Diferencia entre revisiones de «El libro de las profecías de Nostradamus»

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Las '''Centurias''', son los acontecimientos relacionados con el futuro de la Humanidad, desde los días en que él empezó a escribir hasta el fin de los tiempos en que vivió Nostradamus.
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Las '''Centurias''', es un libro con más de mil predicciones divididas en cien cuartetas donde se narran los acontecimientos relacionados con el futuro de la Humanidad, desde los días en que se empezó a escribir hasta el fin de los tiempos en que vivió Nostradamus.
  
 
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Pasando por Tolosa, llegó a Agen, ciu­dad situada a orillas del Garona, donde Julio César Scaliger le retuvo junto a sí. Era este hombre un personaje muy erudito y un verdadero mecenas. Nos­tradamus tuvo con él una extraordina­ria amistad que más tarde se tornó en oposición,  discordia y divergencia, como suele suceder entre hombres sa­bios, según atestiguan muchos escritos.
 
Pasando por Tolosa, llegó a Agen, ciu­dad situada a orillas del Garona, donde Julio César Scaliger le retuvo junto a sí. Era este hombre un personaje muy erudito y un verdadero mecenas. Nos­tradamus tuvo con él una extraordina­ria amistad que más tarde se tornó en oposición,  discordia y divergencia, como suele suceder entre hombres sa­bios, según atestiguan muchos escritos.
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En ese período se casó con una jo­ven de la alta sociedad, de la que tuvo dos hijos, un niño y una niña. Murie­ron los tres y Nostradamus tomó la decisión de instalarse definitivamente en Provenza, su tierra natal.
 
En ese período se casó con una jo­ven de la alta sociedad, de la que tuvo dos hijos, un niño y una niña. Murie­ron los tres y Nostradamus tomó la decisión de instalarse definitivamente en Provenza, su tierra natal.
  

Revisión del 08:37 4 ene 2012

Centurias
Información sobre la plantilla
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Se publicó en diez volúmenes y despertó las más dispares reacciones.
Autor(a)(es)(as)Michel de Nostradamus
GéneroNarración
Primera edición1955
PaísBandera de Francia


Las Centurias, es un libro con más de mil predicciones divididas en cien cuartetas donde se narran los acontecimientos relacionados con el futuro de la Humanidad, desde los días en que se empezó a escribir hasta el fin de los tiempos en que vivió Nostradamus.

Centurias

Puede decirse en pocas palabras que así como un libro está dividido en capítulos y un poema en cantos, de la misma manera las profecías del vidente de Salon están divididas en Centurias, cada una de las cuales contiene un número variable de cuartetas (originariamente habían de ser cien por Centuria) en las que se da siempre una rima, forzada algunas veces, y en las que, en la mayor parte de los casos, no puede decirse que haya un nexo lógico de tiempo y de lugar y, sobre todo, una claridad de interpretación que las haga fácilmente inteligibles y nos dé a conocer exactamente el tiempo en que se realizarán los acontecimientos vaticinados.

Se dice hoy que son doce las Centurias, pero sólo las diez primeras son, sin lugar a dudas, de Nostradamus. La primera edición de estas diez Centurias vio la luz en 1555, por obra de un editor de Lyon.

Después, las sucesivas ediciones que han aparecido en diversas épocas han presentado, añadidas a las diez Centurias, un cierto número de nuevas cuartetas proféticas y, concretamente, cuatro cuartetas añadidas a la Centuria VII, seis a la Centuria VIII y una a la Centuria X. Sólo dos cuartetas han formado la Centuria XI y once la CenturiaXII.

No se sabe con certeza cuál es el origen de estas cuartetas, posteriormente insertas en la obra profética del mago de Salon.En esta cuestión, sólo podemos aventurar hipótesis. Así, algunos investigadores afirman que, al morir Nostradamus, se hallaron entre sus papeles un cierto número de profecías, escritas ciertámente por él y que, por tanto, podrán añadirse a las suyas propias. Otros, por el contrario, las han atribuido a quienes nada tenían que ver con el vidente y las consideran, por consiguiente, apócrifas.

Biografía

Michel de Nostradamus, el vidente más renombrado y famoso de cuantos han sabido interpretar los astros, nació en Saint Rémy de Provence, sur de Francia, el año de gracia de 1503, un jueves 14 de diciembre, hacia el medio­día. Su padre fue Jaime de Nostre­dame, notario de aquel lugar; su madre fue Renée de Saint Rémy, sus abuelos paternos y maternos eran profundos conocedores de las ciencias matemáti­cas y de la medicina. Como médicos habían vivido el uno en la Corte de René que, además de Conde de Pro­venza, era Rey de Jerusalén y de Sicilia; y el otro, en la Corte de Juan, Duque de Calabria a hijo del antedicho René.

Es necesario demostrar la inexacti­tud de ciertas versiones sobre los orí­genes del gran vidente, formuladas por envidiosos de su celebridad o por quie­nes desconocen la realidad.

La familia de Nostradamus, según algunos, era de origen judío, de la tribu de Isacar, convertidos al cristia­nismo. Y de ahí que atestigüe nuestro autor haber recibido directamente de sus abuelos el conocimiento de las cien­cias matemáticas; y en el prólogo de sus Centurias él mismo afirma que ellos le transmitieron el don de prede­cir el futuro.

Después de la muerte de su bisa­buelo materno, que le había infundido, casi como juego, el gusto por las cien­cias de los astros, Nostradamus fue en­viado a Aviñón para cursar letras y formarse en humanidades.

Desde Aviñón el joven estudiante pasó a Montpellier, donde frecuentó la célebre universidad estudiando en sus aulas medicina, hasta que una grave pestilencia, declarada en las regiones de Narbona, Tolosa y Burdeos, le dio ocasión de poner al servicio de los apestados el fruto de cuanto había aprendido durante sus estudios. Tenía entonces 22 años.

Después de haber ejercido la medi­cina durante cuatro años en aquellas regiones, le pareció oportuno volver a Montpellier para conseguir el título de doctor, que obtuvo al poco tiempo con la admiración y el aplauso de todos.

Pasando por Tolosa, llegó a Agen, ciu­dad situada a orillas del Garona, donde Julio César Scaliger le retuvo junto a sí. Era este hombre un personaje muy erudito y un verdadero mecenas. Nos­tradamus tuvo con él una extraordina­ria amistad que más tarde se tornó en oposición, discordia y divergencia, como suele suceder entre hombres sa­bios, según atestiguan muchos escritos.

En ese período se casó con una jo­ven de la alta sociedad, de la que tuvo dos hijos, un niño y una niña. Murie­ron los tres y Nostradamus tomó la decisión de instalarse definitivamente en Provenza, su tierra natal.

De vuelta a Marsella, se instaló en Aix en Provence, parlamento de la re­gión, donde ejerció durante tres años un cargo público ciudadano. Fue en­tonces, en 1546, cuando la peste azotó terriblemente aquella zona, según des­cribe el señor de Launay en su Teatro del mundo sirviéndose de los relatos que le fueron hechos por el propio vi­dente. Estos hechos han sido confir­mados por la investigación histórica de aquella época.

Desde Aix en Provence llegó a Salon­de Crau, pequeña ciudad que dista de Aix una jornada de camino hasta Avi­ñón y media jornada hasta Marsella. Contrajo segundas nupcias; y fue aquí, en este lugar, donde, previendo los grandes cambios y las trágicas convul­siones que perturbaron luego y revol­vieron a toda Europa, las sangrientas luchas civiles y los desgraciados acon­tecimientos que iban a precipitarse so­bre Francia, comenzó, lleno de una exaltada inspiración a invadido de un frenesí irresistible, la redacción de las Centurias.

Centurias y presagios que él guardó por mucho tiempo en secreto, cre­yendo que la naturaleza insólita del ar­gumento le acarrearía calumnias, envi­dias y ataques muy ofensivos, tal como luego sucedió.

Vencido, al fin, por el deseo de que los hombres sacasen algún provecho de sus predicciones, las dio conocer. El rumor que suscitaron inmediatamente fue grande y corrió su fama de boca en boca, no sólo entre nosotros, sino tam­bién entre los extranjeros que sintie­ron por el vidente y por su obra una extraordinaria admiración. Esta fama impresionó tanto al poderoso Enri­que II, Rey de Francia, que éste, en el año de gracia de 1556, mandó llamar al vidente a la Corte. Después de que re­velara un cierto número de aconteci­mientos importantes que habían de suceder, recibió numerosos presentes y se volvió a su Provenza natal. Algunos años más tarde, concretamente en 1564,visitando Carlos IX las provincias y ha­biendo concedido la paz a las ciudades que contra él se habían rebelado, vino a Salon y no quiso dejar de visitar al profeta e insigne héroe, mostrándose para con él tan generoso, que lo honró con el cargo de consejero y le nombró médico suyo en la Corte.

Resultaría una tarea excesivamente prolija escribir todo cuanto él predijo, ya en general, ya en particular,y sería superfluo dar el nombre de todos los grandes señores, de los insignes sabios y otros muchos que vinieron de toda la región y de toda Francia para consul­tarle como oráculo. Lo que San Jeró­nimo decía de Tito Livio yo puedo decirlo del gran vidente: cuantos ve­nían a Francia desde fuera no se pro­ponían otro objetivo que ir a visitarle.

Cuando vino a verle Carlos IX, Nos­tradamus, que había sobrepasado los 60años, estaba muy envejecido y se ha­llaba gravemente debilitado por las do­lencias que le atormentaban desde ha­cía mucho tiempo, especialmente una artritis y la gota minaban constante­mente su salud. Murió el día 2 de julio del año 1566, poco antes de salir el sol, después de una crisis que le duró ocho días y que le causó un acceso de hidro­pesía consecutivo a un ataque agudo de artritis.

Conoció anticipadamente el día de su tránsito y la hora exacta pues él había escrito, de su puño y letra, en las Efemérides de Jean Stadius, estas palabras en latín: Hic prope morn est, es decir: «Mi muerte está próxima». Sobre su sepulcro se esculpieron las palabras de un epitafio, compuesto a imitación del de Tito Livio, historia­dor romano; epitafio que hoy puede todavía verse en la Iglesia de los Cor­deleros de Salon, en la que, con gran­des honores, fue enterrado el cuerpo de Nostradamus. La inscripción está en latín; traducida dice lo siguiente:

Aquí descansan los restos mortales del ilustrísimo Michel de Nostrada­mus, el único hombre digno, a juicio de todos los mortales, de escribir con pluma casi divina, bajo la influencia de los astros, el futuro del mundo.

Murió en Salon de Crau, en Pro­venza, el 2 de julio del año de gracia de 1566, a la edad de sesenta y dos años, seis meses y diecisiete días.

Centurias y profecías

La obra que dio fama a Nostradamus es una colección de enigmas y profecías en verso, publicadas en cuatro "centurias" o volúmenes de cien cuartetas cada uno. En 1558 la colección fue completada por otros seis volúmenes.

En un lenguaje sibilino y hermético, sin orden cronológico, las cuartetas de las Centurias exponen profecías y pronósticos sobre una edad histórica que llega hasta el año 3797. Según ciertos comentadores, muchas de estas profecías se realizaron; de la muerte de Enrique II en un torneo, a la de Luis XVI; de la caída de Napoleón a la guerra de 1939.

Enigmáticas y sugerentes, las cuartetas proféticas reunidas por Nostradamus en sus Centurias brillan como las estrellas lejanas, cuya claridad es más misteriosa que la del sol. No obstante, Nostradamus no redactó sus profecías pretendiendo rigor, sino llevado por su olfato y su inspiración. En 1542 escribirá a su hijo César: "Estando a veces durante toda una semana penetrado de la inspiración que llenaba de suave olor mis estudios nocturnos, he compuesto, mediante largos cálculos, libros de profecías un poco oscuramente redactados, y que son vaticinios perpetuos desde hoy hasta el año 3797. Es posible que algunas personas muevan con escepticismo la cabeza en razón de la extensión de mis profecías sobre tan largo período, y sin embargo todas ellas se realizarán y se comprenderán inteligiblemente en toda la Tierra."

Habida cuenta de la celeridad con la que evolucionan las sociedades, la osadía de su empeño merece admiración. Cosa bien distinta es estimar válidas sus predicciones, como siguen haciendo muchos. Éstas aparecen redactadas en un lenguaje ambiguo y en cuartetos rimados, lo cual dificulta aún más su interpretación. Cabe pensar que este carácter confuso fue desarrollado intencionadamente por Nostradamus a fin de que sus predicciones pudieran ser interpretadas por las futuras generaciones tanto en un sentido como en otro. De este modo son los acontecimientos los que se ajustan a las profecías y no al revés.

Lo cierto es que muy pronto comenzaron a reconocérsele sus méritos como profeta. Ocho años después de que publicara sus Centurias, una de sus predicciones, aquella que hacía referencia a la muerte de Enrique II de Francia en un torneo, se cumplió. Tras este hecho comenzaron a propagarse los rumores sobre el carácter visionario de Nostradamus, lo que unido a sus éxitos como médico lo convirtió en una mezcla de terapeuta y mago a los ojos de la sociedad de la época, hasta el punto de que el rey Carlos IX lo nombró médico de la corte.

La admiración social se acrecentó aún más el 2 de julio de 1566, día en el que, como había predicho unos pocos años antes, aconteció su muerte. Desde entonces, década tras década, siglo tras siglo, muchos han sido los encargados de supervisar el cumplimiento de las profecías de Nostradamus y alertar sobre su eventual consumación. Tan sólo unos años después de muerto, nuevos acontecimientos vendrían a cimentar su fama. Así, la batalla de Lepanto (1571) fue predicha en los siguientes términos:

A las Españas llegará un rey muy poderoso por mar y por tierra subyugando nuestro mediodía. Este mal hará rebajando la Media Luna bajar las alas a los del viernes.

Y, en efecto, Felipe II, que reinó entre 1555 y 1598, llegó a ocupar París (mediodía francés) y a enfrentarse militarmente a los sultanes otomanos (la Media Luna) por el control del Mediterráneo.


Predicción

El león joven al viejo someterá, En campo bélico por singular duelo, En jaula de oro los ojos le atravesará, Dos heridas en una, después morir, muerte cruel.

Pues bien, ahora daremos lo que aconteció en el año1559. El Rey se aprestaba a participar en un torneo de duelos, en honor a los matrimonios de su hermana con el Duque de Saboya, y al mismo tiempo de su propia hija con el Rey de España. A la hora del duelo, se debía enfrentar al Conde de Montgomery, quien al igual que Enrique II, tenían labrado en sus escudos leones.

El primer duelo culmina en empate, por lo que el Rey insistió en una revancha, la cual le fue concedida, pero finalizó rápidamente. La lanza del Conde se astilló y rompió, perforando la visera de Enrique II, quien sufrió múltiples heridas. Luego de una agonía de diez días falleció en sus aposentos. Más claro….imposible.

Para quienes aún tengan dudas, esta profecía fue publicada cuatro años antes de la muerte del Rey Enrique II, por lo que muchos escépticos han abandonado la idea de dudar de ella, pero igualmente escogieron otras de las cientas existentes para dudar de su veracidad. Es más, los hombres de ciencia sostienen que las profecías no son tal, sino que los propios hombres las han traducido y las han acomodado para que sí lo parezcan, aggiornandolos a los acontecimientos actuales.

Y para apoyar esta teoría, para que vean que intento ser objetivo, les mostraré una nueva profecía, que ha tenido dos interpretaciones completamente diferentes, y que en definitiva, apoyan a quienes dicen que no lo son, sino que el hombre simplemente las acomoda a conveniencia, readaptándolas al momento en que vivimos.

Obras principales

  • Interpretation des Hyeroglyphes de Horapollo.
  • Traité des Fardements et Confitures, Lyon 1556.
  • Les Vrayes Centuries et Propheties de Maistre Michel Nostradamus, ediciones originales de Avignon 1556, Lyon 1558.
  • Les Vrayes Centuries et Propheties de Maistre Michel Nostradamus, Lyon 1568 (edición póstuma con diez centurias),
  • Les Vrayes Centuries et Propheties de Maistre Michel Nostradamus Troyes 1610 (edición de la imprenta real de doce centurias)
  • Vaticinia Michaelis Nostredami de Futuri Christi Vicarii ad Cesarem Filium (VE 307; Vaticinios de Nostradamus manuscrito descubierto en 1982 en la Biblioteca Nazionale Centrale en Roma)


Enlaces externos