Eugenio IV
Eugenio IV | |
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Papa de la Iglesia católica | |
3 de marzo de 1431 - 23 de febrero de 1447 | |
Predecesor | Martín V |
Sucesor | Nicolás V |
Información personal | |
Nombre secular | Gabriel Condolmeri |
Nacimiento | 1388 Venecia, Italia |
Fallecimiento | 23 de febrero de 1447 Roma, Véase Anexo:Tumbas papales |
Eugenio IV. Papa Nor. 207 de la Iglesia Católica. Proclamó el 17º Concilio Ecuménico en Basilea, pero por miedo lo trasladó a Ferrara y más tarde a Florencia. Habiendo decidido la supremacía del Papa sobre el Concilio los adversarios eligieron el antipapa Felipe V, fue el último de la historia. [1]
Sumario
Síntesis biográfica
Primeros años
De nombre Gabriel Condolmeri, nació en Venecia en 1388 y pertenecía a una familia de ricos comerciantes venecianos. Muy joven entró en posesión de grandes riquezas de ellas distribuyó 20.000 ducados entre los pobres y entró en la Orden de San Agustín en el monasterio de San Jorge.
Un tiempo después cuando había cumplido 24 años, fue nombrado Obispo de Siena por su tío el Papa Gregorio XII, sin embargo existieron numerosas oposiciones dadas a su edad y su naturaleza extranjera, por lo que se vio obligado a renunciar a la designación para convertirse en el tesorero papal.
En 1408 fue nombrado Cardenal de San Clemente donde prestó gran servicio al Papa Martín V y posteriormente cardenal de la Basílica de Santa María de Tratevere.
Pontificado
Fue elegido Papa, para suceder a Martín V, el 3 de marzo de 1431, y coronado el 11 de marzo en la Iglesia de San Pedro con el nombre de Eugenio IV. En la fecha de su elección era Obispo de Siena. Su reinado estaba destinado a ser tormentoso y muchos de los problemas surgidos en el mismo se debieron a su falta de tacto, antes de ser elegido firmó una Bula que aseguraba a los cardenales la mitad de los ingresos de la iglesia, así como la previa consulta a estos de todas las cuestiones de importancia relacionadas con los asuntos de los Estados Pontificios.
Como pontífice se dejó arrastrar de las pasiones, pues comenzó a perseguir a los príncipes de la casa de Colonna familia de su antecesor, con el pretexto de haber sustraído y apropiado de de grandes tesoros que se decía haber quedado por muerte de Martín V. Dio ocasión a que pereciesen infelizmente más de 100 criados del anterior pontífice por sospechas de complicidad. Hizo guerra cruel a los Colonna, y les vendió la paz a cambio de la entrega de sus castillos y el pago de una indemnización por 75.000 ducados, después de grandes y prolongadas persecuciones.
Concilio de Basilea
Convocó el concilio general de Basilea, que se abrió con escasa asistencia de 23 de julio de 1431, conforme a lo decretado en el de Constanza; pero a penas los prelados que la componían decretaron la reforma de los abusos de la curia romana, se conjuró contra el concilio y expidió bulas para disolverlo el 18 de diciembre de 1431. No quería que lo hubiera fuera de Italia, porque no influía tanto, e indicó a Bolonia, Pavía, Ferrara, Florencia y Roma.
Los prelados del concilio de Basilea se negaron a separarse y le hicieron ver que una vez congregado un concilio general legítimamente no era dueño de disolverlo el papa ni de limitar sus facultades, porque allí estaba representando todo el cuerpo místico de la iglesia, del cual sólo era el papa un individuo, y aunque fuera el primero y el principal, no por eso dejaba de estar obligado a respetar y obedecer a la totalidad del cuerpo.
Concilio de Constanza
Aceptando esta doctrina, el concilio de Constanza, el 15 de febrero de 1432, reafirmó la doctrina galicana de la superioridad del Concilio sobre el Papa, declarando que todo concilio general legítimamente congregado, y como tal representante de la iglesia católica, era infalible por asistencia del espíritu santo y superior al papa, el cual estaba y debía estar sujeto al concilio en cuanto a los dogmas, extinción de cismas y reforma de abusos generales de su curia, relativos a toda la cristiandad.
Hubo contestaciones de una a otra parte. Asignó el concilio términos a Eugenio, para comparecer por sí o por medio de legados a dar satisfacción contra las acusaciones que por su pertinacia en disolver el concilio se le hicieron de ser perjuro, después de haber sido él mismo uno de los cardenales que había votado la necesidad del mismo en el concilio de Constanza, uno de los que juraron contribuir a su celebración, y, por último, el papa que había aprobado la convocación del de Basilea para reformar los abusos del gobierno de la iglesia en la cabeza y los miembros. Se prolongaron y aún multiplicaron los términos a petición del emperador; resultando inútiles, decretaron los padres amonestar y exhortar al Pontífice con la conminación de proceder adelante.
Exilio
En mayo del año siguiente, 1434, estalló en Roma una revolución, fomentada por los enemigos del Papa. Eugenio, con apariencia de monje, escapó por el Tíber a Ostia, bajo una lluvia de piedras, siendo conducido por florentinos que le llevaron a su ciudad donde fue recibió con ovaciones. Fijó su residencia en el convento dominico de Santa Maria Novella, y desde allí envió a Vitelleschi, el Obispo militante de Recanati, para restaurar el orden en los Estados de la Iglesia.
La prolongada estancia de la corte romana en Florencia, el centro de la actividad literaria de su época, dio un fuerte impulso al movimiento humanista. Durante su estancia en la capital toscana, Eugenio consagró la hermosa catedral, justo en el momento en que fue terminada por Brunelleschi. Mientras tanto, la ruptura entre la Santa Sede y los revolucionarios en Basilea, era totalmente controlada por el partido radical, bajo la dirección del cardenal d'Allemand, de Arles. En esta ocasión todo estaba a favor del Sumo Pontífice, debido a la actitud subversiva asumida por la minoría que asumió la autoridad en nombre del concilio general que abogaba por la abolición de todas las fuentes de ingresos papales y la restricción en todos los sentidos de la prerrogativa papal, tratando de arrebatar el poder al jefe de la Iglesia.
Concilio de Ferrara
La lucha llegó a convertirse en una crisis en la cuestión de las negociaciones para la unión con los griegos. La mayoría de Basilea se mostró a favor de la celebración de un concilio en Francia o en Saboya, sin embargo Italia era mucho más conveniente para los griegos. Esto provocó que el partido radical en Basilea emitiera el 3 de julio de 1437, una Monitum contra Eugenio, acumulando todo tipo de acusaciones contra él. En respuesta, el Papa publicó el 18 de septiembre una bula en la que se trasladó el Consejo a Ferrara.
Aunque el Consejo amenazó al Papa con la deposición, fue un golpe mortal para los adversarios de la supremacía papal. Los líderes más dispuestos, incluyendo a los Cardenales Cesarini y Cusa, se dirigieron a Ferrara, donde el concilio convocado por Eugenio se celebró, el 8 de enero de 1438, bajo la presidencia del cardenal Albergati, en él el papa excomulgó a los prelados reunidos en Basilea.
Las deliberaciones de los griegos se prolongaron durante más de un año, y concluyeron en Florencia, el 5 de julio de 1439, con el Decreto de la Unión. Aunque el sindicato no era permanente, era mucho mayor el prestigio del papado. El 24 de enero de 1438, Eugenio fue declarado en suspensión, y este paso fue seguido por su deposición por hereje el 25 de junio de 1439. Para coronar su infamia, los sectarios, ahora reducido a un cardenal y once obispos, eligieron a un antipapa, el duque Amadeo de Saboya, como Felipe V. Francia y Alemania apoyaron tal decisión.
La unión con los griegos, fue seguida por la de los armenios, el 22 de noviembre de 1439, los jacobitas, 1443, y los nestorianos, 1445. Eugenio se esforzó al máximo para despertar las naciones de Europa para resistir los avances de los turcos. Los primeros éxitos de los cristianos fueron seguidos, en 1444, por la aplastante derrota en Varna. El cardenal Cesarini, legado papal, pereció en la derrota. [2]
Regreso a Roma
Eugenio aseguró su posición en Italia por un tratado, 6 de julio de 1443, con Alfonso de Aragón, a quien confirmó como rey de Nápoles, y después de un exilio de casi diez años hizo una entrada triunfal en Roma, el 28 de septiembre de 1443 y dedicó sus últimos años a la mejora de la triste condición de Roma, y a la consolidación de su autoridad espiritual entre las naciones de Europa. Trabajó por la reforma de las órdenes monásticas, especialmente los franciscanos, y nunca compartió el nepotismo. Amaba el arte y el aprendizaje, y en 1431 se restableció la universidad en Roma.
Muerte
Murió en Roma el 23 de febrero de 1447 fue enterrado en la Iglesia de San Pedro, junto a la tumba del papa Eugenio III, un tiempo después, sus restos fueron trasladados a San Salvador en Lauro, iglesia parroquial situada a la otra orilla del río Tíber.
Véase también
Referencias
- ↑ Papas de los siglos XV y XVI, Eugenio IV. Disponible en: Portal Parroquia Montes Claros Consultado el 12 de enero de 2012
- ↑ Papa Eugenio IV. Disponible en: Enciclopedia Católica Consultada el 12 de enero de 2012.
Fuentes
- Papa Eugenio IV - Diccionario enciclopédico Hispano Americano p. 1130 – 1131 Tomo VII. Consultado el 26 de enero de 2012.
- Papa Eugenio IV. Disponible en: Enciclopedia Católica Consultado el 26 de enero de 2012
- Papas de los siglos XV y XVI, Eugenio IV. Disponible en: Portal Parroquia Montes Claros Consultado el 26 de enero de 2012