Batalla Naval de Santiago de Cuba
Batalla Naval de Santiago de Cuba
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Parte de Guerra Hispano-Cubano-Norteamericana | |
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Fecha | 3 de julio de 1898 |
Lugar | Bahía de Santiago de Cuba |
Resultado | Decisiva victoria estadounidense. |
Beligerantes | |
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Comandantes | |
Almirante Cervera | Almirante Sampson Comodoro Schley |
Fuerzas en combate | |
4 cruceros acorazados 2 contratorpederos |
4 acorazados 2 cruceros acorazados 1 cañonero 3 cruceros auxiliares |
Bajas | |
332 muertos[1] 197 heridos 1.670 prisioneros 6 barcos perdidos |
1 muerto[1] 3 heridos |
Batalla Naval de Santiago de Cuba. Hecho histórico ocurrido el 3 de julio de 1898 en la Bahía de Santiago de Cuba durante el conflicto armado conocido como Guerra Hispano-Cubano-Norteamericana. Esta acción significó el fin del dominio colonial español en el territorio cubano y en toda América debido a la contundente victoria estadounidense sobre las fuerzas navales españolas. El combate ocurrió entre una escuadra española comandada por el Almirante Pascual Cervera y Topete y una norteamericana bajo la guía del Almirante William Thomas Sampson y el Comodoro Winfield Scott Schley.
Sumario
Fuerzas en combate
España
Las fuerzas navales de la Armada de España estaban bajo el mando del reconocido Almirante Pascual Cervera y Topete, un hombre de una vasta experiencia en operaciones navales y que había sido enviado a Cuba el 29 de abril de 1898 con el objetivo de frenar cualquier intento de toma del oriente cubano por parte de las fuerzas estadounidenses tras el fracaso ocurrido en la Batalla de Cavite, Filipinas, donde los Estados Unidos, con inferioridad numérica, le propiciaron una derrota absoluta de las fuerzas españolas.
El Almirante Cervera siempre se opuso al envío de fuerzas navales y militares para salvar el colonialismo español en Cuba. En carta fechada el 28 de febrero del propio 1898 le comunicó al Ministro Segismundo Bermejo su malestar por la inútil perdida de vidas humanas y materiales bélicos en la guerra que se desarrollaba en Cuba[2]:
El 20 de abril, cuando la flota española se reunió en las islas de Cabo Verde, le recomendó al ministro de Marina que en vez de zarpar rumbo al Caribe, resultaba más aconsejable trasladar la escuadra a Canarias, para defender este archipiélago (e incluso costas peninsulares) de un posible ataque norteamericano. Sin embargo, el 24 de abril el Gobierno le ordenó que saliese hacia las Antillas. En el mismo mensaje se le informó que la bandera de Estados Unidos era enemiga. Cervera antes de partir le escribió una carta a su hermano en la que, entre otras cosas, le decía:
Para esta misión el Almirante Cervera contaba con 4 cruceros acorazados y 2 contratorpederos. El buque insignia del Almirante Cervera era el crucero acorazado Infanta María Teresa, el cual iba al frente de los también cruceros acorazados Almirante Oquendo, Vizcaya y Cristóbal Colón[3]. Este último era un navío construido en los Astilleros Sestri Ponente de Ansaldo, Génova, siendo botado al agua en 1896 como parte de uno de los 10 buques gemelos de construcción italiana de la Clase Giuseppe Garibaldi. Poseía un desplazamiento de 6840 toneladas y una velocidad de 20 nudos. Su armamento estaba compuesto por 2 cañones de 254 mm., 10 cañones de 152 mm, 6 cañones de 120 mm, 20 cañones ligeros, 2 ametralladoras y 4 tubos lanzatorpedos[4]. Se trataba del mejor buque de su clase que había en ambas escuadras. El contrato de compra comprendía la adquisición del otro buque gemelo llamado Pedro de Aragón. Los fallos en sus cañones pesados hicieron que se le retirasen a la espera de sustituirlos por otros, sin embargo el estallido del conflicto obligó a que partiera a las aguas del Mar Caribe sin ellos.
Los tres primeros cruceros fueron construidos en la Sociedad Astilleros del Nervión, Sestao, España, como parte de la Clase Infanta María Teresa. El Infanta María Teresa fue botado el 30 de octubre de 1890 y tres años después entraría en servicio en Bilbao (España). Poseía un desplazamiento de 6.890 toneladas, con una velocidad de 20 nudos, un cinturón blindado de 305–254 mm. y un blindaje de cubierta de 76–52 mm. Su armamento estaba compuesto por 2 cañones González Hontoria de 280 mm., 10 cañones Gónzalez Hontoria de tiro rápido de 140 mm., 8 cañones Hotchkiss de tiro rápido de 57 mm., 8 ametralladoras de revólver Hotchkiss de 37 mm., 2 ametralladoras Nordenfelt, 2 cañones de bronce de 70 mm para operaciones en tierra y 8 tubos lanzatorpedos de 365 mm. Por su parte el Vizcaya también fue botado al agua el 8 de julio de 1891 bajo la clasificación de crucero acorazado de 2ª clase. Mientras que el Almirante Oquendo fue botado el 3 de octubre de 1891 bajo la clasificación de crucero protegido de 1ª clase.
El militar, escritor y político español Víctor María Concas y Palau expreso en su libro La Escuadra del Almirante Cervera su visión de los navíos de la Clase Infanta María Teresa[5]:
Los dos modernos destructores contratorpederos eran el Plutón y Furor, ambos pertenecientes a la Clase Furor (se construyeron 6 buques para esta clase, todos en los Astilleros J & G Thomson, ubicados en las ciudad escocesa de Clydebank).
Estados Unidos
Las fuerzas navales estadounidenses estaban al mando del Almirante William Thomas Sampson y el Comodoro Winfield Scott Schley. Estas fuerzas estaban compuestas por cuatro acorazados modernos (USS Texas, USS Iowa, USS Indiana y USS Oregon, estos dos últimos de la misma clase), dos nuevos cruceros acorazados (USS Brooklyn y USS New York; este último regresó justo a tiempo para participar en el final de la batalla), un torpedero (USS Ericsson) y tres cruceros auxiliares (USS Gloucester, USS Resolute y USS Vixen; el primero fue anteriormente el yate de J. P. Morgan conocido como Corsair, el segundo era un mercante reconvertido, y el tercero, un yate armado que fue propiedad del financiero Peter Arrell Brown Widener)[6].
El USS Texas era un acorazado del tipo pre-dreadnought botado en el 28 de junio de 1892[7]. Este barco fue construido en el Astillero Naval de Norfolk ubicado en Virginia a un precio de 2 500 000 dólares y tomando como base un diseño británico. Poseía un desplazamiento de 6.682 toneladas con una velocidad de 17 nudos. Su blindaje máximo era de 305 mm y de 50 mm en puente. Estaba armado con 2 cañones de 305 mm., 6 cañones de 152 mm., 15 cañones ligeros y 4 tubos lanzatorpedos.
El USS Iowa era un acorazado del tipo pre-dreadnought y único de su clase. Fue el primer buque nombrado en honor al estado de Iowa. Fue botado el 28 de marzo de 1896 en el astillero William Cramp and Sons de Filadelfia, Pensilvania, bajo el amadrinamiento de la hija del gobernador de Iowa. Fue designado como acorazado costero, pero su alto francobordo en comparación con sus antecesores, lo convirtieron en el primer acorazado real de los Estados Unidos. Contaba con un desplazamiento de 11.410 toneladas y una velocidad de 16 nudos. Tenía un blindaje máximo de 355 mm. y su armamento estaba compuesto por 4 cañones de 305 mm., 8 cañones de 203 mm., 6 cañones de 102 mm, 24 cañones ligeros y 4 tubos lanzatorpedos[8][9].
El USS Indiana era un acorazado botado al agua el 28 de febrero de 1893 en el Astillero Naval de Filadelfia. Su cintura blindada era de 457 mm. de espesor máximo, y en las torretas de grueso calibre el blindaje era de 381 mm. Sus carboneras, tenían una capacidad de 1.567 toneladas de carbón. Contaba con un desplazamiento de 10.280 toneladas y una velocidad de 15 nudos. Estaba armado con 4 cañones de 320 mm., 8 cañones de 203 mm., 4 cañones de 152 mm, 26 cañones ligeros y 6 tubos lanzatorpedos. Se unió a las fuerzas del Almirante Sampson el 1 de junio[10].
El último de los acorazados era el USS Oregón, un buque perteneciente a la Clase Indiana del tipo pre-dreadnought. Su cintura blindada era de 457 mm. de espesor, y en las torretas de grueso calibre, tenía un espesor de 381 mm. Sus carboneras, tenían una capacidad de 1 567 toneladas de carbón. Era un buque gemelo del USS Iowa. Fue botado el 26 de octubre de 1893 en el astillero de la Union Iron Works de San Francisco, California. Su armamento estaba compuesto por 4 cañones de 330 mm., 8 cañones 203 mm., 20 cañones 57 mm., 5 cañones 152 mm. y 6 tubos lanzatorpedos 457 mm[11].
El crucero acorazado USS Brooklyn era el buque insignia del Comodoro Winfield Scott Schley. Fue construido en los astilleros Willian Cramp & Sons de Filadelfia y botado al agua el 2 de octubre de 1895. El buque tenía un blindaje de cintura de 76 mm, 140 mm en las torres y entre 76 y 152 m en el puente. Su precio total, fue de 2 986 000 dólares. La capacidad de sus carboneras, era de 1.461 toneladas de carbón. Esta armado con 8 cañones de 203 mm., 12 cañones de 127 mm. y 4 tubos lanzatorpedos de 457 mm.
Por su parte el USS New York era el buque insignia del Almirante William Thomas Sampson y a su vez el navío insignia de la fuerte escuadra estadounidense. Este crucero acorazado era único de su clase y su construcción había sido autorizada por el Congreso de Estados Unidos en 1888 y ya el 2 de diciembre de 1891 estaba siendo botado al agua por los astilleros William Cramp and Sons. Este poderoso navío poseía un desplazamiento de 8.150 toneladas, con un blindaje de 101 mm. en el cinturón y 150 mm. en la cubierta. Su armamento estaba compuesto por 6 cañones de 203 mm., 12 cañones de 102 mm., 8 cañones de 6 libras, 4 cañones de 1 libra y 3 tubos lanzatorpedos de 360 mm. Su velocidad era de 21 nudos. Toda una joya de la Armada de los Estados Unidos.
El cañonero USS Ericsson era un navío botado al agua el 12 de mayo de 1894 por Iowa Iron Works, en Dubuque, Iowa. Por su parte el crucero auxiliar USS Gloucester era un yate construido en 1891 por Neafie & Levy en Filadelfia, Pensilvania y adquirido por la Armada de los Estados Unidos el 23 de abril de 1898 como parte de la Clase Indiana. El USS Resolute fue designado como crucero auxiliar y de tansporte y botado en los astilleros Delaware River Shipbuilding and Engine Works, Chester, Pennsylvania, el 10 de febrero de 1894 siendo adquirido el 21 de abril de 1898 por los navales estadounidenses. El último de los tres cruceros auxiliares, el USS Vixen, era un yate a vapor aparejado como goleta botado en el año 1896 en los astilleros Lewis Nixon, de Elizabethport, en New Jersey, siendo adquirido por la US Navy el 9 de abril de 1898 y dado como listo para el combate el día 11 del propio mes.

La escuadra estadounidense arribó el 19 de mayo al puerto de Santiago de Cuba. El 25 de mayo, el Almirante Cervera envió un telegrama al Ministro de Marina comunicándole la situación en que se encontraba su Escuadra:
El Almirante (Cervera) al Ministro (Auñón):
Estamos bloqueados; califiqué desastrosa nuestra venida para los intereses patria.- Hechos empiezan darme razón.- Con la desproporción de fuerzas es absolutamente imposible ninguna operación eficaz.- Tenemos víveres para un mes.
La Escuadra del Almirante Cervera permanecía bloqueada en el puerto de Santiago, sometida a todo tipo de presiones para que presentara batalla a la escuadra estadounidense del Almirante Sampson. Sin embargo, Cervera se resistía a salir de la seguridad del puerto. La flota estadounidense permanecía fuera del puerto esperando la salida de los buques españoles. Por las noches siempre había dos buques estadounidenses vigilando e iluminando con sus proyectores la bocana de salida sin que las baterías de costa pudiesen molestarlos.
Ante la imposibilidad de enfrentarse a las fuerzas navales de los Estados Unidos debido a la inferioridad numérica española, los marinos que acompañaban al Almirante Cervera comenzaron a buscar soluciones para intentar burlar el cerco enemigo y darle oportunidad a sus navíos de enfrentar a los estadounidenses en condiciones favorables para el éxito. El capitán de navío Fernando Villaamil, jefe de la escuadrilla de destructores, propuso realizar incursiones rápidas con sus ágiles y veloces destructores, atacando puertos de la costa este de Estados Unidos (Nueva Orleans, Miami, Charleston, Nueva York o Boston) para forzar así a gran parte de la escuadra estadounidense a volver para defender sus propias costas. De este modo, se habrían igualado las fuerzas navales de ambos contendientes en Cuba. En la postura de Villaamil pesó el conocimiento de que el puerto de Nueva York carecía prácticamente de defensas militares. De una u otra forma, estos planes no fueron ejecutados, tal vez por la oposición del almirante Cervera, que optó por que todos los buques permaneciesen en puerto.
El 3 de junio el Ministro de Marina le contesta indicándole la necesidad de que sus barcos fuesen movidos a Filipinas:
El Ministro de la Guerra (Correa) al General en Jefe (Blanco):
La situación muy seria de Filipinas nos obliga a mandar allí buques y refuerzos de tropas tan pronto como sea posible. Con objeto de poder contender con la Escuadra del enemigo en Manila, será indispensable mandar allí una Escuadra que no sea inferior (...)La única cosa que podemos hacer es enviar todos los barcos de la Escuadra de Cervera, que puedan salir de Santiago (...) Este movimiento sería sólo temporal, y una vez conseguido el objeto en Filipinas, la Escuadra volvería a Cuba sin pérdida de tiempo y fuertemente reforzada (...).
Cervera, que ve su salida de la boca del puerto de Santiago de Cuba como un acto suicida estima que lo mejor es defender la ciudad con sus dotaciones reforzando a las tropas del General Linares, y hundiendo, si es necesario, los barcos para que no caigan en manos del enemigo. Sin embargo, otra era la idea que tenía el gobierno que le ordena salir a sacrificar sus buques, en nombre del honor español.
El jefe de Estado Mayor de la escuadra de Cervera, el capitán de navío Joaquín Bustamante y Quevedo, propuso al almirante una salida nocturna escalonada para evitar la pérdida total de la escuadra. Bustamante proponía que en primer lugar salieran los destructores, los cuales, merced a su mayor velocidad y reducido tamaño podrían intentar torpedear alguno de los buques americanos, sembrando el desconcierto en las filas americanas y quizás hundiendo alguno de los buques bloqueadores, saliendo posteriormente los cruceros, e intentando cada uno dirigirse a un rumbo establecido de antemano para crear confusión y dividir a la escuadra bloqueadora.
La idea de Bustamante, al igual que la propuesta de Villaamil, fue desestimada. Entre las razones que evitaron que prosperase tal iniciativa se encuentran dos que, finalmente, y ante el apoyo del resto de miembros del Estado Mayor, decidieron la suerte de la escuadra:
- a)- La primera era debido a que los norteamericanos bloqueaban la salida de la entrada y disponían siempre, a una distancia de 1 milla, un buque que la iluminaba con reflectores;
- b)- La segunda razón tenía tintes remarcadamente derrotistas: se expuso que ante la irremediable pérdida de todos los barcos, durante la noche se haría más difícil prestar ayuda a las dotaciones de la escuadra, con lo que las pérdidas en vidas humanas serían mucho mayores. Quizás los defensores de tal idea se olvidaron de que mandaban una fuerza naval en tiempo de guerra.
El 7 de junio el alto mando militar estadounidense le ordena a sus navíos bombardear Santiago de Cuba, esta acción perjudicó seriamente a los fuertes y ocasionó muchas muertes. Fue demolido el crucero español Reina Mercedes, matando al segundo comandante y a cinco marineros e hiriendo a un teniente y diez marineros. Por su parte en Madrid, un despacho oficial de La Habana le comunicaba al gobierno español que sus buques habían rechazado el ataque norteamericanos del día 8, aunque murieron varios militares ibéricos entre los cuales se hallan el Coronel Ordoñez y el Capitán Sánchez.
Los estadounidenses presionaban cada vez más para tratar que los navíos españoles se le enfrentaran en un combate naval. El alto mando militar ordeno el hundimiento del vapor Merrimac, cargado de carbón y con un cinturón de jarras llenas de pólvora para cerrarle el paso a los buques ibéricos. Para la misión se presentaron siete voluntarios: el teniente de Ingenieros Richmond Pearson Hobson y seis hombres. El buque fue descubierto por los centinelas y el fuego comenzó de inmediato desde la batería de Punta Gorda, mientras que al mismo tiempo, se dispararon dos torpedos desde los cazatorpederos, provocando el hundimiento del navío sin que llegaran a detonar las jarras de pólvora. El barco quedó hundido cerca de Cayo Smith y la entrada de Santiago continuó libre. El teniente Hobson y sus hombres fueron rescatados del mar en una balsa volcada y a la deriva, y hechos prisioneros de guerra y tratados por Cervera con gran caballerosidad y humanidad.
El día 2 de julio de 1898 el capitán general Ramón Blanco ordenó desde La Habana a Cervera abandonar el puerto de Santiago ante la inminente ocupación de la ciudad por las fuerzas terrestres estadounidenses y el consiguiente peligro de captura de los barcos. Cervera, convencido de la imposibilidad de lograrlo y de que el intento constituiría un verdadero suicidio, escribió al ministro de Marina D. Segismundo Bermejo:


El 3 de julio en las aguas próximas a la bahía de Santiago de Cuba, se libró el fatal combate entre la escuadra española del Almirante Cervera con 28 980t y la norteña de Sampson con 57 252t. El almirante Cervera optó por precipitar el desenlace de lo que ya se sabía que iba camino de convertirse en tragedia. La salida de la escuadra se haría a las 09:30 horas de la mañana, a plena luz del día, siendo ventajoso para los estadounidenses ya que podían ubicar bien a los buques españoles. La salida del puerto se produjo de uno en uno dado lo estrecho de la boca de la bahía.
El primer barco en salir sería el insignia Infanta Maria Teresa, quien abrió fuego a las 09:35 sobre un acorazado estadounidense, aunque su verdadera intensión era dirigirse a toda máquinas hacia el USS Brooklyn y ponerlo fuera de combate de forma inmediata ya que constituía el navío más rápido de la escuadra enemiga. Detrás del Teresa saldrían el Vizcaya, el Cristóbal Colón y el Almirante Oquendo con la misión de huir hacia el oeste y salvarse para luego reincorporarse al conflicto. Por último se hicieron a la mar los destructores Furor y Plutón, que no tenían ninguna opción ante la potencia de fuego de Estados Unidos. Incluso a la salida de la bahía, cada barco español se detenía para poder desembarcar al práctico civil del puerto, lo que aún otorgaba más tiempo a los bloqueadores para concentrar su fuego sobre ellos. El Maria Teresa al principio hizo huir al Brooklyn pero pronto se vio bajo un aluvión de fuego proveniente del Indiana y el Oregon, y al no conseguir su objetivo, cambió de rumbo, aunque sus desperfectos obligaron a la dotación a embarrancarlo al oeste de Cabañas. El Almirante Oquendo, al ser el último de los cruceros en abandonar la bahía, fue el más castigado de todos, yendo a embarrancar, envuelto en llamas, a 500 metros del Maria Teresa.
El Furor y el Plutón poco pudieron hacer, enfrentándose a buques de mayor entidad y potencia, por lo que no tardaron en sucumbir, el primero embarrancando y el segundo hundido por el fuego enemigo, falleciendo Villamil en uno de ellos. El Vizcaya al principio parecía que se escapaba del fuego enemigo pero sus fondos sucios frenaban su marcha y pronto, al ser alcanzado por los buques perseguidores, se vio obligado a embarrancar junto a Aserraderos, donde le explotaron las calderas y los pañoles de munición poco después de las once de la mañana.
El Cristóbal Colón, a toda maquina, parecía que iba a conseguir su objetivo de huir de la acción ya que era el navío más rápido de las dos escuadras presentes en la batalla. Su buen carbón le posibilitó alejarse de los buques enemigos pero al acabarse este comenzaron a usar otro de menor calidad y perdieron velocidad, siendo alcanzado también por los navíos de la US Navy. Los disparos de los buques estadounidenses se quedaron cortos al principio, pero poco a poco fueron tomando la distancia y comenzaron a hacer los primeros impactos. Su comandante, para evitar que fuese capturado, convirtiéndose en una excelente presa y botín de guerra puesto que fue el que menos daños sufrió de toda la escuadra española, decidió embarrancarlo a las 13:54 en las proximidades de la desembocadura del río Turquino, a 48 millas (89 kilómetros) de Santiago de Cuba. También aquí como antes en Cavite, el tiro de los americanos dejó mucho que desear, aunque el de los españoles no le fue a la zaga. En comparación con el castigo recibido por la escuadra de Montojo en Cavite, que no fue hundida por la escuadra de Dewey, no parece que hayan sido los impactos de los cañones americanos los responsables de la pérdida de cuatro cruceros acorazados de 7.000 toneladas.
El Cristóbal Colón, de hecho, prácticamente quedó indemne. Los norteamericanos intentaron reflotar el Colón con la intención de incorporarlo a su flota, pero la precipitación hizo que los norteamericanos no tuvieran en cuenta el hecho de que la tripulación española hubiera abierto los grifos de fondo para inundar el navío, con lo cual éste daría la vuelta y se perdería definitivamente. Más suerte lograron con el Acorazado María Teresa, que sí consiguieron reflotar. Pero durante su traslado a los Estados Unidos, cerca de las islas Caicos una tempestad hizo que se rompiera el cable con el que era remolcado, perdiéndose definitivamente.
En algo más de cuatro horas, la escuadra española del Atlántico quedó aniquilada por el poderío naval estadounidense. Si esta se hubiera quedado en la ciudad hubiese brindado mayor apoyo a la defensa artillera con sus piezas navales. El mero hecho de ella estar en el puerto significaba un aliento moral para los defensores, quienes confiaban en el poderío de su endeble escuadra, considerada en la época la sexta mejor del mundo.
Resultado

Esta batalla fue por así decirlo, una cacería, una monstruosa carnicería. España perdió toda la flota de Cervera. La marina norteña no perdió ni un solo buque, teniendo solo un muerto y tres heridos. El navío estadounidense más castigado fue el Brooklyn, que recibiría 40 impactos, tan sólo 4 de medio calibre siendo el resto de pequeño calibre; 3 impactos recibió el Oregón; 2 el Texas; 2 el Indiana y 6 el Iowa.
Las bajas de la escuadra española fueron cuantiosas: 332 muertos, 197 heridos y 1.670 prisioneros. Por parte americana, tan sólo 1 muerto y 3 heridos. Las primeras noticias del desastre llegarían a través de un grupo de marineros supervivientes de uno de los buques, que se negó a entregarse a los americanos. Jamás se había visto algo parecido en la historia naval. En la parte española siempre ha prevalecido la idea de que la escuadra del almirante Cervera se enfrentaba a una fuerza infinitamente superior, y que sus barcos eran viejos y estaban mal equipados, pero eso no es del todo cierto. El Teresa, el Vizcaya y el Oquendo habían entrado en servicio en 1893, sólo cinco años antes, mientras que el Cristóbal Colón, el Furor y el Plutón fueron botados el año anterior.
Los barcos españoles tenían una coraza y armamento más ligeros que los norteamericanos, pero también eran más rápidos. Se trataba en ambos casos de flotas modernas aunque construidas con una concepción distinta. España necesitaba buques capaces de trasladarse con rapidez a sus posesiones de ultramar, no sólo en el Caribe, sino también al otro lado del mundo, en Filipinas. Estados Unidos, al carecer de un imperio ultramarino, optó por barcos más pesados pero también menos ágiles. En principio, ninguna de las dos armadas tenía ventaja sobre la otra. Todo dependía del tipo de combate naval que se entablase, pero tanto en Cavite (Filipinas) como en Santiago de Cuba, las circunstancias le dieron una ventaja aplastante a los navíos estadounidenses.
Consecuencias
La derrota que le ocasionó la flota naval estadounidense a la escuadra española condujo a la derrota definitiva del colonialismo español en América. Sin el apoyo de los 131 cañones de la artillería de los buques, la ciudad de Santiago de Cuba fue bombardeada el día 11 de julio. El Ejército Libertador Cubano por su parte llegó hasta el Cementerio Santa Ifigenia combatiendo. Cayeron los barrios Gascón, El Cobre, Dos Pedritos. El día 14 la ciudad se rendía por completo ante las tropas norteamericanas.
El historiador y político español Javier Tusell, en un artículo publicado sobre la derrota española señaló[12]:
Sin embargo el Mayor General Shafter impidió que los cubanos hicieran uso del derecho a entrar en Santiago de Cuba. Este derecho, ganado con 30 años de duros sacrificios y amargas necesidades, en el momento de la victoria les fue a los mambises que tanta sangre habían derramado por la libertad de Cuba. Calixto García días después, le envía una honorable carta de protesta al general Shafter donde realzaba la moral y el derecho de las armas cubanas al disfrute de su victoria. En esta le recordaba que el pueblo cubano había luchado casi 30 años por lograr la independencia y tenía el derecho de dirigir los destinos de su patria, como parte del conglomerado de las naciones libres.
Referencias
- ↑ 1,0 1,1 Peytaví, Ricardo. «El desastre naval de Santiago de Cuba (3 julio 1898)» (en español). www.mgar.net. Consultado el 12 de agosto de 2013.
- ↑ Cervera Fantoni, Ángel Luis. «Introducción a la vida del Almirante Cervera» (en español). AlmiranteCervera.com. Consultado el 14 de agosto de 2013.
- ↑ Antequera, José. «La batalla de Santiago de Cuba». www.mgar.net. Consultado el 12 de agosto de 2013.
- ↑ «LA ARMADA EN EL TEATRO DE OPERACIONES ATLÁNTICO». ElDesastreDel98.com. Consultado el 12 de agosto de 2013.
- ↑ «CRUCEROS CLASE "VIZCAYA"». ElDesastreDel98.com. Consultado el 12 de agosto de 2013.
- ↑ «LA U.S. NAVY EN EL ATLÁNTICO» (en español). ElDesastreDel98.com. Consultado el 13 de agosto de 2013.
- ↑ .TEXAS (2nd Class Battleship). Información publicada en NavSource Online: Battleship Photo Archive. Consultado el 13 de agosto de 2013.
- ↑ BB-4 USS IOWA 1893 - 1899. Información publicada en NavSource Online: Battleship Photo Archive. Consultado el 13 de agosto de 2013.
- ↑ Spanish-American War: USS Iowa (BB-4). Artículo publicado por Kennedy Hickman en About.com Guide. Consultado el 13 de agosto de 2013.
- ↑ BB-1 USS INDIANA 1891 - 1897. Información publicada en NavSource Online: Battleship Photo Archive. Consultado el 13 de agosto de 2013.
- ↑ BB-3 USS OREGON 1891 - 1897. Información publicada en NavSource Online: Battleship Photo Archive. Consultado el 13 de agosto de 2013.
- ↑ Tusell, Javier; autores (2005), Fotografías de la guerra de Cuba, Madrid: Pentagraf Editorial, ISBN 9788493461706
- Grandes momentos del fotorreportaje cubano: La flota que derrotó a España. Artículo publicado por Jorge Oller Oller en Cubaperiodistas.cu. Consultado el 14 de agosto de 2013.