Juan Abrantes Fernández

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Nacimiento, Bandera de Cuba Cuba
FallecimientoBandera de Cuba Cuba

 Juan Abrantes Fernández. El bravo comandante unitario. Así solía llamar el Che a este destacado combatiente contra La tiranía batistiana y la contrarrevolución, a quien también calificó de “soldado de la unidad revolucionaria”


Infancia y adolescencia

Nació el 9 de junio de 1935, en Jaimanitas, provincia La Habana, le llamaban Cocó y gustaba de practicar todos los deportes. Estudio en la conocida “escuelita de los hijos de los desamparados”, sostenida con el aporte económico de humildes obreros. En otro plantel, en el batey del entonces Central Hersey, con solo 13 años asumió la secretaría general de la Juventud Socialista del centro. Varios testimonios aseguran que apenas un adolescente, acompañaba a su padre, militante comunista, en algunas tareas asignadas por el Partido. Lo recuerdan al lado del veterano luchador, caminando por las calles de La Habana, con un manojo de folletos y documentos partidistas en sus pequeñas manos.

Juventud

El Golpe de Estado del 10 de marzo de 1952 sorprendió a Cocó en el Instituto de La Habana, donde cursaba el bachillerato. Desde los primeros momentos se enfrentó al cuartelazo y participó en manifestaciones y huelgas estudiantiles junto con sus amigos y compañeros de lucha Joe Wetsbrook, Mario Reguera, Héctor Rosales y Carlos el Chino Figueredo. Se declaró un decidido partidario de la lucha armada como única vía para derrocar a la tiranía batistiana. Quienes le conocieron en aquel tiempo lo describen como no muy alto, de pelo rizado, trigueño de piel. Dicen que era de fácil risa, un gran humorista, siempre con un chiste o una ocurrencia a mano, muy buen bailador y que cantando no tenía mucha voz, pero no desentonaba. En el instituto, al inicio, estaba muy delgado, pero luego, con la práctica de deportes, sobre todo su gran pasión, el llamado fútbol americano, adquirió una considerable musculatura. Ingresó en la Universidad de La Habana para realizar su sueño: llegar a ser ingeniero eléctrico. Por sus aptitudes deportivas, pronto lo captaron para el equipo universitario de fútbol; por su actitud y convicciones políticas se alineó junto a José Antonio Echeverría y Fructuoso Rodríguez e integró desde su fundación el Directorio Revolucionario(DR), brazo armado de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU).

Según testimonio de Faure Chomón, fundador del DR y su secretario general, tras la muerte de José Antonio y Fructuoso Rodríguez, después del asalto a Palacio, Juan Abrantes “se queda aislado y sin contactos y toma la decisión de partir hacia el exilio. Allí se presenta, solicitando un puesto de combate. Se le asignaron tareas de organización, propaganda, agitación, recaudación de fondos, contactos de captación y entrenamiento armado”. En esos meses, dejaron de llamarle Cocó y adoptó su definitivo nombre de guerra: El Mexicano.

Incorporación a la guerrilla

Se unió a las guerrillas del Directorio, que operaban en el Escambray, en Marzo de 1958. El coronel retirado de las Fuerzas Armadas Revolucionarias(FAR), Ricardo Varona, recuerda ese momento. “Era una noche oscura y llovía, ese día se habían incorporado otros compañeros, El Mexicano era uno de ellos, iba delante de mí, resbalando, se caía, volvía a levantarse y en uno de esos resbalones se le cae el fusil. Yo tenía un poquito más de tiempo en la sierra y me puse el fusil en uno de los hombros, esperé que él se calmara porque dijo varios improperios y cuando paramos en el próximo descanso, se lo devolví. Me pidió disculpas por los exabruptos y las cosas que dijo, empezamos a conversar y ahí empezó la amistad”. Cuentan que desde su incorporación a la lucha guerrillera en las montañas del Escambray, el norteamericano William Morgan solía hacer alardes de guapo barriotero, amparado en sus más de seis pies de estatura y sus músculos de superpesado. Alrededor de su figura se había forjado una leyenda de combatiente en no sé cuantas guerras con el Ejército de Estados Unidos y el haber perdido recientemente un familiar cercano, asesinado por la Tiranía batistiana. Con suma habilidad, se convirtió en la sombra y devino eminencia gris del entonces jefe militar del Directorio Revolucionario en la zona, Eloy Gutiérrez Menoyo, quien le obsequió los grados de comandante. La labor de zapa del yanqui lograría, tiempo después, la división de la guerrilla cuando los desertores de ella fundaron el tristemente célebre Segundo Frente Escambray (II FNE), con Menoyo a la cabeza. A pesar de su riguroso entrenamiento en la CIA, Morgan no podía ocultar su desprecio por los cubanos, sobre todo a los de piel más oscura. Tal vez por ello quiso provocar a Juan Abrantes, quien tranquilamente leía un pequeño volumen sobre el pensamiento martiano. El yanqui comenzó a denostar a la dirección política del DR y a aquellos que, como Juan, “desde que llegaron al Escambray se la pasan leyendo a José Martí”. Abrantes se puso de pie y replicó: “Sí, somos martianos y tú no eres más que un yanqui ignorante”. Morgan intentó pegarle pero el cubanito le esquivó y de un trompón, lo tiró al suelo. El norteño alargó el brazo para alcanzar la ametralladora pero los presentes se lo impidieron. Después de que se calmaron los ánimos, alguien recriminó a Abrantes: “Mejicano, ¿tú estás loco?, el yanqui te saca como seis pulgadas”. Juan se encogió de hombros, exhibió una de sus habituales sonrisas y retornó a su lectura. Juan Abrantes se distinguió en los combates de Charco Azul, Guanayara, Río Negro, Manantiales. Cuando la escisión de Menoyo y Morgan, la dirección del DR en el Escambray le encomendó al Mexicano marchar a La Habana y poner en conocimiento de Faure Chomón la situación creada por la deserción de estos personajes. Al reincorporarse a la guerrilla del DR, le asignaron la jefatura del comando Mario Reguera. “Hay quienes son jefe nada más, él era un compañero jefe”, recuerda Varona, quien fue subordinado suyo. “Contigo conversaba, se reía, cantaba, discutía de cualquier tema, podías expresar tu opinión, él daba la suya y ahí quedaba la cosa. Pero a la hora de la disciplina era muy exigente. Mientras más te apreciaba, más te exigía. También daba el ejemplo, no rehusaba el combate contra el enemigo, era una gente de primera línea, marchaba a la vanguardia del comando, en el lugar de mayor peligro. En su relación con los campesinos, creo que vi poca gente que se ganara el cariño de ellos como él, cantaba y bailaba en sus casas, eso les agradaba porque lo veían como un jefe respetuoso que dirigía un grupo de hombres armados pero era capaz de tener contacto humano”. Cuenta Evaristo Marcilla, segundo al mando del Mexicano en el Comando Mario Reguera, que a un combatiente lo fue a ver su madre al campamento. Pero ya habían reunido a la tropa para una acción. El combatiente no le dijo nada a su jefe para que no pensara que estaba acobardado. En la primera parada, Abrantes se enteró y mandó a venir al combatiente. "¿Por qué no me dijiste que tu mamá había venido a verte? Coge la mochila y regresa al campamento". El combatiente intentó protestar. El Mexicano no le dejó hablar: "Es una orden".

Como testimonia Marcilla, El Mexicano reveló su espíritu unitario mucho antes de que el Che y Camilo Cienfuegos llegaran a Las Villas. Aunque había sido fundador del Directorio, integraban su comando un grupo considerable de militantes del Movimiento 26 de Julio y del Partido Socialista Popular. Nunca preguntó a combatiente alguno de qué organización procedía. Incluso, ninguno de sus segundos al mando había pertenecido al Directorio. Cuando llegaron las columnas invasoras Antonio Maceo y Ciro Redondo, relata Faure Chomón, “Juan Abrantes contribuye seriamente a las tareas de unidad, desarrolla una fuerte y entrañable amistad con el Che para resultar el mejor exponente de la confraternidad revolucionaria, que se extiende igualmente a Camilo en el norte villareño”.

Cuentan que cuando el Mexicano regresó de su primer contacto con el Che, venia muy contento. Alguien del comando le preguntó “si era verdad que el argentino era comunista”. Juan salió con una de sus acostumbradas frases ingeniosas: “Él no lo proclama pero tampoco lo niega”. En La batalla de Santa Clara, participó en el ataque y toma del cuartel de la Motorizada y del Escuadrón 31. Cuando su jefe inmediato superior resultó herido en el combate, El Mexicano se hizo cargo de la tropa, la que condujo a la victoria. Por esos méritos, se le ascendió en 1959 a comandante.

Etapa revolucionaria (1959)

Ya con la Revolución en el poder, trabajó bajo las órdenes del Che y pasó a desempeñar la jefatura de operaciones en las Fuerzas Tácticas del Centro, donde intervino en la neutralización de los primeros alzamientos contrarrevolucionarios, como la conspiración trujillista, en Trinidad. El 23 de septiembre de 1959, abordó en Varadero la avioneta número 26 de las FAR con destino a Santa Clara. Le acompañaba el teniente aviador Jorge Villa Yanes. La nave en que viajaban se precipitó a tierra entre las localidades villaclareñas de Cascajal y Mordazo. Juan Abrantes tenía solo 24 años. En la despedida de duelo, Che, quien solía llamarle “el bravo comandante unitario”, le calificó de “soldado de la unidad revolucionaria, que nos tendió las manos desde el primer día en Las Villas. Su epitafio de héroe será la victoria final del pueblo”. Visiblemente emocionado, Camilo dijo en esa ocasión: “Luchó siempre por los ideales de una Patria grande y libre, en su vida hay que buscar ejemplos que imitar”. La FEU nombra Juan Abrantes desde entonces al Estadio Universitario capitalino. En cada Juegos Caribes que se hagan con amor y no por mera formalidad; en cada Juegos Nacionales Universitarios organizados eficientemente, tendrá su mejor homenaje este joven que relegó sus sueños de ser ingeniero y su pasión por el fútbol para hacer la Revolución.

Muerte

El 23 de septiembre de 1959, abordó en Varadero la avioneta número 26 de las FAR con destino a Santa Clara. Le acompañaba el teniente aviador Jorge Villa Yanes. La nave en que viajaban se precipitó a tierra entre las localidades villaclareñas de Cascajal y Mordazo. Juan Abrantes tenía solo 24 años.

Fuentes

  • Testimonios ofrecidos al autor por Ricardo Varona, Evaristo Marcilla, Santiago Gutiérrez Oceguera, David Montes de Oca y Alfredo Menéndez. El texto periodístico de Faure Chomón publicado en BOHEMIA, 29 de septiembre de 1979.


Enlances externos

  • Biblioteca Nacional "Rubén Martínez Villena".