Sakoku

Sakoku
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Concepto:Política de relaciones exteriores del Japón durante el Shogunato Tokugawa, donde nadie, fuera extranjero o japonés, podía entrar al país, o salir de él, bajo pena de muerte. Duró desde el siglo XVII hasta mitad del siglo XIX.

Sakoku. Política de relaciones exteriores del Japón durante el Shogunato Tokugawa, donde nadie, fuera extranjero o japonés, podía entrar al país, o salir de él, bajo pena de muerte. Literalmente quiere decir «país en cadenas» o «cierre del país». Dicha ley estuvo vigente desde el año 1639, cuando fueron expulsados de Japón todos los extranjeros europeos, particularmente los comerciantes y misioneros católicos provenientes de España y Portugal que habían llegado a las islas japonesas en gran número durante la segunda mitad del siglo XVI; la misma finalizó en la mitad del siglo XIX.

Instauración del sakoku

Esta política no implicaba el aislamiento completo de Japón, sino que todas las relaciones comerciales o culturales del archipiélago nipón con el resto del mundo serían mantenidos en un nivel muy reducido, y siempre bajo el control directo del bakufu, impidiendo así que cualquier súbdito japonés intentase mantener contacto con extranjeros de modo particular.

El bakufu pretendía con estas medidas eliminar la posible amenaza de ataque extranjero que implicaba la presencia de misioneros católicos españoles o portugueses, considerando que ambas potencias mantenían importantes colonias en Asia Oriental (como Filipinas o Macao); en esos años aún persistía la unión política de España y Portugal y el Shogunato Tokugawa temía un ataque militar español o portugués por lo que consideró que prohibir el libre contacto con los extranjeros era una forma de impedirlo.

Desconfianza en el catolicismo

Asimismo, el bakufu veía con gran desconfianza al catolicismo al cual se habían adherido los daimyo locales de Kyūshū, y que traía una ideología extranjera potencialmente peligrosa para el centralismo de los Tokugawa. Tras las guerras de Toyotomi Hideyoshi, su sucesor Tokugawa Ieyasu ansiaba establecer un gobierno absoluto y unificado en Japón, luchando así por suprimir, por la persuasión o la violencia, todo desafío a sus planes. Precisamente el sakoku era una herramienta útil para este fin.

Reducidos contactos con extranjeros

Los únicos contactos con extranjeros durante la vigencia del sakoku fueron con el reino de Chosen (en la actual Corea) en la isla de Tsushima, con la Dinastía Ming de China mediante las islas Ryukyu dependientes del clan Shimazu, y con las Provincias Unidas de los Países Bajos mediante el islote artificial de Dejima (en la bahía de Nagasaki), siendo que ya en 1613 los comerciantes de Inglaterra habían abandonado Japón sin esperar al sakoku ante la silenciosa hostilidad de los Tokugawa.

Cabe destacar que en estos tres casos las operaciones de intercambio comercial eran realizadas en pequeñas islas, zonas específicamente alejadas del territorio japonés propiamente dicho, siendo que el bakufu en realidad apreciaba mantener un contacto reducido con el mundo exterior, lo suficiente para conocer avances tecnológicos y la situación político-económica externa (especialmente apreciada al contactar con la dinastía Ming de China y con los neerlandeses) pero lo bastante restringido para evitar influencias foráneas sobre el pueblo nipón.

Restricciones para los extranjeros privilegiados

A los extranjeros participantes en el intercambio del sakoku se les prohibía estrictamente salir de dichas zonas para entrar en territorio japonés (salvo para visitas de homenaje a la corte del shōgun), ni se permitía a los comerciantes japoneses la libre entrada a dichas islas, debiendo tener un previo permiso del bakufu para estas operaciones.

Intentos de poner fin al sakoku

A lo largo de los años existieron tentativas de diversas potencias extranjeras para forzar el fin de sakoku y presionar para que se iniciara una apertura del Japón al mundo exterior de modo irrestricto, siendo que ya en 1647 hubo un fallido intento de galeones hispano-portugueses de penetrar en Nagasaki por la fuerza.​

Desde fines del siglo XVIII hubo intentos desde Rusia, Francia, Estados Unidos y Gran Bretaña por contactar con Japón, ya fuera enviando embajadas o desembarcando comerciantes (siendo siempre rechazadas ambas clases de intento). Tras la guerra del Opio, el Reino de los Países Bajos consideró prudente enviar una carta oficial al propio bakufu alertando sobre los avances imperialistas de Gran Bretaña en Asia Oriental, pero en Japón se desoyeron tales advertencias, pese a que la élite intelectual estaba bien informada (y preocupada) sobre el creciente poderío de las grandes potencias de Europa, temiendo que Japón quedase rezagado sin remedio si los europeos forzaban la ruptura del sakoku por la fuerza.

Fin del sakoku

El sistema de sakoku duró en la práctica hasta 1853, año en que el Comodoro Matthew Perry se presentó en la misma bahía de Tokio (y no en Nagasaki) con una flota de buques de guerra estadounidenses para exigir la apertura comercial y forzó posteriormente la firma por parte de Japón del tratado de Kanagawa. El término sakoku, sin embargo, no fue utilizado hasta el siglo XIX. A pesar de la apertura iniciada en 1853, aún era ilegal para los japoneses abandonar el territorio de su país hasta que ello fue permitido por la restauración Meiji.

Fuentes