Batalla de El Pari (Bolivia, 1816)
Batalla de El Pari
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Parte de la Guerra de la Independencia de Bolivia y Guerra de la Independencia Argentina | |
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Representación de la Batalla | |
Fecha | 21 de noviembre de 1816 |
Lugar | Santa Cruz de la Sierra, Bolivia |
Resumen | Batalla más sangrienta realizada en la Guerra de Independencia Hispanoamericana y en la independencia de América en general, en la cual sobrevivieron solo 200 hombres en el ejército realista y unos 350 de las fuerzas patriotas. |
Resultado | Victoria realista |
Beligerantes | |
Patriotas de la Provincia de Charcas | España |
Comandantes | |
Líderes
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Líderes |
Fuerzas en combate | |
1000 hombres | 1600 hombres |
Bajas | |
650 bajas | 1400 bajas |
Batalla de El Pari. Acción realizada el 21 de noviembre de 1816 . Desconocida para muchos, es un enfrentamiento de las tropas revolucionarias con los realistas, que se dio en el llamado Alto Perú, cerca de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.
Catalogada como la mas sangrienta de la historia de las Guerras por la Independencia Americana, no tanto por el volumen de los participantes, sino por lo encarnizada y por los escasos sobrevivientes, de 2.600 combatientes, solo sobreviven 200, y del bando vencedor.
Sumario
Acontecimientos previos
Con la destrucción total del 3er ejército auxiliar del Río de la Plata la incertidumbre se apodero de la América, quedando nuevamente Santa Cruz de la Sierra como único punto patriota en el continente. Conocedor de esto el General Joaquín de la Pezuela, concentra todas sus fuerzas para retomar la capital cruceña y acabar con todo foco patriota.
Ejércitos en el campo de Batalla
Para tal cometido, pide al General de los Ejércitos del Alto Perú Juan Ramírez de Orozco, que escoja a su mejor hombre para encabezar la marcha contra Santa Cruz, recayendo la responsabilidad en el Tcnel. Cruceño Francisco Xavier de Aguilera, quien avanza sobre su ciudad natal con un contingente de más de 1600 hombres, muchos de ellos veteranos de la guerra de la Independencia de España sostenida contra los ejércitos napoleónicos, los que meses antes se habían enfrentado al Patriota Manuel Asencio Padilla y su esposa Juana Azurduy, además venían milicianos presidiarios de las cárceles españolas y otra sarta de mal vivientes.
Su ejercito incluía:
- El batallón Fernando VII, compuesto de 500 hombres.
- El Batallón de Infantería Talaveras de la Reina, con 500 efectivos.
- Dos divisiones cochabambinas de caballería con 500 jinetes.
- Dos piezas de artillería con 50 soldados cada una.
El Cnel. Ignacio Warnes, conocedor de lo próximo que estaba a la vista, comisiona al Colorao Mercado para que construya galpones militares en la zona de Las Horcas de Chaves, hoy municipio de La Guardia, en donde el terreno facilita una vista infinita hacia el Oeste, instalando un punto de vigilancia o de guardia en el lugar. Para el patrullaje de la zona, destaco un escuadrón de Caballería al mando del comandante Choclares Pedraza, quien tendió una línea de vigilancia de Norte a Sur.
A su vez, el ejercito desplazado por el Cnel. Warnes a las candentes arenas de El Pari, estaba compuesto por los siguientes cuadros:
- 300 Fusileros
- 250 de Caballería comandados por el Cnel. José Manuel Mercado Montero y el Cap. Saturnino Salazar, entre los que se encontraba el futuro héroe de Ingavi (1841) Mariano Rendón y Cabezas.
- La Artillería estaba a cargo del comandante Rocha “el traidor” con 150 infantes, además de varios montoneros armados de macanas, lanzas, flechas y machete.
Preparativos para la Batalla
Los preparativos para esta Batalla fueron registrados por nuestros historiadores del siglo pasado de la siguiente manera:
Hernando Sanabria escribe:
La tropa patriota vestía de la siguiente manera, según el capitán patriota Mariano Rendón y registrado por:
La situación en que quedo la ciudad, luego que los patriotas partieron al Campo de Batalla, lo refleja:
Mariano Zambrana de la siguiente manera:
Según Zambrana, el Cnel. Warnes, antes de montar su corcel, se despide de sus amigos y les dice:
Según Mariano Duran Canelas:
La Batalla
Las incidencias de la Batalla, fue registrada por los historiadores de la siguiente manera:
Mariano Zambrana (1925) escribe:
Ambos ejércitos colocados a tiro de pistola, casi a un tiempo rompen los fuegos la infantería i la caballería. Varios disparos de carabina hacen los jinetes de Mercado, i luego que este les dice “a la carga muchachos, Viva la Patria” arremeten a son de clarín con el ímpetu del mas resuelto valor, contra la caballería realista: la arrollan i la deshacen después de desbaratarle su cuadro formado para resistir a la segunda carga; pasan las horas i la pelea sigue con un ardor increíble, fantástico, sobrehumano; nada es la ponderación para describirlo; a cada momento arrojaba la artillería bocanadas de fuego mortífero; i tendida la infantería patriota a flor de tierra, para utilizar la desigualdad del terreno, resistía valientemente las nutridas descargas del Batallón Fernando VII que el mismo Aguilera comandaba en persona, i al contestarlas, hacia grandes claros en sus filas; en esto ingresa con denuedo al combate el temible Batallón Talaveras, i entonces a la voz de Warnes, botando los patriotas al suelo sus fusiles, empuñan las bayonetas i se arrojan como leones sobre la infantería real, a puñalada limpia, en la lucha de cuerpo a cuerpo, con los enemigos que hacen otro tanto.
Toma con esto el combate un aspecto horroroso, feroz, tan sangriento como cruel. A lo lejos, efectúa la dispersión y persecución de los escasos grupos de jinetes que le quedaban a la deshecha caballería cochabambina. Formidable había sido asimismo la lucha de ambas caballerías. “dos nubes que al batir de los vientos – escribe un cronista cruceño – repiten instantáneamente su choque eléctrico, no sorprendiera como el encuentro de esos combatientes ecuestres, confundidos entre la inmensa polvadera de los arenales de San José”
De esa valerosa “caballería tabla”, efectivamente Mercado había respondido a los muy pocos héroes que sobrevivieron de la sangrientísima hecatombe, al país cruceño, a la Patria, a la posteridad; pero no a Warnes que yacía en el campo, alevosa i cobardemente asesinado por infante de Talaveras i por un oficial, cuando no podía defenderse porque habiendo caído con el su cabalgadura, le tomo debajo pierna y brazo derechos a poca distancia de donde sus soldados combatían, i en momentos en que ya la victoria se pronunciaba a favor de su causa.
Ese hermoso corcel blanco que sobre su carnudo lomo conducía con agilidad i viveza la imponente figura del Aníbal sudamericano, pesadilla invicta de los tercios del Reí, ese corcel, había sido derribado sin vida por la bala monárquica, i al caer troco a los vencidos en vencedores, al triunfo en derrota… Los que contaron la historia, habían visto por entre las ralezas o claridad que ligeras ráfagas hacían disipar la humareda, yacer entre los cadáveres unas ancas ensangrentadas; la montadura en su sitio, pero manchada también; el crinado rostro del caballo en un charco de sangre; i debajo del voluminoso cuerpo, una parte de aquel hombre de valor sin límites, que tantos peligros dominara antes; el cráneo perforado por el plomo y el corazón con plumaje. (…) Del Batallón Fernando VII solo sobrevivieron cinco hombres, entre ellos un fraile español que hacía las veces de cirujano; i de sus 1600 soldados solo con 200 de los Talavera entro el caudillo realista en la ciudad a la hora crepuscular: traía de trofeo la cabeza de Warnes, cuyo cuerpo trabajo le costó encontrar entre los demás, cubiertos por la penumbra. La inmortal cabeza del héroe épico, fue exhibida en la plaza sobre una picota.
Manuscrito Lara-1880. Mercado con los ojos inundados de lagrimas por la trágica muerte de su comandante y compañero el coronel Warnes, la pérdida de sus amigos compatriotas y la grave situación de la batalla, efectúa una conferencia con el comandante argentino para reatacar por la mañana a Aguilera en el mismo campo del Pari, pero Salazar contesta: “Se murió Warnes, se acabaron sus ordenes, yo no soy más que Saturnino Salazar, los que gusten acompáñenme a la Argentina, síganme, nos iremos por la Cordillera (…). Esta desgraciada actitud determino la perdida de Santa Cruz para la Patria.
Del ejército de Aguilera, de 1600 hombres, no se salvaron de la muerte sino 200, los que, por órdenes de un chileno, el capitán Rocabado, estuvieron toda la noche dando tiros para infundir temor. Al día siguiente recogieron la artillería y la dispusieron en una especie de reducto, a la espera de los acontecimientos. Esto fue a dictamen del citado chileno Capitán Rocabado, siendo el único oficial que quedó con los sobrevivientes Tablas. Los demás se ocultaron, viendo que Aguilera se retiró, pero no fue sino por perdida la esperanza del triunfo que si se quiere fue prudencia buscar un secreto asilo al paso que los patrias. Aguilera y sus diezmadas tropas permanecieron cuarenta y seis horas en el campo sin animarse a ocupar la ciudad, socorridos de sus partidarios quienes indagando hallaron al realista Aguilera a quién le dieron conjeturados informes. (…)Consecuencias
Los derrotados del Pari, en su camino a Chiquitos fueron perseguidos por algunos soldados de Aguilera dispersos para este fin. Mataron y degollaron a varios patriotas sobrevivientes y tal fue el desastroso fin, que entre esos desgraciados cayo el valiente mayor Pedraza (alias Choclares).
Desengañado Mercado al no poder resistir esas persecuciones que trajeron el pánico a los combatientes patriotas, ni poder afrontar las dificultades que se volvieron insuperables, decidió abandonar Chiquitos con dirección a la Cordillera en compañía de su asistente Ramitos y los pocos sobrevivientes que quedaban.
Por esta victoria, el virrey Pezuela otorgo a don Francisco Xavier de Aguilera el titulo de Brigadier, lo que fue ratificado por el rey Fernando VII, quien además le otorga un titulo nobiliario, la condecoración de Caballero de la Orden de Santa Isabel y el cargo de Gobernador Intendente de Santa Cruz.
Véase también
Fuentes
- Cuéllar Chávez, Bismark A. (2010): Santa Cruz y el proceso independentista hispanoamericano. Sin ciudad: sin editorial, 2010.
- Manuscrito Lara, 1880.
- Vespa de Pucci, Yngrid (1996): José Manuel Mercado, el Colorao. Sin ciudad: sin editorial, 1996.