Monumento a Máximo Gómez (La Habana)

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Monumento a Máximo Gómez
Información sobre la plantilla
Obra Arquitectónica  |  (Conjunto monumentario)
Memoria1.jpg
Conjunto escultórico monumental
Descripción
Tipo:Conjunto monumentario
Localización:La Habana Vieja, Bandera de Cuba Cuba
Datos de su construcción
Inauguración:18 de junio de 1935
Otros datos
Arquitecto(s):Aldo Gamba


Monumento a Máximo Gómez. Es un conjunto escultórico monumental situado frente al Malecón y a la entrada del Túnel de la Bahía, en La Habana, capital de Cuba, dedicado al General de origen dominicano Máximo Gómez (1836-1905), jefe máximo del Ejército independentista cubano , quien participó en las guerras libertadoras de manera desinteresada y constante, convirtiéndose en el maestro de las guerrillas anticoloniales. La obra es resultado del trabajo del escultor italiano Aldo Gamba[1].

Historia

En La Habana de principios del siglo XIX ya se habían erigido esculturas en homenaje a las figuras más importantes de nuestras guerras libertarias: a José Martí en el Parque Central en 1905, y a Antonio Maceo, en un parque diseñado para la ocasión frente al Malecón en 1916.

En tales circunstancias, en ese mismo año 1916 se convocó a un concurso mediante el que se elegiría el proyecto a utilizar para rendirle homenaje al General Máximo Gómez Báez con la construcción del monumento.

En las bases del concurso se establecía que este debía responder a las exigencias de las esculturas ecuestres, como por ejemplo que si el prócer era extranjero (como en este caso), debía estar mirando al mar y que cómo Gómez había fallecido de muerte natural, el caballo debería tener todas sus patas apoyadas en el suelo.

Con la construcción del monumento también se buscaba embellecer el litoral de la ciudad por lo que alrededor del conjunto escultórico se construyó un gran parque, del que hoy sólo queda una parte al ser afectado por la construcción de los accesos al Túnel de la bahía.

El concurso

Vista de su ubicación con la entrada de la bahía y el Morro al fondo

La convocatoria del concurso, de carácter internacional se lanzó en mayo de 1916. Con este suceso se iniciaba la muy azarosa historia de este conjunto escultórico, obra del controvertido artista italiano Aldo Gamba, que vino a inaugurarse casi dos décadas después.

El Congreso de la República aprobó por ley un generoso presupuesto de 200 000 pesos para la ejecución de tan justo homenaje a la memoria del militar dominicano, héroe de la independencia de Cuba.

A la convocatoria que estuvo abierta hasta 1919 se presentaron cuarenta concursantes, entre ellos reconocidos creadores como el estadounidense Gutzon Borglum, el checo Mario Korbel, el español Moisés de Huerta y el arquitecto y escultor cubano Félix Cabarrocas, todos junto al joven y casi desconocido Aldo Gamba, de nacionalidad italiana. Los proyectos presentados fueron mostrados en los salones del moderno hospital municipal General Freyre de Andrade, próximo a inaugurarse por esa fecha, con una impresionante asistencia de público.

La polémica

El monumento en conjunto

Para sorpresa de muchos, el jurado —presidido por el ingeniero civil y secretario de Obras Públicas, José Ramón Villalón, quien ostentaba además el grado de teniente coronel del Ejército Libertador optó por el diseño del joven italiano, quien aunque había hecho estudios y trabajos en su país de origen, lo cierto es que carecía de una producción importante que lo avalara para tal consideración.

En medio de la acalorada polémica, la Asociación Cubana de Pintores y Escultores, en consonancia con la prensa, impugnó la propuesta de Gamba, a la que se le objetó desde exceso de referencias clásicas, desarraigo y falta de identidad, hasta que el "caballo estuviera encaramado en una azotea"[2].

Pero esto no es todo: injusticias de las peores se consideraba no otorgar el premio a la iniciativa del escultor español Moisés de Huerta y al arquitecto y escultor cubano Félix Cabarrocas.

La polémica llegó hasta la mismísima Cámara de Representantes. El dictamen fue anulado, mas el italiano presentó un recurso judicial, asesorado por leguleyos. En definitiva, las tardanzas procesales del caso legitimaron la elección inicial.

La culminación de la obra estaba prevista para el año 1925 (en ocasión de la conmemoración del vigésimo aniversario de la desaparición física del Mayor General Máximo Gómez) pero la misma se vio en riesgo sobre todo por la indolencia de los gobiernos de turno durante la crisis económica y política de esos años.

Por fin, después de casi veinte años de lanzada la idea inicial, el majestuoso monumento fue inaugurado oficialmente el 18 de noviembre de 1935, en el aniversario 99 del natalicio del Generalísimo, en su emplazamiento de la Avenida del Puerto entre Montserrate y Zulueta en un solemne acto, al que también asistió el escultor italiano, invitado por las autoridades cubanas[2].

Años después, con la construcción del Túnel de La Habana, el parque que rodeaba la estatua fue eliminado parcialmente, haciendo desde entonces algo difícil el acceso a la misma debido a que está rodeada por varias avenidas de mucho tráfico.

Descripción

El conjunto escultórico se concibió con una gran monumentalidad, a partir de una composición piramidal de carácter eminentemente clásico y combinando grupos en mármol blanco y bronce.

El cuerpo arquitectónico principal del monumento se apoya sobre una monumental plataforma que le sirve de asiento, con tres gradas escalonadas que ascienden a ella y que se extienden hacia el frente formando unos estanques de agua, y consta de tres partes bien definidas:

El zócalo

Un enorme zócalo cuadrangular cuyas fachadas laterales están adornadas de bajorrelieves continuos que sirven de alegoría de los sacrificios del pueblo por una patria libre. Una de las escenas laterales perfila una procesión de mujeres con sus hijos en brazo como si estuviesen prestas a entregarlos a la causa libertaria. En la otra escena se pueden apreciar figuras campesinas que ofrendan sus bienes y frutos a la lucha. Los semblantes de ambos grupos denotan: “actitudes serenas y dolientes[3]”. Las figuras de estos bajorrelieves están ataviadas a lo clásico, con túnicas. El aporte y sacrificio del pueblo cubano consagran a la Aurora Nacional, simbolizada por otro altorrelieve en la parte frontal de la base. Allí se abre un arco triunfal en forma semicircular. De la arcada surgen en tropel los briosos caballos del sol, símbolos del avance de la nación hacia la libertad y la prosperidad. Como lo describe Moisés Bazán de Huerta Bazán:

Las aguas purificadoras que surgen de estos caballos arrojan al abismo marino, representado en el gran estanque semicircular de piedra granítica que se extiende ante el monumento, los elementos maléficos[3].

El interior del basamento alberga el mausoleo que contiene los restos mortales del guerrero. A esta cripta se llega por la parte posterior de la base, mediante una puerta de bronce que se abre entre columnas. Una imagen de la Patria en forma de matrona sedente figura sobre la puerta de bronce en custodia de la cripta del prócer.

La base del templo

Este segundo cuerpo del monumento está configurado por altorrelieves que representan la Libertad Cubana. Bazán estima que:

Son altorrelieves que contrastan con los de la base por su mayor volumen y dinamismo. Su espíritu es precisamente el opuesto al del basamento; aquí las figuras marchan airosas celebrando el triunfo[3].

La marcha triunfal del pueblo es dirigida por una imagen de la Victoria con sus alas abiertas. En su diestra yergue la antorcha encendida de la paz y la libertad, mientras que con la izquierda esgrime un ramo de olivo. Recios desnudos masculinos avanzan a pie y a caballo tras la Victoria (inspirada en la Victoria de Samotracia). Ellos representan al ejército libertador. Tras de ellos desfilan mujeres y niños con flores y agasajos en celebración del triunfo.

El templo

  • Encima del cuerpo central del monumento, Gamba erigió el Templo de la Patria. Este templo es rectangular, y está sostenido por catorce columnas dóricas de mármol blanco. Una llama eterna evoca la memoria del héroe desde un ara en el seno de la columnata.

La estatua

Sobre este pedestal y rematado el conjunto está la estatua ecuestre de Gómez. La estatua del General lleva uniforme de campaña, con un sable en el cinto y un sombrero en la mano derecha. Su corcel está plantado sobre sus patas con la cabeza y el cuello extendidos hacia el frente. El General contempla el horizonte denotando su orgullo por la gesta librada en pro de la independencia. Explica Bazán que tanto la actitud de la estatua como la pose del caballo aluden a que Gómez murió luego de consumada la guerra[3].

Debido a su carácter masivo y a su riqueza alegórica en torno a la lucha épica de la independencia acaudillada por Gómez, este monumento hace de la figura del General un guerrero legendario y ejemplar.

Valoración crítica

El Monumento a Máximo Gómez, como prácticamente todas las obras del arte conmemorativo de la época, sigue una línea “académica” adscrita a los cánones del neoclasicismo europeo (por entonces ampliamente extendido por América). Tales códigos fueron reflejo del gusto estético de un amplio sector del público y del ideal estético de creadores decididamente respetuosos de los patrones convencionales.

Es una obra de concepción grandilocuente, con momentos ciertamente virtuosos en el tratamiento de algunos volúmenes exentos, pero imitadora de un modelo académico que, por la intención de dinamismo que pretendió impregnar a los grupos escultóricos, impone el estatismo y la severidad estructural del cuerpo arquitectónico central para erigirse en típico exponente de ese gusto neoclásico adulterado y filtrado por una práctica artística de tintes eclécticos[4].

Inserción en el diseño urbano

Con la colocación de este conjunto escultórico monumental en el extremo oeste de la Avenida del Puerto e inicio de la Avenida del Malecón y en línea recta con otra importante arteria simbólica: la llamada Avenida de las Misiones, antesala del Palacio Presidencial el Monumento a Máximo Gómez dejaba inaugurado en términos de recorrido, la serie de atractivos urbanos del Malecón de La Habana.

Así, junto a las conservadas fortalezas militares ubicadas en el entorno, el Torreón de San Lázaro, el Castillo de La Punta y el Castillo de la Fuerza, a las dos realizaciones escultórico monumentales anteriores –el Monumento a Antonio Maceo (1916), y el Monumento al Maine (1925) y al conjunto (muy posterior en el tiempo) el Monumento a Calixto García (1955), viene esta obra para dar forma y consolidar el espacio simbólico que significa el Malecón, donde se reafirman las aspiraciones escenográficas y monumentales de los proyectos urbanísticos desarrollados en la república, en lo que se insertan los grandes sistemas conmemorativos como este[5].

El autor

El escultor italiano Aldo Gamba, seleccionado en controvertida decisión era tenido como hombre caballeroso y exquisito, sin embargo un hecho ocurrido el 25 de septiembre de 1921, acaparó los titulares de la prensa y vinculó su nombre de nuevo a las noticias, no a resultas del monumento en cuestión ni en las páginas sociales como era costumbre, sino en las de la crónica roja, al dispararle cuatro tiros a la joven británica establecida en La Habana, Esther Vera Wadsworth.

Hay varias versiones del dramático suceso. Unos dicen que el italiano trató de matar a la joven al rechazar ella su proposición matrimonial, siendo casado él en su país; otros aseguran le suplicó a Vera acompañarlo a Italia y ella lo rechazó[2]. Por suerte, los dos escaparon con vida de la tragedia, no obstante, dado el escándalo colosal, el afamado artista debió de responder a la justicia y cumplir sanción en la cárcel de La Habana.

No obstante Gamba, todavía privado de libertad, pudo realizar algunas esculturas, entre ellas una hermosa fuente, cuyo destino original fue el Casino Nacional, la misma que ahora engalana los jardines del cabaret Tropicana, donde la llaman la Fuente de las Musas o de las Ninfas. En 1924, el artista italiano retornó a Italia, aunque volvió a visitar Cuba nuevamente para la inauguración del monumento en 1935.

La muerte de Aldo Gamba es un enigma. El 11 de agosto de 1944 salió de su casa de Cagli hacia Acqualagna y nunca llegó a su destino. Al parecer, murió en un campo de concentración nazi mientras en La Habana pervive su obra.

Referencias

Fuentes