Todos los rostros del pasado

Revisión del 21:52 4 jun 2021 de Josemanuel.faura (discusión | contribuciones) (Página creada con «{{Desarrollo}} {{Ficha Libro |nombre= Todos los rostros del pasado |nombre alternativo= |portada= todos-los-rostros-del-pasado-26074.jpg |tamaño= |descripción= |autor(…»)
(dif) ← Revisión anterior | Revisión actual (dif) | Revisión siguiente → (dif)
Todos los rostros del pasado
Información sobre la plantilla
260px
Editorial:Galaxia Gutenberg
GéneroPoesía, Teatro
Edición2020
ISBN978-84-18218-59-0
Notas
Contiene 192 páginas

Todos los rostros del pasado . Francisco Brines (Oliva, 1932) es un nombre central de nuestra poesía. Miembro de la Generación del 50 y galardonado con el Premio Cervantes 2020, su obra oscila entre el canto al paraíso perdido y la sabia aceptación de los dones terrestres, la melancolía ante el paso del tiempo y el gozo de la hora presente. Esta antología, preparada por el poeta y crítico Dionisio Cañas, recoge una amplia selección de una obra serena y coherente que parte de una intensa conciencia elegíaca -expresada en Las brasas (1960), su primer libro, en elegantes endecasílabos blancos- para culminar, en El otoño de las rosas (1986) y La última costa (1995), en una escritura grave y sentenciosa, capaz de apresar la belleza del declive y el asentimiento ante la llegada de la muerte. Nacida de la mezcla de intuición y pensamiento, la poesía de Brines se alimenta de contrarios que, justamente por serlo, hacen girar sin descanso los polos de la muerte y la vida, el deseo y el desencanto, la memoria y el olvido, la infancia y la senectud, el esplendor del cuerpo joven y el acabamiento de esa juventud. También aparece la naturaleza -ese Mediterráneo que se extiende desde la Grecia del amor hasta su Valencia natal-, que es el telón de fondo, siempre renovado, del lento ingreso del poeta en la nada. Carlos Barral declaró al publicarse El otoño de las rosas que su autor era ya «un clásico». El tiempo no ha hecho sino confirmar su juicio, abriendo esta poesía a nuevas generaciones de lectores que han encontrado en ella consuelo y conocimiento.

sobre el autor

Francisco Brines (Oliva, 1932) es un nombre central de nuestra poesía. Miembro de la Generación del 50 y galardonado con el Premio Cervantes 2020, su obra oscila entre el canto al paraíso perdido y la sabia aceptación de los dones terrestres, la melancolía ante el paso del tiempo y el gozo de la hora presente. Esta antología, preparada por el poeta y crítico Dionisio Cañas, recoge una amplia selección de una obra serena y coherente que parte de una intensa conciencia elegíaca -expresada en Las brasas (1960), su primer libro, en elegantes endecasílabos blancos- para culminar, en El otoño de las rosas (1986) y La última costa (1995), en una escritura grave y sentenciosa, capaz de apresar la belleza del declive y el asentimiento ante la llegada de la muerte. Nacida de la mezcla de intuición y pensamiento, la poesía de Brines se alimenta de contrarios que, justamente por serlo, hacen girar sin descanso los polos de la muerte y la vida, el deseo y el desencanto, la memoria y el olvido, la infancia y la senectud, el esplendor del cuerpo joven y el acabamiento de esa juventud. También aparece la naturaleza -ese Mediterráneo que se extiende desde la Grecia del amor hasta su Valencia natal-, que es el telón de fondo, siempre renovado, del lento ingreso del poeta en la nada. Carlos Barral declaró al publicarse El otoño de las rosas que su autor era ya «un clásico». El tiempo no ha hecho sino confirmar su juicio, abriendo esta poesía a nuevas generaciones de lectores que han encontrado en ella consuelo y conocimiento.

Resumen

Partiendo de la base de que todos los poemas de un autor pueden arrojar luz sobre el núcleo central de su mundo poético, los textos que aquí hemos reunido ilustran ampliamente ese eje de la producción del poeta valenciano, un eje que se alimenta de dualidades contrarias pero que son, precisamente por ser paradójicas, el motor que infunde una dinámica de movimiento perpetuo en el que la muerte y la vida, el deseo y el desencanto, la memoria y el olvido, la infancia y la senectud, la meditación y la acción, el esplendor del cuerpo joven y el acabamiento de esa juventud, la naturaleza que se renueva constantemente ante la lenta inmersión de nuestra mirada en la nada nos introducen en una espiral que nos fascina y nos arrastra a la lectura de un poema tras otro como la vida misma, que nos lleva al desánimo y, a la vez, a la constante elevación humana más allá de cualquier fracaso.

Si bien Carlos Barral declararía al publicarse el libro de Brines El otoño de las rosas que el autor era ya "un clásico", José Olivio Jiménez lo definiría como "uno de los poetas de voz más distintiva e intensa, y además explorador pausado, pero incansable, de un mundo interior singularmente diferenciado. Por ello, ese mundo es el suyo, naturalmente, pero el alcance de sus meditaciones poéticas rebasa sus personales circunstancias y se erige en verdades fácilmente (y dolorosamente a veces) compartibles por todos".

==Fuentes==