito, instalada en 1960, con colaboración búlgara bajo la orientación del Che, y el central azucarero 30 de Noviembre, de San Cristóbal, primero totalmente construido por la Revolución en el occidente del país.

A la vez surgieron planes pecuarios, ganaderos, citrícolas y avícolas que formaron parte de una nueva mirada hacia la economía de consumo. La Empresa Genética Los Naranjos y Cítricos Ceiba, ambas en Caimito; la Empresa Tabacalera Lázaro Peña, en San Antonio de los Baños; y el primer hidropónico de América Latina para el cultivo del tomate de excelencia, enclavado en San Cristóbal con ayuda vietnamita, pueden mencionarse como pioneros en la implantación de nuevos y eficientes métodos de trabajo y novedosas técnicas.

En 1968, comenzó el Plan de Desarrollo Experimental Sierra del Rosario, que sería declarado en 1985 por la UNESCO (siglas en inglés de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) como Reserva de la Biosfera.

En enero de 1961, se inició la Campaña de Alfabetización, que en solo un año nos convirtió en el primer territorio de América libre de analfabetismo. La primera tarea consistió en realizar el censo de analfabetos en cada municipio. Los territorios fueron divididos en barrios y zonas, a fin de facilitar la organización de la campaña. Cada zona se dividió, a su vez, en unidades de alfabetización y tenía un responsable técnico, que respondía ante el Consejo Municipal por el funcionamiento de cada una de ellas. La consigna fue: “que todo alfabetizador tenga su analfabeto y que todo analfabeto tenga su alfabetizador”.

Las organizaciones de masas colaboraron intensamente en la realización de la campaña. Su contribución fue importante en la captación de alfabetizadores populares, en el chequeo de la verdadera incorporación de cada analfabeto, en la información de indisciplinas, ausencias de maestros o cualquier irregularidad que entorpeciera el desarrollo de las actividades.

La enseñanza llegó a sitios insospechados como el Reclusorio Nacional de Mujeres de Guanajay, donde se alfabetizó a las reclusas, tanto comunes como contrarrevolucionarias. Al concluir la alfabetización del primer grupo de ellas, se realizó un acto político en el propio reclusorio, en el mes de octubre del 61.

Entre el 30 de agosto y el 3 de septiembre de 1961, se efectuó el Congreso Nacional de Alfabetización, donde se analizaron los principales problemas que enfrentaba la campaña y los retos que aún debían vencerse, y entre los días finales de septiembre y los primeros de diciembre todos los municipios de la provincia fueron declarados territorios libres de analfabetismo. Resulta justo mencionar entre las más importantes personalidades culturales relacionadas con la campaña en esta parte del país a los compañeros José Cantón Navarro, Abel Prieto (padre) y a la escultora Gilma Madera.

El 14 de octubre de 1960, se promulgó la ley de Reforma Urbana que dio derecho a cada familia a ser propietaria de la vivienda que ocupaba como arrendataria y comenzaron a establecerse, en cada municipio, las oficinas para que los inquilinos pudieran hacer una declaración jurada a cerca de la vivienda que ocupaban y el alquiler que pagaban por ella.

Conjuntamente surgieron comunidades y poblados totalmente construidos por el Gobierno revolucionario que dieron hogar a miles de familias que antes habían vivido en condiciones de miseria, hacinamiento e insalubridad. Algunas de esas comunidades resultaron joyas de la arquitectura revolucionaria, como la de Los Pinos, en San Cristóbal y la comunidad Las Terrazas, en plena Sierra del Rosario. Esta cordillera une a su gran belleza natural el mérito histórico de ser el sitio escogido por el Che para entrenar las guerrillas que lo acompañaron en sus épicas misiones libertarias del Congo y de Bolivia.

Transformaciones políticas

Desde el propio 1959 se habían ido creando las organizaciones revolucionarias que conformaron el entramado socio político en el que se desenvolvió el país.

En 1961, se crearon las Organizaciones Revolucionarias Integradas(ORI), en respuesta al llamado a la unidad hecho por Fidel al Partido Socialista Popular, al Directorio Revolucionario13 de Marzo y al Movimiento 26 de Julio, que definitivamente se fundieron en una organización única.

Bajo la dirección de las ORI, se ejecutaron planes de obras públicas, mediante las cuales los cuarteles fueron convertidos en escuelas y se crearon en ellos nuevos centros de enseñanza. Puede afirmarse que desde los primeros momentos las ORI desarrollaron una labor intensa en todos los aspectos de la vida económica, política y social de los territorios.

El 26 de marzo de 1962, Fidel compareció ante el pueblo para denunciar los métodos sectarios utilizados por las máximas autoridades de las ORI. Se inició un imprescindible proceso de análisis y rectificación en cada territorio. Ese mismo año, dieron inicio las asambleas de ejemplares para elegir en cada centro laboral los primeros miembros del Partido Unido de la Revolución Socialista; proceso que culminó en 1965, con la constitución del Partido Comunista de Cuba, y la presentación de su Comité Central. En octubre de ese año habían sido electos y presentados al pueblo los comités municipales del Partido en todos nuestros territorios.

La Asociación de Jóvenes Rebeldes (AJR), cuyo fundador fue el joven Comandante del Ejército Rebelde Joel Iglesias, surgió por iniciativa del Che y jugó un papel aglutinador de la juventud, pues agrupó en su seno a muchos que comenzaban su trayectoria revolucionaria. Entre las primeras tareas que asumió esta organización figura la preparación de los jóvenes que eran seleccionados para partir hacia la Sierra Maestra (cinco picos) y para pasar cursos en la Unión Soviética. Sus miembros estuvieron presentes en todos los frentes creados por la Revolución. La AJR celebró en abril de 1962, su congreso nacional, dando paso a la naciente Unión de Jóvenes Comunistas(UJC).

El 28 de septiembre de 1960, en combativo acto celebrado en el antiguo Palacio Presidencial, Fidel dejó constituidos los Comités de Defensa de la Revolución(CDR). A partir del día 29 fueron creados en todos los municipios y desde ese momento jugaron un papel importante en la vida de las localidades y devinieron apoyo imprescindible del proceso revolucionario.

La primera y más importante tarea de los CDR fue la vigilancia revolucionaria en manzanas, cuadras, fábricas y talleres, y en la zona rural, en cooperativas, granjas y bases campesinas.

En el propio mes de septiembre de 1960, se instauraron las primeras direcciones municipales de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), que agruparon a las mujeres provenientes de las secciones femeninas del M-26–7, el Partido Socialista Popular, el Directorio Revolucionario 13 de Marzo y el Frente Cívico de Mujeres Martianas, y a todas las que voluntariamente quisieron integrarse a la organización. Sus primeras tareas fueron la recogida de dinero para la compra de armas y aviones, la distribución de juguetes en los barrios pobres, la creación de talleres de corte y costura y la estrecha colaboración con la Campaña de Alfabetización.

La FMC desplegó un importante trabajo social encaminado a la incorporación de la mujer a la Revolución.

A partir del surgimiento de la ANAP en mayo de 1960, se crearon bases campesinas en todos los territorios. Bajo el principio de voluntariedad, se les explicó a los campesinos cómo sería la remuneración del trabajo, la distribución de los ingresos, su derecho a la crítica, a elegir a sus propios dirigentes y la ayuda técnico-material y financiera que recibirían del Estado.

En las bases campesinas se fueron creando los CDR, las delegaciones de la FMC y comités de base de las AJR. Esto resultó decisivo para incorporar al campesinado cada vez más al proceso revolucionario que se desarrollaba, y consolidó la alianza obrero campesina.

Aún antes de la instauración oficial de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) en 1962, los primeros cuadros encargados de orientar las labores sindicales iniciaron un trabajo arduo en la creación de secciones sindicales y la reestructuración de las que ya existían desde la época prerrevolucionaria, para canalizar la atención de los problemas obreros. A través de las comisiones que se encargaban de los bienes malversados, se hizo entrega a los trabajadores más necesitados de diversos artículos de primera necesidad.

El movimiento obrero jugó un rol importante en la ejecución de las grandes tareas de la Revolución y ejemplo claro de ello fue la Campaña de Alfabetización, donde se colaboró en la búsqueda de maestros y analfabetos, así como en la ubicación y la garantía de la seguridad de los alfabetizadores.

Tareas en defensa de la Revolución

Como respuesta a las acciones del enemigo, desde septiembre de 1960, se procedió a la creación de las milicias obreras primero, y luego, de las Milicias Nacionales Revolucionarias (MNR), garantizando la presencia de los obreros milicianos en los distintos acuartelamientos y movilizaciones de los primeros años de Revolución, el enfrentamiento a la invasión por Playa Girón, en 1961y durante la Crisis de Octubre, en 1962.

Numerosos compañeros fueron llevados a una de las primeras Escuelas de Tenientes de Milicias que se crearon en Cuba, en la base aérea de San Julián, Pinar del Río, cuyo jefe era el capitán Pablo Ribalta Pérez. Mientras cursaban la escuela, estos compañeros combatieron en la lucha contra bandidos en la Sierra de los Órganos y en la captura de infiltrados enemigos por las costas norte y sur de la provincia de Pinar del Río.

Los milicianos formaron parte de distintos batallones mixtos que se fueron creando con hombres de los diferentes municipios. Previamente participaban en la caminata de los 62 Km y en escuelas de milicias como las enclavadas en Kukine y La Chorrera. A ellos correspondió participar en misiones históricas como la limpia del Escambray y los combates de Playa Girón.

En algunos municipios como Guanajay, Bauta y Artemisa, se crearon compañías del Batallón Femenino Especial Lidia Doce, que tuvo un rol importante en la incorporación de la mujer a la defensa de la patria, y fue una escuela rígida, pero eficaz, para la formación de cuadros femeninos.

Entre los años 1960 y 1965, en varias zonas de este territorio, se desplegó una intensa lucha contra las organizaciones contrarrevolucionarias y las bandas de alzados al servicio de la Agencia Central de Inteligencia (CIA).

A partir del año 1960, la radicalización del proceso revolucionario sacó a flote las verdaderas intenciones y ambiciones de los elementos burgueses que apoyaron a la revolución en los primeros meses y desertaron luego pasándose al enemigo. La posibilidad de una inminente invasión de EE.UU. a Cuba les hizo concebir la ilusión de una rápida victoria.

Tales eran las condiciones político-ideológicas que existían y que propiciaron a la CIA la instrumentación de varios grupos encabezados por ex casquitos de la tiranía batistiana y burgueses afectados por las medidas revolucionarias.

Los grupos armados operaron abastecidos por la CIA y la contrarrevolución interna, desde donde recibieron pertrechos, dinero e informaciones acerca de los movimientos de las fuerzas revolucionarias.

Las bandas más connotadas fueron las de Pedro Celestino Sánchez, Lázaro Santos, José Manuel Olivera, Isidro Moscú Llanes, Bernardo Corrales Camejo, Clodomiro Miranda Martínez, Noel Domínguez Noa (Escaparate) y la que resultó ser la mayor, mejor organizada y más agresiva, la de Francisco Robaina Domínguez (Machete), que asesinó a indefensos campesinos y milicianos, acosó y amenazó alfabetizadores y asaltó pequeñas guarniciones de las milicias.

Debe mencionarse también el alzamiento en 1960 de José Piloto Mora, conocido como Pilotico, denominado Comandante en Jefe de las fuerzas del Frente Revolucionario Democrático en la Sierra de los Órganos.

Sin embargo, hasta el último bandido fue exterminado con la acción mancomunada de los órganos de la Seguridad del Estado, el Ejército Rebelde y las MNR. Los municipios más afectados por la actividad de las bandas fueron Guanajay, Artemisa, Candelaria, San Cristóbal y Bahía Honda, todos pertenecientes en aquellos años a la provincia de Pinar del Río.

Los jefes del Departamento de Seguridad del Estado (DSE) fueron los capitanes Antonio Llibre Artigas y Eliseo Reyes Rodríguez (San Luis). Ambos dirigentes revolucionarios decidieron establecer en Guanajay un Buró de Bandas, atendiendo a la posición geográfica de ese municipio en relación con la zona de operaciones de los bandidos. El jefe de dicho buró fue el compañero Amado Valdés González.

Al producirse la invasión mercenaria por Playa Girón el 17 de abril de 1961, los milicianos integrados en sus respectivos batallones participaron en esta histórica batalla. El 15 de abril de 1961, como preludio de la invasión, se produjo el ataque a los aeropuertos de Ciudad Libertad, Santiago de Cuba y San Antonio de los Baños. Y fue precisamente de la Base Aérea Militar ariguanabense de donde partieron los heroicos pilotos de la naciente Fuerza Aérea Revolucionaria, que propinaron duros golpes al desembarco mercenario.

Pedro Rodríguez Santana

Entre otros muchos cubanos, dejaron su vida cerrándoles el paso a los agresores, los milicianos [[Juan de Dios Fraga, de Caimito y Pedro Rodríguez Santana, de Alquízar.

El 22 de octubre de 1962, el presidente de los Estados Unidos John F. Kennedy, reveló ante el mundo que sus aviones espías U2 habían detectado cohetes instalados en Cuba por la Unión Soviética y demandó que fueran retirados bajo inspección internacional, dando inicio a lo que se conoce como la Crisis de Octubre o Crisis del Caribe.

La provincia de Artemisa fue escenario directo de aquellos días denominados por el Che “luminosos y tristes”, pues en las fincas Balestena y de los López, en la zona de Aspiro, en San Cristóbal; y en la Sierra del Esperón, en Caimito, se encontraban las bases coheteriles soviéticas pertenecientes a la operación “Anadir”. El país fue puesto en pie de guerra cuando Fidel rechazó la inspección y advirtió a los yanquis que si venían lo hicieran en zafarrancho de combate.

Transformaciones sociales

La vida de los municipios artemiseños está marcada, en todos los años de la Revolución en el poder, por la adopción de medidas tendientes a favorecer al pueblo. Sin dudas fueron las esferas de la educación y la salud pública las que experimentaron el vuelco más definitivo, porque pasaron de ser los renglones más olvidados y proscriptos a recibir la atención más esmerada dada su sensibilidad e importancia para el futuro del país.

En 1970, se puso en práctica el sistema de escuelas en el campo, para lograr una vinculación directa del estudio con el trabajo. Correspondió al territorio de Artemisa la primera Escuela Secundaria Básica en el Campo, la Mártires de Kent, que inició sus labores educativas el 20 de marzo; y a Caimito, el privilegio de la primera inaugurada por Fidel: Ceiba 1, el 7 de enero de 1971 (este centro recibió el nombre de Comandante Ernesto Guevara, por acuerdo del Buró Político del PCC en septiembre de 1972, en atención a sus excelentes resultados académicos y productivos durante sus dos primeros cursos escolares, lo que la convirtió en la primera institución del país en ostentar el nombre del Guerrillero Heroico). Esa escuela emblemática fue el escenario de la reunión fundacional, el 31 de diciembre del propio año 1971, del Destacamento Pedagógico Manuel Ascunce Domenech, que tan honrosas misiones educativas cumplió dentro y fuera de la patria.

Fidel en Ceiba 1

Como parte de las actividades de la inauguración de la Escuela Secundaria Básica en el campo “Ernesto Che Guevara”, Ceiba 1, Fidel jugó baloncesto con los alumnos. [11]

En la actualidad existen centros de todos los tipos y niveles de enseñanza: primaria, media y media superior, politécnica, educación de adultos, universitaria y militar, incluida también la educación especial, algo que constituye una prueba inequívoca del carácter humanista de sistema social cubano.

La salud pública se extendió a través de una red asistencial que integran hospitales, policlínicos, salas de cuidados intensivos, hogares maternos, de ancianos, salas de rehabilitación y clínicas estomatológicas, a lo que se suma la labor de los médicos de la familia en la atención directa a la población, centros de trabajo y escuelas. Miles de médicos, enfermeras y personal de la salud constituyeron un nuevo ejército para llevar a los sitios más apartados los servicios de salud.

Marchan a la vanguardia los Hospitales Generales Docentes Comandante Pinares, en San Cristóbal; Ciro Redondo, en Artemisa; Iván Portuondo, en San Antonio de los Baños; y José Ramón Martínez, en Guanajay.

Cambios en la organización territorial

Junto con la Reforma Agraria y los planes de desarrollo agrícola y ganadero impulsados por el Estado, se realizaron cambios en la organización territorial, incrementándose considerablemente el número de municipios y creándose los regionales como eslabón administrativo intermedio entre los municipios y las provincias.

La región Artemisa, perteneciente a la provincia Pinar del Río, abarcaba los actuales municipios de Artemisa, Guanajay, Mariel, Bahía Honda y La Palma, así como los antiguos municipios de Cabañas y Orozco.

Los municipios de Artemisa, Mariel y Guanajay, fueron parte de Pinar del Río hasta 1970, fecha en que pasaron a la antigua provincia de La Habana.

El 3 de julio de 1976, el Consejo de Ministros aprobó la Ley 1304 sobre la nueva División Político Administrativa del país, con 14 provincias y el Municipio Especial Isla de la Juventud.

En 1976, tras la realización del Primer Congreso del PCC, se instauró la nueva división político-administrativa según la cual los municipios que hoy forman parte de la provincia de Artemisa se integraron a las de La Habana (Artemisa, Guanajay, Mariel, Caimito, Bauta, San Antonio de los Baños, Alquízar y Güira de Melena) y a Pinar del Río (Bahía Honda, Candelaria y San Cristóbal).

En 1 de agosto del año 2010, la Asamblea Nacional del Poder Popular aprobó las modificaciones a la Ley de la División Político-Administrativa, vigente desde julio de 1976, entre las cuales se incluye la creación de las provincias de Mayabeque y Artemisa, asentadas fundamentalmente en el territorio que ocupaba La Habana.

Entrada a Artemisa por la carretera central

Artemisa comenzó a funcionar como provincia a partir del 9 de enero de 2011. Su capital es la ciudad de Artemisa, el mayor municipio en extensión y población. Abarca además, a los municipios Caimito, Guanajay, Mariel, San Antonio de los Baños, Güira de Melena, Alquízar y Bauta, además de los hasta esos momentos pinareños Bahía Honda, Candelaria y San Cristóbal.

Patriota Insigne de la provincia

Entre estos jóvenes artemiseños que participaron en las acciones del 26 de julio de 1953, se cuentan varios, que posteriormente fueron autores de hechos relevantes durante la lucha y otros cuyas acciones heroicas los hicieron merecedores de reconocimientos excepcionales, como Ciro Redondo García.

Ciro Redondo

Ciro Redondo García, además de participar en el asalto al cuartel Moncada y ser condenado a presidio, luego de ser amnistiado por la presión popular, salió al exilio a México y regresó a Cuba en la expedición del yate Granma, que desembarcó el 2 de diciembre de 1956. Sobrevivió al combate de Alegría de Pío del 5 de diciembre y junto al entonces teniente Raúl Castro Ruz y otros tres compañeros (Efigenio Ameijeiras, René Rodríguez y Armando Rodríguez) siguieron su marcha hacia las montañas, hasta encontrase con el grupo de Fidel, compuesto además, por Universo Sánchez y Faustino Pérez, en la finca de Mongo Pérez, en Cinco Palmas. Era el 18 de diciembre y, ante el encuentro de aquellos ocho hombres que contaban con apenas siete fusiles, Fidel exclamó:

"“Ahora sí ganamos la guerra.”

Ciro Redondo participó en gran parte de los combates librados por la guerrilla en el primer año de la Guerra de Liberación. Participó en el ataque al cuartel de La Plata el 17 de enero, en los combates de Arroyo del Infierno y de Altos de Espinosa, y en otras acciones.

Mausoleo a los mártires de Artemisa

A mediados de marzo de 1957, Ciro pasó a formar parte del Estado Mayor o Comandancia, bajo las órdenes directas de Fidel y participó en varios combates. Murió el 29 de noviembre de 1957 en el combate de Mar Verde, dirigido por el Che, mientras combatía contra las tropas de Sánchez Mosquera. El día posterior a su caída, se decretó su ascenso póstumo al grado de Comandante del Ejército Rebelde. Actualmente sus restos descansan en el Mausoleo a los Mártires de Artemisa.

Al ser creada la provincia Artemisa, Ciro Redondo García fue elegido Patriota Insigne de este territorio.

Referencias

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