Isidoro de Antillón y Marzo

Isidoro de Antillón y Marzo
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Nacimiento15 de mayo de 1778
Santa Eulalia, Bandera de España España
Fallecimiento1814
Santa Eulalia, Bandera de España España

Isidoro de Antillón y Marzo fue geógrafo, naturalista, político, defensor de los Sitios de Zaragoza y miembro de la Junta de Defensa, diputado en las Cortes de Cádiz.

Síntesis biográfica

(Santa Eulalia, T., 15 de mayo de 1778 - id., 1814). Geógrafo, naturalista, político, defensor de los Sitios de Zaragoza y miembro de la Junta de Defensa, diputado en las Cortes de Cádiz.

A los dieciséis años obtenía un premio por su Descripción orográfica, política y física de Albarracín, y poco después iniciaba la formación del primer Atlas Español completo. Como geógrafo su obra más conocida es la Geografía astronómica, natural y política de España y Portugal (Madrid, 1824), impresa diez años después de su muerte. Fue catedrático del Seminario de Nobles de Madrid hasta la invasión francesa, momento en el que marcha a Zaragoza y posteriormente a Teruel, donde fue el alma de la Junta de Gobierno contra Napoleón. También se vinculó a empresas periodísticas fundando en 1809 con Quintana el Semanario Patriótico, creando y dirigiendo más tarde la Gaceta del Gobierno en Sevilla y la Aurora Patriótica Mallorquina en Palma. Completó su polifacetismo traduciendo libros de astronomía; aplicando, según testimonio de Godoy, los métodos de enseñanza de Pestalozzi; haciendo un inventario y crítica de las obras hidráulicas realizadas en España hasta principios del XIX, y como paleontólogo de afición (excavaciones de Concud). Políticamente fue protegido de Jovellanos, y de su mano llegó a las Cortes de Cádiz. Reconocido e impetuoso liberal, fue objeto de un atentado el 3 de noviembre de 1813 al salir de las Cortes, y preso al poco del retorno de Fernando VII, muere en Santa Eulalia, donde se ha detenido el transporte a causa de su gravedad. Todavía en 1823, tras el apoyo de los Cien Mil Hijos de San Luis a la monarquía absoluta, su cadáver es desenterrado y aventado. Su memoria perdura, como lo demuestra el hecho de que Isabel II concede en 1849 a su viuda una pensión vitalicia y el título de condesa de Antillón, en reparación de la vesanía cometida con sus restos mortales.

Fuentes