América Latina y sus limitaciones para entrar a la sociedad del conocimiento

América Latina y sus limitaciones para entrar a la sociedad del conocimiento
Información sobre la plantilla

AL y sus limitaciones.jpg
Gentilicio Latinoamericano-a

América Latina y sus limitaciones para entrar a la sociedad del conocimiento. El término “sociedad del conocimiento” ocupa un lugar estelar en la discusión actual en las ciencias sociales y tecnológicas. Se trata de un concepto que resume las transformaciones sociales que se están produciendo en la sociedad moderna y sirve para el análisis de estas transformaciones. Al mismo tiempo, ofrece una visión del futuro para guiar normativamente las acciones políticas. Sin embargo, ha tenido una adaptación desigual en las diferentes áreas lingüísticas concurriendo también con otros términos como “sociedad de la información”.

Sociedad de la información

Las sociedades de la información surgen con el uso e innovaciones intensivas de las tecnologías de la información y las comunicaciones, donde el incremento en la transferencia de información, modificó en muchos sentidos la forma en que se desarrollan muchas actividades en la sociedad moderna. Sin embargo, la información no es lo mismo que el conocimiento, ya que la información es efectivamente un instrumento del conocimiento, pero no es el conocimiento en sí, el conocimiento obedece a aquellos elementos que pueden ser comprendidos por cualquier mente humana razonable, mientras que la información son aquellos elementos que obedecen principalmente a intereses comerciales. La noción “sociedad de conocimiento” nace cuando se analizaron los cambios en las sociedades industriales y se acuñó la noción de la sociedad post-industrial. Así se pronosticó la emergencia de una nueva capa social de trabajadores de conocimiento y la tendencia hacia una sociedad de conocimiento. Este tipo de sociedad está caracterizada por una estructura económica y social, en la que el conocimiento ha substituido al trabajo, a las materias primas y al capital como fuente más importante de la productividad.

Definición de la sociedad del conocimiento

El concepto actual de la sociedad del conocimiento no está centrado en el progreso tecnológico, sino que lo considera como un factor del cambio social. Según este enfoque, el conocimiento será cada vez más la base de los procesos sociales en diversos ámbitos funcionales de las sociedades. Crece la importancia del conocimiento como recurso económico, lo que conlleva la necesidad de aprender a lo largo de toda la vida. Donde el conocimiento no es una representación objetiva del mundo. Sin embargo, tampoco es una representación meramente subjetiva y discrecional. El hombre es capaz de distinguir entre “sueños” y “realidad”, independientemente de que se entiende por ésta. Algunas representaciones se confirman en la práctica, otras no. Lo que hace falta es conseguir un equilibrio entre lo subjetivo y lo objetivo de la noción conocimiento, para lo cual se puede recurrir a las propuestas conceptuales del pragmatismo norteamericano de James y Dewey, y a la teoría de sistemas desarrollada por el sociólogo Luhmann.

Este último define conocimiento como un esquema cognitivo que se considera verdadero, pero que, al mismo tiempo, es variable. Estos esquemas regulan la relación de sistemas sociales y físicos con su entorno. A diferencia de las expectativas normativas, que no se revisan ni siquiera en caso de decepción, las expectativas cognitivas si se revisan y se corrigen en caso de que será necesario a base de las experiencias adquiridas. A pesar de que el conocimiento no representa el mundo de forma objetiva, hay un criterio de su adecuación, que reside en su convalidación en la práctica aunque estos efectos prácticos no están dados de forma objetiva, sino que a su vez se constituyen a través de las interrelaciones entre las personas perceptoras y actuantes por un lado, y la realidad por otro lado. De esta forma se construye socialmente una certeza de la realidad que es condición imprescindible para cualquier formar de pensar y de actuar. En este sentido, conocimiento implica la “capacidad de acción social”. La utilización de esta definición del conocimiento implica que no se puede hablar de la sociedad del conocimiento refiriéndose solo al hecho de que se está produciendo cada vez más conocimiento tomando como indicador, por ejemplo, que el 90 por ciento de todos los científicos de todos los tiempos están viviendo ahora. No se trata de un indicador de la “sociedad del conocimiento”, sino, como mucho, de un indicador de la constitución de un sistema autónomo de la producción de conocimiento.

Basándose en la definición expuesta, la sociedad actual no dispone de más conocimiento que otras sociedades, sino que la definición de conocimiento como variable y verificable en cuanto al no cumplimiento de expectativas hace pensar, que la “sociedad del conocimiento” está caracterizada por la decreciente importancia de los rituales, de las tradiciones y de las normas aceptadas sin más. Al contrario, la “sociedad del conocimiento” está marcada por la disposición de poner en cuestión las percepciones, suposiciones y expectativas tradicionales y socialmente aceptadas. La tesis implícita es que las sociedades actuales consideran cada vez más las expectativas basadas en conocimiento en lugar de normas. Es decir, las expectativas son cada vez más variables y revisables. La consideración de que una sociedad se basa en el conocimiento no depende, por lo tanto, del tipo de los bienes producidos (es decir bienes inmateriales o intensos en I+D) y tampoco de la competencias especificas de los empleados, que se manifiestan por ejemplo en certificaciones académicas. Pues muchas organizaciones como -consultorías, los bancos de inversión, los corredores de bolsa, los laboratorios de software o las agencias publicitarias- que hacen uso de trabajo basado en el conocimiento no lo son por sus exigencias laborales específicas o sus productos como organizaciones basadas en conocimiento. De entrada, los conocimientos y experiencias requeridos para la producción de ropa y de acero no son menos intensos que el conocimiento requerido para las actividades en las organizaciones mencionadas. Tampoco se puede definir la sociedad del conocimiento a través de la inmaterialidad de sus procesos económicos.

No hay duda de que se está reduciendo el peso de las actividades relacionadas con la obtención de materias primas, su tratamiento y la producción de bienes materiales. Pero también las actividades inmateriales podrían ser altamente estandarizadas, dejando poco margen de acción y de decisión individual. El criterio esencial es la disposición de poner en duda las normas y reglas establecidas. Por lo tanto, la capacidad innovadora es constitutiva para la "sociedad de conocimiento". Solamente se puede hablar de una sociedad de conocimiento, cuando las estructuras y procesos de la reproducción material y simbólica de una sociedad están tan impregnados de operaciones basadas en conocimiento, que el tratamiento de información, el análisis simbólico y los sistemas expertos se convierten en dominante respecto a los otros factores de producción. Otro requisito imprescindible de la “sociedad del conocimiento” es que el conocimiento en general y el conocimiento de los expertos en particular sean sometidos a un proceso de revisión continua convirtiendo de esta forma la innovación en un componente cotidiano del trabajo basado en conocimiento.

América Latina y sus limitaciones para entrar a la sociedad del conocimiento

La denominación sociedad del conocimiento viene unida a la de globalización, conocimiento es una denominación superpuesta e intercalada por todo el mundo. La instauración de un nuevo orden internacional conocido gruesamente como globalización, proceso en construcción y en permanente cambio y como globalidad, para denominar a los cambios en las sociedades, se presentaron a mediados de los años 70 en América Latina y Central. Los efectos de la aplicación de políticas cambiaron radicalmente los escenarios tanto de las concepciones acerca de las sociedades como en las sociedades por la transferencia de riquezas mediante redes organizativas en gran escala, las formas de la producción y el asentamiento de redes electrónicas o nuevas tecnologías. En la actualidad se está discutiendo la situación de un poscapitalismo en que el conocimiento deberá ser adosado a una ética, dejando atrás los intereses individuales para reemplazarlos por intereses colectivos. Desde la perspectiva del campo sociológico es importante tener en cuenta la impronta de los valiosos aportes de Manuel Castells, tanto en su obra clásica: La Era de la Información.

Economía Sociedad y Cultura, en sus tres volúmenes. Al respecto Manuel Castells arguye que en América Latina pero también de forma global, no existe crisis de economía sino crisis del neoliberalismo, como causa de una globalización incontrolada y un desarrollo sesgado hacia los grupos más educados, en referencia a los efectos políticos y sociales y que la movilidad de capitales con sus flujos tecnológicos en el ámbito global es imposible de regular. Castells tiene en cuenta que la creación de valor depende cada vez más de la capacidad de generar información y de la infraestructura tecnológica que ello implica, que la desigualdad en educación y recursos tecnológicos y culturales amplifica las desigualdades sociales. La desigualdad ahora, ha dicho Castells, se ha ampliado mucho más que el intercambio tradicional de materias primas y productos manufacturados por el producto informacional. Como la capacidad informacional está concentrada en sectores sociales y países muy determinados, la desigualdad educativa se convierte en exclusión social.

La situación en América Latina y Central desde mediados de los años 70 con la reproducción de dictaduras y la entrada en contextos económico mundiales radicalmente diferentes a los que se venían desarrollando, no permitió el establecimiento de este modelo de construcción de sociedades sustentadas en la economía informacional a que refiere M. Castells. En parte porque en América Latina no se han dejado de lado -como no podría ser de otra forma-, la concepción del desarrollo basado en la industrialización en la que el trabajo sigue siendo el lazo que une a las personas a la sociedad y es su medio de subsistencia. Fue el desempleo y la desocupación el centro de los deterioros que ocuparon a fines del siglo XX los escenarios de la pobreza latinoamericana como consecuencia de las políticas macroeconómicas. La aplicación de fórmulas de ajustes fue practicada en toda la década de los 90 mediante el deterioro de los salarios reales de la población ocupada, pero la desregulación, la privatización, la extranjerización de empresas claves para el crecimiento, dio como resultado la degradación del sistema productivo y el desempleo masivo. El crecimiento de la economía global y la acción del Estado como empleador, como constructor de obra pública y como "educador" podría significar en los actuales tiempos, un cierto impulso de una reactivación económica para paliar el constante desempleo.

Sin embargo en los escenarios latinoamericanos las elites empresariales y económicas son transnacionalizadas y han obtenido tasas de ganancias mediante la expulsión social de más de la mitad de la población de sus sociedades. Un modelo concentrador que ha sido el resultado de decisiones políticas y no la causa de un modo espontáneo de no saber cómo atacar los problemas. El modelo concentrador sólo puede funcionar con poca gente adentro ya que su lógica de funcionamiento está basada en el consumo de los grupos solventes de ingresos altos y medios y de la exportación, prescindiendo de esta forma del mercado interno en gran escala.

El fin del siglo XX se caracterizó por la creciente adquisición de conocimientos, y así lo hicieron saber los grandes organismos internacionales, como el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), etc. La OIT señalaba en el año 2000, en una reunión regional en Montevideo, que estrechamente ligado al cambio tecnológico cada vez se da mayor importancia a la capacidad de personas e instituciones, para adquirir, procesar y aplicar conocimientos. La tarea de las organizaciones será desarrollar capacidades para documentar y sistematizar sus experiencias, abrirse a los desafíos de mercados y tecnologías, e innovar, adaptar y crear conocimiento colectivo y distribuirlo entre sus miembros. El mayor impacto que están teniendo las tecnologías de información se encuentra en:

  • El aprendizaje y la adquisición de conocimientos;
  • El trabajo;
  • Las comunicaciones.

Hasta la fecha la OIT no ha podido justificar el no-crecimiento del empleo y/o trabajo decente mediante el uso de las tecnologías en América Latina. La UNESCO planteaba en 1999 en concordancia con el "Programa internacional sobre la educación, la sensibilización del público y la formación para la viabilidad" de las Naciones Unidas de 1996, una reflexión sobre el pensamiento complejo, a cuyo cargo estuvo Edgard Morin. Allí Morin describe los 7 principios clave y necesarios para la educación del futuro, para un futuro sostenible. El planteo va en forma paralela a la necesidad de deconstrucción del concepto de desarrollo humano, que debe ser un concepto multidimensional decía Morin. El desarrollo únicamente técnico se centra en el individualismo, en el sentido de la pérdida de las solidaridades tradicionales, en el egocentrismo, y en cuanto a la alfabetización se caracterizó por rechazar y despreciar culturas orales milenarias, que no sólo tenían supersticiones sino también saberes y sabidurías. De esta forma Morin intentaba integrar a la ética con el desarrollo de la ciencia, la técnica y la economía. Al respecto Mattelart define a la sociedad del conocimiento:

El término Sociedad del Conocimiento de aparición más reciente, ambiciona colmar las carencias y las ambigüedades de la noción de Sociedad de la Información. Esta semántica tiene el defecto de esquivar la cuestión de la pluralidad de los saberes y de sus protagonistas: los saberes fundamentales o sabios, los saberes aplicados de los expertos y los contraexpertos, los saberes ordinarios surgidos de las múltiples vivencias de la cotidianidad. El concepto de Sociedad del Conocimiento se ha impregnado en América Latina en los últimos años por los efectos de la Cumbre de la Sociedad de la Información organizada por la Organización de las Naciones Unidas ONU, la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) y la sociedad civil en diciembre del 2003.

La convocatoria a esta Cumbre estuvo y está basada en los cambios cualitativos producidos por la información y los conocimientos que aunque ofrecen perspectivas promisorias para los países altamente desarrollados, los accesos y recursos de los países no desarrollados están muy lejos de semejarse, de manera que se producen brechas digitales de importancia y de difícil resolución. Para menguar dichas brechas se ha discutido en los diferentes encuentros habidos hasta la fecha, las funciones que competen a los gobiernos, a las empresas y a la sociedad civil en la multiplicación de los medios tecnológicos y en la formación de recursos humanos para afrontar las tareas que se requieren en las nuevas sociedades. El lenguaje sobre el desarrollo económico social y político con respecto a la sociedad del conocimiento, fue adoptado por los organismos multilaterales tanto de crédito como de investigación por América Latina y Central.

En el año 2002 la Revista de Ciencias Sociales de la UNESCO encomendó a investigadores la escritura de una serie de ensayos sobre la economía y las sociedades basadas en el conocimiento, teniendo presente que las economías industrializadas están transformándose en otras inspiradas en el saber, mediante inversiones elevadas en educación, formación, investigación y desarrollo, programas informáticos y sistemas de información. Estas economías están caracterizadas por el uso de las nuevas tecnologías de información no sólo para las comunicaciones entre personas sino para la creación de conocimientos nuevos y el uso intensivo de la innovación. Ninguna de estas obras ha tenido en cuenta las crisis energéticas, tanto como consecuencia de las guerras, como del uso inadecuado de los recursos naturales. Como tampoco han aprovechado el desarrollo de la telefonía privada, la penetración de empresas multinacionales en los gobiernos latinoamericanos, africanos, ni los cambios en la vida cotidiana especialmente en las ciudades por la incentivación a los consumos indiscriminados.

Fuentes

  • Ing. Yohanlena Hartman Díaz.
  • "Sociedad de la Información y el Conocimiento. Entre lo falaz y lo posible". Delia Crovi. Buenos Aires, Ed. Mc Graw Hill, 2004
  • "La Sociedad de la Información y el Conocimiento. Entre el optimismo ya la desesperanza", Delia Crovi
  • Ruíz, H. Gestión del Conocimiento: Un eterno reto afrontado con nuevas tecnologías, Artículo publicado en arearh.co