Antipirético
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Se denomina antipirético, antitérmico, antifebril o febrífugo a todo fármaco que hace disminuir la fiebre. Suelen ser medicamentos que tratan la fiebre de una forma sintomática, sin actuar sobre su causa. Ejemplos comunes son el ácido acetilsalicílico, la dipirona, el paracetamol.
Etimología
El término antipirético procede del idioma griego, combinando el prefijo αντι-, que significa "contra", con el lexema πυρος que significa "fuego" o "fiebre". Asimismo, antitérmico combina el mismo prefijo con el lexema θερμός, "calor".
Usos
Los medios físicos, como los paños mojados en agua fría sobre el cuerpo del enfermo o los baños de agua tibia, son una medida antipirética en la que no se emplean fármacos. Asociados al paracetamol bajan la fiebre de forma más eficiente. Las medidas físicas de forma aislada sólo son eficaces durante pocos minutos.
La administración de antipiréticos es un acto habitual en la mayoría de las personas que tienen fiebre, sobre todo los niños. Es sabido que la fiebre es un mecanismo de defensa del cuerpo, sobre todo para activar al sistema inmunitario para que trabaje con más eficacia. El aumento de temperatura corporal hasta 38 grados, se llama febrícula, y no es una fiebre peligrosa que haya que disminuirla con medicación. Se debe abordar la enfermedad de fondo, pero debido a los hábitos adquiridos por la población y por la comunidad médica, se prescriben y administran antipiréticos más por ansiedad de los padres y no porque realmente deban ser indicados.
La decisión de qué antipirético utilizar debe fundamentarse en su mecanismo de acción, farmacodinamia, efectividad y efectos secundarios. Como la mayoría de las veces el objetivo es disminuir la temperatura y las molestias del enfermo y en lo posible no alterar la respuesta inflamatoria, excepto que ésta sea exagerada, se recomienda el paracetamol. La mayoría de los antipiréticos son analgésicos y pueden ser también antiinflamatorios. Los antiinflamatorios no esteroideos, como el ibuprofeno, se emplean en los casos de inflamación y hemorroides
Tipos de antipiréticos
Los medicamentos antipiréticos más conocidos son: el ácido acetilsalicílico (ASA) o aspirina, el paracetamol o acetaminofén , el ibuprofeno y la dipirona. Los salicilatos tienen efectos antipiréticos y se absorben en el intestino aunque mayormente en la primera parte del intestino delgado mediante difusión pasiva.
Una dosis oral de salicilatos presenta los efectos mencionados en el transcurso de media hora, presentando su efecto máximo entre 1-3 horas y extendiéndose su efecto hasta las 6 horas inclusive. De todas formas hay que tener precaución ya que un abuso de los salicilatos puede producir una intoxicación que de lugar a un aumento de la temperatura, aunque parezca una contradicción. Esta reacción es debida al aumento del consumo de oxígeno y de la tasa metabólica por desacople de la fosforilación oxidativa Las siglas AINE significan fármacos antiinflamatorios no esteroideos y están constituidos por ácidos orgánicos no relacionados entre sí, y que además presentan propiedades analgésicas y antipiréticas.
La forma de actuación de los AINE es inhibiendo a la enzima ciclooxigenasa de manera que inhiben la biosíntesis directa de prostaglandinas y tromboxanos. La mayor parte de las prostaglandinas son piretógenas, es decir, producen fiebre.
La aspirina es la única que se une de forma irreversible a la ciclooxigenasa; su mecanismo muestra una rápida desacetilización produciendo salicilato, que es el que realmente tiene propiedades antipiréticas.
Como ya se mencionó, los AINE tienen efectos antipiréticos de manera que disminuyen la temperatura elevada del cuerpo. Este descenso de la temperatura es ocasionado por la vasodilatación de vasos sanguíneos y puede ir acompañado de sudoración. Los AINE son capaces de desplazar del sitio activo tanto a proteínas como a drogas y son considerados de gran importancia.
El ibuprofeno es un antipirético aunque debe utilizarse cuando se presenta alguna inflamación asociada.
Medicamentos antipiréticos Son medicamentos que disminuyen la fiebre activando ciertos mecanismos del hipotálamo (parte del cerebro responsable de regular la temperatura corporal). Entre ellos se encuentran el ácido acetilsalicílico, ibuprofeno y paracetamol, que también tienen propiedades analgésicas; los dos primeros, además, son antiinflamatorios.
Puede considerarse que una persona tiene fiebre cuando su temperatura corporal rebasa 37º Celsius (centígrados) por vía oral o en la axila, o si es mayor a 37.5º Celsius cuando se mide por el recto.
La fiebre es una señal de alarma ante infecciones causadas por virus y bacterias, que provocan la activación del sistema de defensa del organismo induciéndolo a producir sustancias que reaccionan en el hipotálamo, aumentando la temperatura por arriba del nivel normal.
Dicho incremento impide que la mayoría de los microorganismos se multipliquen, por tanto, se recomienda tomar antipiréticos sólo cuando la fiebre sea superior a 38º Celsius y se presenten dolores de cabeza y muscular, debilidad y cansancio intensos.
Paracetamol. Es un fármaco con propiedades antipiréticas y analgésicas que es considerado de primera elección, debido a su eficacia y a que tiene pocas reacciones secundarias. Además, no daña la mucosa del estómago, por lo que pueden tomarlo personas con problemas gastrointestinales.
Ácido Acetilsalicílico. Es una sustancia que se ha utilizado desde hace 100 años para bajar la fiebre, calmar el dolor y desinflamar zonas lesionadas. Además, ha sido aceptado por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) como un elemento que previene infartos cardiacos debido a que impide la formación de coágulos. Sin embargo, no se recomienda que la ingieran niños que tengan influenza o varicela, ya que su uso se ha asociado a una enfermedad grave llamada síndrome de Reye, que daña al cerebro, hígado y riñones, y se caracteriza por producir vómitos continuos, pérdida de energía, irritabilidad, convulsiones y dificultad para reconocer a los miembros de la familia.