Basílica de Santa María La Mayor

Basílica de Santa María la Mayor
Información sobre la plantilla
Obra Arquitectónica  |  (edificio)
300px-Piazza Esquilino, Santa Maria Maggiore.JPG
Patrimonio de la Humanidad en Europa
Descripción
Tipo:edificio
Estilo:medieval, románico, Barroco
Localización:Piazza di S. Maria Maggiore, 42, 00100 Roma, Italia
Uso inicial:Basílica
Uso actual:Basílica
Datos de su construcción
Inicio:435 d. C.


La Basílica de Santa María Mayor es una verdadera reliquia del siglo V. Es la única de las cuatro basílicas mayores de Roma se conserva su planta paleocristiana intacta, aunque ha sufrido numerosos añadidos a lo largo de los siglos. Su historia está ligada a una conocida leyenda: cuentan que la propia Virgen señaló la ubicación de la basílica haciendo caer una copiosa nevada sobre la colina del Esquilino en pleno mes de agosto, y que el Papa Liberio, en presencia de los fieles congregados por el prodigio, trazó sobre la nieve el perímetro de la basílica. Es el origen de la conocida advocación de la Virgen Blanca o Virgen de las nieves, muy difundida por todo el mundo.

Ubicación

Situada en la cumbre de la colina del Esquilino, es una de las cuatro Basílicas papales de Roma

Historia

La Basílica de Santa María la Mayor, situada en la cumbre de la colina del Esquilino, es una de las cuatro Basílicas papales de Roma y es la única que ha conservado la antigua estructura paleocristiana. Una tradición muy antigua nos cuenta que fue la Virgen quien inspiró la construcción de la iglesia en el Esquilino, es decir, el lugar en donde Ella quería que se realizara su morada: apareció en un sueño al patricio Juan y al Papa Liberio, pidiéndoles la construcción de la iglesia en su honor, en el lugar que Ella indicaría milagrosamente. La mañana del 5 de Agosto la colina del Esquilino apareció llena de nieve; el Papa definió el perímetro de la nueva iglesia y Juan se ocupó de la financiación. De la iglesia original nos queda tan sólo un paso del Liber Pontificalis en donde se afirma que el Papa Liberio "Fecit basilicam nomini suo iuxta Macellum Liviae". Las recientes excavaciones realizadas debajo de la Basílica actual no nos han revelado nada de la antigua construcción, pese a que se han encontrado importantes piezas arqueológicas como el magnífico calendario del siglo IIIII d. C. y los restos de paredes romanas, sólo en partes visibles y que se encuentran en el museo. El campanario de estilo románico renacentista, que mide 75 metros de altura, es el más alto de Roma. Fue construido por Gregorio XI, tras regresar de Aviñón, y cuenta con cinco campanas. Una de ellas es conocida con el nombre de "la perdida" y todos los días a las nueve de la tarde llama a los fieles con un sonido inconfundible. Entrando en el pórtico a mano derecha se halla la estatua de Felipe IV de España, benefactor de la Basílica. El esbozo de la obra es de Juan Lorenzo Bernini y fue realizada por Girolamo Lucenti en el siglo XIII. En el centro se encuentra la gran puerta de bronce realizada por Ludovico Pogliaghi en el año 1949; en ella se distinguen los episodios de la vida de la Virgen, los profetas, los evangelistas y las cuatro mujeres que en el Antiguo Testamento prefiguraron a la Virgen María. A la izquierda está la Puerta Santa, bendecida por Juan Pablo II el día 8 de diciembre en el año 2001, cuya obra de construcción fue llevada a cabo por el escultor Luis Mattei y ofrecida a la Basílica por la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén. En el centro se halla el Cristo resucitado que aparece a la Virgen María representada como la Salus Populi Romani; el modelo para representar a Cristo es el hombre de la Sábana Santa. En lo alto a la izquierda está la Anunciación en el pozo; es un episodio entresacado de los Evangelios apócrifos. En el lado derecho se puede ver una representación de "Pentecostés". Abajo, en la parte izquierda, el Concilio de Éfeso, que definió a María, THEOTOKOS, a la derecha el "Concilio Vaticano II" que la declaró Mater Ecclesiae. El escudo de Juan Pablo II y su máxima están representados en la parte más alta, mientras los dos de abajo pertenecen al Cardenal Furno, que fue arcipreste de la Basílica, y a la Orden del Santo Sepulcro. La actual Basílica pertenece al siglo V d. C. Su construcción está vinculada al Concilio de Éfeso del 431 d. C, que proclamó a María, Theotókos, Madre de Dios, y se llevó a cabo por voluntad de Sixto III, en cuanto obispo de Roma, que la financió. Al entrar en la Basílica se prueba una sensación de grandeza y amplitud: aparece delante de nuestros ojos el resplandor de sus mármoles y la riqueza de las decoraciones; este efecto monumental es debido a la estructura de la Basílica y a la armonía que domina los principales elementos de su arquitectura. Construida según los cánones del "ritmo elegante" de Vitruvio, la Basílica está dividida en tres naves en donde se hallan dos filas de columnas preciosas; a lo largo de ellas corre un artístico entablamento que se interrumpe hacia el ábside debido a dos arcos realizados para la construcción de la Capilla Sixtina y Paolina. Originariamente la parte de la Basílica que se localiza entre el techo y las columnas estaba perforada por grande ventanas, de las cuales se sigue conservando solamente la mitad; en el resto de ellas se han ido construyendo paredes, en donde se pueden admirar una serie de frescos que representan "Historias de la vida de María". Por encima de las ventanas y de los frescos, un friso de madera decorado por preciosas entalladuras que representan una serie de toros cabalgados por amorcillos se une a la cornisa del techo. Los toros representan el símbolo de los Borjas y los escudos de Calixto II y Alejandro VI, los dos papas de la familia de los Borjas, resaltan en el centro del techo. No queda muy claro cuál fue la aportación de Calixto III en la realización de esta obra; sin lugar a duda fue Alejandro VI quien se ocupó de la construcción de la Basílica en la época en que aún desempeñaba su oficio de arcipreste de la misma: el techo fue diseñado por Giuliano de Sangallo y completado por su hermano Antonio. Dice la tradición que fue dorado con el oro de América, regalado por los Reyes Católicos al papa Alejandro VI. A lo largo del suelo de la Basílica se extiende, como si fuera una estupenda alfombra, un mosaico realizado por unos artistas marmolistas ofrecidos a Eugenio III en el siglo XII por dos hombres de la nobleza romana, Scoto Paparoni y su hijo Juan. Pero lo que de verdad hace que Santa María la Mayor sea única son los estupendos mosaicos del siglo V, realizados por voluntad de Sixto III y que se desarrollan a lo largo de toda la nave central y sobre el arco de triunfo. Los mosaicos de la nave central resumen cuatro ciclos de la historia Sagrada cuyos personajes son Abrahán, Jacob, Moisés y Josué y en conjunto testimonian la promesa de una tierra que Dios hizo al pueblo judío y su ayuda para llegar a ella. La narración, que no sigue un orden cronológico, comienza en la pared de la izquierda junto el arco triunfal con el sacrificio incruento de Melquisedec, rey-sacerdote. En este recuadro es evidente la influencia iconográfica romana. Melquisedec, representado en posición de ofrenda, y Abrahán con toga de senador, recuerdan el grupo ecuestre del Marco Aurelio. Los paneles sucesivos ilustran episodios de la vida de Abrahán que son anteriores al primer recuadro. Esto hizo que durante mucho tiempo se pensara que cada panel era interdependiente, hasta que un estudio más detallado de los mosaicos demostró que el orden no era casual. Así pues, el panel de Melquisedec sirve para unir los mosaicos de la nave central con los del arco triunfal, que narran la infancia de Cristo rey y sacerdote. A continuación la historia de Abrahán, el personaje más importante del Antiguo Testamento, al cual Dios prometió una "nación grande y potente"; Jacob, a quien el Señor renueva la promesa hecha a Abrahán; Moisés, que librará el pueblo "elegido por Dios" de la esclavitud; Josué, que les llevará a la tierra prometida. El camino se concluye con dos paneles en los que aparecen dos frescos realizados durante las obras de reforma encargadas por el Cardenal Pinelli, que representan a David que lleva el Arca de la Alianza a Jerusalén y el Templo de Jerusalén edificado por Salomón. De la estirpe de David nacerá Cristo cuya infancia está ilustrada en el arco triunfal con episodios sacados de los evangelios apócrifos. En el 1995 Juan Hajnal realizó en el rosetón de la fachada principal una nueva vidriera. En ella está representada la afirmación del Concilio Vaticano II, en donde María, excelsa hija de Sión, es el anillo de unificación entre la Iglesia del Antiguo Testamento, simbolizada por el candelabro de siete brazos y la Iglesia del Nuevo Testamento representada por el cáliz con la Eucaristía. El arco triunfal se compone de cuatro partes: en lo alto, de izquierda a derecha, la Anunciación, que representa a María vestida como una princesa romana, que lleva en la mano el huso con el cual teje un velo de púrpura para el templo donde se educaba. La historia continua con la anuncio a José, la adoración de los Reyes Magos, la matanza de los inocentes. En este recuadro hay que destacar la figura con el mantón azul que da la espalda a las otras mujeres: es Santa Isabel que huye con San Juan entre sus brazos. A la derecha la presentación en el Templo, la huida a Egipto, el encuentro de la Sagrada Familia con Afrodisio, gobernador de la ciudad Sotine. Según un Evangelio apócrifo, cuando Jesús fugitivo llega a Sotine, en Egipto, los 365 ídolos del capitolium se cayeron. Afrodisio aterrorizado por el acontecimiento y recordando la muerte del faraón, se dirige con su ejército hacia donde estaba la Sagrada Familia y adora al Niño reconociendo su divinidad. El último recuadro representa a los Reyes Magos al lado de Herodes. A los pies del arco aparecen a cada lado las dos ciudades: Belén a la izquierda y Jerusalén a la derecha. Belén es la ciudad donde Jesús nace y desarrolla la Epifanía, Jerusalén es la ciudad en donde Jesús muere y resucita (hay un enlace con el tema apocalíptico de la definitiva llegada del Señor al final del tiempo representado por el trono vacío en el centro del arco, en donde también aparecen Pedro y Pablo, el primero de ellos llamado por Cristo a difundir la "Buena Noticia" entre los judíos; el segundo a difundir la Palabra del Señor entre los gentiles y los paganos). Todos juntos forman la Iglesia de la cual Pedro es guía y Sixto III su sucesor. Al Papa, por ser "episcopus plebi Dei" está asignado el papel de conducir al pueblo de Dios hacia la Jerusalén Celeste. En el siglo XIII Nicolás IV, primer Papa franciscano, decidió derribar el ábside original y construir el actual unos metros más atrás, de tal forma que pudo sacar entre el ábside y el arco un crucero para el coro. La decoración del ábside fue realizada por el franciscano Jacopo Torriti y el coste de las obras corrió a cargo de los cardenales Giacomo y Pietro Colonna. El mosaico de Torriti se divide en dos partes distintas: en la bóveda del ábside está representada la coronación de la Virgen y en la parte inferior los momentos más importantes de su vida. En el centro de la bóveda, dentro en un gran círculo, Cristo y María están sentados en un gran trono diseñado como un diván oriental. El Hijo pone en la cabeza de la Madre la corona con gemas. En el mosaico no se ve a María sólo como a la Madre, sino más bien como a la Iglesia Madre, esposa del Hijo. A los pies de Cristo y María están el sol y la luna y alrededor coros de ángeles adoradores a los que se añaden, en el lado izquierdo, San Pedro, San Pablo, San Francisco de Asís y el Papa Nicolás IV ; y en el derecho, San Juan Bautista, San Juan Evangelista, San Antonio y el donador Cardenal Colonna. En el resto del ábside una decoración de sarmientos vegetales brotan de los dos troncos colocados al extremo derecho e izquierdo del mosaico. En la zona inferior del cascarón del ábside las escenas de la vida de la Virgen están colocadas a la derecha y a la izquierda de la "Dormitio", colocada precisamente debajo de la Coronación. Esta forma de describir la muerte de la Virgen es típica de la iconografía bizantina que se difundió también en Occidente después de las Cruzadas. La Virgen está tumbada en la cama y mientras los ángeles se preparan a quitar su cuerpo ante la mirada atónita de los apóstoles, Cristo toma en sus brazos su blanca "alma", que están esperando en el cielo. Torriti enriquece la escena con dos pequeñas figuras de franciscanos y un laico que lleva un gorro típico del siglo XIII. Debajo de la "Dormitio" el papa Benedicto XIV colocó la espléndida "Navidad de Cristo" de Mancini. Entre los pilares jónicos, debajo de los mosaicos, Fuga colocó los bajorrelieves de Mino de Reame que representan el Nacimiento de Jesús, el milagro de la nieve, la fundación de la Basílica por parte del Papa Liberio y la Asunción de María y la Adoración de los Reyes Magos. El baldaquín del altar central también es una obra realizada por Fuga; delante del altar se halla la Confesión, encargada por Pío IX y construida por Vespignani, en donde se ha colocado el relicario de la Cuna. El relicario está hecho de cristal, en forma de cuna y contiene piezas de madera que según la tradición pertenecen al pesebre donde fue colocado el Niño Jesús. Lo realizó Valadier y fue un regalo del embajador de Portugal. La estatua de Pío IX, el Papa del dogma de la Inmaculada Concepción, es obra de Ignazio Jacometti y fue colocado en el hipogeo por voluntad de León XIII.

El Pavimento

Entrando en la Basílica de inmediato se puede admirar el especial pavimento realizado con mosaicos por los maestros marmolistas Cosma, definidos "cosmatescos" siglo XIII

Capilla Cesi

Fue encargada alrededor del 1560 por el Cardenal Paolo Cesi y su hermano Federico; no se conoce con seguridad el autor que realizó la obra pero con mucha probabilidad se considera que el proyecto es de Guidetto Guidetti en colaboración con Santiago Della Porta.

Regina Pacis

La estatua de la Regina Pacis fue encargada por Benedicto XV como acción de gracias al acabar la primera guerra mundial; fue llevada a cabo por Guido Galli. La Virgen está sentada en un trono "Regina Pacis y soberana del universo" y en su cara se destaca una nota de tristeza.

La Capilla Sforza

Al lado de la entrada hay lápidas que nos recuerdan que la capilla fue realizada gracias al Cardenal Guido Ascanio Sforza de Santafiora, arcipreste de la Basílica y por su hermano, el Cardenal Alessandro Sforza Cesarini que decidió llevar a cabo las decoraciones realizadas en el 1573. Según Vasari, el autor del proyecto fue Miguel Ángel Buonarroti, el cual nos ha dejado dos esbozos de la capilla en donde se puede ver la planta original con elipses a los lados y una espacio rectangular para el altar. Sermoneta 15121580 atribuyó a Girlomano Siciolante los retratos representados en los monumentos funerarios y el retablo del altar 1573. El cuadro que se halla sobre el altar es del Siciolante y representa la Asunción de la Virgen. La distribución de los planos está muy bien organizada para poder pasar suavemente desde el ambiente terrenal al celestial, donde la figura de la Virgen aparece representada de forma discreta en una actitud de oración.

La tumba del Bernini

"La noble familia Bernini en este lugar, espera la Resurrección". Al lado del altar mayor, la sencillez de la lápida sepulcral de uno de los mayores artistas del siglo XVII.

La Sagrada Cuna

En frente del altar del hipogeo, ante la estatua de Pío IX y debajo de su escudo, se conserva la célebre reliquia, comúnmente definida "Sagrada Cuna". El relicario que la contiene es una preciosa urna oval de cristal y plata realizado por Valadier .

"El Pesebre"

La imagen sentimental y espiritual de la reconstrucción de un "Pesebre" en recuerdo de un venerado suceso tiene origen en el año 432 cuando el papa Sixto III 432-440 creó en la primitiva Basílica una "Gruta de la Natividad" igual a la de Belén. Los numerosos peregrinos que volvían a Roma desde Tierra Santa trajeron como don precioso fragmentos de madera procedentes de la Sagrada Cuna, hoy custodiados en el dorado relicario del altar de la Confesión. En los siglos sucesivos los varios pontífices se preocuparon siempre de la Sagrada Gruta, hasta que el papa Nicolás IV en el año 1288 encargó a Arnolfo de Cambio una representación escultórica de la Natividad.Muchos fueron los cambios y las reformas en la Basílica y cuando el Papa Sixto V 1585-1590 quiso erigir en la nave derecha una gran Capilla llamada del SS. Sacramento o Sixtina, encargó en el año 1590 al Arquitecto Domenico Fontana de trasladar aquí la antigua "Gruta de la Natividad" sin demolerla, con los elementos escultóricos de Arnolfo de Cambio que quedaban. Los tres Reyes Magos con elegantes ropajes al estilo gótico y San José admiran atónitos y reverentes el milagro del Niño en brazos de la Virgen calentados por el buey y el asno.

Restauración

Las obras de restauración, realizados en la fachada y dentro del templo terminaron en el año 1750. La estructura arquitectónica de los dos palacios laterales es la siguiente: la parte derecha está realizada por Ponzio 1605 y la izquierda por Ferdinando Fuga 1743 construida después de 138 años para poder unificar la fachada de la basílica. Los dos ángeles situados en la puerta central representan respectivamente la Virginidad, obra del Maini y la Humildad realizada por el Bracci.

Fuentes