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'''Eulogio Lobato González'''. Patriota insigne del municipio Ciénaga de Zapata, dueño de las fincas “San Lázaro” y “El Maíz”, puso a disposición de la causa mambisa no solo sus bienes, sino toda su familia- Ramón, Longino y Andrea- también formaron filas en el [[Ejército Libertador]].
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'''Eulogio Lobato González'''. Patriota insigne del municipio [[Ciénaga de Zapata]], dueño de las fincas “San Lázaro” y “El Maíz”, puso a disposición de la causa mambisa no solo sus bienes, sino toda su familia- Ramón, Longino y Andrea- también formaron filas en el [[Ejército Libertador]].
  
 
== Síntesis biográfica==  
 
== Síntesis biográfica==  
  
Nació el 10 de mayo de 1845, fue uno de los hijos de Buenaventura Lobato Figueredo y María González Morejón. Aunque existen divergencias en cuanto a si Eulogio nació en Yaguaramas, San Lázaro o Jagüey Grande, lo cierto es que, desde el siglo XVIII, su abuelo, Pedro Lobato, ya vivía en el antiguo batey cenaguero llamado San Lázaro.
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Nació el [[10 de mayo]] de [[1845]], fue uno de los hijos de Buenaventura Lobato Figueredo y María González Morejón. Aunque existen divergencias en cuanto a si Eulogio nació en [[Yaguaramas (Cienfuegos)|Yaguaramas]], San Lázaro o [[Jagüey Grande]], lo cierto es que, desde el [[siglo XVIII]], su abuelo, Pedro Lobato, ya vivía en el antiguo batey cenaguero llamado San Lázaro.
  
 
== Participación en las gestas independentistas ==
 
== Participación en las gestas independentistas ==
  
La Revolución Cubana, iniciada el 10 de octubre de 1868 en “Demajagua”, pronto tuvo el incondicional apoyo de la gran Ciénaga. El 7 de febrero de 1869 se levantaron en armas los revolucionarios cienfuegueros dirigidos por el general Adolfo Cabada, quien tuvo el apoyo incondicional de otras importantes figuras como Juan Díaz de Villegas, Félix Bouyón, Jesús del Sol y Luis de la Masa Arredondo. De inmediato, la parte oriental cenaguera, fundamentalmente Bartolina – aledaña a Jagua –, recibió las constantes visitas de los aguerridos patriotas sureños que, en algunas ocasiones, sostuvieron cruentos combates con las fuerzas coloniales, como por ejemplo, el 9 de marzo de 1869, cuando el coronel Jesús del Sol se enfrentó al batallón español “Nápoles”.
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La Revolución Cubana, iniciada el [[10 de octubre]] de [[1868]] en “[[Demajagua]]”, pronto tuvo el incondicional apoyo de la gran Ciénaga. El [[7 de febrero]] de [[1869]] se levantaron en armas los revolucionarios cienfuegueros dirigidos por el general Adolfo Cabada, quien tuvo el apoyo incondicional de otras importantes figuras como Juan Díaz de Villegas, Félix Bouyón, Jesús del Sol y Luis de la Masa Arredondo. De inmediato, la parte oriental cenaguera, fundamentalmente Bartolina – aledaña a Jagua –, recibió las constantes visitas de los aguerridos patriotas sureños que, en algunas ocasiones, sostuvieron cruentos combates con las fuerzas coloniales, como por ejemplo, el [[9 de marzo]] de 1869, cuando el coronel Jesús del Sol se enfrentó al batallón español “Nápoles”.
  
Jagüey Grande – el terruño occidental más apegado a la antorcha libertadora – observó con orgullo cómo, el 10 de febrero de 1869, el patriota Narciso Pérez Amador izaba nuestra enseña nacional en la iglesia del poblado. Alrededor de 150 bravos cubanos conformaron aquella tropa que, dirigida por Gabriel Menocal y el coronel mexicano José Inclán, convirtieron esta localidad en la primera que fue ocupada por el Ejército Libertador de Cuba en occidente. Más tarde, el rincón cenaguero denominado El Jiquí se constituyó en campamento del valiente coronel y su aguerrida tropa, contribuyendo desde entonces con la causa independentista. Afirmó el historiador jagüeyense José Fernández y Fernández que Inclán sostuvo por estos lugares un encuentro con los llamados “tiradores de la muerte” (delincuentes al servicio de España) a los que destrozó.
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Jagüey Grande – el terruño occidental más apegado a la antorcha libertadora – observó con orgullo cómo, el [[10 de febrero]] de 1869, el patriota Narciso Pérez Amador izaba nuestra enseña nacional en la iglesia del poblado.
  
Toda esta actividad conspirativa dentro de los bosques del humedal fue formando la vocación patriótica de los dispersos nativos quienes, de diversas maneras, cooperaron con las tropas insurrectas. Se hace harto difícil relacionar nombres cenagueros de esta etapa de la Revolución Cubana, por cuanto fue escaso el control de filiación dentro de las mismas; no obstante, la historia oral exige a cada momento, a través de la familia, que se plasme con premura el accionar de sus ancestros; unos como prácticos, otros garantizando el avituallamiento y retaguardia y los que, honrados al portar el atuendo mambí, fustigaron  al colonialismo español; también las féminas hicieron su contribución imitando a la gran Mariana.
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Alrededor de 150 bravos cubanos conformaron aquella tropa que, dirigida por Gabriel Menocal y el coronel mexicano José Inclán, convirtieron esta localidad en la primera que fue ocupada por el Ejército Libertador de Cuba en occidente. Más tarde, el rincón cenaguero denominado El Jiquí se constituyó en campamento del valiente coronel y su aguerrida tropa, contribuyendo desde entonces con la causa independentista. Afirmó el historiador jagüeyense José Fernández y Fernández que Inclán sostuvo por estos lugares un encuentro con los llamados “tiradores de la muerte” (delincuentes al servicio de [[España]]) a los que destrozó.
  
Dentro de los mambises cenagueros resalta, para orgullo del humedal, Eulogio Lobato González, considerado el patricio, patriota insigne de la Ciénaga de Zapata, porque participó en las tres gestas libertarias del siglo XIX bajo las órdenes de afamados combatientes como Cecilio González, Carlos Agüero Fundora y José Álvarez Arteaga (Matagás), recibiendo los grados de comandante del Ejército Libertador de Cuba, en el campamento mambí de San Blas, de manos de su antiguo compañero de armas, coronel Francisco Pérez Garoz, cuando éste estuvo en dicho lugar el 6 de septiembre de 1895.
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Toda esta actividad conspirativa dentro de los bosques del humedal fue formando la vocación patriótica de los dispersos nativos quienes, de diversas maneras, cooperaron con las tropas insurrectas. Se hace harto difícil relacionar nombres cenagueros de esta etapa de la [[Revolución Cubana]], por cuanto fue escaso el control de filiación dentro de las mismas; no obstante, la historia oral exige a cada momento, a través de la familia, que se plasme con premura el accionar de sus ancestros; unos como prácticos, otros garantizando el avituallamiento y retaguardia y los que, honrados al portar el atuendo mambí, fustigaron  al colonialismo español; también las féminas hicieron su contribución imitando a la gran Mariana.
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Dentro de los mambises cenagueros resalta, para orgullo del humedal, Eulogio Lobato González, considerado el patricio, patriota insigne de la [[Ciénaga de Zapata]], porque participó en las tres gestas libertarias del siglo XIX bajo las órdenes de afamados combatientes como Cecilio González, Carlos Agüero Fundora y José Álvarez Arteaga (Matagás), recibiendo los grados de comandante del Ejército Libertador de Cuba, en el campamento mambí de San Blas, de manos de su antiguo compañero de armas, coronel Francisco Pérez Garoz, cuando éste estuvo en dicho lugar el [[6 de septiembre]] de [[1895]].
  
 
Contaba el patricio Lobato con veintitrés años cuando el Padre de la Patria reclamó el sacrificio de sus hijos para dignificar la oprimida Cuba. El joven Lobato se unió primero a las tropas cienfuegueras bajo el mando de Jesús del Sol y, luego del enajenante Pacto del Zanjón, mantuvo la llama libertadora en estos parajes durante la guerra Chiquita (24- 8- 1879 a 10- 6- 1880) junto al aguerrido coronel Cecilio González.
 
Contaba el patricio Lobato con veintitrés años cuando el Padre de la Patria reclamó el sacrificio de sus hijos para dignificar la oprimida Cuba. El joven Lobato se unió primero a las tropas cienfuegueras bajo el mando de Jesús del Sol y, luego del enajenante Pacto del Zanjón, mantuvo la llama libertadora en estos parajes durante la guerra Chiquita (24- 8- 1879 a 10- 6- 1880) junto al aguerrido coronel Cecilio González.
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Llaman poderosamente la atención algunos testimonios de descendientes longevos de Eulogio, quienes han conservado el relato de que su ancestro mambí guardó prisión en las lejanas cárceles de Ceuta (Marruecos, norte de África, posesión española en aquellos tiempos) y que su recio carácter lo llevó a imponerse una doble dieta; ya que al no apetecerle la leche de cabra – única que recibía – solo mojaba un trozo de pan con ella para sobrevivir, mostrándole a los carceleros coloniales el jarro de leche caprina casi intacto, como muestra de rebeldía.
 
Llaman poderosamente la atención algunos testimonios de descendientes longevos de Eulogio, quienes han conservado el relato de que su ancestro mambí guardó prisión en las lejanas cárceles de Ceuta (Marruecos, norte de África, posesión española en aquellos tiempos) y que su recio carácter lo llevó a imponerse una doble dieta; ya que al no apetecerle la leche de cabra – única que recibía – solo mojaba un trozo de pan con ella para sobrevivir, mostrándole a los carceleros coloniales el jarro de leche caprina casi intacto, como muestra de rebeldía.
  
Existen al menos tres elementos indicativos de que esa deportación debió ocurrir entre los años 1883 y 1891 (sin determinar la duración exacta de la misma). El primero de ellos es que el historiador José Fernández, en su libro La guerra de los Diez Años en el sur de Matanzas, confirma la presencia de Eulogio Lobato en los bosques redentores cienagueros durante la Guerra Chiquita. El segundo es la inscripción de bautizo de Rosalía Lobato Bonachea, hija de Eulogio, asentada en el libro quinto de bautismo de blancos, folio 167, # 595, en la Iglesia Parroquial de Ingreso del pueblo de San Nicolás, provincia y Archidiócesis de la Habana, en la que se omite el nombre del padre, consignándose solo el de la madre, con fecha del 18 de abril de 1884, especificando que el nacimiento de la niña se produjo el 4 de noviembre de 1883. Y, por último, la partida de matrimonio, inscripta en el libro primero de matrimonios de blancos, folio 267, número 767, en la Iglesia Parroquial de nuestra señora del Rosario de Yaguaramas, provincia de Las Villas, Diócesis de Cienfuegos, certifica que don Eulogio Lobato y doña Cristina Bonachea contrajeron matrimonio en el barrio de San Lázaro de la Ciénaga de Zapata, el día 17 de abril de 1891.   
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Existen al menos tres elementos indicativos de que esa deportación debió ocurrir entre los años 1883 y 1891 (sin determinar la duración exacta de la misma). El primero de ellos es que el historiador José Fernández, en su libro La guerra de los Diez Años en el sur de Matanzas, confirma la presencia de Eulogio Lobato en los bosques redentores cienagueros durante la Guerra Chiquita. El segundo es la inscripción de bautizo de Rosalía Lobato Bonachea, hija de Eulogio, asentada en el libro quinto de bautismo de blancos, folio 167, # 595, en la Iglesia Parroquial de Ingreso del pueblo de San Nicolás, provincia y Archidiócesis de la Habana, en la que se omite el nombre del padre, consignándose solo el de la madre, con fecha del 18 de abril de 1884, especificando que el nacimiento de la niña se produjo el [[4 de noviembre]] de [[1883]]. Y, por último, la partida de matrimonio, inscripta en el libro primero de matrimonios de blancos, folio 267, número 767, en la Iglesia Parroquial de nuestra señora del Rosario de Yaguaramas, provincia de Las Villas, Diócesis de Cienfuegos, certifica que don Eulogio Lobato y doña Cristina Bonachea contrajeron matrimonio en el barrio de San Lázaro de la [[Ciénaga de Zapata]], el día [[17 de abril]] de [[1891]].   
  
 
De esa feliz unión, surgieron, como “orquídeas y cabreros cenagueros”, Vicenta, Ángela María, Rosalía, Andrea, Ramón, Longino y José; de los cuales, pronto los dos primeros varones continuarían por el sendero rebelde del padre.
 
De esa feliz unión, surgieron, como “orquídeas y cabreros cenagueros”, Vicenta, Ángela María, Rosalía, Andrea, Ramón, Longino y José; de los cuales, pronto los dos primeros varones continuarían por el sendero rebelde del padre.
La guerra necesaria, iniciada el 24 de febrero de 1895, constituyó el fruto de la inmensa y fructífera obra de Martí. Su genio y tenacidad hicieron posible la unidad de todos los patriotas alrededor de un partido, hijo también del talento político del maestro. Los levantamientos insurrectos de “La Ignacia” (Ibarra, Matanzas), “La Sirena” (barrio López, Jagüey Grande) y “Los Charcones” (Jagüey Chico, Aguada de Pasajeros), prepararon un tanto las condiciones objetivas y subjetivas para que en un lapso de tiempo corto se pudiera llevar a vías de hecho el inicio de la Invasión a Occidente.  
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La guerra necesaria, iniciada el 24 de febrero de 1895, constituyó el fruto de la inmensa y fructífera obra de Martí. Su genio y tenacidad hicieron posible la unidad de todos los patriotas alrededor de un partido, hijo también del talento político del maestro. Los levantamientos insurrectos de “La Ignacia” (Ibarra, Matanzas), “La Sirena” (barrio López, Jagüey Grande) y “Los Charcones” (Jagüey Chico, Aguada de Pasajeros), prepararon un tanto las condiciones objetivas y subjetivas para que en un lapso de tiempo corto se pudiera llevar a vías de hecho el inicio de la Invasión a Occidente.
Eulogio Lobato González se reincorporó a las huestes mambisas el 1 de julio de 1895, siendo miembro del Regimiento de Infantería “Gómez”, 4to Cuerpo, 2da División, 2da Brigada. Para septiembre de 1895 se le vería en el campamento de San Blas bajo las órdenes del célebre bandolero – patriota José de Santa Rosa Álvarez Arteaga (Matagás).  
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Eulogio Lobato González se reincorporó a las huestes mambisas el [[1 de julio]] de [[1895]], siendo miembro del Regimiento de Infantería “Gómez”, 4to Cuerpo, 2da División, 2da Brigada. Para septiembre de 1895 se le vería en el campamento de San Blas bajo las órdenes del célebre bandolero – patriota José de Santa Rosa Álvarez Arteaga (Matagás).  
  
 
El ya ascendido a comandante Eulogio Lobato cumple entonces una orden del coronel Garoz, consistente en tomar veinticinco hombres y recorrer la extensa costa para evitar una invasión española por la Ciénaga de Zapata. El 30 de marzo de 1897, la Armada española envió hacia la Bahía de Cochinos una poderosa expedición militar que desembarcó a 1779 infantes en tres lugares diferentes de la citada ensenada. Se considera que una parte de aquellos soldados fueron desembarcados en el lugar conocido por Casones.  
 
El ya ascendido a comandante Eulogio Lobato cumple entonces una orden del coronel Garoz, consistente en tomar veinticinco hombres y recorrer la extensa costa para evitar una invasión española por la Ciénaga de Zapata. El 30 de marzo de 1897, la Armada española envió hacia la Bahía de Cochinos una poderosa expedición militar que desembarcó a 1779 infantes en tres lugares diferentes de la citada ensenada. Se considera que una parte de aquellos soldados fueron desembarcados en el lugar conocido por Casones.  
Dicha expedición enfiló hasta el batey de San Lázaro -cuna de los Lobato- el cual era el asentamiento más cercano. Uno de los centinelas cubanos avisó de la presencia del enemigo al comandante Eulogio Lobato González, ante lo cual, este tomó la decisión de prenderle fuego a su batey –acción considerada como el Bayamo cenaguero- y enviar las familias residentes con un mensajero llamado Jesús Bonachea Moreira, capitán del Ejército Libertador, para un poblado conocido por Matún, en la provincia de Las Villas. Aquella pequeña impedimenta mambisa hizo el trayecto a caballo y a pie, pasaron mucha hambre y necesidades, llegando al lugar después de vencer la gran distancia durante varios días de incesante caminar. En Matún la familia tenía unos parientes, específicamente en la finca llamada “La Charca”, que era de Teodoro Bonachea, suegro del comandante Eulogio Lobato.
 
  
Lobato participó en varios combates y escaramuzas durante las tres gestas libertarias del siglo XIX; entre las que se cuentan Santa Teresa, embarcadero de Santa Teresa, San Lázaro y Cayo Espino. Por su recio carácter y probado valor, Eulogio Lobato González se granjeó el respeto y consideración de todos los habitantes de la cuenca y de allende los bosques; resaltado también por el enumerador 201 del censo de población y vivienda de 1899, Sixto Agramonte, quien escribió al respecto:  
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Dicha expedición enfiló hasta el batey de San Lázaro -cuna de los Lobato- el cual era el asentamiento más cercano. Uno de los centinelas cubanos avisó de la presencia del enemigo al comandante Eulogio Lobato González, ante lo cual, este tomó la decisión de prenderle fuego a su batey –acción considerada como el Bayamo cenaguero- y enviar las familias residentes con un mensajero llamado Jesús Bonachea Moreira, capitán del Ejército Libertador, para un poblado conocido por Matún, en la provincia de Las Villas.
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Aquella pequeña impedimenta mambisa hizo el trayecto a caballo y a pie, pasaron mucha hambre y necesidades, llegando al lugar después de vencer la gran distancia durante varios días de incesante caminar. En Matún la familia tenía unos parientes, específicamente en la finca llamada “La Charca”, que era de Teodoro Bonachea, suegro del comandante Eulogio Lobato.
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Lobato participó en varios combates y escaramuzas durante las tres gestas libertarias del [[siglo XIX]]; entre las que se cuentan Santa Teresa, embarcadero de Santa Teresa, San Lázaro y Cayo Espino. Por su recio carácter y probado valor, Eulogio Lobato González se granjeó el respeto y consideración de todos los habitantes de la cuenca y de allende los bosques; resaltado también por el enumerador 201 del censo de población y vivienda de [[1899]], Sixto Agramonte, quien escribió al respecto:  
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“Noviembre 8 – Nos levantamos temprano y emprendimos marcha, encontrando un bohío en construcción de gran tamaño. Encontré varios habitantes. Preguntando por el jefe me fue presentado y preguntado su nombre me dijo llamarse Eulogio Lobato, natural de dicha península e inspector de costas de la revolución cubana. Su familia se compone de cuatro hijas y tres hijos. Él es, que cuando ocurra algún caso, representa a los habitantes de aquella comarca, que van en su busca".
 
“Noviembre 8 – Nos levantamos temprano y emprendimos marcha, encontrando un bohío en construcción de gran tamaño. Encontré varios habitantes. Preguntando por el jefe me fue presentado y preguntado su nombre me dijo llamarse Eulogio Lobato, natural de dicha península e inspector de costas de la revolución cubana. Su familia se compone de cuatro hijas y tres hijos. Él es, que cuando ocurra algún caso, representa a los habitantes de aquella comarca, que van en su busca".
  
 
== Últimos años de vida ==
 
== Últimos años de vida ==
  
Cartas dirigidas a él, con mucho respeto, por personalidades de relieve nacional (Anexo 1), también refuerzan o justifican la acertada apreciación del célebre enumerador. Como se aprecia en las diversas misivas, siempre a Eulogio Lobato González se le trató con distingo dentro de la Ciénaga de Zapata, desde su condición de inspector de costa de la revolución cubana, hasta miembro político por el Partido Liberal de la mesa electoral del colegio número dos, barrio de Ciénaga Zapata, término municipal de Aguada, provincia de Santa Clara.
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Cartas dirigidas a él, con mucho respeto, por personalidades de relieve nacional (Anexo 1), también refuerzan o justifican la acertada apreciación del célebre enumerador. Como se aprecia en las diversas misivas, siempre a Eulogio Lobato González se le trató con distingo dentro de la Ciénaga de Zapata, desde su condición de inspector de costa de la revolución cubana, hasta miembro político por el Partido Liberal de la mesa electoral del colegio número dos, barrio de [[Ciénaga Zapata]], término municipal de Aguada, provincia de [[Santa Clara]].
  
Se dedica el ilustre cenaguero, después de la última guerra de Independencia,  a poner en orden las posesiones que le vienen de sus ancestros del siglo XVIII –fincas San Lázaro y El Maíz–; ayudó, además, a fomentar el cultivo del tabaco en la finca Santa Teresa y también sembró en ella el palmar que en un tiempo dio nombre al actual Soplillar, para perpetuar, quizás, el patriotismo a través de este atributo nacional. Lobato impulsa como nadie la ganadería por la zona de San Lázaro, actividad continuada por sus descendientes hasta la evacuación del batey en la década de 1970.  
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Se dedica el ilustre cenaguero, después de la última guerra de Independencia,  a poner en orden las posesiones que le vienen de sus ancestros del siglo XVIII –fincas San Lázaro y El Maíz–; ayudó, además, a fomentar el cultivo del tabaco en la finca Santa Teresa y también sembró en ella el palmar que en un tiempo dio nombre al actual Soplillar, para perpetuar, quizás, el patriotismo a través de este atributo nacional. Lobato impulsa como nadie la ganadería por la zona de San Lázaro, actividad continuada por sus descendientes hasta la evacuación del batey en la década de [[1970]].  
  
 
=== Muerte ===
 
=== Muerte ===
  
En la ciudad de Cienfuegos, provincia de Santa Clara, a las 10:15 AM  del día 2 de julio de 1931, deja de latir el corazón del mambí cenaguero de mayor graduación durante las gestas libertarias del siglo XIX, cuyos restos mortales reposan en el cementerio Tomás Acea de esa localidad.
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En la ciudad de Cienfuegos, provincia de Santa Clara, a las 10:15 AM  del día [[2 de julio]] de [[1931]], deja de latir el corazón del mambí cenaguero de mayor graduación durante las gestas libertarias del [[siglo XIX]], cuyos restos mortales reposan en el cementerio Tomás Acea de esa localidad.
  
 
== Fuente  ==
 
== Fuente  ==

Revisión del 09:43 28 feb 2022

Eulogio Lobato González. Patriota insigne del municipio Ciénaga de Zapata, dueño de las fincas “San Lázaro” y “El Maíz”, puso a disposición de la causa mambisa no solo sus bienes, sino toda su familia- Ramón, Longino y Andrea- también formaron filas en el Ejército Libertador.

Síntesis biográfica

Nació el 10 de mayo de 1845, fue uno de los hijos de Buenaventura Lobato Figueredo y María González Morejón. Aunque existen divergencias en cuanto a si Eulogio nació en Yaguaramas, San Lázaro o Jagüey Grande, lo cierto es que, desde el siglo XVIII, su abuelo, Pedro Lobato, ya vivía en el antiguo batey cenaguero llamado San Lázaro.

Participación en las gestas independentistas

La Revolución Cubana, iniciada el 10 de octubre de 1868 en “Demajagua”, pronto tuvo el incondicional apoyo de la gran Ciénaga. El 7 de febrero de 1869 se levantaron en armas los revolucionarios cienfuegueros dirigidos por el general Adolfo Cabada, quien tuvo el apoyo incondicional de otras importantes figuras como Juan Díaz de Villegas, Félix Bouyón, Jesús del Sol y Luis de la Masa Arredondo. De inmediato, la parte oriental cenaguera, fundamentalmente Bartolina – aledaña a Jagua –, recibió las constantes visitas de los aguerridos patriotas sureños que, en algunas ocasiones, sostuvieron cruentos combates con las fuerzas coloniales, como por ejemplo, el 9 de marzo de 1869, cuando el coronel Jesús del Sol se enfrentó al batallón español “Nápoles”.

Jagüey Grande – el terruño occidental más apegado a la antorcha libertadora – observó con orgullo cómo, el 10 de febrero de 1869, el patriota Narciso Pérez Amador izaba nuestra enseña nacional en la iglesia del poblado.

Alrededor de 150 bravos cubanos conformaron aquella tropa que, dirigida por Gabriel Menocal y el coronel mexicano José Inclán, convirtieron esta localidad en la primera que fue ocupada por el Ejército Libertador de Cuba en occidente. Más tarde, el rincón cenaguero denominado El Jiquí se constituyó en campamento del valiente coronel y su aguerrida tropa, contribuyendo desde entonces con la causa independentista. Afirmó el historiador jagüeyense José Fernández y Fernández que Inclán sostuvo por estos lugares un encuentro con los llamados “tiradores de la muerte” (delincuentes al servicio de España) a los que destrozó.

Toda esta actividad conspirativa dentro de los bosques del humedal fue formando la vocación patriótica de los dispersos nativos quienes, de diversas maneras, cooperaron con las tropas insurrectas. Se hace harto difícil relacionar nombres cenagueros de esta etapa de la Revolución Cubana, por cuanto fue escaso el control de filiación dentro de las mismas; no obstante, la historia oral exige a cada momento, a través de la familia, que se plasme con premura el accionar de sus ancestros; unos como prácticos, otros garantizando el avituallamiento y retaguardia y los que, honrados al portar el atuendo mambí, fustigaron al colonialismo español; también las féminas hicieron su contribución imitando a la gran Mariana.

Dentro de los mambises cenagueros resalta, para orgullo del humedal, Eulogio Lobato González, considerado el patricio, patriota insigne de la Ciénaga de Zapata, porque participó en las tres gestas libertarias del siglo XIX bajo las órdenes de afamados combatientes como Cecilio González, Carlos Agüero Fundora y José Álvarez Arteaga (Matagás), recibiendo los grados de comandante del Ejército Libertador de Cuba, en el campamento mambí de San Blas, de manos de su antiguo compañero de armas, coronel Francisco Pérez Garoz, cuando éste estuvo en dicho lugar el 6 de septiembre de 1895.

Contaba el patricio Lobato con veintitrés años cuando el Padre de la Patria reclamó el sacrificio de sus hijos para dignificar la oprimida Cuba. El joven Lobato se unió primero a las tropas cienfuegueras bajo el mando de Jesús del Sol y, luego del enajenante Pacto del Zanjón, mantuvo la llama libertadora en estos parajes durante la guerra Chiquita (24- 8- 1879 a 10- 6- 1880) junto al aguerrido coronel Cecilio González.

Llaman poderosamente la atención algunos testimonios de descendientes longevos de Eulogio, quienes han conservado el relato de que su ancestro mambí guardó prisión en las lejanas cárceles de Ceuta (Marruecos, norte de África, posesión española en aquellos tiempos) y que su recio carácter lo llevó a imponerse una doble dieta; ya que al no apetecerle la leche de cabra – única que recibía – solo mojaba un trozo de pan con ella para sobrevivir, mostrándole a los carceleros coloniales el jarro de leche caprina casi intacto, como muestra de rebeldía.

Existen al menos tres elementos indicativos de que esa deportación debió ocurrir entre los años 1883 y 1891 (sin determinar la duración exacta de la misma). El primero de ellos es que el historiador José Fernández, en su libro La guerra de los Diez Años en el sur de Matanzas, confirma la presencia de Eulogio Lobato en los bosques redentores cienagueros durante la Guerra Chiquita. El segundo es la inscripción de bautizo de Rosalía Lobato Bonachea, hija de Eulogio, asentada en el libro quinto de bautismo de blancos, folio 167, # 595, en la Iglesia Parroquial de Ingreso del pueblo de San Nicolás, provincia y Archidiócesis de la Habana, en la que se omite el nombre del padre, consignándose solo el de la madre, con fecha del 18 de abril de 1884, especificando que el nacimiento de la niña se produjo el 4 de noviembre de 1883. Y, por último, la partida de matrimonio, inscripta en el libro primero de matrimonios de blancos, folio 267, número 767, en la Iglesia Parroquial de nuestra señora del Rosario de Yaguaramas, provincia de Las Villas, Diócesis de Cienfuegos, certifica que don Eulogio Lobato y doña Cristina Bonachea contrajeron matrimonio en el barrio de San Lázaro de la Ciénaga de Zapata, el día 17 de abril de 1891.

De esa feliz unión, surgieron, como “orquídeas y cabreros cenagueros”, Vicenta, Ángela María, Rosalía, Andrea, Ramón, Longino y José; de los cuales, pronto los dos primeros varones continuarían por el sendero rebelde del padre. La guerra necesaria, iniciada el 24 de febrero de 1895, constituyó el fruto de la inmensa y fructífera obra de Martí. Su genio y tenacidad hicieron posible la unidad de todos los patriotas alrededor de un partido, hijo también del talento político del maestro. Los levantamientos insurrectos de “La Ignacia” (Ibarra, Matanzas), “La Sirena” (barrio López, Jagüey Grande) y “Los Charcones” (Jagüey Chico, Aguada de Pasajeros), prepararon un tanto las condiciones objetivas y subjetivas para que en un lapso de tiempo corto se pudiera llevar a vías de hecho el inicio de la Invasión a Occidente.

Eulogio Lobato González se reincorporó a las huestes mambisas el 1 de julio de 1895, siendo miembro del Regimiento de Infantería “Gómez”, 4to Cuerpo, 2da División, 2da Brigada. Para septiembre de 1895 se le vería en el campamento de San Blas bajo las órdenes del célebre bandolero – patriota José de Santa Rosa Álvarez Arteaga (Matagás).

El ya ascendido a comandante Eulogio Lobato cumple entonces una orden del coronel Garoz, consistente en tomar veinticinco hombres y recorrer la extensa costa para evitar una invasión española por la Ciénaga de Zapata. El 30 de marzo de 1897, la Armada española envió hacia la Bahía de Cochinos una poderosa expedición militar que desembarcó a 1779 infantes en tres lugares diferentes de la citada ensenada. Se considera que una parte de aquellos soldados fueron desembarcados en el lugar conocido por Casones.

Dicha expedición enfiló hasta el batey de San Lázaro -cuna de los Lobato- el cual era el asentamiento más cercano. Uno de los centinelas cubanos avisó de la presencia del enemigo al comandante Eulogio Lobato González, ante lo cual, este tomó la decisión de prenderle fuego a su batey –acción considerada como el Bayamo cenaguero- y enviar las familias residentes con un mensajero llamado Jesús Bonachea Moreira, capitán del Ejército Libertador, para un poblado conocido por Matún, en la provincia de Las Villas.

Aquella pequeña impedimenta mambisa hizo el trayecto a caballo y a pie, pasaron mucha hambre y necesidades, llegando al lugar después de vencer la gran distancia durante varios días de incesante caminar. En Matún la familia tenía unos parientes, específicamente en la finca llamada “La Charca”, que era de Teodoro Bonachea, suegro del comandante Eulogio Lobato.

Lobato participó en varios combates y escaramuzas durante las tres gestas libertarias del siglo XIX; entre las que se cuentan Santa Teresa, embarcadero de Santa Teresa, San Lázaro y Cayo Espino. Por su recio carácter y probado valor, Eulogio Lobato González se granjeó el respeto y consideración de todos los habitantes de la cuenca y de allende los bosques; resaltado también por el enumerador 201 del censo de población y vivienda de 1899, Sixto Agramonte, quien escribió al respecto:

“Noviembre 8 – Nos levantamos temprano y emprendimos marcha, encontrando un bohío en construcción de gran tamaño. Encontré varios habitantes. Preguntando por el jefe me fue presentado y preguntado su nombre me dijo llamarse Eulogio Lobato, natural de dicha península e inspector de costas de la revolución cubana. Su familia se compone de cuatro hijas y tres hijos. Él es, que cuando ocurra algún caso, representa a los habitantes de aquella comarca, que van en su busca".

Últimos años de vida

Cartas dirigidas a él, con mucho respeto, por personalidades de relieve nacional (Anexo 1), también refuerzan o justifican la acertada apreciación del célebre enumerador. Como se aprecia en las diversas misivas, siempre a Eulogio Lobato González se le trató con distingo dentro de la Ciénaga de Zapata, desde su condición de inspector de costa de la revolución cubana, hasta miembro político por el Partido Liberal de la mesa electoral del colegio número dos, barrio de Ciénaga Zapata, término municipal de Aguada, provincia de Santa Clara.

Se dedica el ilustre cenaguero, después de la última guerra de Independencia, a poner en orden las posesiones que le vienen de sus ancestros del siglo XVIII –fincas San Lázaro y El Maíz–; ayudó, además, a fomentar el cultivo del tabaco en la finca Santa Teresa y también sembró en ella el palmar que en un tiempo dio nombre al actual Soplillar, para perpetuar, quizás, el patriotismo a través de este atributo nacional. Lobato impulsa como nadie la ganadería por la zona de San Lázaro, actividad continuada por sus descendientes hasta la evacuación del batey en la década de 1970.

Muerte

En la ciudad de Cienfuegos, provincia de Santa Clara, a las 10:15 AM del día 2 de julio de 1931, deja de latir el corazón del mambí cenaguero de mayor graduación durante las gestas libertarias del siglo XIX, cuyos restos mortales reposan en el cementerio Tomás Acea de esa localidad.

Fuente

  • Historia del municipio Ciénaga de Zapata.
  • Archivos de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana en Ciénaga de Zapata.