Basílica de San Gregorio Ostiense

Basílica de San Gregorio Ostiense
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Obra Arquitectónica  |  (edificio)
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10 Maravillas de Navarra
Descripción
Tipo:edificio
Estilo:Barroco
Localización:31219 Sorlada, Navarra, España Provincia: Navarra
Uso inicial:Basílica
Uso actual:Basílica
Datos de su construcción
Inicio:siglos XVI
Término:siglo XVIII


Basílica de San Gregorio Ostiense: Es un templo de extraordinarias proporciones, constituye uno de los conjuntos más sobresalientes del Barroco navarro.Se encuentra en su término municipal y está dedicada a San Gregorio, obispo de Ostia. Construida en estilo barroco a lo largo de los siglos XVII y XVIII fue considerada en 2008 por votación popular una de las 10 Maravillas de Navarra.

Ubicación

La Basílica de San Gregorio Ostiense se levanta sobre una colina próxima al pueblo de Sorlada, 20 kilómetros al suroeste de Estella en la zona de Tierra Estella de Navarra.

Historia

La actual basílica es la tercera construcción de que se tiene noticia. La primera fue destruida por un incendio ya en el siglo pasado, hace unos veinte años, un día de romería fueron quemados los documentos sin catalogar que se guardaban en un arcón que acabó con la documentación anterior al siglo XVI. Parece que fue provocado -o coincidió- por el derribo del castillo, que, como casi todos los de Navarra, fue derrocado en el proceso de incorporación del Reino a la Corona castellana. Debió ser una demolición muy temprana, pues se cita en abril de 1514.

De la segunda construcción, terminada en 1525, sólo quedan restos en el muro y los contrafuertes del lado norte de la actual basílica. La que hoy contemplamos, asentada sobre piedra firme y levantada con piedra perfectamente escuadrada, está edificada entre la segunda mitad del siglo XVII y la primera mitad del XIX. Tiene forma de cruz latina, nave de cuatro tramos y crucero trebolado definido por brazos y cabecera semicirculares, en el que conviven el barroco de comienzos del siglo XVIII y el rococó de la segunda mitad de esa centuria. Parte central de la fachada de la basílica, considerada como una de las mejores de España en su estilo. Es posible que el proyecto de la fachada sea obra de Vicente López de Frías el miembro más destacado de una familia de artistas, al que se deben las decoraciones en yeso de la capilla de San Andrés, patrón de la ciudad, pues responde al estilo de las yeserías y retablos que ejecutó, y en beneficio suyo constan los primeros trabajos abonados por la Cofradía 1694. Fallecido López de Frías en 1703, concluye la obra Juan Antonio de San Juan, veedor eclesiástico en 1707, quien adapta al gusto del siglo XVIII los motivos decorativos, y al que seguramente se deben las esculturas. En 1713 ya se había concluido la portada.

Es una versión barroca de la renacentista de Santa María de Viana , y se realizó con anterioridad a la de Santa María la Redonda de Logroño y Santa María de San Sebastián, con las que rivaliza en calidad. En su conjunto, es la portada más suntuosa del barroco navarro, y una de las bellas de España. Primer cuerpo de la fachada. Franqueado por San Pedro y San Pablo, en la placa aparecen las insignias del Santo como obispo y cardenal. Sus alzados cuentan con doble basamento, decorado el superior, al igual que los pedestales de las columnas, con roleos vegetales. Sobre el basamento montan dos cuerpos de altura desigual, articulados por columnas salomónicas de más de tres metros de altura y de una sola pieza, inspiradas en la obra de Bernini, que terminan en capiteles compuestos.

El primer cuerpo se abre en un amplio portalón que culmina en una placa en la que figuran las insignias episcopales y cardenalicias de San Gregorio. En las hornacinas de los paños laterales vemos esculpidos a San Pedro y a San Pablo. El segundo cuerpo lo preside la escultura del santo titular, y en los laterales, ejecutados en yeso, había relieves con escenas de la historia del Santo, que, junto con la decoración de los casquetes del gran cascarón en que termina la fachada, a lo largo del siglo XX se han perdido casi en su totalidad. Cuerpo superior de la fachada. En el centro, una talla de San Gregorio. Puede verse cómo en los casquetes del cascarón y en las placas laterales ha desaparecido gran parte de la decoración en yeso, que representaba motivos florales y escenas de la vida del Santo. En 1724 se había concluido la nave barroca, con decoración esgrafiada y yeserías vegetales, en la que intervino el corellano Juan Antonio Jiménez y el estellés Juan Ángel Nagusia. Nave que en torno a 1830 fue reformada con el estilo neoclásico que ahora podemos contemplar, y que tan mala impresión causó a Madrazo: «¡qué triste desencanto espera al que por la portada de este templo, de gusto italiano del XVII, se promete hallar dentro de él estatuas y pinturas de los célebres machinisti de la misma edad. Los alzados de la nave están articulados por columnas cajeadas, y en cada uno de los cuatro tramos en que se divide el muro cuelga un lienzo del siglo XIX alusivo a la vida de San Gregorio. En 1758, aprovechando las muchas limosnas recogidas en el viaje que el año anterior realizó la Santa Cabeza por casi toda España, se decidió ejecutar la cabecera, para lo que se aprobaron las trazas que presentó el carmelita logroñés fray José de San Juan de la Cruz, considerado el mejor tracista de los carmelitas descalzos en Navarra y La Rioja. De las obras se encargaron José del Castillo, cantero del vecino pueblo de Piedramillera, y los estelleses Miguel y Juan José de Albéniz, corriendo a cargo de Juan José de Murga, vecino de Oteiza de la Solana, los trabajos de talla y yeso. Todo ello se ejecutó en seis años, y en 1765, a cargo de Santiago Zuazo, vecino de Los Arcos, se doraron y policromaron las yeserías. En el crucero triunfa el rococó con una decoración espectacular, que unida a sus especiales estructuras e iluminación hacen de él un conjunto extraordinario en su género. Fray José, en vez de proyectar un crucero de brazos rectos, formó una estructura trilobulada con cuartos de esfera ligeramente apuntados, sobre la que se apoya una cúpula octogonal elevada sobre un tambor. Solución poco corriente en la arquitectura barroca española. Interior de la basílica en fotografía tomada desde el bajo coro. Los bancos que hoy tiene el templo, proceden de la iglesia de San Juan Bautista de Estella, y fueron llevados tras la reciente restauración del templo estellés. Su excepcional concepción espacial está definida por tres exedras con cuartos de esfera, sobre las que se eleva, a través de pechinas, una gran cúpula de tambor octogonal, perforado por amplias ventanas, convirtiendo el crucero en una especie de escenario, protagonista y principal foco de atracción del templo. Las exedras están formadas por pilastras cajeadas de capiteles compuestos, resaltados con oro, y cornisas que se encorvan en el centro de los tres ábsides. Sus entrepaños disponen de pequeñas portadas rectas entre pilastrillas, que simulan los diversos accesos de un escenario de aspecto chinesco. En los casquetes de los brazos del crucero y cabecera se localizan aparatosas hornacinas con peanas, formando su entramado pilastrillas cajeadas entre aletones y frontón curvo roto en el remate, sobre el que descansan jarrones similares a los de las portadas. Por otra parte, los ritmos compositivos y sus proporciones, articulados a través de pilastras y cornisas, más propios de la arquitectura clásica, dan al conjunto una gran dignidad y espectacularidad, y la claridad que desciende desde sus ocho ventanas es como si penetrara en el templo la luz divina para iluminar la imagen de San Gregorio, mientras la nave del templo permanece en la penumbra. También cuenta el tambor con pilastras plegadas en los ángulos, que soportan una serpenteante cornisa en la que se multiplica el esquema mixtilíneo de las exedras. En las pechinas, en las que figuran los Evangelistas, y en los casquetes de la cúpula, los elementos arquitectónicos se sustituyen por apretadas composiciones de rocallas de valiente ejecución. Parte frontal del crucero, con el retablo en el que figura San Gregorio. A su lado están las figuras de Santo Domingo de la Calzada y de San Juan de Ortega. Este entramado decorativo sirve de marco a una compleja iconografía de bultos y relieves, por medio de la cual se exalta al santo titular y a la Iglesia: Apóstoles, Evangelistas, Santos Padres, Doctores y Santos Obispos. En las hornacinas del brazo del Evangelio aparece un santo obispo -de difícil identificación-, San Blas y San Gregorio Nacianceno; las de cabecera están ocupadas por San Gregorio Ostiense, flanqueado por San Fermín y San Saturnino; las del brazo de la Epístola cobijan un santo obispo, San Martín y San Nicolás. Ocho relieves con historias del santo se reparten en el pedestal del tambor, intercalándose entre ellas, justamente delante de las pilastras plegadas, los bultos de San Jerónimo, San Gregorio Papa, San Agustín, San Ambrosio, Santo Tomás de Aquino, San Isidoro de Sevilla, San Leandro y San Buenaventura. Sobre la cornisa del tambor, y bajo el dosel de la media naranja, campean ocho Apóstoles con otros tantos ángeles modelados en yeso por Juan José Murga.La decoración de la cúpula trasciende al exterior a través de los trabajados marcos de sus ventanas y las volutas de sus esquinas. Uno de los tres cascarones que conforman el crucero. El camarín, a modo de deambulatorio, al que se accede por dos puertas sitas a ambos lados del altar central, tiene planta rectangular cerrada por cúpula elíptica sobre pechinas, articulando sus ángulos pilastras plegadas de fuste cajeado y capitel compuesto, idénticas a las del crucero. A las dos puertas se añade una ventana que comunica con la parte central del retablo de la iglesia, permitiendo ver la figura del titular del templo. Finalmente, en el crucero vemos tres retablos rococós, obra de Silvestre de Soria, dorados por Santiago de Zuazo, y con esculturas neoclásicas del francés Roberto Michel, académico de San Fernando, que ejecutó las tallas en Madrid. En el retablo central aparece San Gregorio Ostiense, flanqueado por Santo Domingo de la Calzada y San Juan de Ortega, y en los laterales, el del Evangelio está dedicado a San Joaquín, y el otro a San Isidro Labrador. Tras la ejecución de los retablos, en 1771 la iglesia recibió las reliquias del Santo.

Interior de la cúpula

La torre-campanario se adjudicó, en segunda subasta, en 1718, terminándose hacia 1726. Costó 16.500 reales, fue obra de Juan de Larrea, natural de Durango (Vizcaya) y residente a sazón en Irache, y en ella intervinieron Ignacio de Ondarza (natural de Asteasu, en Guipúzcoa, y adjudicatario de la primera subasta) en la cantería, y el estellés Lucas de Mena en la escultura. A éste último se deben también las labores decorativas, y los pináculos y capiteles del último cuerpo. Esta torre, que sirvió de modelo a las de Sorlada, Mués y Piedramillera, consta de tres cuerpos ligeramente decrecientes en altura, cada uno con su propio orden de columnas, pasando en el último cuerpo de la forma cuadrada a la octogonal, que se enriquece con arcos y óculos. Como se ha dicho, toda esta gran obra fue costeada por la Cofradía, sin recibir ayudas de entidades públicas o eclesiales, haciendo uso de las limosnas que llenaban sus arcas, y de los ingresos procedentes de los inmuebles y bienes donados al Santo. Entre las muchas piezas de orfebrería que posee la Basílica, destaca la arqueta-relicario ejecutada en 1610, de plata parcialmente dorada, que la convierte en una de las mejores piezas del Bajo Renacimiento navarro. Se hizo por iniciativa del obispo de Pamplona, quien para evitar falsificaciones en las reliquias, en 1601 ordenó que se hiciera una arca buena y recia, cubierta de plata y que se cerrase con tres llaves (una para el abad de la Cofradía, otra para el párroco de Sorlada, y la tercera para el cofrade más antiguo), mandando que ni el arca ni el relicario saliese de la Basílica sin licencia del Obispo. En cada uno de sus frentes tiene sendos marcos que acogen, cincelado en bronce dorado, a cada imagen de Apóstol. Decoran sus superficies adornos cincelados y piedras preciosas engarzadas en plata. Otra pieza destacada es la Santa Cabeza, que en 1728 ejecutó el platero estellés José Ventura según el modelo confeccionado en yeso por el escultor Francisco Barona. Es obra de estilo barroco, inspirada en el naturalismo. Sustituye a una anterior cabeza, también de plata, que recubría el cráneo del Santo. Deambulatorio donde se exponía la Santa Cabeza a la veneración de los fieles. La Cofradía, que está documentada desde 1268, fue creada, según J. M. Pascual, a raíz de la invención del cuerpo del Santo, cuando la comunidad benedictina de Nájera obtuvo del rey Teobaldo II la cesión de la iglesia de San Salvador de Piñalba para constituirse en guardiana de los santos restos (Roldán Jimeno retrasa la cesión a Nájera al año 1075, reinando Sancho Garcés IV el de Peñalén). Molesto el obispo de Pamplona por la intromisión real, nombró abad de la iglesia a uno de los sacerdotes de la Berrueza, dejando en sus manos la administración de los bienes provenientes del culto al Santo. En consecuencia, se dieron atributos a dos administraciones que no tardaron en chocar. Los monjes se vieron obligados a abandonar la iglesia, pero tuvieron la habilidad de conservar los bienes inmuebles que les había concedido el rey, y dejaron unos legos para que los administraran. Decoración neoclásica de la bóveda de la nave, que tanto desagradó a Madrazo.Para suceder a estos legos se fundó la Cofradía, compuesta en aquellos años por sacerdotes de la Berrueza, quienes se quedaron con las dos administraciones, teniendo que dar cuenta de cada una de ellas a sus respectivos propietarios (Nájera los conservó hasta el siglo XVII, obteniendo grandes beneficios de ello. Se puede decir que a partir de esa fecha, y rotos los vínculos con la ciudad riojana, comienza la época de esplendor a la que debemos la actual Basílica).En 1348, para evitar que el abad haga de su capa un sayo, se da forma a los primeros estatutos. Reformados en 1498, se estableció el acceso de seglares y el número y características de los mismos, de manera que hasta su reforma de 1945 a la Cofradía sólo podían pertenecer 24 varones residentes en la Berrueza. Hasta 1538 no intervienen los laicos en los asuntos de la Cofradía. En 1588 se adaptaron al Concilio de Trento. Se renovaron en 1890, y en 1945 se reformaron por última vez, abriendo a todo el mundo el acceso a la Cofradía. En la pequeña sierra abundan las piedras que forman figuras que parecen esculturas. En el paso de Mues hay una a la que llaman "el vigilante del paso". Otras reciben el nombre de "peñas de Roiti" o las del "Gato", que destacan entre los pinos. Se les conoce como "mormas". El calificativo de Ostiense figura por primera vez en el libro Reprobación de las supersticiones y hechicerías que Pedro Ciruelo escribió en 1530. Continúa en la obra de Lucio Marineo Sículo 1533 De las cosas notables de España, y Esteban de Garibay, en 1571, es el primero que lo sitúa «cerca de Sorlada en la Berrueza».

Restauración

En la fiesta del Santo de este año de 2009 se inauguró la reforma de la hospedería, que tiene 600 m2 de planta y dos alturas. Reforma, que se presupuestó en 1,51 millones de euros, para habilitar su uso como sede de la Cofradía, albergue, bar y centro de interpretación de los recursos naturales de Tierra Estella. Espero que el Gobierno de Navarra cumpla sus promesas, asfaltando el acceso y restaurando el templo.

Fuentes