La Cinta Blanca (Película)
|
Antes de la Primera Guerra Mundial, en un pequeño pueblo protestante del norte de Alemania, empiezan a suceder cosas extrañas entre sus habitantes.
Sumario
Sinopsis
La acción del film se sitúa en Alemania durante la víspera del estallido de la Primera Guerra Mundial. En una pequeña aldea del norte, extraños acontecimientos empiezan a tener lugar entre los personajes que conforman su reducido microcosmos humano: un universo constituido por gentes de distintas clases sociales y presididas, en primer término, por los niños y adolescentes del coro del colegio y de la iglesia. Estos sucesos revelan un estado de malestar en la convivencia cotidiana de esta comunidad, donde la hipocresía en la conducta moral de los adultos –silenciada bajo el peso de la severa disciplina protestante– dejará una huella indeleble en la formación de las generaciones futuras.
Premios
- 2009: Oscar: Nominada a Mejor película de habla no inglesa
- 2009: Globos de Oro: Mejor película de habla no inglesa
- 2009: Festival de Cannes: Palma de Oro (mejor película), premio FIPRESCI
- 2009: Premios BAFTA: Nominada a mejor película en habla no inglesa
- 2009: Círculo de Críticos de Nueva York: Mejor fotografía
- 2009: Asociación de Críticos de Los Angeles: Mejor fotografía. 3 nominaciones
- 2009: Nominada a Critics' Choice Awards: Mejor película de habla no inglesa
- 2009: Premios del cine europeo: Mejor película, director, guión. 4 nominaciones
- 2009: Premios César (Francia): Nominada a Mejor película extranjera
- 2010: Premios Goya: Nominada a Mejor película europea
- 2009: Asociación de Críticos de Chicago: Mejor película extranjera
- 2009: 10 Premios del cine Alemán, incluyendo mejor película, dirección y guión
- 2009: Premios Guldbagge (Suecia): Mejor película extranjera
- 2010: Premios Sur: Mejor película extranjera
- 2010: Premios Gaudí: Mejor película europea
- 2009: Premios David di Donatello: Nominada a mejor film de la Unión Europea
- 2009: Satellite Awards: Nominada a Mejor película de habla no inglesa
Críticas
"Una soberbia obra maestra sobre las raíces del fascismo. (...) tan contundente, tan dramáticamente estimulante, tan cruelmente pesimista que duele."
Luis Martínez: Diario El Mundo
"El bisturí de Haneke da miedo. (...) El director pone en marcha todo su poder de sugerencia (...) con implacable lucidez, con un estilo visual que te hipnotiza, que te hace palpar la degeneración interna"
Carlos Boyero: Diario El País
"Un Haneke profundo y revelador (...) un enorme circunloquio en blanco y negro (...) con precisas y preciosas imágenes"
Oti Rodríguez Marchante: Diario ABC
"Aunque a veces parezca que 'El lazo blanco' esté a punto de ser víctima de la rígida coherencia de su planteamiento, Haneke conduce con mano firme al espectador en la inmersión en un mundo de rabia, represión, mentiras y ocultaciones"
Sergi Sánchez: Diario La Razón "Apabullante fotografía, un ritmo que puede parecer solemne hasta que se convierte en ominoso (...) Haneke sigue manteniendo ese pulso clínico con el que nos ha contado, bisturí en mano, historias de violencia contemporánea (...)
Antonio Weinrichter: Diario ABC La gravedad del tema y el apabullante acabado formal –soberbia puesta en escena, magnífico casting, deslumbrante fotografía, rigurosa dirección, espléndido montaje- han granjeado a “La cinta blanca” el calificativo casi general de “obra maestra”. Pero Haneke, como ya ocurriera en “La pianista”, está lejos de la grandeza, porque es mezquino con sus mezquinos personajes. Afirma el director que su tarea es plantear preguntas y dejar que el espectador busque sus propias respuestas; pero las respuestas son obvias cuando se hurta a los personajes la posibilidad de elegir. “La cinta blanca” no es en rigor una película, sino una foto fija de una época, un mundo y unos seres despreciables. No hay acción en ella, y por tanto tampoco tensión ni evolución posible en la mera descripción de unas vidas condenadas, desde el comienzo, a cumplir una existencia miserable. Haneke transforma la indudable influencia del ambiente y la educación en puro determinismo moral, sin tener siquiera la generosidad de colocar a los protagonistas –con una única excepción- ante una simple disyuntiva que muestre la existencia, detrás de la fachada de la podredumbre, de un mínimo grado de conciencia, sentimientos o libertad de acción. No se trata de pedirle que se convierta al humanismo de Renoir o Kurosawa, pero sí de que sea justo con sus criaturas y sus espectadores. La innegable potencia visual de esta película –no exenta, por lo demás, de cierto manierismo, por ejemplo en el abuso del fuera de campo, o en la sórdida representación del sexo, marca de la casa- consagra y refuerza el horror, pero también oculta la pereza del autor para indagar más allá de lo evidente: que la violencia engendra violencia y el mal nace del mal. Y ello es importante, entre otras cosas porque acusar del surgimiento del nazismo a los padres de la generación que lo abrazó -sugiriendo que, visto cómo fue educada, no podía sino acabar como acabó- y negando por tanto la existencia del libre albedrío, es, como poco, simplista. Y, como mucho, peligroso. Daniel Andreas: FilmAffinity
"No dejes que nadie te cuente demasiado de esta obra fascinante (...) un despliegue tóxico de imágenes que te queman en la memoria. (...) Este film inquietante nunca se te echa encima. (...)"
Peter Travers: Rolling Stone