Esta tierra nuestra
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Esta tierra nuestra. Documental iniciado a principios de 1959 por la Sección de Cine de la Dirección de Cultura del Ejército Rebelde y concluido, por el mismo equipo, en el recién creado ICAIC.
Sumario
Sinopsis
La tragedia del desalojo campesino en Cuba antes del Triunfo de la Revolución.
Ficha Técnica
Título: Esta tierra nuestra
Año: 1959
País: Cuba
Género: Documental
Formato: 35 mm
Tiempo: 19’
Color: Blanco y negro
Productora: ICAIC
Producción: Hernando García-Espinosa
Dirección: Tomás Gutiérrez Alea
Asistente de dirección: Manuel Octavio Gómez
Guion: Julio García-Espinosa, Tomás Gutiérrez Alea
Fotografía: Jorge Herrera
Edición: Tomás Gutiérrez Alea
Música: Juan Blanco
Sonido: Eugenio Vesa
Iluminación: Dervis Pastor Espinosa
Premios y reconocimientos
- Certificado al Mérito. Festival Internacional de Cine Agrario. Berlín Occidental. 1960.
- Felicitación del Jurado al Movimiento de Cine Cubano. Festival Internacional de Cortometrajes de Oberhausen, RFA. 1961.
Declaraciones de personalidades sobre el documental
(…)
El guion lo hice con Julio e intentamos que no fuera solamente expositivo, sino que tuviera situaciones dramáticas. No utilizamos diálogos, pero sí personas, los habitantes del lugar, movidas como actores. La filmación fue realmente una gran locura, por suerte encontramos rostros de campesinos muy convincentes para determinadas escenas, pero hacíamos cosas como estas: teníamos que representar una emboscada al ejército de Batista y cuando llegamos al cuartel del pueblecito donde estábamos filmando, un capitán del Ejército Rebelde nos quiso imponer una disciplina más rígida y nos negó los soldados que precisábamos para filmar ya que no teníamos la orden específica por escrito.
Como esa era una iniciativa del propio Camilo Cienfuegos, teníamos su apoyo y como era necesario actuar con rapidez, decidimos regresar al día siguiente a ese puesto rebelde antes de que llegara el capitán en cuestión para conseguir los hombres que necesitábamos. El propio Camilo nos había situado un teniente, de melena copiosa, para hacer la producción y ese compañero se hizo pasar por oficial de mayor graduación. Entramos sin pedir permiso a nadie y mandamos a formar fila, elegimos los rebeldes que queríamos y nos lo llevamos.
Por supuesto que cuando el capitán llegó nos enfrentamos a un gran lío. Pero la emboscada se hizo y, ¿sabes?, me parece que quedó bastante bien. Mientras filmábamos esa situación hubo otro problema, y serio, que demuestra el grado de desorganización, premura e improvisación nuestro. De repente, en medio de la filmación, nos vimos cercados por soldados que habían oído los tiros de la simulada emboscada y pensaron que éramos un bando de contrarrevolucionarios. Ahí sí que estuvimos a punto de sufrir un accidente.
(…)
Hace mucho que no veo la película, pero la última vez que lo hice me pareció que el problema mayor estaba en el texto, que es muy cargado”.Si la Revolución por su cuenta hacía renacer sentimientos en desuso y fuerzas contenidas involuntariamente, estos documentos intentaban –era simple la comunión con el espectador- estimular esa recién estrenada vitalidad. Decir en público lo que hasta entonces había pertenecido al lenguaje clandestino no era solo motivo de alegría, sino reafirmación de una conciencia que iba a iniciarse en batallas muy complejas.
No sería justo, aún hoy día, decir que estos primeros documentales fueron trabajos de ocasión o de propaganda. La actitud de los autores no era premeditada sino orgánica, la comunicación con el público se establecía con recursos tan lícitos como la misma historia que los originaba. En cambio, sí se puede afirmar que como factura cinematográfica esos documentales no rebasaron el nivel amateur. A un trabajo extremadamente tímido de la cámara habría que agregar –como defectos constantes- una banda sonora pobre y primitiva.
La cámara, casi siempre fija, apenas se mueve si no es obedeciendo la dirección normal de algún que otro personaje. No es libre. Es expositiva. No desempeña un papel enriquecedor en la puesta en escena, no hace un aporte sustancial al concepto que se va desarrollando; al contrario, éste progresa exclusivamente en el interior del cuadro o en la banda sonora.
El montaje, por otra parte, se limita a hilvanar una estructura que apenas ofrece sorpresas, casi conforme al curso más normal del pensamiento didáctico. Pero la incongruencia mayor de estos primeros trabajos, aparte de la ingenuidad de plantearse el tema en su totalidad y de querer hacer un análisis exhaustivo del mismo, es el tratamiento contradictorio que se hace de la realidad.
De una parte, todo el material que intenta recoger espontáneamente la cámara se ve deshumanizado por un texto lleno de estadísticas que toma la imagen como simple pretexto ilustrativo; por otra parte, lo humano se pretende lograr mediante la ficción, mediante una realidad reconstruida. Es una actitud que persistirá en los primeros documentales y que limitará la fuerza de algún encuadre logrado o de alguna que otra situación ingeniosa”.Pero la cámara no es un sujeto pasivo. En su interior se mueve la película a través de precisos resortes de relojería, y un rayo de luz penetra como un germen de vida cuando el ojo y la mano del hombre lo deciden. Este ojo y esta mano viven en tensión. Técnicamente deben dar el efecto necesario, y sus reflejos han de ser tan perfectos como la máquina. Tras ellos hay también otra fuerza: el artista, su talento y cualidades de creador, son conciencia.
Por eso, la misma cámara que toma documentalmente la realidad y narra el duro trabajo de los campesinos, y la explotación y saqueo imperialista de nuestra riqueza, se convierte, sin otro esfuerzo, en un instrumento de transformación. El documental de Tomás Gutiérrez Alea Esta tierra nuestra, no es, gracias a ello, un documento de archivo sino un arma de combate. Cuando fue estrenado en La Habana, ante el heterogéneo conglomerado humano de las salas cinematográficas de tipo comercial, el público se ponía de pie para aplaudirlo. Cada presentación del filme tenía la misma significación de un plebiscito. El público, tras verlo, no podía contener sus impulsos y expresaba libremente su adhesión a la causa revolucionaria. Esta tierra nuestra desencadenaba una serie de potencias, y las hacía explosivas”.Sobre el director
Nació en La Habana, el 11 de diciembre de 1928 y falleció en La Habana, el 16 de abril de 1996. Fue uno de los más destacados cineastas en la historia del cine cubano y latinoamericano. Se inició en el cine en 1948, filmando cortos humorísticos. Fue fundador de la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo que agrupaba a intelectuales de izquierda, en 1950. En 1951 se gradúa de abogado y viaja a Roma para estudiar Dirección de Cine en el Centro Sperimentale di Cinematografía. Realiza documentales y cortos humorísticos para Cine Revista. Autor del ensayo Dialéctica del espectador. Sus filmes han recibido numerosos premios y distinciones en todo el mundo.
Premios
- Certificado al Mérito. Festival Internacional de Cine Agrario. Berlín Occidental, 1960
- Diploma de Honor. XIII Festival Internacional de Cine. Locarno, Suiza, 1960
- Felicitación del Jurado internacional al Movimiento de Cine Cubano. VII Festival de Cine de Cortometraje. Oberhausen, R. F. A., 1961.
Bibliografía
- Alfredo Guevara. Revisando nuestro trabajo. En “Tiempo de fundación”, pp 75-76.
- Julio García-Espinosa. Sobre nuestro cine documental. Revista Cine Cubano Nro. 23-24 (1964).
- Michael Chanan. Cuban Cinema. Londres-Minneapolis, University of Minnesota Press, 2003, p 119, 125, 131.
- Silvia Oroz. Tomás Gutiérrez Alea: los filmes que no filmé. Ediciones Unión, La Habana, 1989, pp 31-33.
- William Gálvez. Camilo Cienfuegos, señor de la vanguardia. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1979, pp 518-519
Fuentes
- Portal del Cine y el Audiovisual latinoamericano y caribeño
- Días Marta y Joel del Río. Los Cien caminos del Cine Cubano: Ediciones ICAIC, 2010
- Datos. Consultado el 28 de octubre de 2023.