Hunos (etnia)

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Hunos
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Los hunos fueron una confederación euroasiática de tribus, unidos por una aristocracia que hablaba una lengua túrquica. Eran nómadas y vivían en chozas temporales. La ganadería, con la vaca, y la cacería eran más importante en su economía que la agricultura, pero donde sí sobresalían era en el arte de la guerra, ya que eran excelentes jinetes, veloces y decididos, de táctica impredecible.

Origen

El origen de los hunos se remonta a las tierras altas de Asia Central. Esta era por entonces una confederación de pueblos nómadas que basaban su vida en el cuidado del ganado.

Estos pueblos se dividen en dos ramas:

  • los hunos blancos (conocidos también por el nombre de heftalíes), que descendieron por los valles del río Oxus (nombre en griego del río Amu Daria, que atraviesa gran parte de los países de Asia Central.
  • los hunos propiamente dichos, que a finales del siglo IV n. e. descendieron por los valles del río Volga (en la actual Rusia); y encontraron las tierras que les convenían en la llanura húngara (en Europa oriental) y allí se establecieron, ubicando su sede central en la aldea de Szeged, a orillas del río Tisza. Necesitaban grandes extensiones de pastos para proporcionar forraje a sus caballos y otros animales. Desde esta llanura, controlaron mediante alianzas o conquistas un imperio que acabó por extenderse desde los montes Urales (en Rusia) hasta la orilla del río Rin (entre Alemania y Francia).

Cultura

Se cree que la lengua de los hunos debió ser del tronco altaico. A finales del siglo XX se logró rechazar la hipótesis de que el idioma huno fuese en realidad de la familia irania. Esa hipótesis se basaba en las inscripciones de monedas halladas en tumbas hunas procedentes de la actual Afganistán y algunas otras ex repúblicas soviéticas, pues se ha demostrado que tales monedas solo repetían el mismo patrón que las persas de zonas limítrofes.

Durante la Edad Media, quedaron registradas numerosas gestas y leyendas, entre las cuales se halla la de Hunor y Magor, cuya versión más antigua data del siglo XIII en Hungría. En esta se narra cómo estos dos hermanos dan nombre a las naciones huna y húngara, hallándose así ambas emparentadas. Hasta ahora no se ha logrado establecer ningún parentesco étnico entre ambas, pero se estima que, después de la llegada de los húngaros desde Asia en el año 905, se acabaron mezclando con los restos de la civilización huna que aún vivía en el territorio de Panonia en aquel entonces.

La religión de los hunos es muy poco conocida, se la llamaba «tengrianismo».Tenían un tipo de adoración al caballo (los cuales consideraban figuras sagradas). Fuentes romanas suelen referirse a los hunos como individuos subhumanos carentes de cualquier clase de dios y moral, sin creencia en otra vida aparte de la terrenal, aunque se sabe que tenían algo parecido a chamanes o brujos en su tribu (que creían en la existencia de abominaciones subterráneas infernales), especializados en la adivinación a partir del examen de restos y huesos de animales. Cremaban a sus muertos, aunque más adelante comenzaron a inhumarlos. Practicaban tanto la poliandria como la poliginia.

Historia

El pueblo chino construyó la «muralla china» en el siglo III para defenderse de los antepasados de los hunos. La dinastía Hang los debió de expulsar, y a lo largo del siglo IV estuvieron por las estepas rusas hasta llegar a las orillas del río Danubio, el borde de la civilización occidental. Encontraron un Imperio romano ya dividido desde hacía un siglo en Oriente y Occidente.

Luego de ser expulsados por el Imperio chino se mezclaron con otros grupos que vivían en las estepas rusas y una rama de los hunos (se cree que llamados kidaritas) se dirigió hacia el norte, asentándose en las estepas próximas al mar Caspio, pero por condiciones climáticas se vieron obligados a desocupar el lugar en siglo III y avanzar más hacia el oeste.

Con la llegada de los hunos, terribles jinetes de origen mongol, siembran el terror y asolan la civilización occidental, el Imperio Romano estaba siendo asediado por los «bárbaros». Eran violentos invasores que aparecen en el este de Europa, maestros en estrategia militar (aparecen, destruyen, arrasan y se marchan), inspiran pánico al enemigo, pasaban la vida a caballo, eran los mejores jinetes del mundo antiguo, y su tipo de arco que les permitía disparar flechas sin desmontar del caballo, lo que les daba una cierta ventaja militar.

Es en el siglo IV, con el rey huno Balamber, cuando atacan a los alanos, pueblo asentado en los «limes» (‘límites’) del Imperio romano, entre los ríos Volga y Don, derrotándolos y obligándoles a huir hacia el suroeste. Luego avanzaron hacia la cuenca del río Dniéper, donde derrotaron a los ostrogodos en el año 370, gran parte de este pueblo se refugió en las tierras de sus vecinos los visigodos. Por último, en el año 376 los hunos cruzaron el río Dniéster y comenzaron la guerra gótica (376-382) contra los visigodos. Estos pidieron asilo, instalándose en la región de Mesia (Bulgaria) tras pactar en calidad de «foederati» (confederados) con el emperador Valente, como campesinos, sometidos a las leyes romanas y servir con sus armas al ejercito del Imperio romano de Oriente. Las tierras en poder de los hunos se extendían ya desde el mar Caspio al río Danubio.

En el año 378 los visigodos se rebelaron contra los romanos, saquearon varias ciudades, y derrotaron al emperador Valente en la batalla de Adrianópolis. Lograron extenderse por los Balcanes. El caos existente fue aprovechado por el rey de los hunos, Rua, quien cruzó el río Danubio con sus hombres y atacó a los romanos con tanta fuerza que el emperador Teodosio II pactó la entrega de 160 kg de oro anuales para conseguir la paz. Al morir el rey de los hunos, Rua, dejó el trono a sus sobrinos Bleda y Atila, hijos de su hermano Mundzuk. Ellos reanudaron la paz a cambio de duplicar el tributo anual.

Prisco de Panio, quien conoció a Atila, lo describe como bajo, robusto, de gran cabeza, ojos hundidos, nariz chata, barba rala y de costumbres austeras.

Los hunos se dirigieron hacie el este reduciendo al polvo casi toda Europa, desde el mar Negro hasta el Mediterráneo, con una política más agresiva, atacando varias ciudades situadas en la región oriental del río Danubio. Derrotaron a los romanos en todas las batallas y cercaron la capital imperial, Roma. Al no poder tomarla con sus arqueros, puso rumbo a Galípolis, donde estaban refugiadas las últimas tropas imperiales y las deshizo. Pactó una paz donde se incluía el pago de los atrasos y de su mora de unos 1800 kg de oro y un tributo anual de otros 650 kg.

Atila

Atila

En el año 445, luego de la muerte de su hermano Bleda durante una cacería ―probablemente asesinado por él mismo― Atila se coronó rey único. En los siguientes años devastó los Balcanes y Grecia hasta las Termópilas, manteniendo una hostilidad latente contra el emperador Teodosio II.

En el 450, al morir Teodosio, el nuevo emperador Marciano se niega a pagar a los hunos el tributo anual para forzar la guerra, aunque Atila se abstiene y entra en escena Honoria, la hermana de Valentiniano (emperador de Occidente), que tras quedar embarazada de un criado, fue obligada a un casamiento de compromiso, sin amor. Tal fue su despecho, que desafió a su hermano Valentiniano y le envió una carta a Atila proponiéndole matrimonio. Atila aprovechó esta situación y reclamó a Honoria como esposa y a Galia (actual Francia) como dote.

Se da cuenta de que la parte Occidental del Imperio es bastante más vulnerable que la de Oriente, con mejores expectativas, dirige sus ataques al centro de la Galia, aparentemente contra los visigodos. Los romanos, con el general Aecio al frente y la alianza de Teodorico I pactan una actuación conjunta contra los hunos, aunque Atila ya contaba con un gran ejército compuesto por una gran variedad de pueblos y en sus filas se encontraban tanto romanos como germanos.

En el año 451, ambos ejércitos se enfrentaron en los Campos Cataláunicos (según otras fuentes, Locus Mauriacus) donde el rey visigodo Teodorico murió, pero Atila fue vencido por primera y única vez, el general romano Aecio permitió su retirada. Un año más tarde Atila volvió a atacar, esta vez por el norte de Italia, sin que Aecio pudiera detenerlo. Finalmente este temible ejército fue detenido por una epidemia de peste ―en esa época, como medicina solo existía la herbolaria― y una terrible hambruna en toda Italia. Al ver que Atila seguía avanzando hacia el sur, arrasándolo todo con sus últimos hombres para llegar a Roma el papa León I le pidió a Atila no avanzara hacia la ciudad capital del imperio.

En el año 453, Atila murió en un banquete. Le sucedió su hijo Ellak, que tuvo que hacer frente a la sublevación de sus hermanos y a varios de los pueblos sometidos, siendo derrotado en la batalla de Nedao, quedando desunidos y fundiéndose con otros pueblos bárbaros. En el año 455, los hunos habían desaparecido como potencia.

Con la llegada de los hunos provoca los mayores movimientos de población. Derrotando a todos los pueblos que se encontraban como a los alanos y a los godos, obligándoles a buscar refugio masivo dentro del imperio, surgiendo enfrentamientos entre ellos y con el estado romano, hasta el punto que en el 378 los visigodos derrotaron al emperador Valente en la batalla de Adrianópolis y se extendieron por los Balcanes. Años más tarde, tras saquear Roma en el 410, se instalaron en el sur de Galia como federados, es decir con permiso de Roma, para ocupar después Hispania (actual España).

En el año 406, suevos, vándalos y alanos cruzaron el río Rin desde Alemania, saquearon Galia (actual Francia) y en el 409 se instalaron en zonas del norte de Hispania (actual España). Por otra parte, los francos ocuparon la parte norte de Galia (y le dieron el nombre a esa región: Francia), los burgundios ocuparon la cuenca del río Ródano (en el sur de Francia), y los anglos, los jutos y los sajones pasaron a las islas británicas.

Tras el asentamiento de estos pueblos germánicos dentro del imperio de Occidente y debido a la crisis que se arrastraba ya desde el siglo III, es en el año 476 cuando el germano Odoacro depuso a su último emperador, Rómulo Augústulo, y con ello llegaba el fin del Imperio romano de Occidente.

La parte oriental del Imperio romano, mejor defendida militarmente, consiguió resistir la oleada germánica y desplazarla hacia Occidente.

Fuentes