José María Alvarado Roldán

José María Alvarado Roldán
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militar
NombreJosé María Alvarado Roldán
Años de servicio1830 a 1872
Lugar de operaciónEspaña

Nacimiento15 de noviembre de 1814
Cádiz, Bandera de España España
Fallecimiento21 de septiembre de 1872
Bandera de España España
PadresJuan José Alvarado de Palacio
Ana María Roldán García de Ávila

José María Alvarado Roldán (Cádiz, 15 de noviembre de 1814- Alcalá de Henares, 21 de septiembre de 1872). Fue un embajador militar por excelencia desde la América hispana hasta los mares de China. Se considero el primer líder orgánico de un pensamiento intelectual revolucionario en su época.

Infancia y juventud

Sus padres, Juan José Alvarado de Palacio, era oriundo de Vizcaya y su madre, Ana María Roldán García de Ávila, de Cádiz. Siendo muy joven, se somete a exámenes para ingresar en la Armada, a bordo de un buque escuela, viajando por el Mediterráneo para su formación de cuerpo y espíritud en las artes de la marinería.En 1830,se gradua en la marina .Con apenas veinte años alcanza la condición de primera clase y llega por primera vez a lo que se convertiría en su segundo hogar,La Habana.

Fue un hombre que se abrió paso en la vida con su esfuerzo, entrega y dedicación al trabajo y, sobre todas las cosas, sin perder su dignidad al servicio de lo que siempre consideró le lealtad a la Corona española.En 1834,por su condición pasa a ser guardia marina de primera clase.

Trayectoria

En 1835, fue elevado a alférez de navío y en 1838 hace su segundo viaje a Cuba y visita Veracruz en su condición de guarda costas y observador de mareas.Su tercer viaje a Cuba en 1841, lo trae de nuevo a La Habana donde recuerdos y amigos le permiten un posible último encuentro, en esa etapa, y en esta ciudad.

En 1843 con solo 29 años, cesa su desempeño en la Armada y es nombrado Oficial en el Ministerio de Ultramar. El 10 de noviembre de ese año, es ya secretario con ejercicio de decretos de Su Majestad la Reina Isabel, y es nombrado Caballero supernumerario real y distinguido con la Orden de Carlos III. Nunca abandonará su condición de Secretario de la Reina, esté en cualquier lugar del mar o de la tierra, llevándolo con el honor que merecía tan alta distinción. Era evidente que su obra resaltaba en el merecimiento de tan altos e importantes cargos y responsabilidades.En 1846 lo vemos como Vocal de la Junta de Granos.

El año 1848, regresa a la Armada como capitán de fragata y en ese año llega a La Habana como destino preliminar ya que en 1851 es ya comandante del vapor Jorge Juan, hecho en los astilleros de El Ferrol.

En 1852, realiza un viaje que lo lleva a Manila y Hong Kong en vapor Jorge Juan en misión en corbeta Narváez para enseñar la bandera española en esos mares de China, y a su vez, realiza la función de supervisión de este.Esla suma responsabilidades ante la Corona la cual fue una constante en todo este período. Visita la India y por esos lares contrae la disentería, la cual deja una huella perenne en su organismo.

Realiza en 1853 el rescate de la Fragata Eugenia de la marina sueca a bordo del vapor Jorge Juan y regresa a la península ante la mirada atónita de marinos holandeses.

Un año después, en 1857 es nombrado Mayor General del Apostadero de La Habana.

Un hecho relevante en su hoja de servicios a la Corona, lo constituye el ser nombrado Secretario de la Reina Isabel II, honor este que lo supo llevar hasta sus últimas consecuencias en tierra y mar.

Cuatro años después, en abril de 1861 viaja a Londres para supervisar la construcción de dos fragatas y el 25 de agosto es el comandante de la Fragata Princesa de Asturias.Regresa a La Habana para comandar una expedición a México.

El 8 de mayo de 1863 es ascendido a brigadier y en septiembre, es nombrado capitán del Puerto de La Habana.

Su carrera no se detiene ya que en 1864 recibe el nombramiento de capitán general del departamento de Cádiz y Presidente de los Cuadernos de Vapor.De nuevo en La Habana en 1865 como segundo jefe del apostadero y de la Comandancia General de Matriculaciones (Vocal de la Junta de Sanidad en esta ciudad)

Durante dos períodos (1866 y 1868) se hace cargo de manera interina de la Comandancia General del Apostadero de La Habana.El 11 de octubre se le nombra por escalafón jefe de escuadra.

En ese momento es cesado de sus funciones al no sumarse a la revolución contra Su Majestad. Permanece fuera de servicio hasta tanto las aguas regresen a su cauce y en junio de 1872 vocal de las ordenanzas generales de la Armada.

De 1869 a 1872, va extinguiéndose sin un murmullo de reproche, demostrando su hidalguía en cada momento de ese período de su vida, con la misma dignidad con la que sirvió a la Corona. Fue un noble y un perfecto hidalgo desde lo más profundo de su corazón.Nueve veces visitó o residió en La Habana durante su extensa hoja de servicio a la Armada en diferentes funciones.

Sin embargo, su vida constituye un paradigma para las presentes y futuras generaciones de lo que representa el honor, la dignidad y la lealtad a un principio donde el respeto es omnipresente en cada acto y cada acción de un hombre que merece el más alto honor en una sociedad que, en su época, no supo, no pudo y no quiso reconocer los valores que José María poseía. Mucho habrá de escribirse sobre este hombre cuando se piense en un ejemplo de conducta profundamente leal a la Corona española.

En estos tiempos, en que el pasado se conjuga diferente, al hacer el recuento de una historia para justificar acontecimientos que tuvieron su génesis en la segunda mitad del siglo XIX, se destaca, sin proponérselo la figura de José María Alvarado Roldan.

Fallecimiento

Murió con la misma dignidad con la que vivió. Alcalá de Henares le cerró los ojos y lo llevó a la tumba y desde allí, ilumina a nuevas generaciones, se abre, con su historia de vida, una visión diferente de interpretar la realidad de ese período de la historia de España donde no todo estaba bien encaminado, fue fiel servidor a la Corona hasta sus últimas consecuencias, supo mantener el decoro de un hidalgo militar hasta el último día de su vida.

Jamás fue objeto de reproches y no hubo una llamada de atención por sus superiores durante el desempeño de sus funciones. Su puesto estuvo siempre al lado del deber y este fue cumplido cabalmente en todas las encomiendas dictadas por el reino.José María Alvarado Roldán, es un paradigma para la historia naval y para la misma España.

Fuentes