Cementerio chino de Mariel

Cementerio chino de Mariel
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Obra Arquitectónica  |  (Cementerio)
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Cementerio chino de Mariel
Descripción
Tipo:Cementerio
Localización:Mariel,Bandera de Cuba Cuba
Uso inicial:Cementerio

Cementerio chino de Mariel. En un lugar distante allende la bahía de Mariel, reposa olvidado en el tiempo un sitio que ha pasado inadvertido al interés de cronistas e historiadores. Un viejo y enigmático cementerio abandonado, que ha trascendido los siglos exclusivamente a través de la tradición oral: esas historias contadas de abuelos a nietos y que discurren en la frontera entre el mito y la realidad.

Transitando por sobre tres siglos, el XIX lo vio surgir, desarrollarse y desfallecer, el XX reutilizarse para luego fenecer y el XXI resurgir como ave Fénix, cual inesperada revelación ante la mirada incrédula y dudosa de algunos.

“… buscad y hallaréis… Porque todo el que… busca, halla…” [1]

Antecedentes

Leyenda

Resulta particularmente curioso que, al consultar la historia regional o diferentes versiones de historia local de Mariel, ninguna haga mención a este cementerio que está presente en el saber de viejos pescadores de este pueblo costero, los cuales dan fe de haber conocido el lugar desde hace muchos años atrás.

El Dr. Francisco José Vélez, antiguo historiador de Mariel, quien fuera Jefe Local de Sanidad y Médico del Lazareto de Mariel, en su libro “Páginas de la Historia de Mariel” (1960), no lo menciona, solo dedica menos de media cuartilla al Lazareto, citando por demás al historiador de Vuelta Abajo Adolfo Dollero, quien habiendo descrito bellamente el Lazareto, no escribe nada sobre dicho camposanto. Tampoco aparece información al respecto en otras historias locales que han surgido en el último quinquenio y que aportan nuevas contribuciones al conocimiento histórico de este municipio ribereño. Únicamente referencias verbales contadas por el anterior historiador de la localidad, Juan Antonio Pérez, fallecido en febrero de 2013, han sido consultadas resumiendo lo escuchado de los más ancianos de la comarca. Incluso ante entrevistas locales, una apatía o gesto de rechazo acompañan en muchos casos la vaga respuesta.

Tal parece como si lo que antaño ocurrió al otro lado de la bahía, cayera dentro de la historia oscura o de cierto tipo de tabú místico, en el cual nunca nadie ha preferido hurgar. Entonces, ¿qué puede haber de cierto en algo que desde un inicio parece más leyenda que historia?

Primeras evidencias

El museo de Mariel dio los primeros indicios. En el listado de sus sitios patrimoniales, aun sin precisar el lugar exacto, aparece desde hace varios años la existencia de un cementerio chino en la localidad. A su custodia además fue hallada una tarja fundida, traída en el año 1992 desde dicho cementerio por Yony Cabrera, técnico del Museo en aquel entonces, actualmente fallecido. La pieza muestra caracteres chinos bajo relieve, escritos verticalmente y cubiertos con un derretido de cemento que, al ser traducidos por Pedro Eng Herrera, nos revelan la inscripción:

“Tarja mortuoria” y el apellido chino Lǚ.

En dicho año se llevaba a cabo una excavación arqueológica en la Cueva de la Caña Quemada, como parte de los trabajos del Censo Arqueológico Nacional en la isla, durante el cual se exploraron los terrenos al oeste de la bahía. El Dr. Gabino La Rosa, quien estuvo al frente de dicho censo, nos comenta la extracción que de dicho cementerio hizo un soldado, consistente en una vasija elaborada en bambú con incrustaciones de concha, la cual dejó en su unidad militar, actualmente desmantelada, ubicada en aquel entonces en el extremo noroeste de la Ensenada de Laza.

Localización

Luego de varios intentos realizados del 2009 al 2012 por parte del Museo local, de Patrimonio provincial, e integrantes de los grupos espeleológicos “Marien” de la localidad y “Guamuhaya” de Guanajay, a mediados del 2012 fue finalmente localizado en la península La Aguada, junto a la ensenada de Laza. Se encuentra lamentablemente en condiciones muy deplorables debido a los vandalismos y daños sufridos, luego de su abandono, por parte de indolentes buscadores de tesoros, durante la “fiebre del oro” a finales de la década de 1980 y en épocas posteriores hasta la actualidad.

También según testimonios, debido a profanaciones por parte de sectas oscurantistas. En sus inicios remotos, comprendía únicamente paupérrimas sepulturas en tierra, dada la precariedad del momento, vagamente señaladas con alguna piedra o madera, que, según el caso, no trascendieron los años.

Un área unos 330 m2 (30m x 11m), puede ser identificada en la actualidad a través de escasos indicios consistentes en restos de 14 columnas perimetrales visibles y lozas en el suelo o, en un área más actual reutilizada, a través de la existencia de falsas bóvedas de factura posterior, tras la aparición del cemento en Cuba a finales del siglo XIX y principio del XX. Entonces una vez hallado, surgen nuevas interrogantes. ¿Cómo surgió y por qué causa? ¿Qué motivo lo hizo quedar un buen día olvidado y abandonado, si conocemos que, por ejemplo, el Cementerio Chino de La Habana, aún abre sus puertas a los descendientes de chinos que tienen a sus difuntos enterrados allí y con el fin de rendirles tributo, le visitan con frecuencia, incluso hasta nuestros días?

Historia regional

Se hace difícil inicialmente responder estas interrogantes dado que, revisando la historia regional, vemos que fue relativamente pequeña la comunidad china que se asentó en la jurisdicción de Guanajay que en aquel entonces comprendía un territorio amplio incluyendo a los actuales Bahía Honda, Cabañas, Mariel, Artemisa, Puerta la Güira, Cayajabos, Guayabal, Ceiba del Agua y Caimito entre otros.

Para que se tenga una idea, en 1862 habiendo transcurrido 15 años después del comienzo de la migración china a Cuba, la población total de la Jurisdicción era de 23100 habitantes y de ellos, solo 1152 eran chinos. Una cifra baja si la comparamos con el asentamiento de chinos en La Habana que para 1880 era de casi 40.000 asiáticos. De esta población de 1152 chinos, correspondían 26 varones a Puerta de la Güira, 62 varones y 2 hembras a Guayabal, 96 varones a Cayajabos, 573 varones y una (1) hembra a la villa de Guanajay, 380 varones a Cabañas y solamente tres (3 varones) a Mariel.

Evidentemente esta no pudo ser la causa de su origen, menos aún si sabemos que a pesar de que los chinos, siendo no católicos y considerados como herejes en toda la isla, incluso prohibiéndoseles su entierro en cementerios cristianos, habían corrido mejor suerte en Guanajay, en cuyo cementerio fueron permitidas sus inhumaciones como lo reflejan los libros de enterramientos de la Parroquia local, de cuyo “Libro No. 1 de entierros de asiáticos sin bautizar”, aparecen un total de 115 entierros que comienzan el 2 de mayo de 1867 y cierra el día 18 de agosto de 1885. Pero, además, en fecha tan temprana como 1860 y hasta 1866, aparecen en los libros de bautizos No. 13, 14 y 15 los asientos de varios bautizos de asiáticos.

Es conocido además que anterior a esa fecha, con las personas no bautizadas, enemigos de la corona y otras circunstancias, se recurría a la práctica de enterrarlos en las afueras del cementerio a su derredor, cosa que pudo ocurrir con los 225 chinos que ya desde 1855, según censo de este año, radicaban en Guanajay.

Abolición de la esclavitud

En el año 1807 el comercio de esclavos fue prohibido por Inglaterra. Portugal y España acataron tal disposición en 1815 y 1820, respectivamente y ya en 1833, Gran Bretaña promulgó la liberación de los esclavos, lo que hizo que la mano de obra esclava fuera cada día más escasa en toda América, por lo que las plantaciones e ingenios en Cuba sufrieron grandes pérdidas trayendo como resultado de ello el aumento del precio del azúcar. Como consecuencia de esto aumentaba también paralelamente la demanda de mano de obra en todo el Nuevo Mundo durante la década de 1840 y Cuba para dar una solución a esto, importó primero cierta cantidad de indios mexicanos de 1846 a 1860, pero ello no constituyó una solución satisfactoria y en consecuencia, recurrió a los trabajadores chinos llamados culíes.

El 3 de junio de 1847, llegaron a La Habana desde Xiamen los 199 primeros culíes a bordo de la fragata Oquendo, de 362 toneladas, tras una travesía de 131 días, en la cual habían muerto seis personas y otras siete habían fallecido al llegar. Unos días después, el 12 de junio del mismo año, a bordo del “Duke of Argyle” llegan provenientes del sur de china igualmente, otros 365 culies en lo que constituyó la segunda expedición de chinos a Cuba, como primer país de destino de la migración china a América, que se extendería por 27 años hasta 1874.

Otros destinos posteriores lo serían Perú en 1849 y Panamá en 1854. Aunque una parte de los culíes en Cuba (no más de 20% del total importado) fue asignada al servicio doméstico, obras públicas, pequeñas industrias, etc., la gran mayoría (el 80% o más) era llevada directamente a las plantaciones o ingenios, cuya faena era considerada la más dura.

Las numerosas quejas eventualmente causaron una investigación que dio lugar al cese de la trata en 1874. En 1868 durante la Guerra de Diez Años, muchos culíes huyeron de las plantaciones para participar en la lucha, siendo reconocida su participación en nuestra historia. El 22 de octubre de 1879, el primer cónsul chino, Lui Liang Yuan, llegó a Cuba y a fines de 1880, la mayor parte de los casi 40000 chinos había sido registrada. También fueron expedidos los permisos de viaje libre por el consulado general de China en La Habana o en Matanzas. Desde entonces, los chinos en Cuba comenzaron a ser protegidos por las leyes cubanas.

En Perú como segundo país de destino de la migración a América en 1849, la recepción de culíes fue similar a la forma en que fueron recibidos en La Habana. Varios miles fueron contratados para trabajar en las islas guaneras frente a la costa. Entre 5 000 y 10 000 participaron en la construcción de ferrocarriles, y unos 80 000 (entre 70% y 75%) fueron llevados a las plantaciones azucareras y algodoneras en la costa. También hubo sirvientes domésticos, artesanos y trabajadores no especializados. En Tacna se crea un “llamado” cementerio chino en 1868.

En el caso de Panamá, vemos que ya en 1852 comienza la inmigración a través de un barco que transportó 300 chinos; en cuya travesía murieron 72 y solo 228 arribaron, lo cual constituyó una mortandad de 24%. En 1853, otro barco llevó a 425 chinos al istmo, de los cuales 96 perecieron en la travesía, para un 22,5% de fallecimiento al llegar.

El 7 de enero de 1854, unos 725 chinos salieron de Swatow a bordo del clíper norteamericano, Sea Witch. Tras un viaje de 61 días, unos 20 perecieron en la ruta y 705 arribaron a la ciudad de Panamá el 30 de marzo.

La otra remesa de culíes se hizo con el vapor español, Bella Vascongada, que embarcó el 23 del mismo mes y si bien no existe más información sobre el particular, se trata de los 1 262 primeros trabajadores chinos en tres años. Con los años la comunidad china se fue consolidando y se constituyó el primer barrio chino en Panamá conocido como Matachín. Ya para el año 1882 se tramita la compra de los terrenos para la construcción del cementerio chino Wah On Kon Ce, en terrenos que van desde Santa Ana hasta el Chorrillo y el 6 de enero de 1883 se hizo la ceremonia de inicio de la obra.

En Cuba, luego del arribo del primer cónsul chino, Lui Liang Yuan y de sus ingentes esfuerzos, comenzó a mejorar la vida de los chinos en Cuba, fomentándose y consolidándose igualmente sus asentamientos en otros puntos de la isla. En la Habana ocuparon la zona de Zanja y formaron el Barrio Chino.

Primeros entierros de culíes en la isla

Las investigaciones realizadas por Cosme nos muestran que los primeros entierros de culíes durante las cuarentenas en 1847, ocurrieron inicialmente en un territorio de Regla próximo a la ensenada de Guasabacoa llamado Punta Blanca, hasta 1856 se suspenden para, sobre dicho lugar construir almacenes de pólvora. Posteriormente, estos continuaron en una zona cercana: la Loma de los Cocos que con los años fue cubierta por el avance urbano de la localidad y sus calles, como la llamada Aranguren.

Investigaciones posteriores llevadas a cabo por la Lic. Monterde y por Morrillas F. y Del Valle, M. nos relatan que los chinos fallecidos radicados en La Habana, eran enterrados en el llamado "Cementerio de los Ingleses" ubicado entonces en la hoy barriada del Vedado (parque Martí y sus alrededores entre las calles H y G, limitando al sur por 5ta avenida y al norte por el malecón) a partir de su reutilización en 1860 y posteriormente en el Cementerio provisional de “San Antonio Chiquito”, ubicado en terrenos que luego adquirió el Obispado de La Habana para la construcción sobre este del Cementerio de Colón, comenzada en Octubre de 1871.

Ni en los espacios destinados a los no católicos, en 1865, en el Cementerio de Espada, permitieron su sepultura al ser considerados "herejes". Aún, en 1872, les era prohibido ser enterrados en cementerios públicos o en fincas privadas. Finalmente, el 20 de mayo de 1893, se aprueba la construcción del Cementerio Chino de La Habana y la primera inhumación se produjo, el 29 de octubre de 1893, correspondiendo al cadáver de Braulio López que ocupó la primera fosa. Fue el Casino “Chung-Wah” de La Habana, fundado el 9 de mayo de 1893, el que con su actuar, más colaboró en el definitivo establecimiento del actual cementerio chino.

Sanidad marítima del siglo XIX en Cuba

¿Cómo surge entonces el Cementerio chino de Mariel? Como se aprecia, en el caso de La Habana y de Panamá, ambos cementerios surgen debido a la existencia de una comunidad china no poco numerosa asentada y consolidada, cosa que no ocurrió en Mariel.

Para conocer entonces de su origen, es necesario primero incursionar en la historia del Lazareto, al cual estaba ineludiblemente vinculado y por ello es indispensable incursionar en la Sanidad Marítima de la Isla e indagar en la historia de la creación de los Lazaretos o Estaciones de Cuarentena en Cuba y de la Junta Superior de Sanidad (JSS), la cual era un organismo autónomo dentro de la administración cubana, al igual que sus equivalentes: la Junta de Fomento, la Junta de Beneficencia, el Protomedicato, la Inspección de Estudios, etc. Luego de ser creada en 1807 y establecida de nuevo en 1828 por el Capitán General Francisco Vives, la JSS funcionó como organismo superior de la sanidad en la isla y en ese mismo año se pensó también establecer por primera vez un lazareto permanente en La Habana, aunque el proyecto no se llevó finalmente a término.

En septiembre 1832 la JSS aprobó un nuevo Reglamento de Cuarentenas y se organizó un lazareto provisional en la parte oriental de la bahía de La Habana, en la ensenada de Marimelena, cerca de Regla.

Hacia 1849 se habían creado ya más de veinte Juntas Subalternas dependientes de la Superior, que cubrían buena parte del litoral y del interior de la isla. En La Habana no había Junta Subalterna porque la Superior funcionaba también como organismo sanitario de la ciudad. Respecto a los lazaretos, en 1844, probablemente por el riesgo de una epidemia de viruela en las Antillas y Venezuela que terminó afectando a Santiago de Cuba en el verano, se estableció uno permanente en esta ciudad, dentro de la bahía, en Cayo Duán.

En el caso de La Habana, se había decidido trasladar en algún momento el lazareto a la bahía del Mariel, situada a unos 30 kilómetros al oeste de la ciudad. El reglamento de 1848 dispuso que existieran dos lazaretos sucios, localizados en estos dos puertos, aunque solo el de Santiago de Cuba prestaba sus servicios gratuitamente por ser “propiedad del instituto sanitario”, mientras que en La Habana era necesario elegir un edificio a propósito en cada ocasión y cobrar a las casas consignatarias o gobiernos extranjeros por los gastos de la cuarentena.

El lazareto de Santiago de Cuba fue hasta 1848 igual o más importante que el de la Habana, debido a las relaciones comerciales, administrativas, culturales y políticas con Puerto Rico. A partir de entonces, el lazareto de Santiago de Cuba fue perdiendo importancia y autonomía, motivo quizás por el cual, en 1856 se acordó ceder a la JSS un buque de la Armada destinado al desguace para que fuera utilizado como lazareto flotante en la bahía de Santiago. De hecho, se llegó a establecer un tercer lazareto sucio en la isla, en el puerto de Nuevitas sin precisarse por cuánto tiempo.

La pérdida de autonomía de la JSS y su dependencia cada vez más directa de la península se acompañaron asimismo de la tendencia a dar preferencia a un único lazareto sucio. En 1861 comenzaron las obras para el establecimiento de un lazareto permanente en la bahía del Mariel y en 1862 se aprobó el reglamento de régimen interior del que fue cobrando relevancia gradual sobre el de Santiago de Cuba y se convertiría con el tiempo en el principal de la isla entre otros motivos a consecuencia de la intensificación de las comunicaciones y de los intercambios comerciales y migratorios entre España y Cuba.

Surgimiento del cementerio

El 12 de noviembre de 1861, a fin de evitar toda cuarentena en los puertos, el Gobernador Superior Civil de la isla dicta unas disposiciones que obligan a desviar todo el flujo marítimo de buques cuarentenarios hacia el Lazareto de Mariel, ya fueran de colonos asiáticos o buques de travesía en general bajo unas condiciones tan rigurosas que a partir de entonces todo buque trayendo chinos a Cuba, debía hacer observación de 6 días en este lugar. Esto provocaría a partir de ese momento y en lo adelante, la entrada obligatoria de barcos cargados de chinos por el Lazareto de Mariel durante prácticamente toda la segunda mitad del periodo migratorio hasta 1874.

Este período de 13 años incluyó a los chinos provenientes de la conocida como “primera” migración y a los de la segunda migración, a partir de 1865 a 1885 aproximadamente, que venían de los Estados Unidos, referida por Pérez de la Riva como de los “chinos californianos”, aunque estos últimos aportaron menor cantidad de fallecimientos en cuarentena, dadas las mejores condiciones de salubridad durante un viaje corto. Es conocido que las condiciones en que viajaron los chinos desde el sur de China, mayoritariamente desde Macao hasta Cuba, eran de hacinamiento con poca comida, agua y condiciones higiénicas; con brotes infecciosos, además, trayendo como consecuencia que desde 1847 hasta 1874, año en que terminó el comercio de culíes, unos 143040 chinos salieran de China y unos 126 008 arribaran a Cuba, es decir, 17 033 perecieron en la travesía, constituyendo una tasa de mortalidad promedio del 12%. De manera que se hace evidente que durante la cuarentena, debido a la cantidad de enfermos que arribaban a puerto, ocurrían numerosos fallecimientos en el Lazareto como lo refiere para Guanajay el Dr. Luis Manuel Núñez en su libro.

El sitio web de genealogía cubana en red (cubagenweb), refiere datos provenientes de archivos mostrando registros tabulados de salidas de barcos de culíes, de los cuales 86 corresponden a entradas directas a Mariel. Estos comienzan con el más temprano, correspondiente al 10 de abril de 1864, la fragata portuguesa D. Fernando transportando a 475 asiáticos y el más tardío correspondiente al 17 febrero de 1872, la fragata francesa Blanche transportando a otros 321.

Forest Eagle: la piedra angular

Pero no fue 1864 el año en que comenzó a fomentarse este camposanto. Ni siquiera ocurrió esto de inmediato a partir del 12 de noviembre de 1861 tras las disposiciones sanitarias referidas anteriormente. Meses antes, el 20 de mayo, llega a La Habana la fragata americana “Forest Eagle” capitaneada por Thomas Rogers Pillsbury con un cargamento de 456 colonos asiáticos de 500 zarpados de Macao y tras una breve cuarentena de cuatro (4) días con 17 fallecimientos, es enviada por el Gobernador Superior Civil de la isla a Mariel para realizar cuarentena y desinfección de la embarcación.

Luego de permanecer fondeada inmediato a la Costa norte de la bahía de Mariel, el 25 se dispuso trasladase a la ensenada del Jaco, conocida hoy como Laza, y se procedió a dar las órdenes oportunas para sepultar el cadáver de un chino que falleció de enfermedad epidémica, en el sitio elegido para Cementerio, a sotavento del punto que había de servir de cuarentena.

Durante más de un mes, las autoridades sanitarias de Mariel estuvieron haciendo el mayor esfuerzo en la coordinación para el acondicionamiento de ese extremo de la bahía con vistas a contribuir a la desinfección del buque y los enfermos que traía, intentando que la epidemia no se propagara a los colonos sanos. Se suministraron provisiones frescas, se construyeron instalaciones y se trataron a los enfermos, muchos de los cuales salvaron sus vidas. Otros no corrieron igual suerte.

Un informe de la Diputación Provincial de Sanidad del Puerto del Mariel, sobre el estado del movimiento sanitario de la fragata “Forest Eagle” desde su arribo al puerto de La Habana el 20 de mayo, refleja la presencia de nueve (9) enfermedades en el cuadro epidémico de la fragata. De ellas, la que mayor número de enfermos presentó fue la conocida como Anasarca, con 33 casos. De un total de 85 casos de enfermedad identificados al arribar, se reportaron finalmente 52 fallecidos en Mariel, representando para esta fragata, un índice de fallecimientos al arribar de un 11.8%.

Comenzaba así a fomentarse en los días finales de mayo de 1861 este camposanto que, por dar sepultura durante la segunda mitad del periodo migratorio de colonos asiáticos a Cuba como primer país hacia América, se convirtió de facto en el cementerio chino del Lazareto de Mariel. Surge por tanto de manera forzosa o ineludible, sin ajustarse a norma alguna, mucho menos a la tradición china de crear sus cementerios generalmente en la ladera de los montes, por la creencia de que mejora el feng shui.

Luego de 161 muertes registradas hasta el momento, en más de 4000 cuarentenarios, en 1865 se reordena, dado que algunos entierros se hicieron en las costas. La tabla de 86 registros iniciales, luego de la consulta de otros documentos y diarios ha llegado a 91, de los 196 que refiere Corbitt entre 1861 y 1874, cerrando el ciclo con el vapor español “Rosa Nena” que zarpó de Macao con 850 culíes y tras perder 125 en la larga travesía de 10 meses y 7 días, llega a Cuba el 6 de marzo.

Para cada registro se ha sido conservador, habiendo tomado en caso de ambigüedad, duda o ilegibilidad, el número mínimo más probable.En la tabla se ha definido un índice que llamado % de fallecidos al arribar al Lazareto. Con los datos que refieren explícita o implícitamente fallecimientos en el Lazareto (13 de 91), se halló un promedio de estos porcentajes, el cual arroja el valor de 3.96%.

Teniendo en cuenta lo pequeño de la muestra (14.3%) para el cálculo de este índice, se asume un valor inferior al promedio obtenido, el cual será de un 1%. Teniendo en cuenta este índice y el número de culíes que arribaron de 1862 a 1874, (75 195), se llegó a la conclusión de que en el cementerio chino del Lazareto de Mariel, pudieran haber sido enterrados al fallecer, 658 culíes como mínimo. Se considera que la cifra real final bien puede duplicar la estimada, (la actual es 161), lo cual puede irse precisando en la medida en que continúe la investigación.

Luego de concluida la trata de culíes en 1874, el cementerio tuvo una menor frecuencia de uso, aunque continuó siendo usado por la estación de cuarentena. En los últimos años del siglo XIX el Lazareto funcionó además como hospital de sangre de las fuerzas españolas durante la guerra de 1995, de lo cual se deducen posibles inhumaciones quizás de soldados españoles de menor rango.

A finales de 1916 y comienzos de 1917, por un lapso de solo dos meses, el lazareto recibió a los enfermos de lepra que temporalmente se albergaron en él, durante su tránsito desde el leprosorio de “San Lázaro” hasta sus definitivas instalaciones en el leprosorio de “El Rincón”. Algunos de estos leprosos fallecieron y fueron enterrados en este camposanto.

Ya entrada la segunda década el siglo XX, ocurren dos eventos de interés en la isla: una nueva corriente migratoria china, conocida como la “tercera” y una nueva ley relacionada con las drogas, que van a tener una nueva influencia en la evolución de este cementerio. Las Sociedades clánicas, que comenzaron a aparecer a principios del siglo XX, reprodujeron en Cuba la forma de asociación tradicional en China, la basada en los lazos de parentesco.

Estas Sociedades comenzaron a cobrar su mayor auge a partir de la segunda y tercera década de dicho siglo, producto de una fuerte corriente migratoria que llegó a partir de 1915 al país y se prolongó hasta la década posterior. En sus nexos asociativos y en los objetivos, expresan el principio ético-espiritual del culto al "primer antepasado" o a los "primeros antepasados" al cual o a los cuales atribuyen la creación del clan. Es en esto y en sus prácticas asociadas, donde se encuentra el centro de difusión y actuación de las tradiciones espirituales, filosóficas, religiosas y éticas, que desempeñaron un papel relevante en el mantenimiento, preservación y difusión de la comunidad y de su identidad étnica, basada en su origen ancestral. Además, fueron los que organizaron a la comunidad china, en torno a esas tradiciones y prácticas.

Es en 1919 cuando aparece en Cuba la Ley del 25 de julio, sobre la elaboración e introducción en la república de productos narcóticos con el objetivo de regular la importación, producción, venta y uso de drogas, estableciéndose así la división entre drogas lícitas e ilícitas. A raíz de la promulgación de esta ley, la cifra de narcómanos llegó a alcanzar un aumento sorprendente, lo que obligó a adaptar la sala Castro del Hospital Número 1 de La Habana para su atención médica.

Posteriormente se buscó un lugar más apropiado llamado en sus inicios “Hospital de Cuarentena” y posteriormente convertido en el Hospital de Narcómanos, que fue el Lazareto del Mariel. En años posteriores, un reporte del grupo antinarcóticos de la Policía Secreta de Cuba informó sobre el arresto de 353 individuos durante 1946. La mayoría de las personas arrestadas eran drogadictos quienes eran enviados al Lazareto y pequeños vendedores llamados "peces chicos". La casi totalidad de los arrestos y los decomisos tenían que ver con marihuana y opio. En el caso de la marihuana, los expendedores y consumidores se repartían más o menos por igual entre blancos, negros y mulatos. Entre los adictos al opio y sus derivados, unas tres cuartas partes eran de origen chino.

De manera que se reconocen dos etapas de enterramiento en ambos siglos y dos espacios de enterramiento que pueden o no estar solapados corológicamente o estarlo de forma parcial. La etapa más temprana e importante consistente en los entierros de la primera migración de culíes y que puede incluir algunos entierros de la llamada segunda migración de “californianos” dentro del siglo XIX. Este se corresponde con el cementerio primario y más antiguo, de paupérrimas sepulturas en tierra, vagamente señalada con materiales inadecuados o perecederos. La otra, una segunda etapa correspondiente al actualmente visible cementerio del siglo XX, con un espacio posible de definir a simple vista, con sus “falsas bóveda” construidas mediante el empleo del cemento y totalmente profanadas, que incluyen entre otros, a chinos de la tercera migración de 1919 a 1925, que llegó hasta 30000 individuos.

Teniendo en cuenta estos dos aspectos anteriores, además de la evidencia referida por el Dr. Gabino La Rosa en la década de 1990 proveniente del cementerio, lleva a pensar en la posibilidad real de su reutilización (sobre todo para entierros de chinos) en la primera mitad del siglo XX, primeramente para rendir tributo por parte de chinos naturales asentados en las zonas cercanas de la Jurisdicción de Guanajay o en el barrio chino de Zanja, que habiendo dejado enterrado en el cementerio chino de Mariel a algún amigo o familiar cercano, ya sean padres, abuelos, tíos, tíos abuelos, etc., retornasen en las fechas señaladas que marcan las tradiciones funerarias chinas, para homenajear póstumamente a sus difuntos.

También se considera que, durante la primera mitad del siglo XX, de la numerosa cantidad de narcómanos chinos que estuvieron recluidos en el Lazareto, algunos pudieron haber muerto y los más desamparados, o los no reclamados por sus familiares en la capital, haber quedado para ser sepultados en este sitio apartado. Corrobora todo esto, la existencia de una tumba con caracteres chinos, que hace referencia a una reparación de la misma llevada a cabo en la primera mitad del siglo XX. Esto no debió ocurrir con la mayoría de los narcómanos de origen chino, ya que durante la primera mitad del XX, no solo disponían sus familiares del cementerio chino de La Habana de forma gratuita, sino que además ya para esta fecha, eran permitidos los entierros en cementerios cristianos, pero algunos entierros de asiáticos pudieron haberse efectuado, aunque su señalización no haya trascendido hasta hoy por los daños vandálicos sufridos.

Tumbas, tarjas y apellidos

Son tres hasta el momento los apellidos encontrados en el cementerio chino de Mariel. El primero aparece en la primera evidencia material hallada inicialmente en el 2012 en el Museo: la tarja fundida con caracteres tallados que al ser traducidos por Pedro Eng Herrera, revelan la inscripción:

“Tarja mortuoria en recordación a Lǚ” (se pronuncia Luí).

Dentro del perímetro que delimita el actual cementerio, pueden observarse hoy poco más de una docena de tumbas, algunas a manera de falsas bóvedas, empleando el cemento, típico del siglo XX, sencillamente cementada o fundidas en el lugar, otras vagamente señaladas con ladrillos y el resto son enterramientos en tierra prácticamente imposibles de identificar, a no ser debido a las profanaciones vandálicas que hacen aflorar a la superficie restos óseos. La mayoría de las falsas bóvedas muestran una cruz y una concavidad para colocar un vaso de cristal a manera de búcaro para flores.

Llama la atención una tumba con caracteres chinos que al ser traducidos por el profesor Pok-Chi Lau (劉博智), revelan en su parte inferior, pertenecer a Chong Nung (鍾能), y a ambos extremos, dos ubicaciones geográficas: la de la derecha Guang Dong o Cantón, y la de la izquierda, la región del delta del río Perla. A ambos extremos de la tumba existen igualmente escrituras chinas dispuestas verticalmente algo ilegibles.

El extremo izquierdo refiere:

“Reparado respetuosamente por… personas de una cierta región” (修敬同等人).

El extremo derecho:

“Reparado de nuevo el 22 de octubre del año 16 de la República Popular China” (修重日二廿月拾年陸拾中華民國) o sea que remite al año 1927.

El tercer apellido fue hallado en un fragmento de tarja muy similar a la hallada inicialmente en el museo de Mariel, encontrada durante la excavación arqueológica programada por el Consejo Nacional de Patrimonio, realizada del 2 al 14 de diciembre de 2013 por especialistas de distintas provincias, dirigidos por el MSc. Jorge Garcell Domínguez. Esta se encontró en un área fuera del perímetro actual, junto a otros escombros. La misma mostró escrita verticalmente el nombre y apellido: Wu Jing (吳禎 simplificado吴祯) y fue traducida por el Dr. Kin-sheun Louie, investigador asociado honorario del Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad de Hong Kong. Al material de ambas tarjas (Wu y Lǚ) se le tomaron muestras. Unas se enviaron para su análisis a Hong Kong, las otras se sometieron a análisis de Rayos X en Cuba en un Espectrómetro Cuantitativo y de acuerdo a la presencia en la mezcla de (Si, Al, Fe, Ca, Mg, S, K y Na), algunos especialistas consideran la presencia de cemento, lo cual lo refiere a entierros del XX.

Independientemente de resultados posteriores, diferentes motivos llevan a considerar dichos entierros, correspondientes a chinos de la tercera corriente migratoria y no a culíes. Se dispone de los nombres y apellidos de los 500 culíes que zarparon de Macao el 9 de febrero de 1861, por tanto, el de todos los fallecidos durante esa primera cuarentena en Mariel, encabezando la lista de los decesos, Li-achoi, de oficio cultivador, edad 30 años que desde el 7 de mayo había caído enfermo en altamar, falleciendo 18 días después, el día 25. Este fue el primer culí sepultado en el cementerio chino del Lazareto de Mariel.

Finalmente

Los primeros sitios de entierro de los culíes en los cementerios provisionales de Regla posterior a su arribo en 1847, no existen en la actualidad, ya que están cubiertos por la urbanización. Del cementerio Espada solo queda un corto tramo de muro con las huellas de antiguos nichos al final de la calle Aramburu. Por otra parte el cementerio de los Ingleses, reutilizado a partir de 1860 hasta 1868 aproximadamente, yace bajo la urbanización entre las actuales calles G y H, delimitado al sur por 5ta avenida y al norte por las proximidades del malecón.

El cementerio de San Antonio Chiquito donde también fueron sepultados los culíes a partir de 1868, tampoco existe en la actualidad, pues estaba ubicado en terrenos adquiridos por el Obispado de La Habana para la construcción del Cementerio de Colón comenzada en octubre de 1871.

El Cementerio Chino de La Habana, fundado en 1893 es conocido hasta hoy como el único de la isla. Por último, el Cementerio Chino Wah On Kon Ce de Panamá, fundado en 1883, es considerado el más antiguo de América. Por tanto el arcaico y depauperado Cementerio Chino de Mariel, se revela como el más antiguo de Cuba, y a pesar de que los restos de los primeros inmigrantes chinos fueron sepultados en antiguos terrenos de Regla ya perdidos, se puede afirmar que este de Mariel, es el tal de su tipo que alberga los restos más antiguos in situ, como testigos de la primera migración china al Nuevo Mundo, lo cual lo convierte además en el más antiguo de América que aún se conserva.

Referencias

Fuentes

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