¡Patria o Muerte! (consigna)

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¡Patria o Muerte!
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Concepto:Frase del pueblo en Cuba que resume una conducta de resistencia y victoria ante el enemigo.
En la imagen: Prensa de la época que muestra el contexto de permanentes agresiones en que surgió la frase y luego se convirtió en consigna.

¡Patria o Muerte! fue una expresión empleada en un contexto de permanentes agresiones a Cuba, donde la soberanía nacional de ese país se hallaba impugnada. La Revolución había implementado medidas a favor del pueblo, contraria a los intereses de Estados Unidos, que recrudeció su postura hacia Cuba. Esto colocaba a los cubanos en la disyuntiva de ceder o resistir, aunque costase la vida.

Nacimiento de la consigna

La frase, que se convirtió en consigna, fue pronunciadad por Fidel Castro el 5 de marzo de 1960 en las honras fúnebres de las víctimas de la explosión del barco “La Coubre”.

"Y no solo sabremos resistir cualquier agresión, sino que sabremos vencer cualquier agresión, y que nuevamente no tendríamos otra disyuntiva que aquella con que iniciamos la lucha revolucionaria: la de la libertad o la muerte. Solo que ahora libertad quiere decir algo más todavía: «libertad quiere decir patria. Y la disyuntiva nuestra sería ¡Patria o Muerte!»[1]

Contexto

[[Archivo:|miniatura|240px|derecha|]] La expresión se empleó en un contexto de permanentes agresiones a Cuba, donde la soberanía nacional se hallaba impugnada.

La Revolución había implementado medidas a favor del pueblo, contraria a los intereses de Estados Unidos, que recrudeció su postura hacia Cuba. Esto colocaba a los cubanos en la disyuntiva de ceder o resistir, aunque costase la vida.

Tradición histórica

La frase resume una tradición histórica de las luchas por la independencia de Cuba:

Desde el inicio de las luchas por la independencia, los revolucionarios cubanos se enfrentaron a la resistencia de las potencias hegemónicas, dígase España o Estados Unidos, que se negaban a ceder el dominio sobre Cuba. En más de una ocasión se vieron entre la libertad o la muerte.

El Himno Nacional

El Himno Nacional, refleja desde su primera estrofa la decisión de los cubanos a morir por su patria si fuese necesario:

Al combate corred, bayameses,

que la Patria os contempla orgullosa.
No temáis una muerte gloriosa,

que morir por la Patria es vivir.

El incendio de Bayamo

Los bayameses fueron un ejemplo de ello cuando, ante la imposibilidad de evitar el avance enemigo, incendiaron la ciudad como reflejo de una decisión colectiva de resistir y luchar contra la presencia española en el país.

El Padre de la Patria

Carlos Manuel de Céspedes, en agosto de 1871 le escribió en una carta al presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de los Estados Unidos, Charles Summer Welles:

«Nuestro lema es y será siempre Independencia o Muerte. Cuba no sólo tiene que ser libre, sino que no puede ya volver a ser esclava»[2].

Mayor general Antonio Maceo

Cuando la guerra de 1868 comenzó a decaer, algunos de los principales mambises pactaron con el enemigo, aun sin estar cumplidas las demandas que dieron inicio a la contienda. El general Antonio Maceo, para salvar el honor militar cubano, persistió en continuar la lucha hasta lograr la independencia.

El 26 de marzo de 1878, en busca de apoyo, Maceo escribió a dos compatriotas:

«(…) si recibimos por contestación la negativa de ese apoyo y cooperación moral y material entonces poder contar nosotros únicamente con nuestra rectitud de principios y nuestro propósito de perecer o salvar siquiera la honra»[3]

Al concluir la Guerra de los Diez Años, se exilió en Jamaica, de inmediato se involucró en los preparativos de la Guerra Chiquita. Cuando comienzan las hostilidades no dudó en convidar a los cubanos a sumarse, hasta lograr la independencia.

«Compatriotas: En nuestra desgraciada patria ha sonado nuevamente el grito de ¡Libertad! Ha llegado el momento oportuno de que hagamos conocer al mundo entero que el cubano sabe morir por la redención de su patria; ya no hay nada que esperar: nuestro glorioso pabellón ondea en los campos de batalla y a su alrededor debemos todos de agrupamos para conquistar y defender nuestra independencia»[4]

Para él la vida no tendría valor si Cuba no era soberana. Sus acciones combativas, su profundo pensamiento político y su perseverancia por lograr la libertad de su patria, lo sitúan en un lugar cimero de la historia de su país. En 1884 ratificaría:

«Cuba tiene muchos hijos que han renunciado a la familia y al bienestar, por conservar el honor y la Patria. Con ella pereceremos antes que ser dominados nuevamente; queremos independencia y libertad»[5].

En 1895 se involucró en los preparativos de la Guerra Necesaria, organizada por José Martí. A su llegada a Cuba, el 1ro. de abril, al frente de tropas mambisas, ordenó al general Jesús Rabí aplicar la pena máxima a los emisarios enemigos que llegaran con propuestas de rendición. Reafirmaría así la decisión de resistir:

«nuestro lema es vencer o morir»[6].

José Martí

José Martí, fue el revolucionario más preclaro de su época, con un pensamiento independentista formado desde temprana edad. Sin haber cumplido los 16 años, reflejara su visión acerca de la patria. En su obra de teatro Abdala, pieza maestra en mostrar esta intención:

Oh!, qué dulce es morir, cuando se muere
Luchando audaz por defender la patria![7].

Años más tarde, en el poema, A mis hermanos muertos el 27 de noviembre, dedicado a los estudiantes de Medicina fusilados en 1871 ratificaría esta idea.

Y más que un mundo, más! Cuando se muere

En brazos de la patria agradecida
La muerte acaba, la prisión se rompe;

Empieza, al fin, con el morir la vida![8].

Su pensamiento emancipador lo llevó a organizar una Guerra Necesaria. Fue una labor ardua con obstáculos, incomprensiones, ofensas y peligros. José Martí lo asumió como un deber y así lo aseguró en su testamento político:

«(…) ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber –puesto que lo entiendo y tengo fuerzas con qué realizarlo– de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso»[9].

No solo se preocupó por los intereses del imperialismo, sino también por la codicia de algunos cubanos que podría llevar al fracaso al proyecto emancipador. Sobre ello le confesaría a su madre en 1894:

«Solo los infelices que llegan pocas veces al poder y suelen llegar con demasiada ira, tendrán paces conmigo. La muerte o el aislamiento será mi premio único (…)»[10].

Su obra no murió con él, sus ideas sirvieron de guía a otras generaciones.

Julio Antonio Mella

Mella fue uno de los jóvenes marcados por el pensamiento del Apóstol de Cuba. Luchó por hacer realidad la república soñada por Martí. Al igual que muchos revolucionarios se vio envuelto en peligros y amenazas de muerte. Por ello tuvo que exiliarse y dejó claro, antes de partir, su posición:

«No le tengo ni un ápice de miedo a la muerte, lo único que siento es que me van a asesinar por la espalda»[11].

Fue asesinado en 1929. Su intensa actividad revolucionaria en México evidenció su disposición para lograr la definitiva independencia de Cuba. Así lo demostró en sus últimas palabras:

«Muero por la Revolución».[12].

Su muerte y de otros líderes de esa generación dejó inconclusa la obra revolucionaria de los años 30. Los jóvenes que integraron la Generación del Centenario mantuvieron vivas las ideas del Apóstol.

Camilo Cienfuegos

Camilo, hombre de pueblo, fundador del Ejército Rebelde, se destacó como uno de los guerrilleros más capaces y leales. Cuando fue ascendido a Comandante, en abril de 1958, le escribió a Fidel:

«Al recibir tan alto honor y responsabilidad he jurado cumplir cabalmente dicho cargo, y trabajar hasta el límite de mis fuerzas para acelerar el triunfo de la revolución, gracias por darme la oportunidad de servir más a esta dignísima causa por la cual siempre estaré dispuesto a dar la vida, gracias por darme la oportunidad de ser más útil a nuestra sufrida patria»[13].

El capitán Osvaldo Herrera, quien realizaba las anotaciones del diario de campaña de la Columna 2, escribió el 16 de abril:

«(…) El principio “Libertad o Muerte” está muy arraigado en él. Como lema de su vida ha escogido un verso de Espronceda que dice: Y si muero, ¿qué es la vida? / Por perdida ya la di / Cuando el yugo del esclavo / Como un bravo sacudí. Por todo ello, cuando nos enteramos de su ascenso, lo hemos felicitado sinceramente. Es uno de los hombres que Cuba necesita, tanto en la guerra como en la paz».[14].

¡Patria o Muerte, Venceremos!

Apenas tres meses después de pronunciar la sentencia, Fidel expresó que el pueblo saldría victorioso. El 7 de junio de 1960 en el Congreso de la Federación Nacional de Trabajadores de Barberías y Peluquerías, el Comandante en Jefe refirió:

«¡Esa trinchera se mantendrá firme e invencible!, porque los que estamos en ella, los que tenemos el privilegio de estar en esa trinchera, no la perderemos; los que tenemos el privilegio de jugar este rol que Cuba está jugando en la historia de este continente, sabremos estar a la altura de las circunstancias, con la seguridad de que venceremos, vencerá nuestro pueblo; ¡cueste lo que cueste, vencerá nuestro pueblo! Porque sus hijos están decididos a defenderlo, porque sus hijos tienen el valor, el patriotismo y la unión que en una hora como esta se necesita, porque sus hijos han dicho: ¡Patria o Muerte! Y han dicho ¡Patria o Muerte!, porque esa es la consigna de cada cubano. Para cada uno de nosotros, individualmente, la consigna es: ¡Patria o Muerte!, pero para el pueblo, que a la larga saldrá victorioso, la consigna es: ¡Venceremos!».[15].

Patria o Muerte resume una conducta de resistencia y victoria ante el enemigo. Encarna la esencia de una tradición histórica de batallar heroico desde el siglo XIX. La firme decisión de morir por la patria es apostar por la vida, por hacerla cada día más próspera y libre; y ello solo se logra con soberanía, sin ella no vale la pena vivir.

El ¡Patria o Muerte!, ¡Venceremos!, pronunciado por Fidel al final de cada discurso, es una muestra de confianza en la victoria del pueblo, una reafirmación de perseverancia y representa la continuidad del proceso revolucionario cubano.

Referencias

Fuentes