Asalto a Las Tunas por Manuel de Quesada

Asalto a Las Tunas por Manuel de Quesada
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Parte de Guerra de los Diez Años
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Fecha 16 de agosto de 1869
Lugar Las Tunas, Bandera de Cuba Cuba
Beligerantes
Bandera de Cuba Ejército Libertador

Asalto a Las Tunas por Manuel de Quesada En este glorioso año de 1869 Vicente García diseñó un plan para asaltar a su ciudad natal y le encargó a su prima hermana Mercedes Varona González, la importante tarea de confeccionar un plano del área fortificada por los españoles, misión que la joven cumplió con la prontitud y responsabilidad que el momento demandaba.

Descripción del hecho

Cuando el prócer tunero comunicó su proyecto a Manuel de Quesada, general en jefe del Ejército Libertador, le manifestó que era su deseo llevarlo a cabo, a lo cual accedió García. El jefe superior convocó para la acción alrededor de cinco mil hombres, mientras que la Plaza estaba defendida por 600 ó 700 colonialistas.

Se habían concentrado fuerzas de Oriente y Camagüey, correspondió al León de Santa Rita cubrir la parte nordeste de la ciudad, con el refuerzo de Cornelio Porro e Ignacio Agramonte. El jefe mambí organizó sus fuerzas de modo tal que un grupo entraría por la Plaza Cristina (actual Parque Maceo), otro por la calle de la Cruz Verde (actual Nicolás Heredia) y el tercero atravesaría el arroyo Ahoga Pollos. Estos efectivos combinados hacían un cierre defensivo hacia la Plaza de Armas (actual parque Vicente García) que en correspondencia con los restantes encerrarían a la Plaza Fuerte entre fuegos continuos para un asalto relámpago. Predominaría - según el plan - el factor sorpresa como había sido diseñado, pues el asalto se llevaría a efecto a las 3:00 de la madrugada.

El 16 de agosto se produjo la concentración de fuerzas en los alrededores de Las Tunas y fueron arengados por el presidente del Gobierno, Carlos Manuel de Céspedes, quien venía a presenciar la acción.

La voz del presidente llegó a cada soldado, clase y oficial: ... soldados del Camagüey y de Las Tunas. A vosotros se ha confiado una de las operaciones más importantes de esta campaña. Juro que aún excederéis el cumplimiento de vuestro deber, el Gobierno Supremo viene a completarlos...

Una columna al mando de José Valera, dominicano que luchaba al lado de los españoles, que había salido por forraje chocó con la de Cornelio Porro en la parte oeste de la ciudad. Ante el inesperado encuentro, las tropas ibéricas retrocedieron y tomaron dirección contraria yendo a chocar con los ubanos y en el fuerte encontronazo, hizo a los colonialistas refugiarse en la población.

Las columnas del norte y del sur, mandadas por el coronel Bernabé Varona y el comandante Tomás Mendoza, respectivamente, al escuchar el fuego se lanzaron sobre la ciudad a paso de carga.

El enemigo se parapetó detrás de las primeras casas, haciendo accionar su artillería, colocada en una vivienda de altos junto a la Plaza de Armas y en la torre de la iglesia que ya tenía convenientemente fortificada. En este sitio se produjo un violento combate cuerpo a cuerpo, desalojando al enemigo de las posiciones ocupadas, por lo que los españoles tuvieron que protegerse en sus trincheras.

Ante el avance de las tropas cubanas, 150 peninsulares buscaron abrigo en el cuartel y el resto se acantonó en las trincheras que guarnecían la Plaza de Armas, flanqueando las principales avenidas. A las 10 de la mañana, el recinto militar desalojado cayó en manos de los atacantes, que encontraron a un grupo de presos políticos asesinados por los españoles antes de la fuga.

En la refriega quedaron 17 cadáveres y los cubanos ocuparon más de 50 fusiles con gran cantidad de parque.

A las 3:00 de la tarde, tras 12 horas de incesante batallar, Manuel de Quesada, con una indecisión sin límites, decidió retirarse cuando con un asalto comando, que le solicitaban García y Agramonte, que fue denegado, la Plaza hubiese caído en manos insurrectas. Con gran sorpresa para los españoles, escucharon el cese del fuego de los cubanos.

El mando español de la ciudad bajo el control de su jefe coronel Enrique Boniche, en el parte a Don Blas de Villate y de la Hera, Conde de Valmaseda, le participó el éxito de sus armas y por Real Orden de 1869 del Capitán General se denominó a la ciudad “Victoria de Las Tunas”. El pueblo fue incendiado por los cubanos antes de retirarse y se quemaron más de cien casas alrededor de la Plaza de Armas. Las bajas españolas fueron numerosas y los cubanos tuvieron que lamentar entre otras, las caídas del coronel Eduardo Montejo y Tomás Mendoza.

Fuente

  • [1]
  • Oficina del Historiador de la Ciudad de Las Tunas
  • Las Tunas: Síntesis Histórica Provincial. Editorial Historia del Instituto de Historia de Cuba. La Habana 2010