Sociedades de instrucción y recreo en Banes

Sociedades de instrucción y de recreo en Banes
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Lugar:Banes, Holguín


Sociedades de instrucción y recreo en Banes: Los primeros años del siglo XX en Cuba, abrieron una etapa que se caracterizó por el incremento del asociacionismo. Como parte de ese proceso fueron creadas en todo el país, instituciones, sociedades benéficas, de instrucción y recreo; muchas de las cuales trataron de dar respuesta a las carencias y necesidades espirituales de las diferentes clases, sectores y grupos sociales, inmersos en medio de un complejo proceso político social de enfrentamiento clasista y desarraigo nacional. En estas se aglutinaron personas de una misma nacionalidad, raza y clase social. Fueron centros que irradiaron cultura, pero una cultura de clases, de la clase social que las integraba. En Banes existieron numerosas sociedades de instrucción y recreo, las más representativas fueron: el Club Flor Crombet, la Colonia española, el Club Banes, el Jamaica Club y el American Club, por evidenciar claramente las distintas posturas asumidas ante la aculturación que proponía la neocolonia, incitando a prácticas culturales americanizadas.

Surgimiento

El siglo XX inició en el continente americano con la aparición de un nuevo fenómeno, la expansión imperialista en todos los órdenes. En Cuba cesó la dominación colonial española, pero no se instauró la república con todos y para el bien de todos que había soñado José Martí, por el contrario, se cumplió lo que tanto él había alertado la intervención estadounidense, convirtiendo el país en neocolonia yanqui. Las compañías norteamericanas se posesionaron fundamentalmente en la región centro oriental de Cuba, devastada por la guerra de independencia, para desarrollar la industria azucarera. Negocio que fomentaron sobre la base de los bajos salarios a los trabajadores por lo que necesitaban mano de obra abundante y barata, que la encontraron en Las Antillas; prefirieron la de habla inglesa por no existir barreras idiomáticas y poseer esta un mejor nivel cultural. El establecimiento de todos ellos incidió, de una forma u otra, en la vida de la localidad, legándonos sus aportes en variados aspectos del ámbito socio cultural. En Banes como resultado de ese asentamiento de trabajadores inmigrantes, la población creció extraordinariamente, al igual que sus barrios, en cuya conformación la compañía norteamericana desempeñó una activa labor. La organización funcional y el ordenamiento social y étnico se desarrollaron de acuerdo al proyecto y los intereses de las instancias hegemónicas, en el que prevalecía el más rígido segregacionismo social, racial y étnico. A raíz de esa colonización de la United Fruit Company, Banes fue dividido en diferentes barrios: de un lado la ciudad originalmente fundada, que constituía lo que es hoy el centro histórico, compuesto por cuatro calles y dos plazas; en las que se encontraba el comercio, algunas fábricas, las residencias de la oligarquía terrateniente local, clases medias, intelectuales y al margen los barrios populares. Al este el barrio americano, este barrio y la población cubana original estaban separados por el puente sobre el río Banes. Al sureste el barrio de La Güira y el barrio Amarillo. De esa manera se ponía en práctica la modernización a la americana, que no se limitó a las transformaciones en los espacios públicos, el establecimiento de nuevos cánones constructivos y arquitectónicos, o a la introducción de nuevos hábitos, desprovistos de mensajes políticos. Por el contrario, constituyó una pieza central de la ideología del progreso con la cual los norteamericanos justificaron y legitimaron su presencia en la Isla y de manera particular en esta localidad. Esos primeros años del siglo abrieron una etapa que se caracterizó por el incremento del asociacionismo, lo cual estuvo marcado por la necesidad de organizarse y desarrollarse ideológicamente las distintas clases, sectores y grupos sociales, inmersos en medio de un complejo proceso político social de enfrentamiento clasista y desarraigo nacional, que generó la necesidad de agruparse con vistas a fortalecerse y autoreconocerse cada grupo social en su lucha por subsistir, no sólo económica y socialmente sino culturalmente, como autodefensa de sus raíces y por tanto de su identidad. Como parte de este proceso fueron creadas en todo el país, instituciones, sociedades benéficas, de instrucción y recreo; muchas de las cuales trataron de dar respuesta a las carencias y necesidades espirituales de los diferentes sectores, y entre ellos a los inmigrantes. En estas se aglutinaron personas de una misma nacionalidad, raza y clases social. Fueron centros que irradiaron cultura, pero una cultura de clases, de la clase social que las integraba. En todas se realizaban bailes, tertulias, reuniones de socios, festejos por fechas significativas y otras celebraciones, incluso actividades deportivas. Fueron vías no formales de educación, al encargarse de la promoción de la cultura en las municipalidades. Fueron medios de difusión del gusto artístico y de la apreciación estética, de la formación de una conducta moral y cívico ciudadana entre sus miembros. Promovieron un amplio movimiento de aficionados locales, la práctica de las artes y las letras y contribuyeron a la educación de la sensibilidad de un público interesado en enriquecer su espiritualidad y condición humana. Aunque en Banes existieron numerosas sociedades de instrucción y recreo, se seleccionaron el Club Flor Crombet, la Colonia española, el Club Banes, el Jamaica Club y el American Club, por evidenciar claramente las distintas posturas asumidas ante la aculturación que proponía la neocolonia, incitando a prácticas culturales americanizadas.

Club Flor Crombet

Actividad Sociedades de instrucción y de recreo en Banes

Paradójicamente en la primera sociedad fundada, el 12 de septiembre de 1903, encontró su espacio cultural una minoría de color que había logrado ascender en la vida económica de Banes, tratando de convertir el Club Flor Crombet en refugio defensivo de su condición social.

Llegó a contar con más de 200 miembros, quienes debían ser mayores de 15 años, reunir condiciones y cualidades sociales aceptables, de clase fina. En la sociedad se realizaban variadas actividades de carácter festivo, recitales de poesía, conferencias, exposiciones, homenajes civiles y patrióticos, veladas con comidas y cantos, actividades a las que sólo podían asistir los miembros y personas invitadas. Esta sociedad es una muestra de que la discriminación no sólo estuvo presente en las relaciones entre el blanco y el negro, sino que también se hizo evidente a nivel socio racial dentro de su propia raza. Algunos inmigrantes o descendientes de jamaicanos que lograron alcanzar una mejor situación económica y posición social, debido a una mejor instrucción se integraron al Club Flor Crombet. De esta forma rechazaban el Jamaica Club negando su propia ascendencia. Alegaban que esta sociedad “era de negros de alpargata y patas por el suelo,” [1] provocando un distanciamiento cultural entre negros y mulatos a partir de categorías económicas y sociales, que se reflejó en el acercamiento a los patrones de la cultura dominante que asumió el “Flor Crombet”, con la consiguiente enajenación de sus raíces culturales. Las actividades mostraban un interés por el refinamiento de sus miembros y aspiraciones culturales de clase media, bajo el dominio del sector mulato. Según el Dr. Vega Suñol, “el termino mulato, no lo definía tanto el color de la piel, que podía ser más o menos oscura, sino la posición social”. [2] Se evidencia que “la pequeña y mediana burguesía de “color” que se agrupaba en esta sociedad participaba del desprecio y la discriminación de que eran objeto. El racismo se completaba con la autosubestimación del excluido”. [3] Indudablemente, se fue dando un proceso en el que estas personas, de piel oscura y buena posición social, fueron desdeñando cada vez más todo lo que pudiera considerarse rémora de negro.

Club Banes

La burguesía banense, al calor del desarrollo de la industria azucarera y sus lógicas consecuencias, se fue consolidando como clase, fundamentalmente en el aspecto económico, pero necesitaba desarrollarse culturalmente. Lo que hizo que el 6 de diciembre de 1916 quedara constituida la sociedad Club Banes, integrada por la pequeña y mediana burguesía y funcionarios públicos, todos de raza blanca. La sociedad fue fundada con 47 socios, membresía que se fue incrementando rápidamente pues ya en junio contaba con 178. Cotidianamente los socios asistían al Club. Unos se reunían en el hall bar - en comentarios o en la divulgación de muchas de sus actividades empleaban términos en inglés, lo que muestra un proceso de imitación de los modelos norteamericanos - para sus partidas de tresillo, en el portal otros jugaban ajedrez; los observadores se acercaban a las mesas donde se jugaba. El auspicio de la elección de la Reina de Carnaval, muchas veces estuvo a cargo del Club Banes, alternando con la Colonia Española. Certamen para el cual se establecían estrictas bases, en el año 1921 solamente podían participar las señoritas que frecuentaban estas sociedades, la elección se hacía por votación popular y cada cupón era válido por 5 votos. La proclamación de la Reina y sus damas se dio a conocer el 3 de marzo en el teatro Heredia. Los obsequios fueron entregados por el Sr. Pelayo Recio, agente general en la provincia Oriente del cigarrillo Turquino y otros agentes de firmas existentes en el municipio. En ese año 1921 prohibieron utilizar en bailes o asaltos toda pieza que fuera o tuviera algo de rumba, lo que constituía una amenaza a la identidad cultural; las sociedades burguesas tratando de imitar las prácticas americanizadas, fueron partícipes de un proceso de aculturación y desarraigo de los valores más autóctonos. Al respecto Marial Iglesias plantea, que como parte de la campaña de civilización y “blanqueamiento” de las costumbres emprendido por la prensa de élite se intentó controlar los bailes. [4] Este es un ejemplo más de la exaltación de los modelos culturales anglosajones, con preeminencia hacia lo norteamericano.

Colonia española

Actividad Sociedades de instrucción y de recreo en Banes

Los inmigrantes españoles residentes en Banes dejaron constituida su colonia el 11 de enero de 1911. Ese día el Sr. Manuel Romero, en nombre de sus coterráneos, expresó la necesidad de que los hispanos radicados en Banes al igual que los del resto del país, constituyeran una asociación tanto recreativa como para actividades benéficas. Realizaron una colecta con el objetivo de construir un edificio para la sociedad, el cual quedó inaugurado el 27 de julio de 1911. En 1919 la junta directiva de la sociedad compró una casa situada en la actual calle General Marrero, donde construyeron un nuevo edificio, que quedó inaugurado en 1924 y sería la sede de la Colonia española de Banes, en cuya arquitectura llama la atención su fachada ecléctica con acentuadas columnas, un salón principal neoclásico, con columnas salomónicas y un patio mudéjar de ambientación árabe, [5] mostrando elementos de la arquitectura vernácula como una respuesta identitaria frente a los códigos estilísticos norteamericanos que imperan la arquitectura local.

Compartir el mismo espacio cultural - por no contar con un número elevado de inmigrantes por región histórica de España, ni el poder económico necesario - propició un amplio intercambio social intrahispánico que coadyuvó a la cohesión interétnica de los peninsulares. Es por eso que se considera que las colonias españolas de la región de Holguín, contaban con una membresía panhispánica, incluían a todos los ciudadanos españoles, independientemente de su origen regional. Aunque las asociaciones laboraron arduamente para conservar los patrones culturales de origen, fueron abiertas a los naturales. En ello incidió el carácter esencialmente masculino de la inmigración, ya que muchos peninsulares contrajeran matrimonio, con mujeres cubanas, con quienes tuvieron hijos. Sus familias naturales de Cuba asistían también a las actividades. Todo esto hizo que en sus encuentros se fueran fusionando diferentes elementos culturales, pues elaboraban comidas criollas y se tocaba y bailaba el son cubano. En los bailes que ofrecían aunque se bailaban los pasodobles españoles, las muñeiras y las seguidillas, el danzón formó parte insustituible de los programas, lo que refleja el grado de preferencia, aceptación e incorporación de esta manifestación musical y danzaría, influido por la gran participación de los jóvenes descendientes en estas actividades, que contribuyeron con la aceleración del proceso de fusión cultural; así como por el repertorio de las agrupaciones musicales cubanas de la época. En ocasiones estuvieron acompañados de comidas criollas, lo que corrobora que aunque hicieron todo lo posible por conservar sus tradiciones, al ser sociedades abiertas, los inmigrantes hispanos y sus descendientes, como sujetos de la cultura, tuvieron que ser flexibles en la asimilación de determinadas costumbres cubanas.

Jamaica Club

En el barrio de La Güira los jamaicanos constituyeron una comunidad semicerrada, lo que contribuyó al incremento de las aportaciones culturales de acuerdo a las nuevas situaciones sociales que se gestaron. Llegaron a tener varias instituciones, entre ellas una sociedad de instrucción y recreo, el Jamaica Club, que se convirtió en el corazón de su vida sociocultural, y en la vía más eficaz para defenderse de la discriminación y el segregacionismo social, racial y étnico, además les permitió preservar desde allí su cultura y retardar su proceso etnoasimilativo. La sociedad Jamaica Club quedó fundada, oficialmente, el 12 de junio de 1927, aunque funcionaba desde el 1ro de agosto de 1924. [6] Se destacó por aglutinar a los inmigrantes antillanos de habla inglesa, mayormente jamaicanos. Fue no solo una institución de instrucción y recreo, sino también de beneficencia. Poseía un reglamento que se ajustaba al código ético más exigente, sustentando normas de respeto por la disciplina social. En él quedaba expresado el interés por la preservación de su cultura y la etnicidad del grupo. De ahí que sean de gran significación los artículos 9 y 15.

El artículo 9 es una muestra de cómo estos inmigrantes se preocuparon por cuidar su imagen y hacer gala de principios éticos y morales:

”Ningún socio podrá, dentro de los salones, usar trajes indecorosos ni podrá proferir palabras obscenas o asquerosas, ni efectuar actos contrarios a la moral y buenas formas que en la Sociedad deben usarse. El socio que contraviniera este artículo será requerido por el vocal de turno y según sea la gravedad del caso le reportará esto a la Junta directiva, la que determinará la corrección que deba imponer o su expulsión si el caso lo requiere.” [7]

De esta manera el Jamaica Club enfrentaba el rechazo de la sociedad que los criticaba y marginaba. Estuvo a la altura del resto de las sociedades de instrucción y recreo de carácter burgués, que existieron en el municipio, pues a sus salones se debía asistir correctamente vestido y mantener una estricta disciplina. El artículo 15, es esencial, por su finalidad e intensión de mantener la existencia del Club. “No podrá disolverse la Sociedad, mientras exista un número de socios suficientes para sostenerla.” [8] Evidencia la necesidad de mantenerse unidos y amparados en una sociedad que los discriminaba, en la cual como sujetos de la cultura fueron identificados y poseían su propia identidad grupal, de ahí que sus actividades fueran verdaderas respuestas identitarias, en las cuales estaban presentes su música, su danza y costumbres culinarias. Las acciones emprendidas por el Jamaica Club, lograron crear un ambiente muy favorable entre los inmigrantes y sus descendientes, los que veían en ellas un respaldo ante las dificultades propias de su condición de extranjeros y marginados, ya que a pesar de contar con una representación a nivel consular en Cuba, la forma efectiva de proporcionarse alguna protección no era otra que esta, directa e inmediata. Desde allí conservaron e hicieron crecer su vida material y espiritual, fortaleciendo un discurso ideológico, en el que unidad y defensa de lo propio - idioma, valores, costumbres - acompañarían la necesidad de proporcionar recreo y amparo a los más necesitados. El Jamaica Club ayudó a sus miembros a sobrevivir y sobreponerse a las dificultades que atravesaban en una sociedad capitalista que los despreciaba, le enseñó a las generaciones de descendientes a amar su color de piel y los educó en el orgullo por su cultura y la autoestima.

American Club

Los norteamericanos radicados en Banes, como resultado de la presencia de la United Fruit Company, también sintieron la necesidad de crear su asociación. En 1921 fundaron el Banes Athletic Club, que años más tarde comenzaron a nombrar American Club. Para la sede de la institución construyeron un edificio, en el centro del barrio americano, que responde a la tipología arquitectónica de bungalows, construido en madera con techo de zinc, con una amplia distribución física espacial, y espacios exteriores abundantes, incluso con un campo de golf. Como sociedad de instrucción y recreo al fin, este Club desarrollaba diversas actividades, celebraban fechas históricas para los norteamericanos, las tradicionales conmemoraciones religiosas y organizaban bailes para el disfrute de sus miembros, los fines de semana. En ocasiones las actividades se encaminaron a la recaudación de fondos para obras de caridad; el 26 de enero de 1946, la crónica social del periódico El Pueblo publicó, “Mucho entusiasmo ha despertado el party que en la noche del próximo sábado se llevará a efecto en el American Club, a beneficio del Fondo de Socorro de los aliados.” [9] La primavera era recibida con coloridas actividades, los salones se convertían en jardines, esta fecha no pasaba inadvertida realizaban un programa de fiestas y excursiones, al igual que para los festejos de navidad. Este club se limitaba solo a los miembros de esa comunidad de norteamericanos, lo que le daba un carácter exclusivo, unido al tipo de actividades que allí tenían lugar. Su celebración más importante era el 4 de julio, día de la independencia de las 13 colonias de Norteamérica. En ocasiones invitaban compañías dramáticas y de artistas procedentes de los Estados Unidos, también llegaron a presentar espectáculos y obras en idioma inglés. No obstante, a pesar de que evitaron la influencia de la cultura local y nacional, las fiestas eran amenizadas por orquestas cubanas del municipio, por lo que era común la combinación de ritmos y bailes cubanos y norteamericanos; lo mismo se interpretaba fox trot, charlestón, que boleros y danzones. En esta institución se observó una actitud cultural encaminada a la preservación de la cultura y la etnicidad de sus integrantes. Todas estas sociedades muestran claramente que con el surgimiento de la seudorepública, en nuestro país, contrariamente a la superación de las diferencias de clases anunciadas por los gobiernos de turno, se agudizó aún más el abismo social que las separaba. Con el desarrollo de la industria azucarera y sus lógicas consecuencias, las altas capas de la burguesía vieron colmadas sus más caras ambiciones y lo exteriorizaron con la creación de las sociedades de instrucción y recreo. Unido a que este fue un período en el que se incrementó el asociacionismo, por la necesidad de organizarse y desarrollarse ideológicamente las distintas clases, sectores y grupos sociales, inmersos en medio de un complejo proceso político social de enfrentamiento clasista y desarraigo nacional, que generó la necesidad de agruparse con vistas a fortalecerse y autoreconocerse cada grupo social en su lucha por subsistir, no sólo económica y socialmente sino culturalmente, como autodefensa de sus raíces y por tanto de su identidad. Ellas representaban la cultura, pero la cultura de la clase social que la integraba, destacándose así la discriminación alimentada por un sistema marcado por las diferencias, pues reflejaban la profunda división clasista y estamental de la sociedad, el racismo y el etnocentrismo vigentes.

Fuentes

    • Fuente Dra. C. Yurisay Pérez Nakao. Historiadora de Banes.
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  • «Antonio Tope Montero: Arquitectura en Banes. Holguín. Ediciones Holguín, 1994. p. 15.»
  • «AHPSC. Fondo Gobierno Provincial. Materia Sociedades de Recreo. Legajo 2697. Expediente 4.»
  • «Archivo Club Anglocaribeño. Reglamento Jamaica Club.»
  • «Idem.»
  • «“Crónica Social”, en: El Pueblo. Banes, 26 de enero de 1946. p. 4.»