Historia del municipio Cabaiguán (provincia de Sancti Spíritus)


Historia del municipio Cabaiguán (provincia de Sancti Spíritus)
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Escudo de Cabaiguan.jpg
Cronología
Etapa precolombina
Etapa colonial
Siglo XVI y XVII
Siglo XVIII
Siglo XIX
Etapa neocolonial
Economía
Luchas revolucionarias
Revolución en el poder

Historia del municipio Cabaiguán (provincia de Sancti Spíritus). Es considerado uno de los pueblos aborígenes que existieron en la Isla a la llegada de los españoles. Este territorio se encuentra casi en el centro de Cuba y pertenece a la actual provincia de Sancti Spíritus, aunque hasta 1976 fue parte integrante de la desaparecida Las Villas y es el único donde se unen la Carretera Central, la Autopista Nacional y la línea del Ferrocarril principal.

El territorio obtuvo la condición de municipio el 7 de abril de 1926 publicado en la Gaceta Oficial de la República de Cuba, firmado por Gerardo Machado y Morales, presidente de turno.

Durante la Guerra de Liberación se produjo el Alzamiento de La Llorona, en el macizo del Escambray, con un saldo de 8 revolucionarios asesinados. La liberación de la localidad de Cabaiguán ocurrió el 22 de diciembre de 1958 por la Columna 8, Ciro Redondo.

De tradición revolucionaria, Cabaiguán fue protagonista de numerosas huelgas y manifestaciones como parte de las luchas por la jornada de 8 horas. Luego del Triunfo de la Revolución Cubana el municipio ha mantenido su tradición de lucha. Tuvo una destacada participación en la lucha contra bandidos y estuvo representado en la Batalla de Playa Girón.

La ciudad se encuentra a una distancia de 20 kilómetros de la cabecera provincial, Sancti Spíritus y a 329 km de La Habana, capital del país; no tiene costas y limita al norte con el municipio de Yaguajay, por el sur, con Sancti Spiritus, al suroeste con Fomento, por el este, con Taguasco y al noreste, con Placetas, Villa Clara.

Como término administrativo actual, posee una extensión de 596.98 kilómetros cuadrados. En extensión es el quinto de la provincia. El territorio que se divide en nueve consejos populares, que incluyen a la cabecera —con dos de ellos—, y a los poblados de Guayos, Santa Lucía, Neiva, Tres Palmas, Cuatro Esquinas, Potrerillo y Jíquima de Peláez, entre otros, donde residen en total —según el censo de 2012—, 65 959 personas.

La capital municipal es la ciudad de Cabaiguán, que ocupa un área de 3,56 kilómetros cuadrados y en ella viven 31 502 habitantes. El término posee sus símbolos, entre los que se destacan el Escudo Municipal —que data de 1928—; la emblemática canción del maestro Arturo Alonso Díaz, Un canto a Cabaiguán; la Torre de Yero, antigua construcción colonial y única del siglo XIX; el Paseo Camilo Cienfuegos, el mayor del país en la carretera Central —una imitación del Prado habanero—; el parque José Martí, donde hace más de cien años un grupo de isleños sembró siete palmas para recordar a sus Islas Canarias; el Yeso del Che que se conserva en el Museo Municipal, pues fue en la liberación de la ciudad donde sufrió una luxación en su brazo izquierdo y la refinería de petróleo Sergio Soto. [1]

Etapa precolombina

La afluencia fundamental de su poblamiento aborigen se estableció por la costa sur de la actual provincia de Sancti Spíritus; a través del río Zaza, única vía fluvial que, con desembocadura en esta costa, penetra hasta Cabaiguán, expandiéndose por todo su territorio mediante un grupo considerable de ríos y arroyos, afluentes del mismo.

En Cabaiguán se han reportado más de treinta sitios arqueológicos, donde están presentes la industria de la piedra tallada, restos y artefactos de moluscos marinos y de grandes quelonios, indicativo directo de la actividad vinculada al mar en los inicios de la ocupación del área, dieta de animales terrestres y muy poca cerámica, con escasez de burén, lo que indica el casi total desconocimiento de la agricultura.

El estudio detallado de la dieta, puede asegurarse que los indocubanos del municipio se encontraron en el mismo sistema no tan productivos como el manglar, pero sí lo suficiente rico en recursos como para permitir una estancia prolongada o cierto sedentarismo, como puede observarse en los sitios arqueológicos La Aurora, Neiva Viejo y Tres Palmas I, donde se han encontrado abundantes restos de alimentos pertenecientes a especies propias de los medioambiente antes mencionados como: jutías, jicoteas, peses. De acuerdo con estos resultados, existen en el territorio 30 topónimos que poseen al menos un vocablo aborigen, de los cuales son hidrónimos: Guayos (arroyo), Cayajaca (arroyo) y Ceibacoa (arroyo).

Existen además numerosas localidades donde se han detectado evidencias de los diferentes grupos o comunidades aborígenes, entre ellas, además de los anteriormente señalados se destacan: Neiva, Cruz de Neiva, Ceibacoa, El Saltadero, El Bombino, Vega del Paso, El Crisol, Las Damas, La Victoria, Cayajaca, La Yamagua, Santa Lucía, Guayos, La Fragua y La Campana.

Hasta ahora no se ha demostrado a través de fuentes documentales, que la población aborigen en el territorio de Cabaiguán, haya podido sobrevivir a la barbarie colonial. Sin embargo, negar que esto aconteciese, tan siquiera con rasgos particulares, sería no sólo estar negando la propia dialéctica, sino también la procedencia y concepción de muchos de sus topónimos.

Existen pruebas materiales que testifican una posible convivencia de españoles e indios en determinadas localidades de este territorio, las que según su situación geográfica —aún en la época de la colonia— debieron ser lugares muy intrincados o de difícil acceso.

Por otra parte, el nombre Cabaiguán es un topónimo aborigen, al igual que otros del territorio, los que identificaron a pequeñas poblaciones indígenas de las cuales se adueñaron rápidamente los conquistadores.

Los aborígenes que habitaban decenas de kilómetros alrededor de la villa espirituana fueron sumidos en el llamado régimen de encomiendas, no escapando a este los primitivos habitantes del territorio de Cabaiguán. Este sistema, sólo llevó a los indígenas hacia su exterminio, pues, lejos de recibir instrucción y cuidados, eran sometidos a intensos y duros trabajos que los fueron eliminando lentamente; a pesar de que estas tenían un carácter temporal y revocable, no dejó por ello de ser cruel y fue causante de la desaparición progresiva de los indígenas. Fue, por tanto, la encomienda, una forma usada por los colonizadores para legitimar una política, que tiempo después desarrollaron plenamente con los negros africanos.

En cuanto a la fauna, los ríos y arroyos eran ricos en peces, quelonios y otros, y los montes y sabanas albergaban innumerables especies de aves, mamíferos, reptiles e insectos, variadas especies que seguramente hicieron de la región un lugar donde el hombre podía subsistir con facilidad.

Es muy probable que el cultivo de la yuca se practicara de manera incipiente, cuestión esta demostrada por la existencia de algunos fragmentos muy burdos de burén colectados en uno de los sitios arqueológicos (Neiva Vieja), indudablemente estos grupos pudieran haber tenido contactos e intercambios con grupos aruacos agricultores en otras áreas o de lo contrario los emplazamientos de este tipo en Cabaiguán son mucho más tardíos.

Es observable un sedentarismo cíclico o estacionario, lo que se detecta entre otras cosas, por la acumulación de restos alimentarios consistentes en moluscos terrestres y fluviales, pinzas de cangrejos, huesos de jutías y vértebras de pescado, evidentes elementos, que junto a otros artefactos son indicadores indirectos de las actividades económicas subsistentes eran caza, pesca, recolección y agricultura.

Etapa colonial (1492–1898)

Siglo XVI y XVII

En la mitad inicial del siglo XVI, comenzó allí el reparto de la tierra por parte de los conquistadores; este reparto primario tuvo que ver con algunas tierras para la cría extensiva de ganado, pues la actividad minera, relacionada con la búsqueda de oro, pronto llegó a su fin, al extinguirse tal metal precioso.

En las tierras alrededor de la Villa del Espíritu Santo, en la segunda mitad del siglo XVI, se había generalizado la cría de ganado, presentándose ante las autoridades diferentes solicitudes de tierra. El territorio de este actual municipio, no fue una excepción.

En 1589 el Cabildo de Santo Espíritu merceda un hato llamado Cabaiguán, a nombre de Bartolomé Jiménez, apodado El Viejo; durante casi tres siglos fue dedicado a la cría de ganado mayor.

Contrariamente al hato Cabaiguán, ya el corral Los Guayos fue citado entre los fundos demarcados por el Cabildo de Santo Espíritu el 30 de octubre de 1577; al igual que el anterior fue dedicado, durante centurias, a la cría de ganado, pero en su caso, el clasificado como menor.

En cuanto al hato Neiva, conocido también como Neyba o Neiba, igualmente se encontró entre los deslindados por el Cabildo espirituano en 1577. Sin embargo, no es hasta 1667, que se conoce a alguno de sus dueños, pues se nombra a Juan Díaz.

En cuanto a la actual extensa zona de Santa Lucía, debe conocerse que esta no era llamada entonces por ese nombre; en los primeros siglos de la colonización era sencillamente un hato más, la hacienda Arrieros.

Como dato más antiguo aparece que fue deslindado en 1577, junto a otros ya mencionados, y rectificadas sus dimensiones en 1665, a favor del corral Sipiabo y el hato Jumento. En cuanto a sus propietarios, se sabe que en 1623 lo poseía Andrés Veloso, desconociéndose quienes fueron sus primeros dueños.

Sobre el hato Pedro Barba, se destaca una singular relación con un personaje de la época. Se sabe que Pedro Barba o Pedro de Barba, fue uno de los fundadores de la Villa de San Cristóbal de La Habana en 1515, y acompañante del Adelantado Diego Velázquez en la colonización de la Isla.

En cuanto a su relación con el territorio, esta queda aclarada, si se toma en cuanto que antes de ser alcalde de La Habana en 1519 fue vecino de Sancti Spíritus y que poseía en la jurisdicción espirituana una inmensa hacienda del mismo nombre. Oficialmente, el Cabildo espirituano mercedó, por segunda vez este hato, debido a la pérdida de libros por los ataques piratas, el 18 de mayo de 1593, a nombre de Gonzalo de Balboa.

En relación al hato Calabazas, debe destacarse que parte de esta antiguo demarcación pertenece al actual municipio de Cabaiguán; dicho lugar tuvo determinada importancia en los primeros siglos de la colonización, pues además de su actividad económica, era atravesado por el imprescindible Camino Real de San Juan de los Remedios a Santo Espíritu.

A pesar de existir en esta zona un pequeño sitio propiedad de Tiburcio Pérez de Coto en el año 1656, este hato no se reporta oficialmente hasta el 25 de septiembre de 1657, cuando el Cabildo espirituano lo entrega a favor de Gaspar de las Salas.

En el caso del corral Santa Cruz, se conoce que el mismo fue mercedado por el Cabildo espirituano en 1577, y pasó a la propiedad de María Astorga en 1619, la cual, además, poseía el vecino hato Viejo o Tuinucú. Dicho corral era atravesado por el caudaloso río que lleva el nombre de este último y limitaba al norte con el hato Cabaiguán y el corral Los Guayos, al oeste con el hato Arrieros y al este, con el ya mencionado hato Tuinucú. En el año 1697, Mateo Fernández Morera, dueño entonces de este último, obtuvo licencia para poblar de ganado el paraje denominado Cayajaca.

Entonces, también existieron en el territorio cabaiguanenses los realengos, representados por Las Pozas. A pesar de que estas tierras pertenecían a la Corona, en muchos casos esto no era respetado por las autoridades territoriales.

La administración política de esas zonas estaba bajo jurisdicción del Cabildo de Santo Espíritu y generalmente los propietarios de estas haciendas eran vecinos de la mencionada Villa. Coincidió que muchos de los propietarios de estas haciendas comuneras ocuparon altos cargos en esa población.

Si se toma en cuenta que en la segunda mitad del siglo XVI y primeras décadas del XVII, la población de Santo Espíritu osciló entre ciento cincuenta y doscientos habitantes, incluidos negros e indios, se comprenderá la estrecha relación existente entre ambos territorios. Estas haciendas se destinaron fundamentalmente a la cría de ganado de forma extensiva, utilizándose los hatos para el vacuno o el equino, y los corrales para el porcino.

Las tierras del actual municipio de Cabaiguán se mantuvieron prácticamente ajenas a la industria azucarera en esos primeros siglos, al no tenerse noticias referentes, ni siquiera, de pequeñas fábricas de ese tipo, en la etapa que se trata, aunque presumiblemente, en algún lugar tuvieron que garantizar productos derivados de la caña para el autoconsumo.

Por su parte el tabaco, que se convirtió desde principios del siglo XVII en un importante renglón económico para la exportación, comenzó a tomar mucha fuerza en casi toda la Isla.

Se conoce que, en Santo Espíritu, hacia 1689, se repartieron tierras entre agricultores que se dedicaron al cultivo del tabaco; esto ocurrió fundamentalmente, en las tierras realengas, aunque algunos trabajaron en terrenos arrendados por los dueños de haciendas de la zona.

En Cabaiguán, se asegura que ya en 1695 se cultivaba esa planta; sin embargo, su desarrollo no tuvo el necesario despegue en esta etapa.

La historia de esta aromática hoja en la Isla, ha estado ligada a la figura del agricultor canario, llamado popularmente isleño, y aunque se sabe que por Real Célula se comunicó a las autoridades de cualquier villa, que debían dar facilidades y tierras en parajes apropiados a las familias canarias que llegaran a la isla y se dedicaran a esa labor, no ha podido determinarse si aquellas primeras vegas de los siglos XVII y XVIII en la jurisdicción, fueron fruto de su trabajo.

Siglo XVIII

Por el territorio del actual municipio de Cabaiguán, pasaban en pleno siglo XVIII, dos importantes vías. La primera de ellas conocida como Camino Real entre las villas de Santo Espíritu y San Juan de los Remedios, en el cual comenzó posteriormente a formarse el caserío de Cabaiguán; y el Camino de La Habana, que pasaba por Santa Lucía, y unía la urbe espirituana con la capital de la Isla.

Por este último transitaba el correo que mensualmente realizaba dos paradas en dicho lugar, lo cual concedió una enorme importancia a Santa Lucía.

De forma general, así fue como transcurrieron los tres primeros siglos de la colonización en el territorio cabaiguanense, que como se ha podido apreciar, siempre dependió política y económicamente de la Cuarta Villa fundada por el Adelantado Diego Velázquez, Santo Espíritu; sus tierras, divididas en hatos y corrales, se dedicaron fundamentalmente a la ganadería, aunque a finales del siglo XVIII, el cultivo tabaco comenzó a emerger discretamente.

Siglo XIX

Por su parte, durante el siglo XIX, la partición y la intendencia de las tierras que conforman el actual municipio, también exhibieron la característica de que dependieron de las autoridades de Sancti Spíritus, pero igualmente supeditadas al sello de los diferentes cambios y modificaciones, aplicados por la metrópoli.

En 1824, la inmensa jurisdicción de Sancti Spíritus se encontraba dividida en diez partidos rurales: Jíbaro, Ciego de Ávila, Chambas, Iguará, Arroyo Blanco, Jobosí, Neiva, Santa Lucía, Palmarejo y Morón; tal integración demuestra que zonas dependientes de la cabecera municipal en la actualidad, como Neiva y Santa Lucía, aparecían como partidos rurales de esa época. Sin embargo, en esos años ambas eran más importantes que el incipiente caserío de Cabaiguán, lo que queda ejemplificado así: el partido rural de Neiva agrupaba los cuartones de Pedro Barba, Guayos, Ciego Potrero y Neiva, y el partido rural de Santa Lucía concentraba los cuartones de Calabazas, Arrieros, Cabaiguán y Santa Lucía.

En junio de 1838, el cabildo de Sancti Spíritus propuso la creación de San Sebastián de Jumento —hoy municipio de Fomento—, a expensas, entre otras tierras, de una parte, del territorio del partido de Santa Lucía, aprobándose definitivamente en enero de 1839.

Con relación al punto poblado de Cabaiguán, este ha sido durante dos centurias, un singular nudo de caminos y por lo tanto un importante enlace de comunicaciones en el centro de la Isla. En este incipiente cruce de vías, junto a las primeras casas rústicas de guano, existía un establecimiento para ofrecer a los transeúntes servicios de alimentación, caballos y dormitorio; su ubicación coincide en la actualidad con el centro neurálgico de la ciudad sobre la carretera Central. Con el paso del tiempo, el pequeño grupo de casas fue creciendo y se convirtió en un caserío.

Sin duda, la privilegiada posición geográfica de Cabaiguán y no su desarrollo urbano y demográfico de entonces —aún era un pequeño punto poblado con muy pocos habitantes—, fue lo que determinó que en 1856 las autoridades coloniales disolvieran el partido rural de Santa Lucía y en su lugar crearan el nuevo partido de Tuinucú, con sede oficial en el caserío de Cabaiguán, que integraban los cuartones de Guayos, Yayabo, Santa Lucía y el propio Cabaiguán.

A partir de entonces, Santa Lucía, la otrora elemental cabecera territorial, perdió importancia administrativa y continuó, solamente, como zona netamente rural, condición que aún mantiene luego de terminada la primera década del siglo XXI. Neiva, por su parte, siguió con su categoría de partido rural.

Desde el mencionado año 1856, aunque sin sensacionalismos ni cambios bruscos, el caserío fue creciendo, ayudado por esa mágica fórmula que constituye la unión de las diferentes vías de comunicación, a las que se le añadió la llamada carretera de Hernando, que ampliaba y mejoraba el acceso entre Sancti Spíritus y Placetas y que pasaba cerca del poblado.

En cuanto al complejo sistema de fortificaciones militares, que durante la Guerra de los Diez Años se erigió en Cabaiguán, este admitió que a su alrededor se agruparan numerosos vecinos, hasta que en 1879 el lugar fue declarado oficialmente barrio rural de Sancti Spíritus, integrándose a su territorio todas las tierras —excepto Guayos y Yayabo—, que anteriormente habían formado parte del desaparecido partido de Tuinucú.

Sin embargo, la administración colonial creó en 1886 nuevos barrios rurales de Sancti Spíritus, en lo que hoy es el territorio del municipio de Cabaiguán, a los que se denominó Pedro Barba y Santa Lucía. La inauguración en 1880 del ramal ferroviario hasta Placetas, favoreció el desarrollo del incipiente poblado.

Cuando estalló la guerra de 1895, ya Cabaiguán como centro urbano, era el quinto caserío en importancia del municipio espirituano, pues en él vivían ciento noventa y dos personas —ciento sesenta y cinco blancos y veinte siete negros— que fueron incrementándose con la política de reconcentración de campesinos, establecida por Valeriano Weyler.

La ganadería del siglo XIX en Cabaiguán, aunque no puede considerarse una actividad económica comparable en magnitud, con similares que se desarrollaron en otros territorios insulares, si tuvo un despegue en esa centuria, aumentando el número de potreros y cabezas de ganado existentes. Por el contrario, la casi rudimentaria industria azucarera cabaiguanense del siglo XIX, puede asegurarse que nunca tuvo un desarrollo significativo, pues se componía de pequeños ingenios y trapiches con reducidas dotaciones de negros esclavos, donde se molía caña, con el fin de obtener mieles y aguardiente para el consumo de sus propietarios y de los vecinos de la zona.

En cuanto al tabaco, este fue otro producto que, con cierta discreción durante el siglo XIX, fue abriéndose paso en las tierras del actual municipio, pero sin desplazar a la ganadería como principal rubro económico; sin embargo, sentó las bases para el espectacular salto que dio en la centuria que estaba por llegar. Es conocido que al menos, desde 1695, se cultivaba tabaco en Cabaiguán, labor que se mantuvo con el paso del tiempo en parcelas y conucos.

En las primeras décadas del siglo XIX, las principales vegas existentes en tierras de la actual municipalidad, se encontraban en las zonas rurales de Neiva y Santa Lucía. Precisamente, el caudaloso río Zaza cruza por esos territorios, que, desde entonces, se han mantenido como excelentes productores de tabaco.

Asimismo, la presencia entonces de agricultores canarios en la jurisdicción espirituana y en especial en tierras cabaiguanenses, demuestra que el fenómeno tabacalero vivido en ese territorio, en las tres primeras décadas del siglo XX, tuvo sus medulares antecedentes en la segunda mitad de la decimonovena centuria; sin duda, la obtención de buenas cosechas y la fama que fueron adquiriendo las tierras el lugar para el cultivo de esa aromática hoja, motivaron el desplazamiento, primero paulatino y posteriormente en masa, de vegueros desde las zonas de Remedios, Camajuaní y Vueltas, entre otros territorios villareños y desde las propias Islas Canarias.

No obstante, este progreso, la importancia de esta hoja para el territorio cabaiguanense estaba por venir, pero sin duda, su presencia en las actividades agrícolas del siglo XIX y el asentamiento de grupos de isleños, prepararon las condiciones para que hoy, sea identificado como tierra de tabaco.

Otros productos también se obtenían entonces, como el café, el cacao, la miel y la cera de abejas, al igual que otros necesarios para la subsistencia de los agricultores.

A finales de la década de los sesenta del siglo XIX, el territorio del actual municipio de Cabaiguán, poseía no sólo ya importancia económica, sino también como centro de comunicaciones, algo sumamente estratégico en tiempo de guerra, pues permitía al gobierno colonial ejecutar operaciones militares ofensivas, preparar las defensivas, asegurar la movilidad de todo tipo de personal y garantizar el apoyo logístico a las tropas.

Mucho antes del estallido de las acciones bélicas, el 10 de octubre de 1868, ya existían en la zona varios cuarteles o puestos de la Guardia Civil hispana.

La finca llamada Seibacoa, en el actual territorio cabaiguanense, fue protagonista de un trascendental acontecimiento, que permite considerarla como la cuna del alzamiento independentista en la jurisdicción espirituana.

Luchas independentistas y sus patriotas

Guerra del 68

Es conocido que el precursor de las luchas separatistas en esta región, fue Honorato del Castillo Cancio, quien alcanzó durante la contienda los grados de general y que cayó en combate en el año 1869; este, mientras se encontraba en La Habana, se vinculó a sectores independentistas. Al estallar el alzamiento en el ingenio La Demajagua, Honorato decidió organizar a los patriotas espirituanos y luego de tomar incontables precauciones, partió de forma incógnita hacia su jurisdicción natal, el 20 de noviembre de 1868, acompañado por Luis de Ayestarán, luego diputado en Guáimaro, y su amigo cabaiguanense Juan Pablo Arias Serrano.

Para eludir la persecución colonialista utilizaron nombres falsos, los tres viajaron hasta la ciudad de Cárdenas, donde abordaron el vapor El Veloz Cayero que cubría la ruta entre ese puerto y el de Caibarién; inmediatamente se trasladaron a San Juan de los Remedios donde Alejandro del Río, activo conspirador, los ocultó en su finca llamada Guanajibe y les facilitó caballos, provisiones y un experimentado práctico para trasladarlos a su destino.

Honorato y sus compañeros llegaron a territorio cabaiguanense y se instalaron en la finca Seibacoa, propiedad del patriota José Pérez Pentón —solamente a un kilómetro del puesto militar español en el poblado—. Allí los esperaba toda la dirección revolucionaria espirituana, precisando de manera inmediata, los planes para el futuro alzamiento, que exitosamente se llevó a cabo en diferentes puntos, el 6 de febrero de 1869. Desde esa finca, los reunidos convinieron que Honorato marchara a Jobosí, Marcos García a Banao y los demás jefes a las respectivas zonas asignadas para levantarse en armas y enviaron mensajeros a otros complotados.

Como Cabaiguán era entonces sólo un pequeño caserío, que antes de la guerra contaba con una guarnición de una decena de guardias civiles, las autoridades coloniales decidieron establecer allí un fuerte destacamento militar, en consideración a su ubicación en el importante nudo de caminos; con este fin acondicionaron en una amplia casa particular —del vecino Antonio Arias Ojeda—, un improvisado cuartel, al que se le fueron agregando instalaciones entre los años 1870 y 1872.

El desarrollo de la contienda bélica y el aumento de efectivos, hizo que en 1873 se comenzara la construcción de un fortín, que gradualmente fue transformándose en un inexpugnable complejo militar, con alrededor de doscientos soldados acantonados de manera permanente.

Desde el mismo comienzo de la lucha en la jurisdicción espirituana, las fuerzas colonialistas desataron una feroz represión contra todo lo que oliera a separatismo en territorio cabaiguanense, sucediéndose varios fusilamientos. La situación combativa de los libertadores en la zona, fue muy complicada en los primeros momentos, ocurriendo varios reveses iniciales; se hizo sentir la falta de armas, municiones y experiencia entre las tropas de Diego Dorado, Marcos García y otros jefes insurrectos cubanos.

Un acontecimiento importante durante la guerra, en el bando independentista de la región espirituana y en este caso de Cabaiguán, fue el cruce de la Trocha de Júcaro a Morón en los albores del año 1875, por parte de las fuerzas del dominicano Máximo Gómez Báez, las que entablaron un fiero combate victorioso contra las tropas españolas del selecto Regimiento de Camajuaní, a solo unos días de su arribo, en terrenos de la finca La Fe.

Guerra Chiquita

Cabaiguán no fue ajeno a los sucesos de la llamada Guerra Chiquita que estalló en 1879; mucho antes del levantamiento en territorio espirituano, se notaba nerviosismo entre oficiales y soldados del destacamento militar enclavado en el mismo centro del poblado cabaiguanense, debido a la agitación separatista que tomaba fuerza en la zona; desde este territorio se incorporó inmediatamente a las tropas de Serafín Sánchez, el capitán Diego Camejo, con otros patriotas.

Igualmente, en territorio cabaiguanense se fue a la manigua insurrecta otro contingente, dirigido por el teniente coronel José Miguel Gómez, integrado, entre otros, por los veteranos de la anterior contienda Leoncio Lamadrid, Juan Agustín Sánchez Meneses, Rafael Sorí Luna y Manuel Martínez–Moles Echemendía.

Aunque a finales de noviembre de 1879 ocurrió un combate en la sabana de Pedro Barba, territorio cabaiguanense, entre las fuerzas de Francisco Carrillo y el teniente coronel español Navarro, poco a poco fue apagándose la contienda en la comarca, al igual que en toda Cuba.

Guerra del 95

Por otra parte, creadas ya las condiciones, los cabaiguanenses se sumaron a la contienda independentista comenzada el 24 de febrero de 1895. La concentración inicial para lanzarse a la manigua, de los patriotas complotados en territorio, ocurrió en mayo de ese propio año, de manera sumamente audaz en los alrededores del entonces poblado, muy cerca del poderoso destacamento militar español; desde allí partieron, un grupo de patriotas, encabezados por el prestigioso veterano de guerras pasadas Rafael Sorí Luna.

Gran trascendencia tuvo el hecho, de que el territorio que rodea a la actual ciudad de Cabaiguán, fuera testigo de la Invasión hacia occidente, protagonizada por Máximo Gómez y Antonio Maceo; no obstante, los mambises cruzaron lejos del lugar, debido al conocido destacamento militar que allí se encontraba.

El 5 de diciembre de 1895, a las seis de la mañana, en Ciego Potrero, hoy municipio de Taguasco, se despidió el Gobierno en Armas que marchaba hacia Oriente y partió la Columna Invasora dirigida por los generales Gómez y Maceo hacia el territorio cabaiguanense; acamparon en el lugar conocido por Remate de las Vueltas —hoy Remate de Adriano—, luego de recorrer cuatro leguas desde su último campamento. El día 6 los insurrectos se mantuvieron en el mismo sitio, capturando a dos espías, que luego de celebrársele Consejo de Guerra, fueron condenados a muerte.

El General en Jefe Máximo Gómez envió como emisarios a Occidente a los capitanes Rafael de Cárdenas, Raúl Arango y Néstor Aranguren, para anunciar el próximo arribo de la Columna Invasora a ese territorio.

El día 7, en el mismo campamento de Remate de las Vueltas, Gómez indultó a los dos espías para que anunciaran su paso a Occidente e inmediatamente salieron todas las tropas cubanas. Invadieron la sabana de Pedro Barba y llegaron a Sabanilla, perteneciente hoy a Placetas; de esta manera recorrieron seis leguas y vadearon el caudaloso río Zaza, custodiados por pequeños destacamentos armados de la Brigada de Remedios, al mando del coronel Pedro Díaz. Luego de la acampada nocturna, el 8 de diciembre reanudaron la marcha por una pedregosa comarca, serpenteando la loma de Tibisial, en la cual la caballería pasó un sinnúmero de vicisitudes. El recorrido de siete leguas se efectuó por la parte oeste de Cabaiguán, bordeando las orillas del río Calabazas, continuamente tiroteados por el enemigo. Se incorporaron durante la marcha el general José Miguel Gómez y mientras estaban en la finca El Socorro, arribó el general Serafín Sánchez, acompañado del capitán Rafael Sorí Luna.

Abandonaron el hoy municipio, en la mañana del propio día 8 por la zona de Las Pozas, luego de la entrevista de Maceo con el prefecto Judas Martínez Moles, y de separarse de los invasores el teniente coronel José R. Legón; sirvió de práctico de confianza, el cabaiguanense José Herminio Castañeda.

La lucha independentista en Cabaiguán, también se benefició del regreso de Serafín Sánchez con sus hombres y de su labor reorganizativa en el territorio central. La presencia nuevamente de Máximo Gómez el 7 de abril de 1896, en territorio de Cabaiguán, luego de cuatro meses de campaña en Matanzas y La Habana, fue otro hecho destacado. En cuanto al comandante Rafael Sorí Luna, a su regreso de la Invasión realizó operaciones entre abril y mayo de 1896, en la amplia zona cabaiguanense de Santa Lucía.

El 17 de noviembre de 1896 ocurrió un combate en Manaquita, protagonizado por fuerzas del mayor general Serafín Sánchez Valdivia, el cual libró su última batalla victoriosa en esa fecha, pues sólo un día después cayó mortalmente herido en el Paso de Las Damas.

En el último año de guerra, 1898, las fuerzas cubanas mantuvieron sus acciones en la zona, hostigando guarniciones enemigas —incluida la del propio poblado—, intercambiando fuego con las columnas españolas y realizando sabotajes, como la inutilización de las líneas telegráficas entre Placetas, Cabaiguán y Guayos, ejecutada en el mes de marzo.

Los alrededores del fortín albergaron a la fuerza a cientos de campesinos, arrancados de sus hogares de manera criminal, por el tristemente célebre Bando de Reconcentración dictado por el propio Weyler, por lo que muchos de esos habitantes del campo fallecieron en calles y portales del poblado.

Cabaiguán, al igual que todo el territorio cubano, padeció la presencia militar norteamericana, luego de los acuerdos de París y la retirada de las tropas españolas. Este período se extendió entre 1898 y 1902 y se caracterizó por la frustración de las ansias independentistas nacionales.

Etapa neocolonial (1902–1958)

El inicio del siglo XX, sorprendió al joven poblado de Cabaiguán y a sus zonas aledañas, con la agradable noticia de que se iniciaban las obras para la construcción del ferrocarril; esto ocurrió en el año 1901 y atrajo como consecuencia, que nuevos emigrantes isleños llegaran al lugar, unos provenientes de las Islas Canarias y otros que se habían asentado con anterioridad, en zonas cercanas como Camajuaní, Remedios y Vueltas. El campo comenzó a perder las características coloniales; en las zonas rurales se inició la tala de montes y roturación de terrenos, que anteriormente estaban dedicados a distintas labores y que a partir de este momento se destinaron al cultivo del tabaco. El día 23 de febrero de 1902, se inauguró el chucho del ferrocarril Central.

En esos años, el comercio aumentó, demostrado por la apertura de gran cantidad de establecimientos dedicados al giro de tejidos, ferretería, alimentos, bebidas y tiendas mixtas, por solo mencionar algunos. Sus propietarios eran de diverso origen, como canario, peninsular, árabe, chino y cubano, entre otros. Paralelamente al desenvolvimiento capitalista en la localidad, se consolidó la formación de la clase obrera, agudizándose las contradicciones. En esos años, los trabajadores se manifestaron en contra de los bajos precios de las cosechas de tabaco, así como la manipulación de las tarifas en las escogidas. La industria tabacalera, como principal sostén de la economía de la localidad, se fortaleció; existieron entonces sucursales de diferentes bancos.

Las mejores vegas de la zona estaban vinculadas a familias canarias, que con su laboriosidad se convirtieron en expertos cultivadores de tabaco, favorecieron la confianza de las casas compradoras, en distintos lugares del país y en el extranjero; proliferaron de esa manera, las pequeñas fábricas de torcer tabaco o chinchales.

En 1910 se realizó una campaña abierta y pública para lograr los propósitos iniciados el año anterior —cuando se fundó la Comisión Pro–ayuntamiento—, de crear un nuevo municipio. Este anhelo fue vetado en 1917, por el presidente Mario García Menocal.

En 1924 la Campaña Pro–ayuntamiento se retomó con mucho vigor y entusiasmo, reactivándose el Comité, bajo la presidencia de Ramón Capirot Hernández. Dos años después, el 7 de abril, se lograba la municipalidad. Esta comenzó a funcionar como tal, luego de las elecciones del 24 de febrero de 1927, formando parte de la provincia de Las Villas. Su primer alcalde fue el doctor Arturo Martínez–Fortún.

Economía

En la recién estrenada etapa de independencia local, se proyectaron mejoras para el poblado como la construcción de un nuevo cementerio en Cabaiguán y otro en Santa Lucía, así como levantar aceras y propiciar desagües en el pueblo; además, se realizó el ensanchamiento del camino hacia la extensa y rica zona de Santa Lucía.

Otro renglón económico que se expandió, fue la producción azucarera, que a la par de su desarrollo nacional, también se propagó por la localidad. En 1917 existían dos centrales azucareros en el actual territorio cabaiguanense: La Vega, en la zona de Guayos y el central Cabaiguán.

Una industria que marcó el progreso del territorio, fue la construcción entre julio y diciembre de 1947 de la refinería de petróleo de la Cuban Oil Refining Company, con capital norteamericano; esto fue motivado por el descubrimiento de yacimientos de este mineral fósil, en la zona cabaiguanense de las Minas de Jarahueca.

La prosperidad económica de Cabaiguán, permitió el fortalecimiento de la clase rica y el aumento de la explotación de las masas populares, incluyendo a los campesinos. La competencia con los grandes cosecheros era desventajosa, además de estar obligados a someterse para la venta de la cosecha a los mercaderes e intermediarios inescrupulosos.

La crisis económica de 1929, también se manifestó en Cabaiguán. Ya en la década de 1920 era evidente, que para mantener la producción azucarera había que reequipar técnicamente los centrales azucareros existentes; la ley de restricción azucarera encontró la oposición de la clase obrera, produciéndose en 1930 un paro general en el central La Vega.

La industria tabacalera, principal renglón económico del territorio, se encontraba en una profunda crisis; los vegueros presentaban dificultades con la venta de sus cosechas que eran compradas a precios muy bajos, lo que provocaba endeudamiento de los mismos y la imposibilidad de pagar la renta por la tierra. Algunos vegueros de origen canario, comenzaron a emigrar con sus familias hacia Venezuela o a regresar a su tierra natal.

Desde el propio inicio del siglo XX, la incipiente clase trabajadora demostró su inconformidad con diferentes situaciones que la afectaban de manera directa.

Luchas revolucionarias

En noviembre de 1928, en un lugar conocido como el Puente Lumpuy, en las afueras de la ciudad, fue fundada la primera célula del Partido Comunista. Este hecho representó un salto cualitativo en el desarrollo del movimiento obrero y comunista de la localidad, a la vez que constituía un elemento fundamental en el fortalecimiento de la clase proletaria. Durante el llamado Machadato, fue frecuente la realización de manifestaciones en las calles y huelgas obreras.

En ese período revolucionario de la década del treinta, el Partido Comunista y su pilar joven, la Liga Juvenil Comunista, cerraron filas en la dirección de huelgas y manifestaciones; se desarrolló una eficiente propaganda de orientación de la clase obrera, fundamentalmente con los tabacaleros, los escogedores y los torcedores. Esto fortaleció aún más su prestigio en la lucha antimperialista y contra el régimen de Gerardo Machado. En las décadas siguientes, continuó su actividad revolucionaria.

El 10 de marzo de 1952, Fulgencio Batista Zaldívar encabezó un golpe militar contra los poderes del República, el cual, desde sus inicios, desató una gran oposición; se instauró, desde entonces, una sangrienta dictadura.

La juventud cabaiguanense estuvo representada, en las acciones del 26 de julio de 1953 por Reemberto Abad Alemán Rodríguez, el que ofrendó gloriosamente su vida. La represión que siguió a este hecho en todo el país se hizo sentir en Cabaiguán, fundamentalmente contra los comunistas y el movimiento sindical, los cuales vieron sensiblemente limitadas sus posibilidades de acción.

Durante los años 1954 y 1955 circuló por Cabaiguán La historia me absolverá, autodefensa de Fidel Castro por el asalto al cuartel Moncada de Santiago de Cuba, inicialmente, se recibieron ejemplares en las zonas campesinas de Pedro Barba, Neiva, Saltadero y otras zonas, pero también fue leído por obreros y otros sectores sociales del pueblo.

A fines de 1954, a pesar de los esfuerzos de la dirección mujalista de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), los sindicatos de torcedores de Cabaiguán y Zaza del Medio se encontraban en manos de líderes sindicales honestos y muy combativos.

Los obreros cabaiguanenses secundaron la huelga nacional azucarera de diciembre de 1955. Las fuerzas de la tiranía bloquearon la ciudad y lanzaron una cruel represión contra los huelguistas, hubo maltratos físicos y varios obreros fueron hechos prisioneros.

Un hecho de extraordinaria importancia para la lucha revolucionaria del pueblo contra la tiranía fue, sin dudas, la constitución del MR–26–7. En Cabaiguán, este se constituyó entre los meses de julio y noviembre de 1955, y en su creación jugaron un destacado papel Faustino Pérez Hernández y su hermano Carlos.

Desde su creación en Cabaiguán, el MR–26–7 realizó múltiples actividades entre las que se destacan, la recaudación de fondos, distribución de propagandas, captación de combatientes, pintura de letreros en lugares públicos, realización de sabotajes y demás. Esta organización creció rápidamente y llegó a tener una significativa cantidad de miembros en el municipio. Con el objetivo de fortalecer el Movimiento, se realizó a inicios de ese propio año, una labor para su extensión hacia las zonas campesinas de la localidad.

Una de las acciones más importantes de esta organización en 1957, fue el llamado Alzamiento de La Llorona, el cual tuvo su génesis en la huelga general espontánea que se extendió por toda la nación en protesta por el asesinato de Frank País en Santiago de Cuba, el día 30 de julio de ese año.

El MR–26–7, al conocerse la noticia en la localidad, creó un comité de huelga que dio la orden a las distintas células de iniciar el paro y preparar a los grupos armados que ya estaban creados para que los secundaran. Con este objetivo, se orientó la recogida de las armas que el Movimiento tenía localizadas y ubicación de partidas en varios lugares cercanos a la ciudad, para tomar sus entradas y salidas. Dicho comité impartió la orden teniendo en cuenta que, desde inicios de año, se venía trabajando por crear las condiciones para ejecutar un levantamiento armado y establecer un nuevo frente de combate.

El día 3 de agosto varios miembros de la organización establecieron contacto en la zona de Neiva con Félix Hurtado Manso, Jefe de Acción y Sabotaje del MR–26–7 en Cabaiguán. En esta reunión se acordó partir en diferentes grupos a recoger las armas que se emplearían en la acción y encontrarse posteriormente en un punto convenido para coordinar la misma. El grupo dirigido por Félix Hurtado tuvo algunos contratiempos, que le impidieron efectuar el encuentro con los demás, por lo que enviaron un compañero a la ciudad que trajo la orden del comité de huelga de suspender el plan y desmovilizar a los hombres. Al contrario, Hurtado tomó la decisión de abrir un frente de combate en el Escambray y así lo comunicó a sus compañeros, que, con la excepción de uno, aceptaron la idea.

A partir de ese momento el grupo se trasladó a varios lugares, contactó con los campesinos de la zona y trató de establecer la línea de colaboración con los revolucionarios de la ciudad que serían los encargados de suministrar armamentos, medicinas, alimentos y nuevos combatientes. El día 6 de agosto acamparon en un lugar conocido como Loma de La Llorona donde pasaron la noche. Al día siguiente establecieron contacto con el campesino Santos Piñero, quien se comprometió a prepararles comida, pero el grupo de quince hombres fue sorprendido por el ejército y dispersado en un desigual combate.

Durante la acción y los días posteriores murieron ocho alzados contra la tiranía batistiana, sus nombres eran Dionisio Rodríguez Mederos, Isidro González Morales, Manuel Brito Morales, Manuel González Crespo, Sergio Espinosa Águila, Horacio González Méndez, Vitalino Calero Barrios y Beremundo Paz Sánchez. Sobrevivieron siete compañeros: Vidal Pérez García, Orlando Rodríguez LLaugert, Roberto Paz Sánchez, Félix Hurtado Manso, Berto Hurtado Manso, Nilson Martínez Martínez y Enoel Salas Santos.

El alzamiento de La Llorona fue el resultado de la lucha revolucionaria que se estaba desarrollando en todo el país y una digna respuesta de los jóvenes cabaiguanenses ante la situación económica, política y social existente en aquel momento histórico.

Por su parte, la Columna Invasora No. 8 Ciro Redondo, arribó el 16 de octubre de 1958 a Sancti Spíritus y se trasladó al Escambray. El movimiento clandestino cabaiguanense mantuvo un estrecho contacto con las fuerzas del Che, desde su llegada al territorio y varios militantes del MR–26–7 de la localidad se incorporaron y mantuvieron en el Ejército Rebelde hasta el final de la lucha. [2]

A fines de noviembre las tropas del Che atacaron la Refinería de petróleo y, con la excepción del cuartel, tomaron durante una noche todo el pueblo. La planta de la emisora local Radio Cubanacán, así como la pizarra del centro telefónico, fueron trasladadas a Caballete de Casa. También se requisaron varios camiones con el propósito de llevar suministros para el campamento.

A finales de noviembre y principios de diciembre, los rebeldes del Escambray enfrentaron una ofensiva de las tropas de la tiranía, la cual derrotaron. Inmediatamente, comenzaron una fuerte contraofensiva hacia el llano, atacando el pueblo de Fomento y tomándolo el 18.

La noche del 20, el Che y sus oficiales planificaron sus próximas acciones. El día 21 de diciembre de 1958, comenzó el ataque a los pueblos de Guayos y Cabaiguán por las fuerzas del Ejército Rebelde. El cuartel de Guayos cayó en manos de los revolucionarios el propio día 21 a las 10:00 a.m., al rendirse a las fuerzas del capitán Víctor Bordón; no obstante, la posta que se encontraba situada sobre el hotel Casa Viña continuó combatiendo hasta las 2:00 p.m., hora en que se rindió debido al fuego y el humo resultado de un incendio provocado por las fuerzas rebeldes en el lugar.

Esta fue una victoria costosa desde el punto de vista humano para el Ejército Rebelde, pues en los combates tuvieron más bajas que las fuerzas de la tiranía. El ejército de Batista sufrió un herido, mientras los rebeldes tuvieron un muerto, el compañero Ramón Balboa y cuatro heridos, el capitán Orlando Pantoja, el teniente Eliseo Reyes, el compañero Ineldo Chaviano y el luchador clandestino Daniel Armas, que pertenecía a las milicias de Guayos. Los rebeldes obtuvieron en la acción 12 Springfields, 4 San Cristóbal, 2 Garands, 2 M-1 y 4 Crackers con abundante parque.

En horas de la madrugada del 21 de diciembre comenzó el ataque a la ciudad de Cabaiguán por parte de las fuerzas del Ejército Rebelde del M–26–7 y del Directorio Revolucionario dirigidos por el Che. Las acciones se centraron sobre los tres puntos en los que la tiranía concentró sus fuerzas, los altos de la Escogida de tabaco de Olegario Cuervo, la estación de microondas en la loma de La Campana y el Cuartel. El ejército de Batista no tenía posibilidades de recibir refuerzos desde Santa Clara, ya que habían sido volados los puentes sobre los ríos Calabazas y Falcón.

Los altos de la Escogida fueron tomados sin muchas dificultades, por rendición de sus ocupantes; sin embargo, los que defendieron la microondas en la loma de La Campana, opusieron una tenaz resistencia a los rebeldes comandados por el capitán José Ramón Silva. En la acción fue herido de muerte el teniente Silverio Blanco Núñez (ascendido póstumamente a capitán), quien falleció el día 27 del propio mes en el hospital local, después de haber sido intervenido quirúrgicamente; además, murió el combatiente Carlos Simón y resultó herido Orlando Hernández Carballo.

Aproximadamente a las 2:00 p.m., en la ciudad no había soldados de la tiranía y la lucha quedó circunscripta al cuartel, lugar sobre el cual los rebeldes concentraron sus fuerzas. La defensa de ese reducto fue apoyada por la aviación de la tiranía, la que ametralló durante una hora las cercanías del mismo; no obstante, poco a poco se fue estrechando el cerco sobre esta importante plaza, cuya toma significaba la liberación del poblado.

Durante los días 21 y 22 de diciembre, cuando se combatió en Guayos y en Cabaiguán, se puso de manifiesto una vez más la capacidad de dirección, valentía y audacia del Guerrillero Heroico. Dirigió el combate con un brazo enyesado y la frente vendada, lo que levantó considerablemente la alta moral combativa de la tropa. Para pedir a la oficialidad del cuartel parlamentar con los rebeldes, el Che se dirigió personalmente al encuentro del jefe enemigo, cuestión que fue decisiva en el acuerdo de rendición incondicional que se logró.

A las 2:00 de la madrugada del día 22 de diciembre de 1958, se produjo la rendición de los defensores del cuartel, último reducto de la tiranía en Cabaiguán. En ese momento comandaba la plaza el capitán Pelayo González y en la misma había sesenta y seis hombres. Con el fin de esta acción, Cabaiguán se convirtió en el primer municipio de la carretera Central que liberaron las tropas del Che en Las Villas —se cortó así la Isla en dos—, y el segundo pueblo, ya que el día anterior había sido liberado Guayos.

En la toma de la ciudad y el cuartel los rebeldes perdieron a seis combatientes, dos heridos graves, Noel Sancho Valladares (falleció) y el capitán José Ramón Silva; cuatro heridos leves, Neisi Jiménez, Leonardo Tamayo Núñez, Harry Villegas y Honofrio Valdés; y un herido de muerte, Alfredo Salas Blanco. Entre la población civil, se registraron las bajas del obrero-combatiente Lidier Hernández Bello, de 17 años, muerto; Manuel Pérez Cárdenas de 16 años, herido grave; y el doctor Roberto Vera Rodríguez, herido leve, en el cumplimiento de su humanitaria misión. Todos fueron alcanzados por disparos hechos por un francotirador de la dictadura.

En esta ciudad, el Ejército Rebelde ocupó una ametralladora calibre 30, 2 fusiles ametralladores Browing, 28 Garand, 48 carabinas San Cristóbal, 7 carabinas M-1, 28 fusiles Springfielgs, 8 fusiles Crack y 2 ametralladoras Thompson. Estas armas fueron utilizadas en la liberación de otros pueblos y ciudades villareñas.

Revolución en el poder

Con el triunfo, se inició para el pueblo cabaiguanense una nueva e importante etapa de lucha por la construcción de la nueva sociedad, la cual, a pesar de grandes dificultades y acciones enemigas, supo salir adelante.

Con la Revolución victoriosa en enero de 1959, se comenzaron a implantar varias medidas de carácter democrático popular, a favor de las masas populares y contra los que mantenían el control económico y habían perdido recientemente el poder político. Todas tuvieron su materialización en el municipio, que, como parte inseparable del país, necesitaba de transformaciones en todos los órdenes.

A la convocatoria de la huelga general revolucionaria, el 2 de enero de 1959, el pueblo, se lanzó a la calle espontáneamente respondiendo al llamado de Fidel y como demostración del apoyo popular a la Revolución.

El día 8 de febrero de 1959 para privilegio de los cabaiguanenses se entrega al Comandante Ernesto Guevara, la Condición de Hijo adoptivo de Cabaiguán en el Ayuntamiento Municipal, hoy Policlínico I Doctor Faustino Pérez Hernández.

Se juzgaron y sancionaron por tribunales municipales a los esbirros criminales de guerra, con el rigor requerido, de acuerdo a los delitos cometidos.

La burguesía, fundamentalmente tabacalera y en menor cuantía la comerciante, ante las medidas de carácter popular de la Revolución, decidió volver al poder de manera violenta; realizaron acciones contrarrevolucionarias, como la quema de cañaverales, casas de tabaco y escuelas, destacándose la organización La Rosa Blanca, primera en iniciar esta actividad en el territorio a comienzos de 1959; su estructura era civil y en ella se mezclaron burgueses con ex–militares del ejército y la policía de Batista. Además de politiqueros desplazados del poder, disgustados con las medidas de la Revolución.

Las primeras milicias se crearon en la fábrica Bauzá en 1959; después se incorporaron cocineros, zapateros y demás trabajadores del servicio público y la producción.

Durante el ataque mercenario en Playa Girón, en octubre de 1961, fuerzas de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), las Milicias Nacionales Revolucionarias (MNR), los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) del municipio, fueron trasladadas hacia ese frente, sin abandonar la lucha que se llevaba a cabo contra los bandidos alzados en las lomas. La dirección revolucionaria local orientó no paralizar la producción. En esta acción es herido el joven José Ramón Fuerte Cano quien muere el 3 de de mayo de 1961 en un hospital en La Habana.

El 24 de junio de 1961, se crearon los órganos dirigentes de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI), formadas por la unión del Movimiento 26 de Julio, el Partido Socialista Popular (PSP) y el Directorio Revolucionario 13 de Marzo. En Cabaiguán, este proceso se caracterizó por la estrecha unidad entre sus miembros, pues, a diferencia de otros lugares del país, no estuvo presente el sectarismo entre sus miembros.

Desaparecidas las ORI, se constituyó el Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba (PURSC). Cabaiguán fue uno de los primeros en organizar los CDR, el 28 de septiembre de 1960. Los cederistas cabaiguanenses han estado en la primera trinchera en defensa de la Revolución: en la campaña de alfabetización y donaciones de sangre, en las nacionalizaciones, en la recogida de materia prima, en la vigilancia revolucionaria y en los trabajos voluntarios. El 15 de septiembre de 1960, se creó la FMC en la localidad y el 21 de octubre de 1960 se constituyó la Asociación de Jóvenes Rebeldes (AJR), debido a la fusión de los jóvenes del M–26–7 con la Juventud Socialista. El secretario fue Aníbal Enríquez Barrios.

El 1 de octubre de 1965, Fidel dio a conocer el cambio de nombre del PURSC, por el de Partido Comunista de Cuba (PCC). En Cabaiguán se creó un Comité con un Buró Municipal el 29 de noviembre de 1965, ocupó el cargo de secretario general Modesto Valdés Alfonso, constituyéndose núcleos, grupos o comités en los centros de trabajo con condiciones. A partir de su creación, el PCC y especialmente desde que se efectuó su Primer Congreso, fueron grandes los esfuerzos por dar cumplimento a la orientaciones de los mismos, sin dejar de cumplir con las de los organismos superiores, dedicando gran parte de su labor al control del crecimiento de la producción, como por ejemplo, entre otros, en el CAI Reemberto Abad Alemán Rodríguez, en la empresa ganadera, en el movimiento cooperativista campesino —tabaco, viandas, granos y otros renglones—, en la planta de tabaco torcido Alfredo López Brito, conjuntamente con los despalillos y en las escogidas, y en la Refinería de Petróleo.

Durante décadas, el pueblo cabaiguanense ha apoyado todas las tareas de la Revolución; han estado en la primera línea en la defensa, la producción, salud, la educación, el deporte, la cultura y otras tareas.

En 1976, la provincia de Las Villas quedó dividida en tres: Sancti Spíritus, Cienfuegos y Villa Clara. Cabaiguán permaneció como municipio de la provincia espirituana, debido a la fusión de los antiguos términos de Jíquima, Guayos y Cabaiguán. Al constituirse los órganos del Poder Popular, el 10 de octubre de 1976, Cabaiguán no fue una excepción.

Los cabaiguanenses también escribieron hermosas páginas de heroísmo en tierras extranjeras; baluartes del internacionalismo proletario.

En la actualidad el municipio cuenta con 9 consejos populares: Urbano I y Urbano II (Cabaiguán)|II]], Guayos, Tres Palmas (Cabaiguán)|Tres Palmas]], Jíquima de Peláez, Neiva, Potrerillo, Cuatro Esquinas y Santa Lucía.

Tiene 63 centros educacionales, incluyendo la educación primaria, secundaria, preuniversitaria y politécnica, además posee una institución de altos estudios, el Centro Universitario Municipal Capitán Silverio Blanco Núñez, tres policlínicos, el Faustino Pérez Hernández, el Carlos J. Finlay en Cabaiguán y el Ramón Balboa en Guayos, incluidas tres salas de rehabilitación, así como puestos médicos y consultorios en los restantes consejos populares y en la ciudad cabecera.

Cuenta además con una sala de hospitalización, el Hospital Materno Infantil Wifredo Zayas Mendoza, una clínica estomatológica, un hospital de salud mental y el hospital siquiátrico provincial que radica en el municipio.

Tiene además importantes centros de investigaciones como la Estación Experimental del Tabaco con referencia a nivel internacional, el Centro de Hibridación de la Caña de Azúcar, la Refinería Sergio Soto Valdés, un parque solar fotovoltaico, la Central Eléctrica Diesel, dos fábricas de tabacos torcidos, la Alfredo López Brito de Cabaiguán y la José González Trecha de Guayos, con producciones de calidad y una fábrica de envases para torcidos. [3]

El territorio tiene además el taller textil Carlos Simón, que confecciona uniformes escolares y de otros pedidos para gran parte de la región central, la Torrefactora de café Manuel González Crespo, 39 bases productivas, entre ellas Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) y Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA), así como Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC), algunas vanguardias nacionales por varios años consecutivos.

Sin dudas, después del triunfo revolucionario en 1959, las masas populares cabaiguanenses brindaron todo su apoyo al proceso para que este se consolidara y se desarrollara en todos los aspectos. Por primera vez, el pueblo fue dueño de su destino y contribuyó considerablemente a mejorar sus condiciones de vida y a crear una nueva sociedad, justa y próspera.

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Referencias

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  2. Colectivo de autores. Organización y actividades de la lucha clandestina en Cabaiguán. ISP Capitán Silvano Blanco 1984 S/E, S/F Dpto. Historia.
  3. Colectivo de autores. El movimiento tabacalero en Cabaiguán. Sus luchas en torno a la introducción de la máquina torcedora 1982–1983. Sección investigación histórica C.P.

Fuentes

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  • Chávez Jesús. Entrevistas. S/E. 9.7.93. PCC Municipal. Cabaiguan. Editorial Política. La Habana. 1968. Pág. 100.
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