Reformas Borbónicas

Reformas Borbónicas
Información sobre la plantilla
Concepto:Establecer un mayor control político, comercial y administrativo dentro del imperio.

.

Reformas Borbónicas. Buscaban renovar el aparato estatal a través de una burocracia centralizada, que emanara de Madrid, para restaurar el prestigio y la influencia de la monarquía. Para ello, ambicionaban establecer un mayor control político, comercial y administrativo dentro del imperio.

Orígenes

El siglo XVIII se inició́ con un conflicto sucesorio de la Corona española donde, entre 1701 y 1713, se enfrentaron la Casa de Borbón y la Casa de Austria por la herencia de Carlos II. Esta pugna de poderes cesó en 1713 con la subida al trono español de Felipe V, debido al reconocimiento internacional de su acceso al trono español por la paz de Utrecht. A partir de entonces, se inició una etapa de cambios y transformaciones a través de la implantación gradual de una serie de planes y proyectos en las distintas esferas del imperio hispánico a lo largo del siglo XVIII. Este proyecto de reorganización política y económica no pretendía transformar completamente el orden estamental vigente sino mejorarlo para un mejor gobierno y una mejor administración de sus dilatados dominios.

Los actores de este reformismo borbónico buscaban renovar el aparato estatal a través de una burocracia centralizada, que emanara de Madrid, para restaurar el prestigio y la influencia de la monarquía. Y, para ello, ambicionaban establecer un mayor control político, comercial y administrativo dentro del imperio. La mayoría de los autores coinciden en señalar dos etapas: una inicial de cambios moderados, originados a comienzos del siglo XVIII, coincidiendo con los reinados de Felipe V y Fernando VI, que sentaron las bases para la fase posterior, bajo el reinado de Carlos III, mucho más intensa y ambiciosa.

El impulso a las reformas se produjo a partir de 1763. Esto es debido a que los desastrosos resultados de la Guerra de los Siete Años, sobre todo a partir de 1762 con la toma de Manila y La Habana por los ingleses y en 1763 con la Paz de París, impulsaron la necesidad de reformas. Esto se debe a que la monarquía adquirió conciencia de la importancia estratégica de las colonias americanas, principalmente del Caribe, amenazadas por las potencias extranjeras que las acechaban continuamente y mermaban el intento de control que pretendía la Corona sobre ellas, causando obstáculos y peligros a través del contrabando y de los conflictos bélicos. Por estas razones se planteó instaurar un sólido plan de cambios que estabilizara y fortaleciera su dominio en las Indias.

Reformas Borbónicas

Las reformas buscaban mejorar las estructuras económica, administrativa, educativa, judicial y militar de sus estados para aumentar el poder de la monarquía. No obstante, estos proyectos reformistas tuvieron versiones propias y diferentes en cada espacio geográfico de la Monarquía Hispánica ya que suponía un ámbito compuesto de múltiples y diversas sociedades con rasgos propios y dinámicas peculiares.

Las medidas económicas se centraron en aumentar los impuestos y controlar las tasas aduaneras, implantar un proteccionismo en el sector manufacturero que favoreciera la creación de manufacturas reales (como las Reales Fábricas de Tapices, Cristales, etc.), aplicar estímulos que favorecieran el desenvolvimiento de la agricultura y la minería, y liberar a la actividad productiva de ciertas trabas que entorpecían su desarrollo como la liberación del comercio de granos en la Península 1765 o la promulgación sistema del libre comercio entre distintos puertos americanos y españoles iniciado con la publicación del Decreto de Libre Comercio en 1765 y culminado con el Reglamento y aranceles reales para el comercio libre de 1778. Esto supuso un crecimiento del comercio colonial donde ciudades andaluzas gozaban de gran relevancia, como era el caso de Cádiz, donde se había trasladado la Casa de la Contratación y el Consulado desde Sevilla a esta ciudad en 1717, que siguió manteniendo bajo su control la mayor parte del tráfico ultramarino.

En lo administrativo

En el ámbito administrativo, hubo una remodelación del aparato institucional mediante la creación de organismos eficaces y operativos que desde la Administración central o territorial fueran capaces de gobernar en aras de la uniformización y centralización del poder en manos del monarca y poner al mando de estos organismos a burócratas o funcionarios. Para ello, se llevaron a cabo proyectos como los Decretos de Nueva Planta (1707-1716), la creación de las Secretarías de Estado y del Despacho (1714) y de las Intendencias de Provincias (1718).

Además, con el fin de ajustar las piezas de la maquinaria administrativa se institucionalizó en 1787 la Junta Suprema de Estado, un órgano deliberador que reunía semanalmente a los Secretarios del Despacho bajo la presidencia del Secretario de Estado.

En el ámbito religioso

En el plano religioso, el regalismo fue el elemento esencial de la política reformista, sobre todo con Carlos III. Se trataba de una política destinada a hacer prevalecer las regalías o derechos inherentes a la soberanía del monarca, sobre los derechos propios de la Santa Sede. La acción regalista de Carlos III se centró en el control de la Iglesia española, y para lograrlo desarrolló una amplia acción reformista en la cual destacó la expulsión de los miembros de la Compañía de Jesús de todos los dominios de la Corona española en 1767.

Militar

En materia militar, las decisiones se focalizaron en ampliar y modernizar la infraestructura, tanto terrestre como marítima, con el aumento y mejora de las fortificaciones peninsulares y americanas, así como los efectivos humanos (los ejércitos dejan de ser mercenarios y se fijan diferentes sistemas de reclutamiento nacional), la organización de los cuerpos militares en unidades más operativas a las que se les dotó del equipamiento adecuado, la introducción de conceptos como la disciplina, el honor y el valor como elementos básicos de la milicia, sin olvidar la importancia de la carrera militar como un nuevo medio de promoción social y servicio al Estado.

Oposición al reformismo borbónico

Una de las oposiciones más fuertes al reformismo borbónico, específicamente al de Carlos III tuvo su máxima expresión con el denominado Motín de Esquilache (1766). Los disturbios se originaron en Madrid a finales del mes de marzo de 1766 y se extendieron por toda la geografía peninsular, con un fuerte eco en numerosas ciudades andaluzas como Sanlúcar de Barrameda, Sevilla, Jaén o Granada. El motín canalizó las protestas de aquellos sectores de la elite política que eran contrarios a la centralización del estado y que apostaban por un férreo mantenimiento de la tradición. Contó también con el sostén del pueblo llano que se quejaban de la alta presión fiscal, la subida de precios y la prohibición de la vestimenta tradicional. Ambos grupos exigían la deposición del ministro Esquilache del gobierno y el abandono de las reformas radicales, lo que consiguieron en gran parte.

Este tipo de movimientos de oposición y resistencia a las reformas complicaron aún más su ejecución y determinaron la modificación y adaptación de las medidas reformistas ideadas desde el centro a las circunstancias e intereses locales. Situación que ponía de manifiesto las fuerte limitaciones con las que se toparon los esfuerzos de centralización por parte de la Monarquía que, en vez de aumentar el poder en el centro, terminaron por incrementar la soberanía local. Además, constituían asimismo una prueba elocuente de la gran diferencia que había entre la reforma proyectada sobre el papel y su aplicación en la realidad, es decir, entre la norma y la práctica de los planes reformistas del siglo XVIII.

Véase también

Fuente

  • Marco y propósitos generales de las Reformas Borbónicas [1]. Consultado 26/01/2022