Alameda de Concha
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Alameda de Concha. Aunque muy transformado su contexto, la Alameda de Concha continua siendo un funcional espacio urbano que sirve como borde y senda de la zona más compacta de la trama hacia otras zonas de nuevo desarrollo de la ciudad.
Sumario
Historia
En los finales del Siglo XIX, la calle de Santo Domingo representaba los límites de la ciudad, y la frontera de la nueva área de expansión urbana hacia el este. En sentido norte-sur, enlazaba la Plaza Santa Ana con la de Isabel II, así como el camino hacia el puerto de Casilda, cuyo trazado determinó el de esta calle. Durante el gobierno de Antonio de Buitrago, se proyectó la construcción de una calzada porticada entre Trinidad y Casilda, al modo de las que se levantaban en los barrios extramuros de algunas de las más importantes ciudades cubanas. La calzada era una nueva urbanización, cuyos lotes serían tomados de las fincas aledañas al camino entre Trinidad y Casilda, y las viviendas o edificios, levantados a su vera, debían, como condición, tener portales. El proyecto concebía, además, la erección de una alameda o paseo público, lamentablemente, quedó en la intención, a lo largo de los años posteriores sufriría numerosas intervenciones.
Construcción e Inicios
En el mandato de Narciso López, se dieron los primeros pasos para la construcción de la calzada que, entonces bautizaron con su nombre, pero como fue ejecutada durante el gobierno de José Gutiérrez de la Concha se le llamó Alameda de Concha. La Alameda consistía en un paseo arbolado, que estaba situado precisamente en la terminación de la calle Santo Domingo y el inicio del camino a Casilda.
Inauguración
La Alameda de Concha se inauguró el domingo de resurrección del año 1856, con un gran desfile de carruajes; también la apertura incluyó música interpretada por el batallón de Nápoles.
Elementos urbanos que caracterizan a la Alameda de Concha
Entre los elementos urbanos que todavía persisten y caracterizan al paseo se distinguen algunas rejas, leones y otras esculturas, que según las investigaciones realizadas, pertenecieron a alguna de las casas quintas de recreo más célebres de la ciudad, como la de Don Justo Germán Cantero, en el valle de Santa Rosa. Así, a pesar de la imagen un tanto heterogénea que hoy se conserva, su mezcla de estilos, épocas e intervenciones, resulta agradable y acogedora para el transeúnte.
