Ramón Vélez Herrera

Ramón Vélez Herrera
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Nacimiento4 de marzo de 1808
La Habana, Bandera de Cuba Cuba
Fallecimiento9 de septiembre de 1886

Ramón Vélez y Herrera. Escritor cubano del siglo XIX que se destacó como poeta del Romanticismo y Ciollismo.

Datos biográficos

Nació en La Habana, Cuba, en 1808 Estudió en el Real Seminario de San Carlos, donde fue alumno de Luz y Caballero, Saco y Govantes, graduándose de Bachiller en Filosofía y Leyes en 1829, pero se dedicó al cultivo de la literatura que era su verdadera vocación. Ignacio Valdés Machuca y Manuel González del Valle, dirigieron sus primeros pasos en las letras.
En 1833 publicó con muy buena acogida su primer libro de poemas y en 1837 y 1838 los siguientes. Colaboró en las principales publicaciones de la época La Moda, El Mensajero Semanal, Revista de la Habana, Correo de la Tarde, Cuba Literaria, La Piragua. Codirigió Floresta Cubana. Sus mejores logros , a juicio de Lezama, están en su poesía criollista, en forma octosilábica romanceada.

Poema

La flor de la Pitahaya
(A José Fornaris)

Una noche deliciosa
Que la luna derramaba
Su diáfana claridad
Sobre los monte de Guara;
Que las graciosas sitieras
Bellas y regocijadas
Pasaban la Noche Buena
Bailando como de Pascua,
Sin que el temor las aflija,
O las turbe la desgracia;
Sienten un vivo rumor
Y ven por la encrucijada
Como los aires rompía
En una hermosa potranca
Una gallarda mujer
Tan bella como bizarra.
Sencillamente vestía
Sembrado de estrellas blancas
Un traje azul, ostentando
Con una inocente gracia
Al soplo del cefirillo
"La flor de la Pitahaya."
Entra, y las lindas sitieras
Los ojos en ella clavan,
Y como heridas del sol
Quedan todas deslumbradas.
Sobre las trenzas tan negras
La bella flor resaltaba,

Y lo blanco de las hojas
Y el verde de la esmeralda
Como un disco relucía
Formando una mezcla rara
De tornasoles rojizos
"La flor de la Pitahaya."

Cortóla en los manantiales
De aguas serenas y claras,
Sentóse en la fresca yerba,
En las lindas guardarrayas
De zapotes y bambúes
Que dan entrada a su casa.
Rogóle Jenaro fuera
Con la hermosa flor a Güara,
Y ella por corresponder
A sus amorosas ansias
Ciñó en su airosa cabeza
"La flor de la Pitahaya."

Apenas rompe la orquesta
Ya las sitieras pasmadas
Envidian los atractivos
De la deidad sobrehumana,
Que una vestal parecía
Por lo bella y lo gallarda.
Prendando los corazones,
Y arrastrando las miradas
De la alegre muchedumbre
Recorre Elena la sala,
Uno le arroja un pañuelo,
Otro la requiebra y canta,
Aquél le fija los ojos.
Esotro admira sus gracias;
Y cual las parleras aves
Despiertan en la enramada
Saludando con sus himnos
La hermosa vuelta del alba,
Así saludan gozosos
"La flor de la Pitahaya."

Jenaro acercóse a ella,
Miróla, y con faz turbada
Sacóla, bailando airosa
Con tal donaire y tal gala,
Que la concurrencia al verla
De júbilo se arrebata.
Atónitos los guajiros
A solas se preguntaban
Quién era aquella mujer
Cuya belleza encantaba,
Y supieron que era Elena
Que aquella noche hasta Guara
Vino sólo por lucir
"La flor de la Pitahaya."

En tanto la guajirita
Se mece como una palma,
O como el junco de un río
Tan flexiblemente baila
Que en el duro suelo apenas
Los pequeños pies estampa.

Alzan galanes y damas,
El pueblo flores arroja,
Cúbrese el aire de capas,
Y en tumulto resonar
Se oyen vivas y palmadas
Que aturden con ronco estruendo:
Cuando súbito clamor
¡Gloria a Elena! todos claman,
Y gloria a Elena responden
Los ecos en las montañas.
Ella con noble ademán
Saluda, cruza la sala,
Monta su yegua ligera,
Y con las riendas terciadas
Velozmente se despide
Como una flecha lanzada
Del arco, tendiendo al viento
"La flor de la Pitahaya."

Fuentes