Último combate de la Guerra del 95

Último combate de la Guerra del 95
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Grabado de combate mambí
Fecha:16 y 17 de agosto de 1898
Lugar:Gibara, Oriente
Descripción:
Después de la capitulación de Santiago de Cuba, en Gibara se produjeron acciones bélicas entre las tropas españolas y las cubanas, que significaron el último combate contra el dominio español en Cuba y en América.
País(es) involucrado(s)
Bandera de Cuba CubaBandera de España España
Líderes:
Mayor general Calixto García Íñiguez

Último combate de la Guerra del 95. Como fecha de conclusión de las acciones bélicas de la Guerra hispano-cubano-norteamericana, generalmente se asume el 14 de julio de 1898, cuando la ciudad de Santiago de Cuba se rindió por completo ante las tropas estadounidenses; después de haber sido bombardeada el día 11, y el Ejército Libertador Cubano haber llegado combatiendo hasta el Cementerio de Santa Ifigenia. Sin embargo, a mediados de agosto, en Gibara tuvo lugar el último combate entre las tropas cubanas y españolas.

Guerra del 95

En febrero de 1895 tras un largo período de preparación, los cubanos iniciaron una nueva etapa de lucha armada contra España para obtener la independencia. A partir de ese momento, el gobierno de la metrópoli no escatimó esfuerzos ni recursos para conservar la colonia. Uno tras otro, barcos cargados de soldados arribaron a los puertos de la Isla. Millares de jóvenes de las clases pobres de la Península fueron enviados a Cuba a afrontar la muerte bajo el pretexto romántico de defender la integridad de la Madre Patria. En realidad los obligaban a cruzar el Atlántico para proteger los intereses de una élite de funcionarios y comerciantes cuyos hijos se encontraban a buen resguardo de los campos de batalla.

Los gobernantes hispanos no vacilaron en aplicar una política de exterminio para liquidar la insurrección. Enviado a Cuba para acabar la guerra, Valeriano Weyler Nicolau, marqués de Tenerife, fue el artífice de una reconcentración de los pobladores del campo en lugares fortificados que produjo decenas de miles de muertos civiles, víctimas del hambre y de las enfermedades.

En 1898, transcurridos tres años de lucha, el panorama de la isla era desolador. La economía estaba aniquilada. La guerra había llegado hasta los últimos confines de occidente destruyendo la producción agrícola, industrial y ganadera. En los campos de la mayor parte del país solo quedaban en pie pocas viviendas y habían desaparecido casi todos los animales domésticos. Las malas hierbas se enseñoreaban en los terrenos que en otros tiempos fueron de cultivo. El hambre y la deficiente alimentación gravitaban sobre la mayoría de la población cubana. Tres años de guerra habían dejado casi exhaustas las arcas españolas y contrariamente a lo que hubiera podido pensarse, la insurrección continuaba a pesar de la muerte de dos de los principales adalides independentistas, José Martí y Antonio Maceo. Importantes personalidades reconocían en las Cortes españolas que para esa fecha, en el oriente cubano el ejército colonialista solo era dueño del terreno materialmente pisado por sus tropas. La política de emplear hasta el último hombre y la última peseta en su afán de conservar a Cuba, preconizada desde inicios de la contienda, ya no era sostenible para España.

Intervención estadounidense en la guerra hispano-cubana

En los Estados Unidos de América se alzaban voces a favor de la terminación de la guerra que desangraba a la mayor de Las Antillas. Muchas personas honestas simpatizaban con la idea de que Cuba obtuviera su independencia. Otros, siguiendo caminos más torcidos, querían lograr el fin del dominio español sobre la isla vecina para afianzar allí sus propios intereses. Una intensa propaganda de la prensa preparaba los ánimos para una intervención norteamericana en la Guerra de Cuba. Dos acontecimientos precipitaron la intervención militar: la explosión del vapor Maine en la bahía de La Habana y la publicación de una carta del embajador español en Washington en la que éste se refería de manera poco respetuosa a William Mckinley presidente de los Estados Unidos. Ambos hechos ampliamente divulgados por la prensa desencadenaron un conjunto de acciones que culminó con la declaración de guerra de los Estados Unidos a España en abril de 1898.

El desembarco de las tropas norteamericanas de intervención se produjo en los alrededores de Santiago de Cuba con el apoyo de tropas cubanas al mando de Calixto García, lugarteniente general del Ejército Libertador. La participación de los cubanos en el asedio a la ciudad de Santiago y en los combates que se desarrollaron hasta lograr la rendición de esa plaza -la segunda en importancia en la Isla-, fue muy valiosa. Sin embargo, el mando militar norteamericano no permitió la entrada de los mambises a la ciudad, hecho que motivó la conocida carta de protesta de Calixto García ante el jefe de las fuerzas interventoras.

Calixto García con Alfredo Aragón, Justo García Vélez y Tomás Collazo

Al rendirse Santiago de Cuba capituló también todo su distrito militar, pero no el de Holguín, que constituía un mando independiente dentro de la misma provincia. Una vez presentada formalmente su protesta, Calixto García marchó con el grueso de sus fuerzas hacia la zona de Jiguaní y desde allí se encaminó a la región de Holguín, con el propósito de seguir combatiendo contra los españoles. Acercándose a esta ciudad, estaba acampado en Cacocum el 29 de julio de 1898 cuando recibió la noticia de que Gibara había sido abandonada por los españoles y estaba ocupada desde el día 25 por tropas mambisas. En la madrugada del siguiente día levantó el campamento y se dirigió a marchas forzadas hacia esta población portuaria. A las cuatro de la tarde del 30 de julio Calixto y su Estado Mayor entraron a Gibara, donde fueron recibidos cordialmente.

Gibara después de la capitulación de Santiago de Cuba

Para los cubanos que ocupaban la Villa y sus alrededores se presentaba un escenario complejo descrito en parte por Calixto en carta a su esposa al decirle:

”Imagínate mi situación al llegar aquel 30 pasado y encontrarme con un pueblo lleno de viruela, un hospital con 600 soldados españoles y el disgusto general por algunas pequeñas faltas cometidas antes de mi llegada. Además tenía al General Luque[1] con 12 mil hombres a cinco leguas y yo apenas tenía 1000 que oponerle.” [2]

El ejército español al abandonar Gibara dejó a los soldados enfermos en el hospital y a las familias de los oficiales en sus respectivas viviendas. El último comandante militar hispano de la plaza, al evacuarla entregó al vicecónsul de Portugal en Gibara una carta dirigida al jefe de las tropas mambisas que entraran a la Villa, en la cual mostró la confianza que tenía en la conducta del Ejército Libertador. En ella escribió: “Conociendo los sentimientos generosos y nobles de los cubanos, apelo a los artículos de la Convención de Ginebra y os confió a nuestros heridos, nuestros enfermos y nuestras familias.”[3]

También permanecieron en la población numerosos miembros de las guerrillas y de los cuerpos de voluntarios locales y además muchos comerciantes españoles, quienes podían tener armas ocultas. En la citada carta a su esposa Calixto García expresó: “Como era preciso demostrar a esa gente que no temíamos a Luque, me quedé solo en el pueblo con 30 hombres y con ellos estuve como 15 días.”[4] No obstante, fue previsor, pues a continuación escribió: “Hice venir fuerzas desde Las Tunas y ya pude reunir unos 2 mil hombres, lo que vino bien, pues el 16 parece que avisaron a Luque de mi posición y se me echó encima atacando Auras.” [5]

El historiador gibareño Andrés Avelino Pascual Mariño recogió en sus Memorias, que el mando español de Holguín estuvo al tanto de lo que ocurría en la Villa, porque uno de los oficiales de su inteligencia militar, Ramón Barbat y Barnet, quien permaneció en Gibara, aprovechaba toda oportunidad que se le presentaba para enviar información al general Luque. Para esto se valía de algunas personas a las que el cuartel general cubano autorizaba a pasar a la vecina ciudad por motivos particulares. Con ellas Barbat enviaba sus mensajes bajo la inocente fachada de cartas familiares, pero conteniendo disimuladamente información en clave que era de utilidad para los militares españoles.[6]

Mayor general José Manuel Capote

La salida de tropas colonialistas de Holguín y su avance por el camino del Real Puerto de Gibara de ninguna manera tomó por sorpresa a los cubanos. Calixto García había tomado medidas para protegerse de cualquier intento español de recuperar la pequeña ciudad portuaria. En ese sentido, el día 7 de agosto citó por teléfono a los generales Feria y Capote, que se encontraban en Auras, para una conferencia reservada.[7]Exploradores mambises observaban constantemente los movimientos de las tropas españolas que guarnecían Holguín. Entre Auras, Cantimplora, La Jandinga y otros poblados de la comarca y el Cuartel General del Ejército Libertador, ubicado en Gibara, se mantenía una continua comunicación telefónica. Los regimientos Holguín y Oriente, a las órdenes de Luis de Feria; y Martí y Ocujal, comandados por José Manuel Capote, estaban en permanente alerta frente a las últimas avanzadas españolas en Aguas Claras, preparados para enfrentar cualquier avance del ejército español. La situación era tensa.

El día 13 de agosto llegaron a Gibara rumores de que se había acordado el cese de las hostilidades entre España y los Estados Unidos. El periódico El Porvenir de la Villa publicó el día 14 una edición en papel rosado que repartió gratis, haciéndose eco de esa información, aunque aún no había confirmación oficial al respecto. [8]

Cuando en la mañana del 16 de agosto las tropas españolas acantonadas en Holguín salieron de la ciudad y avanzaron por el camino de Gibara encontraron resistencia por parte de las fuerzas cubanas comandadas por Luís de Feria y José Manuel Capote. Los españoles avanzaban bajo el mando del coronel Salcedo. Se trataba de una columna integrada por tres batallones de infantería, y que disponía además de artillería y caballería.[9] El soldado español José Mouré Saco refiriéndose al avance de estas tropas por el camino entre Aguas Claras y Auras anotó en su Diario:

”El inteligente jefe que mandaba esta columna que puede llamarse de conquista, la dividió en tres, precavido ya de lo que le esperaba, alejándose dos Batallones por derecha e izquierda sucesivamente, quedándose otro en centro para proteger la Artillería que seguía al frente y con la intención (marcando los tiempos) de caer por tres distintos lugares y a un mismo tiempo sobre el pueblo que habían de tomar.


Las huestes revolucionarias sabedoras de que una columna marchaba sobre ellas, se prepararon para la defensa y aun más, para hacerla retroceder a toda costa, aglomerándose las más fuertes masas sobre las del centro que era la que ellos creían única. Esta seguía lentamente cual si no tuviese interés disparando solamente la Artillería desde larga distancia para no exponer al soldado a los proyectiles del enemigo y marchando a medida que los cañones derribaban los fuertes que por las orillas de la vía férrea había, que servían antes para su custodia, donde los rebeldes se sepultaban al no abandonarlos pronto, bajo sus piedras.”[10]

Último combate

La marcha de los españoles fue lenta, pero persistente. La superioridad numérica, y la ventaja que representaba la artillería, fueron determinantes. Varias horas más tarde la columna llegó a las inmediaciones del pueblo de Auras, punto medio del camino entre Holguín y Gibara. Allí la lucha se recrudeció, pero los mambises que ocupaban la población fueron sorprendidos por el fuego de los batallones que protegían los flancos del núcleo principal, los que atacaron también al poblado en operación combinada. Ante el empuje enemigo los cubanos se retiraron desalojando Auras que fue inmediatamente ocupada por los españoles. Esta fue la última ocasión en que se produjo la toma de un pueblo en la Guerra de Independencia de Cuba, y aunque pudiera suponerse lo contrario, fueron las tropas españolas y no las cubanas, quienes lo tomaron y quedaron dueñas del lugar.

Grabado Tropa mambisa

El movimiento de esta fuerte columna hispana, que salió de Holguín por el camino de Gibara, aún hoy constituye un misterio para muchos investigadores. Desde el 24 de julio los españoles habían evacuado la villa portuaria ante la amenaza de barcos de guerra norteamericanos situados frente a la población. El 16 de agosto Gibara estaba ocupada por tropas del Ejército Libertador cubano y en la bahía se encontraba el barco norteamericano Nashville provisto de moderna y eficiente artillería.[11] Las características físico-geográficas del territorio que debían atravesar las tropas españolas para llegar al puerto dificultaban sobremanera su avance, máxime si se tiene en cuenta que debían hacerlo combatiendo contra enemigos decididos y bien parapetados.

En el último tramo de unos seis kilómetros que antecede a la villa de Gibara, se encuentra el ineludible y difícil paso del río Cacoyugüín y luego un trecho de camino escabroso perfectamente defendible desde las pequeñas elevaciones calizas de las Lomas de Cupeycillos. Cualquier intento de recuperar la población portuaria solo podría hacerse a costa de la pérdida de muchos hombres. Todo parece indicar que el objetivo del general Agustín Luque Coca, jefe militar de Holguín, era ampliar el territorio que dominaban sus tropas, avanzando sobre las zonas de cultivos de Auras y Gibara, donde era posible obtener provisiones de boca, que iban escaseando ya en la ciudad, en la cual se habían concentrado más de doce mil militares españoles. No obstante, si nos atenemos a la información disponible, tanto los soldados que integraban la columna de Salcedo, como los mambises que le ofrecieron resistencia expresaron que el objetivo que perseguían los españoles era recuperar Gibara.

Mientras se combatía en los alrededores de Auras en la villa de Gibara se vivían momentos de inquietud extrema. Tan pronto como tuvo aviso del avance español desde Holguín:

”El general García ordenó a su jefe de Estado Mayor coronel Collazo de que en la cigüeña[12]saliera de Gibara y por teléfono lo tuviera al corriente de los movimientos de la columna, habiendo marcado el coronel Collazo la marcha del enemigo.”[13]

Por su parte, Luís de Feria Garayalde situó a uno de sus ayudantes, teniente Leopoldo García Feria, en la estación de ferrocarril de Auras y este oficial comunicaba por teléfono al cuartel general de García la marcha del combate que duró más de 5 horas.[14]Fue esta la única ocasión en las guerras de independencia de Cuba en que el Ejército Libertador empleo el teléfono en función del mando durante el desarrollo de un combate.

Entre los habitantes de la villa portuaria circulaban rumores. El aviso de la ofensiva hispana produjo una gran alarma por haberse dicho que la columna española de Holguín se dirigía a Gibara para atacarla. Carlos Muecke, oficial mambí de procedencia norteamericana que se encontraba en el puerto a las órdenes de Calixto García anotó en su diario ese día:

”La noticia de que el general Luque nos atacaría en Gibara produjo una gran alegría entre los españolistas del pueblo, exvoluntarios, guerrilleros y demás simpatizadores (...) Se decía que los vecinos de Auras habían hecho fuego desde el interior de sus casas, habiéndose reportado que muchos cubanos habían sido muertos por la espalda, mucho antes de que los españoles entraran al pueblo.”[15]

Entre los elementos afines a España que habían quedado en la villa se estaba gestando una conspiración para apoyar el regreso de las tropas españolas. [16]Para afrontar esta difícil situación Calixto García decidió actuar con energía. Carlos Muecke recogió en el citado Diario que:

”La gente de Gibara recibió la indicación de que si el pueblo era atacado por las fuerzas españolas y cualquier simpatizante de España tiraba a nuestros hombres desde las casas, el pueblo sería quemado y destruido y además todo el que fuera visto disparándole a las fuerzas cubanas sería ahorcado sin previo juicio.”[17]

Estas advertencias ampliamente divulgadas, además del allanamiento de numerosos domicilios de españoles y sus simpatizantes en busca de armas ocultas y la puesta en prisión de los más recalcitrantes simpatizadores de la causa colonialista que permanecían en la Villa, frenaron los ímpetus de los conspiradores.

Los militares españoles habían detenido su avance en Auras, donde eran hostilizados constantemente por los mambises. Según escribió Constantino Pupo en la biografía de Luis de Feria Garayalde que aparece en su libro "Patriotas Holguineros":

”Frente al cementerio de Auras, precisamente en el lugar donde cayera fusilado el Lic. José Justo Aguilera en 1869 se bate valientemente el general Feria y contiene al enemigo; allí detiene su ofensiva el General Luque y las fuerzas cubanas, en previsión de que la columna española reanudara su ofensiva se sitúan en forma escalonada entre Auras y Gibara.”[18]

Según el capitán del Ejército Libertador Aníbal Escalante: “El general Luque tenía ante sí la mayor complicación de su vida, La noche del 16 y todo el día 17 estuvieron recibiendo los españoles un tiroteo constante por parte de las fuerzas que lo rodeaban por todos lados.” [19]

En las anotaciones correspondientes al 17 de agosto del diario de Carlos Muecke se expresa: ”Un determinado número de soldados de nuestras tropas fue comisionado para quemar todos los fuertes españoles y todos los fortines que hubiera a lo largo del ferrocarril o camino de Auras a Gibara. [20]

En la tarde del 17 de agosto Calixto García salió a supervisar las defensas de las Lomas de Cupeycillos, lugar por donde debían transitar la columna del coronel Salcedo si insistía en recuperar Gibara. Desde allí vio acercarse al puerto un barco de guerra español que traía bandera de parlamento. Se trataba del crucero Infanta Isabel que venía con pliegos para el general Luque ordenando el cese de hostilidades. El comandante del Nashville vino a tierra y confirmó la noticia.[21]

El 18 en la mañana marchó a Holguín una comisión compuesta por el Teniente Coronel Alfredo Arángo del Ejército Libertador, un oficial norteamericano del buque Nashville y un oficial español del Infanta Isabel, para comunicar autorizadamente el tratado que ponía fin a la guerra. El suboficial mambí Alfredo Leyva Díaz describió la marcha de esa comisión frente a los soldados de su regimiento acampados en Arroyo Blanco:

”Una vez formadas todas las unidades mambisas en la carretera se presentó ante nuestras filas la comisión integrada por tres jefes, uno del Ejercito Español, otro del Ejercito Americano y un tercero del Ejercito Cubano (…) Después de los honores hechos a la comisión, esta continuaría viaje hasta Auras y Holguín, quedando nosotros en espera de ordenes; pero sin volver a la improvisada trinchera, ya que desde ese momento no sonó un tiro más por la Independencia de la Patria; siendo en mi concepto, Auras, el último lugar de la República en que se derramara sangre cubana y española, durante la contienda por la libertad…”[22]

Mientras que desde el campo español se vio así la llegada de esta comisión de paz:

”Nos estábamos preparando en este poblado (Auras) para seguir como estaba proyectado la conquista hasta Gibara. Llamó la atención de nuestra avanzada ya convertida en vanguardia, un grupo de cinco hombres que con distintos uniformes y una bandera blanca; bajaban por la vía férrea a encontrarse con nosotros. Al interrogarles; manifestaron que querían hablar con nuestro jefe y que eran como se veía; un oficial de la marina Americana, otro del Infanta Isabel (Buque Español), un delegado de las huestes revolucionarias Cubanas y dos marineros, americano y español respectivamente. Estos al avistarse con nuestro jefe (Coronel Salcedo) presentaron además de su palabra, los documentos que certificaban el santo hecho de PAZ. La halagadora noticia corrió como el relámpago, lo mismo en las filas Españolas que en el campo rebelde, noticia que también había interés en transmitir para que no hubiese más colisiones.”[23]

El mismo soldado español anotó en su Diario:

”El hecho de armas que antecede: tal vez el último que registren los anales de la revolución Cubana, lo mismo que el definitivo y último de los Españoles en este nuevo mundo por ellos descubierto y para desastroso fin; combate ocasionado por la ignorancia de los hombres, puesto que a ningún fin conducía más que al desastre y también por la falta de comunicación que hicieron derramar tanta sangre de hermanos después de estar declarada la paz desde el 12 del mes que rige (…)”[24]

Y el subteniente mambí Alfredo Leyva Díaz calificó esta acción de armas como “un combate que estimo‚ siempre injusto e innecesario, porque‚ él no habría de alterar el resultado de la lucha, ya decidida después de la toma de Santiago de Cuba.”[25]

En cuanto a las bajas que tuvieron ambos contendientes, José Mouré Saco expresó: “De este combate tal vez el último de la guerra de Cuba resultaron tres muertos y diez heridos españoles y treinta y seis entre muertos y heridos de los rebeldes, comprobado por ellos mismos al siguiente día.”[26] En carta dirigida a Máximo Gómez, General en jefe del Ejército Libertador, Calixto García desde Gibara, le comunicó lo ocurrido en esas últimas acciones bélicas de la Guerra del 95. Dicha carta decía:

Gibara, agosto 23 de 1898

Al general en Jefe del Ejército libertador de Cuba, Mayor General Máximo Gómez.

En la mañana del 16 de los corrientes una columna enemiga de las tres armas salió de Holguín y avanzó por el camino de Gibara. Las fuerzas de que disponía fueron colocadas por los generales Feria y Capote de la siguiente manera: los regimientos "Oriente" y "Holguín" frente a Aguas Claras, cubriendo el flanco izquierdo de la posición y mandados por el General Feria, mientras que el General Capote con los regimientos "Martí" y "Ocujal" cubría el centro y el flanco derecho. El enemigo avanzó con decisión flanqueando por derecha e izquierda hasta posesionarse de todas las alturas, teniendo que retirarse nuestras fuerzas después de cinco horas de combate con más de 30 bajas por nuestra parte.

Dispuse enseguida que las tropas ocuparan el camino de Auras a Gibara y ordené que a toda prisa se llamase a los regimientos "Tunas" y "Federación", mientras el que el coronel Carlos García con fuerzas de "Ocujal" ocupaba el embarcadero de Chapman y el coronel Rodríguez con el regimiento "Holguín" apoyaba esas fuerzas cubriendo el flanco derecho. El General Capote se situó en Cantimplora y el General Feria en Arroyo Blanco en espera del avance enemigo, pero este, que había sufrido muchas bajas para apoderarse de Auras, se hizo fuerte en esta población y pidió refuerzo a Holguín. Mandé que las fuerzas de infantería hostilizaran día y noche al enemigo y así se hizo, sin que este avanzase un paso. El 18, en momentos en que recibía dos piezas de artillería para atacar las posiciones enemigas recibí una comunicación del capitán Maynard, Comandante del buque de guerra americano Nashville transcribiéndome la proclama del presidente Mckinley haciendo conocer la suspensión de hostilidades, por lo que determiné mandar a retirar mis fuerzas y en esa situación sigo, estando el general Luque que manda la división española de doce mil hombres entre Holguín y Auras, sin poder moverse de ese lugar.

De acuerdo con el jefe americano, he concedido pase a varios oficiales para ir a La Habana y comunicar al General Blanco la mala situación en que se encuentran y hoy he permitido que les lleven raciones en el ferrocarril que he permitido también componer.

Mañana se celebrará una entrevista entre los generales Feria y Luque para acordar los puestos que deben ocupar las fuerzas hasta el abandono definitivo de la isla de Cuba.

Felicito a usted, General en Jefe por la terminación de la guerra que ha de dar la independencia a mi querida Patria. Soy de usted con la mayor consideración,

Calixto García.[27]

El viejo general holguinero de las tres guerras había librado los últimos combates contra el dominio español en Cuba y tuvo conciencia de ello cuando escribió a su esposa: He sido el último que ha peleado por Cuba, pues ya firmada la suspensión de hostilidades desde el día 12 no creo que dejaran de saberlo en occidente.[28]

Referencia bibliográficas

Bibliografía

  • Fuente: M. Sc. Ángela Peña Obregón y M. Sc. Enrique Doimeadios Cuenca
  • Abréu Cardet, José y Elia Sintes Calixto García: Pensamiento y Acción Militares. Editorial Ciencias Sociales. La Habana, 1996.
  • Castellanos García, Gerardo: Hacia Gibara. Editorial Seoané y Frnándea, La Habana 1933.
  • Collazo, Enrique: Los Americanos en Cuba. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1972.
  • Escalante Beatón, Aníbal: Calixto García, Íñiguez su campaña en el 95, Ediciones Verde Olivo, La Habana, 2001, tomo II
  • Mouré Saco, José: 1102 días en el Ejército Español. Ediciones Boloña, La Habana, 2003.
  • Muecke Bertel, Carlos: Patria y Libertad, Editorial Ramentol and Boand, Camagüey, 1928
  • Pupo Aguilera Constantino: Patriotas holguineros. s/e Holguín, 1956
  • ACNCG: Archivo de la Casa Natal de Calixto García. Holguín, Cuba
  • AHPH: Archivo Histórico Provincial de Holguín.
  • AMMG: Archivo del Museo Municipal de Gibara.‏