María Antonia González

María Antonia González
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Arsacio Vanegas, María Antonia González Rodríguez y Fidel Castro Ruz.
NombreMaría Antonia González
Nacimiento29 de abril de 1911
La Habana, Bandera de Cuba Cuba
Fallecimiento3 de abril de 1987
ResidenciaMéxico
NacionalidadCubana

María Antonia González. Fue la gran anfitriona de la emigración revolucionaria en México, de aquellos que junto a Fidel Castro marcharon a la na­ción azteca con el sueño de ser libres o mártires en 1956 y que hallaron en su casa refugio seguro.

Trayectoria revolucionaria

Por aquellos días, en México, ya María An­tonia González se había acogido a la condición de emigrante familiar al formalizar su relación con el luchador Dick Medrano y fijar su residencia en ese país. Al principio seguía a su esposo en las giras que realizaba por Norte y Centroamérica, pero con la llegada de su hermano Isidoro, procedente de Cuba, el matrimonio alquiló un apartamento en Emparán 49 entre Edison y Juárez, una vivienda que pronto entraría en la historia de Cuba.

Ñico López y Calixto García, al romper definitivamente con un antiguo compañero de luchas, ya entregado totalmente a juegos politiqueros con el Partido Auténtico, se vieron solos y sin dinero en la capital mexicana. Incluso durante varios días no probaron bocado alguno. Calixto sufría de vahídos y perdía el conocimiento. Isidoro, el hermano de María Antonia Gon­zález, los encontró en muy mal estado y con el dinero que ganaba diariamente en el Frontón México les pagó un café con leche. Por medio de él conocieron a María Antonia y desde entonces ya más nunca padecieron hambre.

En México los «muchachos», como María Antonia González llamaba a los moncadistas exiliados en ese país, comenzaron a ir todos los días a almorzar a su casa y siempre le llevaban otro revolucionario que «también estaba pasando trabajo». Cuando Fidel llegó a la capital mexicana se convirtió en visita continua de Emparán 49 como ya lo era Raúl, quien había precedido a su hermano en la marcha al exilio. Allí, una noche, el líder de la Revolución conoció al médico argentino Ernesto Guevara, quien tras horas de diálogo con él se enroló en la futura expedición para derrocar a la tiranía batistiana.

El pequeño apartamento de María Antonia González siguió siendo el obligado refugio de los revolucionarios convocados por Fidel a incorporarse a la expedición. Cuando Juan Almeida llegó a la vivienda en febrero de 1956 se sorprendió ante el desorden de ella, con catres y camas plegables por doquier como si allí hubieran dormido varias personas. La ha­banera les preparó a los recién llegados un abundante almuerzo y luego Calixto García los llevó a su albergue definitivo, otro apartamento a la vuelta de la esquina.

En junio de ese año María Antonia Figueroa se trasladó a México a petición de Fidel para llevarle dinero recaudado para la expedición. Visitó Emparán 49 y tal vez ese día se conocieron las dos María Antonia. La santiaguera estuvo en el Distrito Federal hasta finales de ese mes y aprovechó para impartirles clases de gramática a algunos revolucionarios.

En los días en que Figueroa Araujo estaba en la capital mexicana Fidel y una gran parte de sus compañeros fueron detenidos por las autoridades de ese país. María Antonia González corrió la misma suerte que ellos y también la internaron en la prisión de Miguel Schultz. La masiva movilización del pueblo mexicano, encabezada por personalidades como Lázaro Cárdenas, neutralizó la conjura y los revolucionarios cubanos, González Rodríguez entre ellos, fueron puestos en libertad.

Ya la casa de Emparán 49 estaba «quemada» y María Antonia González se mudó a Castelar 213, donde también residieron Raúl, Ciro Redondo y Ramiro Valdés. Ella continuó colaborando con los revolucionarios y cuando se su­po detectada por agentes corruptos del Ser­vicio Secreto mexicano vendidos a Batista, cambió de domicilio y se estableció en Co­yoacán 123 esquina a Bajío. Su última ubicación, antes de la partida del Granma, sería el motel Chu­la­vista, en Cuernavaca. Allí, en compañía de Cán­dido González, Fidel se despediría de ella para partir hacia las costas cubanas.

Tras el derrocamiento de la tiranía, María Antonia continuó fiel a Fidel y la Revolución.

Murió el 3 de abril de 1987.

Fuente