Diferencia entre revisiones de «Salvador Cisneros Betancourt»

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{{Personaje_histórico|nombre=SALVADOR CISNEROS BETANCOURT|imagen=Salvador_cisneros_betancou0000.jpg|descripcion=|lugar_de_nacimiento=Puerto Príncipe,Camaguey,Cuba|fecha_de_nacimiento=10 de febrero de 1828|fecha_de_fallecimiento=1914|lugar_de_fallecimiento=}}'''Salvador Cisneros Betancourt'''.&nbsp; Uno de los principales líderes de la Junta Revolucionaria de Camagüey, su firme decisión de no permitir que los españoles concentraran todo el poderío contra los patriotas orientales, determinó el alzamiento de los camagüeyanos el 4 de noviembre en Las Clavellinas.<br>  
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== Vida  ==
 
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Salvador Cisneros y Betancourt, II Marqués de Santa Lucía, pertenecía a una de las familias principeñas más importantes, dueña de grandes extensiones de terreno y otras propiedades, cuya relevancia dentro de los grupos de poder de la villa se afianzaba –como en tantas otras- por las redes de parentesco creadas a través de generaciones.<br>Salvador fue el único hijo varón en los dos matrimonios de su padre. La primera esposa de José Agustín Cisneros fue Catalina Betancourt y Betancourt con la que tuvo tres hijas: Francisca Javiera, María del Carmen y Ciriaca Eusebia. De sus segundas nupcias con Ángela, hermana de la difunta, nacieron Salvador Escolástico, Águeda y María Caridad.<br>Viudo por segunda vez sostuvo una relación no legalizada con Francisca Hernández Llanes, con la que tuvo dos hijos más, Félix e Isabel Cisneros Hernández, quienes fallecieron en la infancia.<br>Su hermana María del Carmen murió de 5 años y Águeda nunca se casó. Las restantes sí lo hicieron y tuvieron una numerosa descendencia que significó para nuestro biografiado más de una veintena de sobrinos.<br>Enviado a estudiar a los Estados Unidos, permaneció en ese país unos cinco años hasta su regreso en 1846. Tenía en ese momento 18 años y pronto supo que se planeaba su matrimonio con Micaela Betancourt y Recio, hija de su tío Gaspar.<br>Predispuesto contra esos planes, por demás muy comunes en la época, trató de acudir lo menos posible a la casa de su prima hermana, pero en una visita a la finca El Aguacatal, adonde acudió para acompañar a su hermana Águeda, descubrió que Micaela, de solamente 16 años, tenía, como él mismo confesó: “(...) atractivos por su hermosura y candor, y no pudo por menos que atraerme. No le fui indiferente, y en una hoja de naranja le hice mi declaración, a la que correspondió” celebrándose el matrimonio el 12 de diciembre de 1850.<br>De su matrimonio con Micaela nacieron –entre 1852 y 1866- siete hijos: José Agustín, Carmen, María Ángela, Gaspar Alonso, Ángela Gregoria, Clemencia Catalina y Clemencia Irene. Como se puede observar se repiten dos nombres, Ángela y Clemencia, pues como era usual en aquel tiempo, con el nombre de un niño fallecido muy pequeño, se bautizaba a un nuevo vástago.<br>La Guerra Grande fue una dura prueba para la familia del Marqués. Hombres y mujeres acostumbrados a una vida regalada vieron sus existencias transmutadas en incertidumbre, hambre y muerte. En el mismo noviembre de 1868 Micaela y posiblemente su hermana Ciriaca, entre otros parientes, salieron de la ciudad para seguir a sus hombres.<br>De esta época el Marqués recuerda: “Mi familia que constantemente vivía amenazada e intranquila por denuncia que hizo Napoleón Arango determinó también lanzarse al campo reuniéndose conmigo.<br>Vivíamos en una paz octaviana ocupando las casas principales de las fincas; solo las enfermedades por falta de medicinas perturbaban nuestra tranquilidad y como se ha visto, yo tuve que lamentar tres desgracias de familia, por carecer de quinina”.<br>En otro de los escritos que hiciera para Néstor Carbonell le precisa: “En noviembre de 1869 éramos 25 de familia (...) todos estaban enfermos a excepción de Micaela, mi esposa y Carmita mi hija, justamente en esa misma época murieron ambas, es decir, las únicas que estaban saludables”. <br>Julián del Casal escribió, en 1888, sobre las mujeres de la familia del Marqués: “Cuando estalló la revolución, esta familia se dividió en tres grupos. Durante el espacio de un año, anduvieron errantes, sin saber unas de otras. Ocultas en miserables harapos, iban por el escenario de la guerra, asordadas por el estruendo de las balas y ennegrecidas por el humo del combate, enardeciendo a los valientes y llorando sobre los despojos de sus muertos. Sufrieron indecibles privaciones. Todo buen cubano debe venerarlas”.<br>A la muerte de su esposa, sus hijos Gaspar, Ángela y Clemencia quedaron al cuidado de su suegra y cuñadas hasta que en 1870 ellas decidieron abandonar el campo y regresar a la ciudad tratando de llevarse consigo a los niños. Eran momentos en que la vida en la manigua se había hecho en extremo difícil para las familias insurrectas perseguidas con saña inhumana por las tropas españolas y los guerrilleros.<br>El conflicto que tal decisión creó en el Marqués debió ser terrible; sus propias palabras lo demuestran: “Lance desesperado para mí, pues pugnaba entre el deber y la salvación de mis hijos y contra el parecer de mi suegra, dejé los muchachos en el campo con las familias de Esteban Duque Estrada y Loreto Castillo, quienes determinaron quedarse allá, yéndose a Hato Viejo”.<br>Cuan doloroso resulta leer más adelante en ese documento que en la mencionada finca su pequeñita Clemencia murió “(...) por falta de alimentos, pues no se podían tener vacas amarradas para evitar que el enemigo pudiese asaltarlas”.<br>Meses después Loreto Castillo decidió retornar a Puerto Príncipe debido a la persecución de que eran objeto, pues lo encarnizado de ella no dejaba dudas sobre que los españoles habían averiguado de que ella tenía bajo su protección a los hijos de Salvador Cisneros.<br>Este accede a que Loreto los lleve consigo, pero con la condición de que los niños debían viajar al extranjero. Gaspar parte hacia Nueva York al cuidado de su tía Isabel Betancourt y Ángela Cisneros viaja desde Mérida para recoger a Ángela.  
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Salvador Cisneros y Betancourt, II Marqués de Santa Lucía, pertenecía a una de las familias principeñas más importantes, dueña de grandes extensiones de terreno y otras propiedades, cuya relevancia dentro de los grupos de poder de la villa se afianzaba –como en tantas otras- por las redes de parentesco creadas a través de generaciones.<br>Salvador fue el único hijo varón en los dos matrimonios de su padre. La primera esposa de [[José Agustín Cisneros|José Agustín Cisneros]] fue [[Catalina Betancourt y Betancourt |Catalina Betancourt y Betancourt ]]con la que tuvo tres hijas: [[Francisca Javiera|Francisca Javiera]], [[María del Carmen |María del Carmen ]]y [[Ciriaca Eusebia.|Ciriaca Eusebia.]] De sus segundas nupcias con [[Ángela|Ángela]], hermana de la difunta, nacieron [[Salvador Escolástico|Salvador Escolástico]], [[Águeda y María Caridad.|Águeda y María Caridad.]]<br>Viudo por segunda vez sostuvo una relación no legalizada con[[Francisca Hernández Llanes|&nbsp; Francisca Hernández Llanes]], con la que tuvo dos hijos más, [[Félix e Isabel Cisneros Hernández,|Félix e Isabel Cisneros Hernández,]] quienes fallecieron en la infancia.<br>Su hermana María del Carmen murió de 5 años y Águeda nunca se casó. Las restantes sí lo hicieron y tuvieron una numerosa descendencia que significó para nuestro biografiado más de una veintena de sobrinos.<br>Enviado a estudiar a los[[Estados Unidos|Estados Unidos]], permaneció en ese país unos cinco años hasta su regreso en [[1846|1846]]. Tenía en ese momento 18 años y pronto supo que se planeaba su matrimonio con [[Micaela Betancourt y Recio,|Micaela Betancourt y Recio,]] hija de su tío Gaspar.<br>Predispuesto contra esos planes, por demás muy comunes en la época, trató de acudir lo menos posible a la casa de su prima hermana, pero en una visita a la finca El Aguacatal, adonde acudió para acompañar a su hermana Águeda, descubrió que Micaela, de solamente 16 años, tenía, como él mismo confesó: “(...) atractivos por su hermosura y candor, y no pudo por menos que atraerme. No le fui indiferente, y en una hoja de naranja le hice mi declaración, a la que correspondió” celebrándose el matrimonio el [[12 de diciembre|12 de diciembre]] de [[1850.|1850.]]<br>De su matrimonio con Micaela nacieron –entre [[1852|1852]] y [[1866|1866-]] siete hijos: [[José Agustín|José Agustín]], [[Carmen|Carmen]], [[María |María ]][[Ángela,|Ángela,]] [[Gaspar Alonso,|Gaspar Alonso,]] [[Ángela Gregoria|Ángela Gregoria]], [[Clemencia Catalina |Clemencia Catalina ]]y [[Clemencia Irene.|Clemencia Irene.]] Como se puede observar se repiten dos nombres, Ángela y Clemencia, pues como era usual en aquel tiempo, con el nombre de un niño fallecido muy pequeño, se bautizaba a un nuevo vástago.<br>[[La Guerra Grande]] fue una dura prueba para la familia del Marqués. Hombres y mujeres acostumbrados a una vida regalada vieron sus existencias transmutadas en incertidumbre, hambre y muerte. En el mismo noviembre de 1868 Micaela y posiblemente su hermana Ciriaca, entre otros parientes, salieron de la ciudad para seguir a sus hombres.<br>De esta época el Marqués recuerda: “Mi familia que constantemente vivía amenazada e intranquila por denuncia que hizo Napoleón Arango determinó también lanzarse al campo reuniéndose conmigo.<br>Vivíamos en una paz octaviana ocupando las casas principales de las fincas; solo las enfermedades por falta de medicinas perturbaban nuestra tranquilidad y como se ha visto, yo tuve que lamentar tres desgracias de familia, por carecer de quinina”.<br>En otro de los escritos que hiciera para Néstor Carbonell le precisa: “En noviembre de 1869 éramos 25 de familia (...) todos estaban enfermos a excepción de Micaela, mi esposa y Carmita mi hija, justamente en esa misma época murieron ambas, es decir, las únicas que estaban saludables”. <br>Julián del Casal escribió, en 1888, sobre las mujeres de la familia del Marqués: “Cuando estalló la revolución, esta familia se dividió en tres grupos. Durante el espacio de un año, anduvieron errantes, sin saber unas de otras. Ocultas en miserables harapos, iban por el escenario de la guerra, asordadas por el estruendo de las balas y ennegrecidas por el humo del combate, enardeciendo a los valientes y llorando sobre los despojos de sus muertos. Sufrieron indecibles privaciones. Todo buen cubano debe venerarlas”.<br>A la muerte de su esposa, sus hijos Gaspar, Ángela y Clemencia quedaron al cuidado de su suegra y cuñadas hasta que en 1870 ellas decidieron abandonar el campo y regresar a la ciudad tratando de llevarse consigo a los niños. Eran momentos en que la vida en la manigua se había hecho en extremo difícil para las familias insurrectas perseguidas con saña inhumana por las tropas españolas y los guerrilleros.<br>El conflicto que tal decisión creó en el Marqués debió ser terrible; sus propias palabras lo demuestran: “Lance desesperado para mí, pues pugnaba entre el deber y la salvación de mis hijos y contra el parecer de mi suegra, dejé los muchachos en el campo con las familias de Esteban Duque Estrada y Loreto Castillo, quienes determinaron quedarse allá, yéndose a Hato Viejo”.<br>Cuan doloroso resulta leer más adelante en ese documento que en la mencionada finca su pequeñita Clemencia murió “(...) por falta de alimentos, pues no se podían tener vacas amarradas para evitar que el enemigo pudiese asaltarlas”.<br>Meses después Loreto Castillo decidió retornar a Puerto Príncipe debido a la persecución de que eran objeto, pues lo encarnizado de ella no dejaba dudas sobre que los españoles habían averiguado de que ella tenía bajo su protección a los hijos de Salvador Cisneros.<br>Este accede a que Loreto los lleve consigo, pero con la condición de que los niños debían viajar al extranjero. Gaspar parte hacia Nueva York al cuidado de su tía Isabel Betancourt y Ángela Cisneros viaja desde Mérida para recoger a Ángela.  
  
 
== Participación en la Guerra de Independencia  ==
 
== Participación en la Guerra de Independencia  ==

Revisión del 13:17 7 ene 2010

Plantilla:Personaje históricoSalvador Cisneros Betancourt.  Uno de los principales líderes de la Junta Revolucionaria de Camagüey, su firme decisión de no permitir que los españoles concentraran todo el poderío contra los patriotas orientales, determinó el alzamiento de los camagüeyanos el 4 de noviembre en Las Clavellinas. Heredó de su padre el título nobiliario de marqués de Santa Lucía en 1846. .

Vida

Salvador Cisneros y Betancourt, II Marqués de Santa Lucía, pertenecía a una de las familias principeñas más importantes, dueña de grandes extensiones de terreno y otras propiedades, cuya relevancia dentro de los grupos de poder de la villa se afianzaba –como en tantas otras- por las redes de parentesco creadas a través de generaciones.
Salvador fue el único hijo varón en los dos matrimonios de su padre. La primera esposa de José Agustín Cisneros fue Catalina Betancourt y Betancourt con la que tuvo tres hijas: Francisca Javiera, María del Carmen y Ciriaca Eusebia. De sus segundas nupcias con Ángela, hermana de la difunta, nacieron Salvador Escolástico, Águeda y María Caridad.
Viudo por segunda vez sostuvo una relación no legalizada con  Francisca Hernández Llanes, con la que tuvo dos hijos más, Félix e Isabel Cisneros Hernández, quienes fallecieron en la infancia.
Su hermana María del Carmen murió de 5 años y Águeda nunca se casó. Las restantes sí lo hicieron y tuvieron una numerosa descendencia que significó para nuestro biografiado más de una veintena de sobrinos.
Enviado a estudiar a losEstados Unidos, permaneció en ese país unos cinco años hasta su regreso en 1846. Tenía en ese momento 18 años y pronto supo que se planeaba su matrimonio con Micaela Betancourt y Recio, hija de su tío Gaspar.
Predispuesto contra esos planes, por demás muy comunes en la época, trató de acudir lo menos posible a la casa de su prima hermana, pero en una visita a la finca El Aguacatal, adonde acudió para acompañar a su hermana Águeda, descubrió que Micaela, de solamente 16 años, tenía, como él mismo confesó: “(...) atractivos por su hermosura y candor, y no pudo por menos que atraerme. No le fui indiferente, y en una hoja de naranja le hice mi declaración, a la que correspondió” celebrándose el matrimonio el 12 de diciembre de 1850.
De su matrimonio con Micaela nacieron –entre 1852 y 1866- siete hijos: José Agustín, Carmen, María Ángela, Gaspar Alonso, Ángela Gregoria, Clemencia Catalina y Clemencia Irene. Como se puede observar se repiten dos nombres, Ángela y Clemencia, pues como era usual en aquel tiempo, con el nombre de un niño fallecido muy pequeño, se bautizaba a un nuevo vástago.
La Guerra Grande fue una dura prueba para la familia del Marqués. Hombres y mujeres acostumbrados a una vida regalada vieron sus existencias transmutadas en incertidumbre, hambre y muerte. En el mismo noviembre de 1868 Micaela y posiblemente su hermana Ciriaca, entre otros parientes, salieron de la ciudad para seguir a sus hombres.
De esta época el Marqués recuerda: “Mi familia que constantemente vivía amenazada e intranquila por denuncia que hizo Napoleón Arango determinó también lanzarse al campo reuniéndose conmigo.
Vivíamos en una paz octaviana ocupando las casas principales de las fincas; solo las enfermedades por falta de medicinas perturbaban nuestra tranquilidad y como se ha visto, yo tuve que lamentar tres desgracias de familia, por carecer de quinina”.
En otro de los escritos que hiciera para Néstor Carbonell le precisa: “En noviembre de 1869 éramos 25 de familia (...) todos estaban enfermos a excepción de Micaela, mi esposa y Carmita mi hija, justamente en esa misma época murieron ambas, es decir, las únicas que estaban saludables”.
Julián del Casal escribió, en 1888, sobre las mujeres de la familia del Marqués: “Cuando estalló la revolución, esta familia se dividió en tres grupos. Durante el espacio de un año, anduvieron errantes, sin saber unas de otras. Ocultas en miserables harapos, iban por el escenario de la guerra, asordadas por el estruendo de las balas y ennegrecidas por el humo del combate, enardeciendo a los valientes y llorando sobre los despojos de sus muertos. Sufrieron indecibles privaciones. Todo buen cubano debe venerarlas”.
A la muerte de su esposa, sus hijos Gaspar, Ángela y Clemencia quedaron al cuidado de su suegra y cuñadas hasta que en 1870 ellas decidieron abandonar el campo y regresar a la ciudad tratando de llevarse consigo a los niños. Eran momentos en que la vida en la manigua se había hecho en extremo difícil para las familias insurrectas perseguidas con saña inhumana por las tropas españolas y los guerrilleros.
El conflicto que tal decisión creó en el Marqués debió ser terrible; sus propias palabras lo demuestran: “Lance desesperado para mí, pues pugnaba entre el deber y la salvación de mis hijos y contra el parecer de mi suegra, dejé los muchachos en el campo con las familias de Esteban Duque Estrada y Loreto Castillo, quienes determinaron quedarse allá, yéndose a Hato Viejo”.
Cuan doloroso resulta leer más adelante en ese documento que en la mencionada finca su pequeñita Clemencia murió “(...) por falta de alimentos, pues no se podían tener vacas amarradas para evitar que el enemigo pudiese asaltarlas”.
Meses después Loreto Castillo decidió retornar a Puerto Príncipe debido a la persecución de que eran objeto, pues lo encarnizado de ella no dejaba dudas sobre que los españoles habían averiguado de que ella tenía bajo su protección a los hijos de Salvador Cisneros.
Este accede a que Loreto los lleve consigo, pero con la condición de que los niños debían viajar al extranjero. Gaspar parte hacia Nueva York al cuidado de su tía Isabel Betancourt y Ángela Cisneros viaja desde Mérida para recoger a Ángela.

Participación en la Guerra de Independencia

Presidió la Junta Revolucionaria de Puerto Príncipe, creada en 1866. Asistió a las reuniones conspirativas de San Miguel de Rompe y la hacienda Muñoz representando a los camagüeyanos.
El inicio de la guerra lo sorprendió en La Habana, por lo que regresó a Camagüey para organizar su apoyo. El 3.11.1868, en el liceo de la Ciudad, convocó a todos los comprometidos a reunirse, al siguiente día, en las orillas del río Clavellinas, distante unas tres leguas, donde se materializó el alzamiento de los camagüeyanos.
No obstante, él no se incorporó a los insurrectos hasta el día 7.
Participó en el combate de Arenillas y presidió el Comité Revolucionario de Camagüey Fue delegado por Camagüey a la Asamblea Constituyente de Guáimaro , donde resultó elegido presidente de la Cámara de Representantes.
Fue herido en un brazo durante el ataque a la Torre Óptica de Colón (Pintó)
Estuvo entre los principales instigadores de la destitución de Carlos Manuel de Céspedes como presidente de la República en Armas. Depuesto éste, el 27de noviembre de 1873, lo sustituyó en la presidencia, ya que desde el 13de abril de 1872 se había acordado que en caso de quedar vacante la más alta magistratura encontrándose ausente el vicepresidente, el encargado de asumir el cargo sería el presidente de la Cámara.
Su gestión como presidente cesó el 29 de junio de 1875, día en que renunció presionado por la demanda de los sediciosos de Lagunas de Varona. Regresó a la Cámara de Representantes, en la cual resultó nuevamente electo presidente el. Fue el único de los diputados que se negó a renunciar y a que la Cámara se disolviera durante su última sesión. No aceptó el Pacto del Zanjón y marchó a Estados Unidos, de donde regresó en 1884. En la Guerra del 95 se alzó el 5 de junio de ese año, al frente de 12 camagüeyanos, en Las Guásimas de Montalbán, en Santa Cruz del Sur. Se sumó al mayor general Máximo Gómez en Sabanilla del Junco (Guaicanamar).
Presidió la Asamblea Constituyente de Jimaguayú donde resultó electo Presidente de la República en Armas, convirtiéndose en el único cubano que ocupó ese cargo en dos ocasiones. Junto con los miembros de su gobierno acompañó a la columna invasora, bajo el mando del mayor general Antonio Maceo, desde Mangos de Baraguá hasta Ciego de Potrero, en Sancti Spíritus desde donde regresó a Oriente. Fue elegido delegado a la Asamblea Constituyente de La Yaya
Después de concluido su gobierno en 1897, no ocupó cargo alguno manteniéndose con su escolta y ayudantes hasta el final de la guerra.
También resultó elegido para representar al 3 Cuerpo en la Asamblea de Santa Cruz del Sur de la cual fue su vicepresidente.
Votó en contra de la destitución del mayor general Máximo Gómez como General en Jefe del Ejército Libertador
Como delegado por Camagüey a la Asamblea Constituyente de 1901, se opuso firmemente a la aprobación de la enmienda Platt. Fue electo senador, también por Camagüey, para el primer Congreso de la República (mayo de 1902). Desde el Senado hizo una cerrada oposición a la aprobación del Tratado de Reciprocidad Comercial entre Cuba y Estados Unidos. El 2 de agosto de 1907 inició un movimiento integrado por patriotas con el objetivo de enfrentar la corriente anexionista, que durante la segunda intervención militar norteamericana pretendía que Cuba se convirtiera en un protectorado norteamericano. A esos efectos fundó, el 10 de octubre de ese año, la Junta Patriótica de La Habana. El 26 de marzo de 1913 resultó proclamado presidente del Comité Pro Abolición de la enmienda Platt. Fue reelegido en el senado por el pueblo camagüeyano, de forma consecutiva.

Muerte

Muere, en la ciudad de La Habana, el 28 de febrero de 1914.

Fuente:

  • Diccionario Enciclopédico de Historia Militar de Cuba. Primera Parte (1510-1898).Tomo III. Ediciones Verde Olivo
  • www.ohcamaguey.co.cu/.Personalidades de Camaguey