Mambises

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Mambises
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Concepto:Vocablo, de formas substantivas y adjetivas, aplicado al cubano separatista contra España

Mambises. Así se les llamó a los cubanos que lucharon por la libertad de Cuba en las gestas independentistas del siglo XIX,

El término mambí

Mambí es un vocablo, de formas substantivas y adjetivas, aplicado al cubano separatista contra España, especialmente al que luchaba en armas por la cesación del coloniaje y el advenimiento de la independencia nacional. Mambí es una palabra africanoide, concretamente bantú, construida sobre una raíz, mbí, que tiene numerosas acepciones despectivas. Los españoles comenzaron a usarla en Santo Domingo, contra los dominicanos que no se sometieron a su gobierno a mediados del siglo XIX. Mambí quería decir insurrecto, bandido, criminal, revoltoso, infame, malo, lo mismo allá por el Congo y tierras africanas. Los militares españoles que evacuaron a Santo Domingo y llegaron a Cuba al bregar contra el insurgente cubano lo llamaron también mambí. Esa denominación despectiva pasó a ser apelativo honroso.

El campamento mambí

Los exploradores seleccionaban el lugar donde iba a ser levantado el campamento, a conveniencia de los planes de la Jefatura. El lugar ideal para acampar estaba cerca de alguna fuente de agua, en un área intrincada y fácil de defender en caso de ataque. El campamento se hacía los más desplegado posible, para dar la impresión al enemigo que observara las fogatas de que se trataba de una fuerza mayor de la que en realidad era.

La guardia del campamento

Los centinelas eran situados en lugares estratégicos, escondidos entre el follaje y los árboles. Las postas detenían a cualquiera que se acercase con el grito de ¡Alto, quién va? y, al contestársele pedían que se acercaran para reconocerlo. Entre los mambises la respuesta a la voz de alto era ¡Cuba! o ¡Cuba libre!

Los guardias se relevaban cada una, dos o cuatro horas, según el orden interior de la tropa. Los centinelas relevados iban a descansar cerca de los oficiales y junto a los retenes, que estaban listos para reforzar las postas o para prestar servicios imprevistos. Después del toque de silencio, algunos oficiales y clases permanecían despiertos, turnándose durante toda la madrugada para asegurar que no se hiciera ruido y cuidar los pertrechos y el equipo de sus unidades. Esta guardia era la llamada "imaginaria".

El oficial del día

Cada uno de los oficiales, pasado cierto tiempo, era designado, durante 24 horas, como oficial del día, o jefe del día. El oficial del día recibía la guardia al amanecer y era responsable de las postas y del orden interior del campamento hasta el día siguiente. Él aseguraba que se enterraran los desperdicios, se pasara la lista, se hiciera silencio después del toque de corneta. También tenía a su cargo el orden y la disciplina en las marchas. En su trabajo era auxiliado por clases que recorrían las postas y lo informaban de todo lo que ocurría. Donde y como podía, anotaba con cuidado los sucesos del campamento y los informes de la guardia.

El clarín de órdenes

Para transmitir las órdenes a la tropa, los jefes contaban con un corneta o clarín. El corneta estaba junto a ellos en todo momento, indicando con sus toques todos los movimientos a realizar. El corneta anunciaba: diana, retreta, las formaciones y llamadas en los campamentos, doblar a la izquierda o a la derecha en las marchas, fuego. Un buen corneta de órdenes se aprendía los toques del enemigo y podía facilitar a sus jefes una pequeña ventaja de tiempo en el combate, al avisarlos de los movimientos que la tropa enemiga se proponía realizar.

Al encontrarse muy cerca del enemigo, el corneta, si era necesario, tacaba su instrumento a la sordina, esto es, atenuando el sonido con una especie de tapón o simplemente un trozo de tela o su sombrero. De esta forma la orden era escuchada sólo por sus compañeros.

Composición del ejército mambí

Artillería

Como piezas de artillería de los mambises se puede mencionar los cañones de cuero. Probaron, también, a hacerse de una artillería con cañones de madera. Este tipo de cañón se ataba a los árboles antes de ser disparado. Era muy peligroso para los hombres porque se deshacía en muy pocos disparos o, a veces, al primero.

Algunas veces los mambises cubanos arrastraron cañones viejísimos, los cuales trataban de arreglar, y por eso guardaban celosamente cualquier pieza de repuesto capturada al enemigo en los combates. Después, intentaban averiguar para qué podría servirles. En general, los artilleros cubanos no tenían mucha experiencia y no lograron aprovechar las pocas piezas que consiguieron, además, no disponían de suficientes municiones. El deseo de los mambises de contar con una artillería de apoyo los hacía irse encima de las piezas españolas en cuanto tenían la oportunidad, con el afán de capturarlas.

Los ingenieros

Aunque el nombre es muy altisonante, se refiere a los mambises entusiastas en el uso de la dinamita. Los zapadores mambises del cuerpo de ingenieros, al contrario de los españoles, encargados de la construcción de obstáculos y fortificaciones, se ocupaban de colocar minas de dinamita contra la infantería enemiga, los puentes ferroviarios y de la voladura de locomotoras en marcha. Cuando no disponían del explosivo, averiaban los rieles de las líneas férreas y los postes de telégrafos.

La infantería

Los soldados de infantería, eran una buena fuerza, muy mal equipada y municionada pero, mambisa al fin, muy corajuda. Al contrario de la táctica enemiga, la infantería cubana servía para apoyar las maniobras de la caballería.

La infantería estaba formada por compañías. Cada compañía estaba integrada por cuatro oficiales; un capitán, un teniente y dos alféreces, trece clases: un sargento primero, tres sargentos segundos, ocho cabos, un corneta y 48 números o soldados rasos. Cada compañía se dividía en dos secciones. Cada sección en dos escuadras. Seis compañías formaban un batallón. Los batallones estaban al mando de corones, tenientes coroneles y comandantes.

La caballería

Era el cuerpo más importante del Ejército Libertador y en él se basaban la gran mayoría de las operaciones. Las fuerzas de caballería estaban formadas por escuadrones. Los escuadrones los integraban cinco oficiales (un comandante, un capitán, un teniente y dos alféreces); trece clases (un sargento primero, tres sargento segundos, ocho cabos y un corneta); y 76 números o soldados rasos. Muy raramente contaban con un talabartero y un mariscal o encargado de cuidar los caballos. Cada escuadrón se dividía en dos secciones y cada sección en dos pelotones. Cuatro escuadrones formaban una brigada, al mando de un general de brigada o un coronel, un teniente coronel y los oficiales de los escuadrones; además, un teniente ayudante y un alférez portaestandarte de la jefatura.

Grados militares

Los mambises utilizaron estrellas doradas y plateadas para señalar los grados de los jefes y oficiales, y pasadores, en forma de barras plateadas, para las clases. Los grados se colocaban sobre un pedazo de tela de color, según el cuerpo armado al que se perteneciese. Los soldados españoles que se pasaban al Ejército Libertador mantenían sus grados militares dentro de las filas mambisas, así como su armamento. De menor a mayor graduación, los grados fueron:

Los cargos en el ejército fueron de:

  • General en Jefe del Ejército Libertador.
  • Lugarteniente General del Ejército Libertador.
  • Mayores generales, como Máximo Gómez, por ejemplo, en la Guerra del 95, en lugar de tres estrellas llevaban dos, al parecer siguiendo una tradición de la Guerra del 68, cuando el grado de Mayor General llevaba dos estrellas, por no existir el General de División.

Armamento

El machete, instrumento de trabajo, se convirtió en el arma terrible en poder de los combatientes cubanos. Había muchos tipos de machetes: paraguayos, filipinos, quimbos, calabozos, lenguas de jubo y con ellos, a galope contra el enemigo, los mambises derrotaron infinidad de veces a las tropas españolas, armadas de los modernos fusiles de la época.

Contra los Remington del soldado de línea español en la Guerra del 68, el mambí disparó viejos fusiles de pedernal como los Kentucky (con un siglo de atraso), y de chispa, como los trabucos y yeguas de boca de jarro, que se cargaban por el cañón con balas redondas o cualquier cosa que sirviera de proyectil: clavos, puntillas, pedazos de barrotes de ventana. También utilizaron rifles que se cargaban con cartuchos de papel, carabinas de percusión, y fusiles de retrocarga que usaban cartuchos metálicos, como los Peabody, Spencer, Henry, Tower, Springfields de pelota o bala Minié y otros. Las vainas de los cartuchos disparados se recuperaban para ser recargadas. Los proyectiles se moldeaban con plomo en unas tenazas llamadas "baleros". Las vainas se recogían en los combates, pero también habían trucos para obtenerlas de enemigo.

Cuando una columna española andaba marchando, se enviaban parejas a tirotearlas. Los españoles contestaban el fuego derrochando tiros y seguían su marcha. Entonces los mambises iban al camino y recogían las vainas disparadas por la columna.

En la Guerra del 95, los españoles disponían del fusil Máuser, de cerrojo y pólvora seca. Los mambises no mejoraron mucho, pues siguieron utilizando, en general, los mismos fusiles de la Guerra del 68, a excepción de los Remington, preparados para disparar los cartuchos del Máuser (que llamaban de calibre fino) y los Winchester de repetición, de 20 tiros, que eran armas de caza. Los fusiles Máuser capturados eran entregados a los soldados más destacados en la técnica de disparar con puntería. Cuando un mambí portaba un Máuser era mirado con respeto.

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