René González Novales

René
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NombreRené González Novales
Nacimientoaño 1939
Pinar del Río, Bandera de Cuba Cuba
Otros nombresEl Rubio

René González Novales. Colaborador de las Guerras de independencia, cabañense de pura sepa y escritor destacado del país.

Biografía

Nació en Pinar del Río en el año 1939, en el lomerío del barrio de Cabezas en el municipio Isabel Rubio, de procedencia campesina y muy humilde su madre María Novales González.

Inicios

Creció conviviendo día a día con el abusivo trato a que eran sometidos sus padres y la permanente agonía de estos para llevar a la mesa un modesto plato de comida para el y su hermano pequeño. Creció en aquel lomerío un niño travieso de piel muy blanca y endemoniado pelo rojizo, de temperamento dinámico, tempestuoso, incontrolable e irrefrenable. Ávido de hacer justicia, al menor incidente, armado de sus brazos y manos, se lanzaba a la pelea. Su nombre se hizo fama de díscolo y su sola presencia fue sinónimo de altercado. Los mayores lo bautizaron con un monte que lo acompañaría para toda la vida: el Rubio.

A los diez años de edad, agobiados de deudas y con temperamentos muy diferentes sus padres se divorciaron y abandonaron el campo. El viejo Goyo, su padre, noble como un santo, con los raquíticos ahorros de su vida, estableció en Cabezas un pequeño negocio, varias veces quebrado, pues en su bondadoso espíritu, dado por su origen humilde, fiaba más de lo que vendía. Su madre Mery decidió desafiar el mundo y lo llevó con ella a la capital provincial. En el entonces humilde reparto Oriente, estableció un pequeño quiosco y con sus ganancias lo convirtió con el tiempo en bar; se estableció después en otros barrios de la ciudad. En aquel ambiente de tragos y vitrolas, el adolescente rebelde sentó pautas de hombre grande, salvaguardando a cualquier precio los intereses y el honor de su madre. Peleo más y creo pandillas de jóvenes pobres para defender el barrio.

Apoyo a la Revolución

Enfrentó a las autoridades. Los soldados del régimen que abusando de su embestidura intentaban consumir sin pagar, recibían sin miramientos su contundente reacción, ya fuese con una silla, una botella o con los puños. Varias veces su rebeldía lo condujo al calabozo. Para protegerlo su madre lo embarcó en el puerto de La Coloma y lo envió a pescar a las aguas del Caribe occidental. De regreso nuevamente los bares y la rebeldía ante las injusticias.

En aquel entorno ambientado por música de Abelardo Barroso, Panchito Reset, Orlando Vallejo, Orlando Contreras, Daniel Santos y aroma de cigarrillos y ron, frecuentado por otros jóvenes inconformes como él, entró en contacto con el Movimiento 26 de Julio. Un día, en el bar de Mery, un destacado compañero de acción y sabotaje le sugirió organizarse para pelear. Lo asumió como un reto y lo invitó a “fajarse”. Este le explicó que la invitación era a encausar su rebeldía e ímpetu revolucionario contra la tiranía y aceptó.

El Rubio de Mery ingresó asó a la Revolución. Para entonces tenía dinero, comodidades y mucho de lo que la sociedad de consumo dibujaba en los sueños de su generación. Pero fue leal a su origen y a sus humildes compañeros del barrio; a los que nada tenían. Su fidelidad a la justicia social, más que a una revolución en cuya cabal dimensión no había meditado, lo condujo sorpresivamente por caminos insospechados. La vida le hizo hombre y la lucha lo forjó como combatiente y revolucionario.

Tuvo como fuente de inspiración y ejemplo a Mery, su madre, mujer de temple, audaz y luchadora. Cuando los esbirros de Menocal no pudieron capturarlo después de la acción de La Cabañita, se ensañaron con ella. Un diluvio de metralla cayó sobre el bar y luego, el fuego, hasta convertir en cenizas los esfuerzos de una vida. En un paraje intrincado de la carretera de Luís Lazo, la lanzaron en la cuneta para ultimarla. Su respuesta fue lapidaria cuando los sátrapas manipularon sus armas para disparar: “¿Para qué tantas balas si con una basta? Es mi hijo. No sé donde está y si lo supiera no se lo diría tampoco”. La oportuna llegada de un oficial de la policía, que enérgicamente interpuso su autoridad, evitó el crimen. Con solo la ropa que llevaba puesta, fue expulsada de la provincia con prohibición expresa de regresar, bajo amenaza de muerte.

La historia del Rubio de Mery no es excepcional. Fue uno de los muchos exponentes de aquella joven generación, honrada en el recuerdo de niños-hombres como Lázaro Acosta Paulín, el pandeao, Raúl Sánchez Rodríguez, Laíto, y Carlos Hidalgo, el gatito, apenas adolescente, muertos en las calles de Pinar del Río, pistola en mano, combatiendo a los sicarios de la dictadura.

Después del Triunfo de la Revolución

Tras el triunfo de la revolución realizó curso militares en la extinta URSS. Ha sido con decorado con la orden Camilo Cienfuegos, medallas de la guerra de liberación, la lucha clandestina, Ignacio Agramante de primera clase y al valor Eliseo Reyes, entre otras.

Como escritor

El travieso niño campesino “el Rubio”, por su devoción por la lectura, su pasión por la historia y el cine se convirtió en un ávido lector, sobre todo de historia antigua y universal. Soñaba con troyanos y espartanos y sentía admiración profunda por Aníbal, el general cartaginés, y por Espartaco, el esclavo rebelde.

En la prisión, a los 17 años, concluyó la lectura del último tomo de El tesoro de la juventud y era capaz de recitar de memoria pasajes de la Eneida de Virgilio y de la Iliada y la Odisea de Homero. En las celdas comenzó a leer las memorias de los cronistas de nuestra independencia, Manuel Piedra Martel, Fernando Figueredo Socorras y José Miró. Al llegar a la Sierra tomó notas de todo lo que consideró épico e interesante, apuntes que conservó durante años. Escribir el libro Al Pie del Rubí constituye para el autor un capitulo aparte, pues su modestia y humildad personal han puesto freno, durante años a sus posibilidades de narrador o cronista.

Teniente coronel en retiro, autor del libro Al pie del Rubí que es el testimonio de su autor, el cual recoge lo acontecido durante 75 días consecutivo desde el 21 septiembre de 1958. En las paginas de esta libro obra cumbre del autor quedaron atrapadas las acciones clandestinas que dirigió el movimiento 26 de julio en la ciudad y acciones guerrilleras de la columna numero 2 Ciro Redondo bajo el mando del capitán Rogelio Payret Silvera, en la actualidad es teniente coronel en retiro. Nació de su diario de la guerra y fue enriquecido en el tiempo con presiciones e intercambios con sus compañeros de lucha. Es un retrato fiel de la una época y de una provincia. Será lectura de reflexión y deleite para las nuevas generaciones de cubanos, en especial para el pueblo pinareño.

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