Calixto García Martínez

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Plantilla:Personaje histórico

Calixto García Martínez nació el 27 de diciembre de 1928, en la finca La Tría, en Los Arabos, colindante con la antigua provincia de Las Villas. Al producirse el cuartelazo del 10 de marzo de 1952, Calixto, como otros jóvenes amantes de la libertad acudió a la Universidad de La Habana para restituir la Constitución quebrantada, pero la cobardía del presidente Carlos Prío impidió toda resistencia.

EL Jefe que la Revolución Necesita

“Más tarde conocía a Fidel mediante Ñico López, en Prado 109 donde radicaba el Partido Ortodoxo. Por su bravura, por la manera de conversar, por ese poder persuasivo que siempre le acompañó, en cuanto lo ví, me dije: es el jefe que el movimiento revolucionario necesita para cambiar la situación que atraviesa el país.”

Como miembro de una célula dirigida por el propio Ñico López, Calixto participó en las prácticas de tiro que tenía lugar en la Universidad de La Habana y en Los Palos, provincia de La Habana.

Fue uno de los asaltantes al cuartel de Bayamo. “Ñico nos dio las orientaciones de la acción. Luego de combatir más de una hora, tuvimos que retirarnos”.

Gracias a la ayuda de varios campesinos, junto con Ñico López pudo arribar a la capital del país. Se reincorporó a su trabajo en la droguería Jonson, empleo resuelto por su hermana Teresa. Al conocer que la policía lo buscaba allí, pudo evadir la persecución y trasladarse a Los Arabos, en uno de cuyos cañaverales estuvo escondido varios días.

Entrañable Amistad Con el Che

Luego de varias peripecias, se asiló en la embajada de Uruguay, donde obtuvo visa para Costa Rica. Sin posibilidades de empleo, pudo subsistir gracias a las pequeñas remesas que la hermana le enviaba. En la Capital fue el primero en conocer al Che quien venía de Guatemala. “Hicimos gran amistad. Sin haberlo hecho antes, tuve que inyectarlo por un gran ataque de asma.

“Ninguna de las conspiraciones del Partido Auténtico pudieron enrolarme en sus filas. Me mantenía firme junto a Fidel. Al cabo de ocho meses decidía emigrar a México, adonde iban llegando los exiliados cubanos. Crucé por Nicaragua y Honduras, aquí también pasé hambre porque no tenía dinero.”

La salida del puerto de Tuxpan tuvo lugar no sin pocos contratiempos, la mayor parte de los revolucionarios permanecieron presos por las autoridades mexicanas durante varios días, entre ellos Calixto, uno de los últimos en ser liberados, junto al Che, al cabo de 55 días.

“Fui de los primeros en subir a bordo del Granma que era de poca capacidad y temía quedarme en tierra. Aunque habían prohibido la navegación zarpamos. El mar estaba muy picado y corríamos el riesgo de naufragar. ¡Éramos 82 en tan pequeña embarcación!”

La Solidaridad Humana de Fidel

“Aquellos momentos fueron de gran tensión; como por ejemplo cuando Roberto Roque, ya próximos a las costas cubanas, cayó al mar tratando de divisar la luz del faro de Cabo Cruz. Pero Fidel, solidario como siempre se negó a continuar la marcha y así pudimos rescatarlo. El desembarco fue otra odisea. Esperábamos llegar de noche, pero lo hicimos de día, en un manglar sin fin.”

El hoy licenciado en Ciencias Sociales recuerda con pesar los momentos que sucedieron al arribo por Playa Las Coloradas. No puede olvidar la tragedia que representó el combate de Alegría de Pío, lugar donde el bombardeo de la aviación, del ataque de la soldadesca batistiana ocasionó 21 bajas, incrementada por los asesinatos de prisioneros indefensos. Después fueron las penalidades por tratar de evadir el cerco enemigo.

“Acosado por el hambre y la sed, pudimos contactar con el compañero Guillermo García quien nos prestó una valiosa ayuda, de esa manera logramos unirnos en la Sierra Maestra con Fidel, Raúl y otros sobrevivientes. Eso fue el 27 de diciembre, fecha que no puedo olvidar. Era el día de mi cumpleaños.”

En los combates de El Uvero, La Plata y otros muchos demostró valentía y arrojo el miembro fundador del Segundo Frente Oriental Frank País y ahora segundo jefe de la Comisión de Historia, presidida por el Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, su entrañable amigo.

Él formó su hogar en 1961 con la combatiente santiaguera Catherine Róger Guevara, madre de sus hijos Celia y Camilo, quienes les han dado cuatro nietos. Uno de ellos, Calixto Ernesto, el mayor, quien le sigue los pasos al abuelo: ya es cadete.

Fuente