Diferencia entre revisiones de «Wifredo Lam»

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{{Personaje_artístico|nombre=Wifredo Lam |seudonimo=|imagen=|descripcion=Pintor|fecha_de_nacimiento=8 de diciembre 1902|lugar_de_nacimiento=|fecha_de_fallecimiento=11 de septiembre 1982|lugar_de_fallecimiento=|area=Pintor|obras_destacadas=La Jungla}}  
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En 1938 se encuentra Wifredo Lam, en París, con Pablo Picasso. El cubano tiene 36 años y arriba desde España, al cabo de una estancia de 14 años en la Península, donde se ha dado a conocer. A partir de aquel momento, algo los unió -quizá el carisma del antillano, su promisorio futuro, o acaso el hecho mismo de ser de Cuba, donde el abuelo de Picasso había llegado como funcionario de aduanas y conocido a la que sería su compañera y abuela del autor de Guernica.<br><br>Sin embargo, pensamos que sería injusto dejar al acaso, a la suerte, las razones que motivaron a Picasso para ayudar a Lam.<br>“Nunca me equivoqué contigo. Eres un pintor, un verdadero pintor, por eso te dije la primera vez que nos vimos que me recordabas a otro hombre: a mí”, aseguraba Lam que le expresó Picasso luego de conocerse. En esa identificación, en esa confluencia de caracteres debemos buscar las razones para una amistad y admiración recíprocas afianzada en el tiempo.<br>1939 es un año decisivo en el despegue de Lam, para su reconocimiento internacional dentro y fuera de Europa. El 14 de julio inaugura en la Galería de Pierre Loeb, Rue des Beaux Arts, su primera exposición parisina, a la que acuden Picasso, Marc Chagalll y otras personalidades de la vida cultural francesa.<br><br>Por si no bastara, del 13 de noviembre al 7 de diciembre presenta una exposición conjunta con Picasso, quien le ofrece esta extraordinaria oportunidad en la Perls Gallery de Nueva York. El español presenta sus dibujos y Lam, sus gouaches.<br>París y Nueva York, antes lo había hecho España, abren sus puertas al ilustre hijo de Sagua la Grande. Hasta 1941 no regresa a Cuba, luego de prolongado periplo europeo. Pinta intensamente. Su obra refleja, cual su persona -recordemos que descendía de padre chino y madre mulata- la síntesis cultural de un pueblo.<br><br>“Lam introdujo por primera vez en la pintura cubana la cultura negra, con sus mitos y símbolos”, ha señalado el especialista Juan Sánchez (1).<br><br>Pinta entonces algunos de sus cuadros más célebres. En 1942 retoma un motivo que ya en 1938, estando en París, ha trabajado: La silla de 1938, es un gouache de ambiente europeo, citadino, donde el objeto central se encuentra en un espacio cerrado, interior.<br>La silla de 1942 (Colección del Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana) ofrece otra interpretación diferente: el contexto se ha tropicalizado, la vegetación es exuberante, el cromatismo inunda la tela, la silla aparece en un entorno rural, abierto, visualmente diferente al del cuadro de 1938.<br><br>Del mismo período es La jungla, que el crítico Alain Jouffroy llamó “el primer manifiesto plástico del Tercer Mundo”. Este célebre cuadro, que forma parte de la colección del Museo de Arte Moderno de Nueva York, lo vendió Lam en 300 pesos, según confesión propia, y hoy tiene un precio incalculable.<br><br>Vale recordar lo que David Alfaro Siqueiros escribió en el número de septiembre de 1943 de la revista Ultra:<br>“La obra actual de Lam muestra elementos raciales negros que en la plástica cubana deberán tener en el futuro una enorme importancia.” El muralista mexicano no se equivocaba.<br>  
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En 1938 se encuentra Wifredo Lam, en París, con Pablo Picasso. El cubano tiene 36 años y arriba desde España, al cabo de una estancia de 14 años en la Península, donde se ha dado a conocer. A partir de aquel momento, algo los unió -quizá el carisma del antillano, su promisorio futuro, o acaso el hecho mismo de ser de Cuba, donde el abuelo de Picasso había llegado como funcionario de aduanas y conocido a la que sería su compañera y abuela del autor de Guernica.<br><br>Sin embargo, pensamos que sería injusto dejar al acaso, a la suerte, las razones que motivaron a Picasso para ayudar a Lam.<br>“Nunca me equivoqué contigo. Eres un pintor, un verdadero pintor, por eso te dije la primera vez que nos vimos que me recordabas a otro hombre: a mí”, aseguraba Lam que le expresó Picasso luego de conocerse. En esa identificación, en esa confluencia de caracteres debemos buscar las razones para una amistad y admiración recíprocas afianzada en el tiempo.<br>1939 es un año decisivo en el despegue de Lam, para su reconocimiento internacional dentro y fuera de Europa. El 14 de julio inaugura en la Galería de Pierre Loeb, Rue des Beaux Arts, su primera exposición parisina, a la que acuden Picasso, Marc Chagalll y otras personalidades de la vida cultural francesa.<br><br>Por si no bastara, del 13 de noviembre al 7 de diciembre presenta una exposición conjunta con Picasso, quien le ofrece esta extraordinaria oportunidad en la Perls Gallery de Nueva York. El español presenta sus dibujos y Lam, sus gouaches.<br>París y Nueva York, antes lo había hecho España, abren sus puertas al ilustre hijo de Sagua la Grande. Hasta 1941 no regresa a Cuba, luego de prolongado periplo europeo. Pinta intensamente. Su obra refleja, cual su persona -recordemos que descendía de padre chino y madre mulata- la síntesis cultural de un pueblo.<br><br>“Lam introdujo por primera vez en la pintura cubana la cultura negra, con sus mitos y símbolos”, ha señalado el especialista Juan Sánchez (1).<br><br>Pinta entonces algunos de sus cuadros más célebres. En 1942 retoma un motivo que ya en 1938, estando en París, ha trabajado: La silla de 1938, es un gouache de ambiente europeo, citadino, donde el objeto central se encuentra en un espacio cerrado, interior.<br>La silla de 1942 (Colección del Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana) ofrece otra interpretación diferente: el contexto se ha tropicalizado, la vegetación es exuberante, el cromatismo inunda la tela, la silla aparece en un entorno rural, abierto, visualmente diferente al del cuadro de 1938.<br><br>Del mismo período es La jungla, que el crítico Alain Jouffroy llamó “el primer manifiesto plástico del Tercer Mundo”. Este célebre cuadro, que forma parte de la colección del Museo de Arte Moderno de Nueva York, lo vendió Lam en 300 pesos, según confesión propia, y hoy tiene un precio incalculable.<br><br>Vale recordar lo que David Alfaro Siqueiros escribió en el número de septiembre de 1943 de la revista Ultra:<br>“La obra actual de Lam muestra elementos raciales negros que en la plástica cubana deberán tener en el futuro una enorme importancia.” El muralista mexicano no se equivocaba.<br>
  
 
La universalidad de un pintor<br>Viaja mucho. En las décadas del 40 y del 50 lo hace por Haití, Nueva York, París, Venezuela, México. Expone en las galerías más prestigiosas. Sus obras ilustran textos de Antonin Artaud, André Breton, Aimé Cesaire, Gabriel García Márquez y también las páginas de la revista El Correo de la Unesco.<br><br>El pintor reside por largo tiempo en su villa de Albisola Mare, Italia. Conoce además la Unión Soviética, se detiene en la India, viaja por el continente africano. Su óptica se universaliza, su pensamiento, de siempre humanista, lo es cada vez más. Pero no deja de volver. “Mis regresos a Cuba siempre me han producido una dicha infinita”, comenta a Andrés Núñez Jiménez, en larga entrevista.<br>Lam tuvo una existencia intensa y larga. Vivió 80 años. Murió en París en 1982. El año anterior le había sido impuesta la Orden Félix Varela, la más alta distinción que en el terreno de la cultura confiere el Estado cubano. Por voluntad expresa, sus restos fueron trasladados a Cuba. Algo, por demás, bien justo tratándose del más universal de los pintores cubanos.  
 
La universalidad de un pintor<br>Viaja mucho. En las décadas del 40 y del 50 lo hace por Haití, Nueva York, París, Venezuela, México. Expone en las galerías más prestigiosas. Sus obras ilustran textos de Antonin Artaud, André Breton, Aimé Cesaire, Gabriel García Márquez y también las páginas de la revista El Correo de la Unesco.<br><br>El pintor reside por largo tiempo en su villa de Albisola Mare, Italia. Conoce además la Unión Soviética, se detiene en la India, viaja por el continente africano. Su óptica se universaliza, su pensamiento, de siempre humanista, lo es cada vez más. Pero no deja de volver. “Mis regresos a Cuba siempre me han producido una dicha infinita”, comenta a Andrés Núñez Jiménez, en larga entrevista.<br>Lam tuvo una existencia intensa y larga. Vivió 80 años. Murió en París en 1982. El año anterior le había sido impuesta la Orden Félix Varela, la más alta distinción que en el terreno de la cultura confiere el Estado cubano. Por voluntad expresa, sus restos fueron trasladados a Cuba. Algo, por demás, bien justo tratándose del más universal de los pintores cubanos.  
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(1) En “Una obra patrimonio de la humanidad”, Bohemia del 17 de septiembre de 1982, p. 47.  
 
(1) En “Una obra patrimonio de la humanidad”, Bohemia del 17 de septiembre de 1982, p. 47.  
  
 
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Revisión del 16:13 14 oct 2009

Plantilla:Personaje artístico  

En 1938 se encuentra Wifredo Lam, en París, con Pablo Picasso. El cubano tiene 36 años y arriba desde España, al cabo de una estancia de 14 años en la Península, donde se ha dado a conocer. A partir de aquel momento, algo los unió -quizá el carisma del antillano, su promisorio futuro, o acaso el hecho mismo de ser de Cuba, donde el abuelo de Picasso había llegado como funcionario de aduanas y conocido a la que sería su compañera y abuela del autor de Guernica.

Sin embargo, pensamos que sería injusto dejar al acaso, a la suerte, las razones que motivaron a Picasso para ayudar a Lam.
“Nunca me equivoqué contigo. Eres un pintor, un verdadero pintor, por eso te dije la primera vez que nos vimos que me recordabas a otro hombre: a mí”, aseguraba Lam que le expresó Picasso luego de conocerse. En esa identificación, en esa confluencia de caracteres debemos buscar las razones para una amistad y admiración recíprocas afianzada en el tiempo.
1939 es un año decisivo en el despegue de Lam, para su reconocimiento internacional dentro y fuera de Europa. El 14 de julio inaugura en la Galería de Pierre Loeb, Rue des Beaux Arts, su primera exposición parisina, a la que acuden Picasso, Marc Chagalll y otras personalidades de la vida cultural francesa.

Por si no bastara, del 13 de noviembre al 7 de diciembre presenta una exposición conjunta con Picasso, quien le ofrece esta extraordinaria oportunidad en la Perls Gallery de Nueva York. El español presenta sus dibujos y Lam, sus gouaches.
París y Nueva York, antes lo había hecho España, abren sus puertas al ilustre hijo de Sagua la Grande. Hasta 1941 no regresa a Cuba, luego de prolongado periplo europeo. Pinta intensamente. Su obra refleja, cual su persona -recordemos que descendía de padre chino y madre mulata- la síntesis cultural de un pueblo.

“Lam introdujo por primera vez en la pintura cubana la cultura negra, con sus mitos y símbolos”, ha señalado el especialista Juan Sánchez (1).

Pinta entonces algunos de sus cuadros más célebres. En 1942 retoma un motivo que ya en 1938, estando en París, ha trabajado: La silla de 1938, es un gouache de ambiente europeo, citadino, donde el objeto central se encuentra en un espacio cerrado, interior.
La silla de 1942 (Colección del Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana) ofrece otra interpretación diferente: el contexto se ha tropicalizado, la vegetación es exuberante, el cromatismo inunda la tela, la silla aparece en un entorno rural, abierto, visualmente diferente al del cuadro de 1938.

Del mismo período es La jungla, que el crítico Alain Jouffroy llamó “el primer manifiesto plástico del Tercer Mundo”. Este célebre cuadro, que forma parte de la colección del Museo de Arte Moderno de Nueva York, lo vendió Lam en 300 pesos, según confesión propia, y hoy tiene un precio incalculable.

Vale recordar lo que David Alfaro Siqueiros escribió en el número de septiembre de 1943 de la revista Ultra:
“La obra actual de Lam muestra elementos raciales negros que en la plástica cubana deberán tener en el futuro una enorme importancia.” El muralista mexicano no se equivocaba.

La universalidad de un pintor
Viaja mucho. En las décadas del 40 y del 50 lo hace por Haití, Nueva York, París, Venezuela, México. Expone en las galerías más prestigiosas. Sus obras ilustran textos de Antonin Artaud, André Breton, Aimé Cesaire, Gabriel García Márquez y también las páginas de la revista El Correo de la Unesco.

El pintor reside por largo tiempo en su villa de Albisola Mare, Italia. Conoce además la Unión Soviética, se detiene en la India, viaja por el continente africano. Su óptica se universaliza, su pensamiento, de siempre humanista, lo es cada vez más. Pero no deja de volver. “Mis regresos a Cuba siempre me han producido una dicha infinita”, comenta a Andrés Núñez Jiménez, en larga entrevista.
Lam tuvo una existencia intensa y larga. Vivió 80 años. Murió en París en 1982. El año anterior le había sido impuesta la Orden Félix Varela, la más alta distinción que en el terreno de la cultura confiere el Estado cubano. Por voluntad expresa, sus restos fueron trasladados a Cuba. Algo, por demás, bien justo tratándose del más universal de los pintores cubanos.


Fuente

Tomado de Personalidades Cubanas. Siglo XX, por Leonardo Depestre Catony y Luis Úbeda Garrido, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2002. 

 

Nota

(1) En “Una obra patrimonio de la humanidad”, Bohemia del 17 de septiembre de 1982, p. 47.