Eduardo Valdivia
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Eduardo Valdivia Sánchez. Escritor de cuentos, autor teatral y narrador español. Fue miembro del grupo Niké y participó en el nacimiento de la Editorial Javalambre, de la que fue director de ediciones, y donde publicó dos de sus colecciones de relatos: Las cuatro estaciones (1967) y Cuentos de Navidad (1968). Licenciado en Historia y Geografía en 1953 y posteriormente en Derecho.
Sumario
Síntesis biográfica
Nació en Écija, Sevilla, España el 10 de diciembre de 1929. Su infancia transcurrió en Salamanca, y sus estudio universitarios en Zaragoza, donde obtuvo el título de Licenciado en Historia y Geografía en 1953 y posteriormente en Derecho.
Trayectoria laboral
Profesor interino en el instituto de Calatayud en 1957, trabajó como abogado y en academias zaragozanas hasta que en 1960, donde ganó la plaza de profesor adjunto numerario de enseñanza media de Geografía e Historia, siendo destinado a Ceuta.
Al año siguiente, obtuvo la cátedra de la misma materia en Teruel donde pasó algunos años ocupando diferentes cargos: miembro de la Junta de Información y Turismo, de la Comisión Provincial de Monumentos, de la sección de Historia del Instituto de Estudios Turolenses, etc. A finales de aquella década, sin embargo, solicitó traslado a Tenerife y poco después a Soria en cuyo Instituto Castilla ejerció un breve tiempo.
Miembro del grupo Niké, participó en el nacimiento de la Editorial Javalambre, de la que fue director de ediciones, y donde publicó dos de sus colecciones de relatos: Las cuatro estaciones (1967) y Cuentos de Navidad (1968). Su novela ¡Arre, Moisés! (1972), seleccionada para el Premio Alfaguara, fue llevada al cine en 1979 por el director español, afincado en México, Luis Alcoriza, bajo el título de A paso de cojo.
Sobre su cuento El pisador de sombras el realizador zaragozano José Luis Pomarón haría un cortometraje que obtuvo en 1961, en el Concurso Nacional de Cine Amateur del C.E.C. de Barcelona el premio al argumento más original.
Trayectoria literaria
Sus inicios y años decisivos en su formación como escritor, participando en la tertulia del café Niké, sede de la O.P.I. —Oficina Poética Internacional—, fundada y comandada por Miguel Labordeta.
Comenzó escribiendo cuentos y pequeños dramas, que dieron a conocer revistas institucionales como El Pilar y las promovidas en el entorno de Miguel Labordeta (Orejudín, Samprasarana), antes de ser recogidos en volúmenes como El espantapájaros y otros cuentos (1960) y en Ediciones Javalambre, conocida sobre todo por su colección de poesía Fuendetodos, una de las colecciones poéticas más cuidadas de aquellos años. Allí aparecieron los primeros como son: Las cuatro estaciones (1967), Cuentos de navidad (1968).
En sus escritos narrativos se destaca en particular el tratamiento del paisaje aragonés. Impulsó con Julio Antonio Gómez la Editorial Javalambre, que publicó el primer álbum-homenaje ofrecido a Miguel Labordeta tras su fallecimiento en 1969, editó su último libro, Los soliloquios (1969) y el primer intento de sus obras completas en 1972.
Originalidad, naturalidad, espontaneidad, rechazo de la retórica, son notas características de este narrador nato que hizo del relato breve su predominante modo de expresión: El espantapájaros y otros cuentos (1960), su primer libro, Cuentos de Navidad (1968), o sus inéditos Doce cuentos y un prólogo y Cuentos de velatorio (que recoge, al modo de cuento, cuentos bocacciano, más de un centenar de narraciones), pondrían de manifiesto su capacidad para la creación de personajes y situaciones, con el humor, mezcla de ternura y crueldad, presidiendo su visión de la condición humana, siempre sometida a la lucha por la supervivencia, pero siempre afirmando, entre la soledad y la incomprensión, su categoría moral última.
En Las cuatro estaciones (1967), en tono más dramático, el autor nos enfrenta a los problemas del campesinado en el secano aragonés, su voluntad titánica frente a la tierra, dura, terrible, cuyo paisaje describe con espléndido trazo.
¡Arre, Moisés! (1972), su única novela, en una línea esperpéntica, fuertemente enraizada en la mejor tradición satírica española, constituye —con su alegato del gran despropósito de toda guerra—una conseguida expresión de sus posibilidades en la narración extensa, frustradas por su prematura muerte.
Su obra teatral —que participaba de las mismas virtudes de sus narraciones: frescura, ironía, inventiva de situaciones, agilidad del diálogo, visión poética, cruel y tierna de la sociedad y sus gentes— está recogida bajo el título Los dramas azules, que comprende piezas breves como Los molinillos, La espada de madera, Ella, Muros blancos, Cuento de otoño, La luna encendida y Bajo el puente. Está incluido en la Antología de narradores aragoneses contemporáneos (1980).
Fallecimiento
Falleció en 1972, cuando acababa de quedar finalista en el premio Alfaguara de novela de 1971 con ¡Arre, Moisés!, publicada póstuma. En definitiva, Eduardo Valdivia constituye un caso singular entre quienes han elegido este territorio como escenario de sus ficciones, a primera vista extravagante y hasta disparatada, pero no tanto cuando se leen con más detalle. Sus relatos son fábulas en las que se evita el costumbrismo fácil, la descripción superficial, introduciendo siempre niveles simbólicos muy personales.
Fuentes
- Artículo: Eduardo Valdivia y el paisaje aragonés. Tomado del sitio: ifc.dpz.es. Consultado el 7 de marzo de 2018.
- Artículo: Acerca del narrador Eduardo Valdivia. Por Antón Castro. Tomado del sitio: antoncastro.blogia.com. Consultado el 7 de marzo de 2018.
- Artículo Eduardo Valdivia. Tomado del sitio: www.enciclopedia-aragonesa.com. Consultado el 7 de marzo de 2018.