Ruy López-Nussa

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Ruy López-Nussa Lekszycki
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Uno de los más consagrados y relevantes percusionistas cubanos.
NombreRuy López-Nussa Lekszycki
Nacimiento1957
DF, México Bandera de los Estados Unidos Mexicanos
NacionalidadCubana
Alma materInstituto Superior de Arte
OcupaciónMúsico
Obras destacadasLibro:Ritmos de Cuba. Percusión y batería
Sitio web
www.ruylopeznussa.com

Ruy López-Nussa Lekszycki. Es uno de los más consagrados y relevantes percusionistas cubanos, fue el agasajado-protagonista de un memorable concierto en el Teatro Auditorium Amadeo Roldán.

Síntesis biográfica

Nace en el Distrito Federal, México en 1957. En 1958 su familia se traslada para La Habana, Cuba y con ella Ruy. En 1976 terminó el nivel medio de música, en la especialidad de percusión, que concluyó en 1982 en el Instituto Superior de Arte.

En ese propio año comenzó a trabajar como profesor de su especialidad en la Escuela Provincial de Arte de Pinar del Río; Cuba en 1979 regresó a la capital, donde se incorporó al claustro de profesores del Conservatorio Alejandro García Caturla, y, finalmente, trabajó como docente en el Conservatorio Amadeo Roldán.

Trayectoria artística

En 1980 comenzó su carrera profesional como ejecutante con un grupo de rock, más tarde acompañó a la cantante Beatriz Márquez; en 1981 pasó al grupo del compositor y guitarrista Pedro Luis Ferrer, con el que participó en la grabación del disco "En espuma y arena," 1984.

En 1983 obtuvo el primer premio en un Concurso auspiciado por la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba. Formó parte del grupo del trovador Santiago Feliú, con el cual realizó una gira por Colombia, y con el grupo Estado de Ánimo, actuó en el III Festival de Jazz, Barcelona, España; trabajó con el pianista Ramón Valle, con cuyo grupo Brújula, se presentó en el Festival de Jazz de Bogotá, Colombia, 1990; viajó a Italia con el grupo Temperamento, 1998; hizo una gira por Ecuador, con el pianista y compositor Ernán López-Nussa , 2000, y con Santiago Feliú, por Argentina, 2001.

Parcicipación en Festivales

Publicaciones

También escribe su libro Ritmos de Cuba. Percusión y batería, dice en el «Prólogo» Lino Neira, que esta obra:

«salva los diversos obstáculos que han tenido los bateristas y multipercusionistas del mundo en cuanto al conocimiento de la rítmica cubana, pues con acierto y actualidad combina la forma progresiva de transcripciones —en forma de partituras polirrítmicas— de la mayor parte de los conjuntos musicales que en Cuba ejecutan percusión, ofreciendo un nuevo y particular panorama de nuestra cultura, labor comparable con la de un pequeño atlas de los ritmos de Cuba.
Pero la novedad consiste en que, a la vez, estas partituras están editadas juntamente con particellas de transcripciones para batería de cada tipo de ritmo o género, a cuyas ejecuciones los cubanos llamamos “toques”. Están presentes toques de música folclórica de antecedente africano, conservada y asumida por los cubanos como propia, y toques de la música popular nacida en Cuba en diferentes épocas. Muestran aquí sus secretos a los percusionistas y, en especial, a aquellos que dedican su vida a la batería, muchos de los ritmos de los veinticuatro conjuntos musicales de Cuba, veintidós de los cuales son únicamente de percusión.»

Concierto Memorable

El espacio resultó pequeño para presenciar la velada que reunió a destacadísimos intérpretes alrededor de Ruy: los pianistas Ernán López-Nussa, Roberto Carcasés y Harold López-Nussa; el trompetista Roberto García; el saxofonista Orlando Sánchez; los bajistas Yandy Martínez, Néstor del Prado y Rafael Paseiro; los percusionistas Pancho Terry, Ruy Adrián López-Nussa, Raúl Herrera, Mauricio Gutiérrez, Dayron Echevarría y Sergio Jiménez; además de Yusa, Elmer Ferrer, Santiago Feliú y el Conjunto Clave y Guaguancó.

Al leer las notas al programa escritas por el mismo Ruy López-Nussa pudimos conocer velozmente sus inicios en la música junto a su hermano Ernán y cuánto influyeron los padres, profesores y amigos en su formación como músico.

El concierto dio inicio de una forma poco usual. Cuatro talentosos percusionistas ilustraron la labor pedagógica de López-Nussa durante el último lustro, como asegurando el relevo naciente. Así, las composiciones sirvieron de homenaje a sus profesores Domingo Aragú, Luis Barrera y Roberto Concepción, y a la Escuela y el Teatro que llevan el nombre de Amadeo Roldán.

El espectáculo, de dos horas y treinta minutos, mantuvo un gran equilibrio, excelente factura e insuperable dirección musical. Mas el diseño de luces y, en ocasiones el audio, se mostraron poco colaboradores. Por suerte, no afectaron la esencia y mensaje del concierto, aunque una mejor entrega técnica hubiera contribuido entonces al resultado artístico integral que se esperaba.

Reseña del Concierto

Jiménez y Echevarría, de apenas 15 y 19 años de edad respectivamente, mostraron gran seguridad y dominio ante los instrumentos y las obras, que pusieron a prueba sus capacidades para entender los contrastes tímbricos y combinaciones rítmicas, a través de un notable virtuosismo que nos hace comprender por qué el maestro los seleccionó junto al prestigioso elenco.

En esa media se expresó el dúo de Ruy Adrián y Raúl que, desde las dos baterías, arrancaron repetidas ovaciones al disfrutar de una creatividad improvizativa sorprendente.

De esta forma se auguraron momentos aún más emotivos cuando desfilaron por el escenario los mencionados invitados en diferentes formatos, siempre teniendo la maestría de Ruy López-Nussa desde su set y en el ocasional cuarteto que integró con Ernán, Roberto García y Yandy, al estilo del jazz tradicional.

Su discurso elocuente, imaginativo y fresco mostró la sabia de los grandes, como también fue significativa la tan esperada comunión de los hermanos Ernán y Ruy al unirse a los hijos de este último, Harold y Ruy Adrián. De otro lado Clave y Guaguancó recreó los ritmos afrocubanos y por su parte Elmer estuvo sin igual ante su guitarra, procurando estelares improvisaciones y fuertes aplausos. Yusa regaló dos de sus sugerentes letras, mientras Feliú presentó su trova con aires de flamenco.

No podría hablarse de uno o varios momentos cumbres durante el programa que, en su conjunto, constituyó un verdadero regalo a la altura del homenaje. De tal forma percibimos gran emoción, empatía, devoción, admiración y cariño de los músicos para con el protagonista.

El espectáculo, de dos horas y treinta minutos, mantuvo un gran equilibrio, excelente factura e insuperable dirección musical. Mas el diseño de luces y, en ocasiones el audio, se mostraron poco colaboradores. Por suerte, no afectaron la esencia y mensaje del concierto, aunque una mejor entrega técnica hubiera contribuido entonces al resultado artístico integral que se esperaba.

Treinta años de entrega irradiada y reflejada en la música y la cultura cubana no se resumen en una noche. Sin embargo, fue una acertada propuesta para disfrutar del arte de Ruy López-Nussa, uno de esos hombres a los que el tiempo sorprende ante la magnitud de su legado.

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Fuentes