Bioética en la atención al paciente con disfunción sexual.

Bioética en la atención al paciente con disfunción sexual.
Información sobre la plantilla
Tipo de textoTrabajo Universitario
PaísBandera de Cuba Cuba
UbicaciónIsla de la Juventud, Cuba
AutoresPsicóloga Máster en Sexualidad y profesora asistente Yliana Mena Silvera Facultad de Ciencias Medicas Isla de la Juventud

Bioética en la atención al paciente con disfunción sexual. Atendiendo al hecho de que la disfunción sexual constituye, sin dudas, un importante problema de salud y teniendo en cuenta que en la evaluación, diagnóstico y tratamiento de los pacientes afectados de disfunción sexual deben observarse conductas bioéticas que con frecuencia se desatienden trayendo como resultado consecuencias negativas para el paciente, nos hemos propuesto argumentar la importancia del cumplimiento de los principios de la Bioética contenidos en el Código de Ética para los profesionales de la sexología en Cuba. En el trabajo se analizan algunas causas y consecuencias de la desatención de los principales principios de la bioética en la atención al paciente con disfunción sexual y se propone la divulgación del Código de Ética para profesionales de la sexología en Cuba.



Desarrollo

La sexualidad es un tema que motiva a la gran mayoría de las personas con independencia de su edad, sexo, religión y es que la sexualidad nos atañe a todos en tanto somos seres sexuados y ella mediatiza todo nuestro ser.

Muchos son los autores que han intentado definir la sexualidad desde diferentes aristas, para este trabajo nos apegaremos a la definición de Félix López, importante sexólogo español. Para este autor la sexualidad es la posibilidad que tenemos de expresarnos y sentirnos como seres sexuados en todas las circunstancias de la vida y no solo en el contexto de una relación de pareja, tiene dos funciones fundamentales, la de la reproducción y la del placer erótico, ella puede satisfacerse, reprimirse, prorrogar su satisfacción, sublimarse en objetos muy diversos y es regulada desde el punto de vista social (4).

Esta realidad, como todas las realidades complejas, no puede ser definida desde un solo punto de vista. Lo que hoy sabemos de sexualidad es gracias a aproximaciones hechas desde diferentes ciencias y por eso la sexología es considerada una ciencia interdisciplinar.

La sexología como ciencia aparece apenas en los umbrales del siglo XX, lo que hoy sabemos, desde el punto de vista científico sobre sexualidad, ha sido adquirido muy recientemente. Sin embargo, el hecho de que la sexología sea una ciencia interdisciplinar y que sea relativamente joven, no quiere decir que no sea una ciencia constituida, si atendemos a la definición de ciencia que nos brinda Núñez Jover (9), la sexología constituye un sistema de conocimientos que modifica nuestra visión del mundo real, sus impactos prácticos y productivos son perfectamente identificados, es un proceso de investigación que permite obtener nuevos conocimientos y es además una profesión debidamente institucionalizada y con funciones sociales bien identificadas.

Las investigaciones realizadas en el área de la sexualidad han hecho posible la aparición de varias áreas de intervención asistencial dentro de las que se encuentran la educación sexual, la planificación familiar, asistencia a problemas relacionados con la identidad y rol sexual y la terapia sexual entre otros. Esta última está dirigida fundamentalmente a los pacientes con disfunciones sexuales. La disfunción sexual constituye, sin dudas, un importante problema de salud, y si bien su frecuencia no se conoce, es un hecho que a las consultas de Terapia y Orientación sexual acuden muchos hombres y mujeres buscando ayuda. En la evaluación, diagnóstico y tratamiento de los pacientes afectados de disfunción sexual deben observarse conductas bioéticas que con frecuencia se desatienden trayendo como resultado consecuencias negativas para el paciente (8).

En la práctica diaria en la Consulta de orientación y terapia sexual del municipio que funciona en el Policlínico Universitario “Leonilda Tamayo Matos" se ha encontrado que los pacientes asisten mal orientados desde el nivel primario de salud. Se ha observado que estos pacientes son manejados de manera inadecuada lo que trae consigo, en muchas ocasiones, que la afección se empeore. La Dra. Neida Méndez en su tesis de Doctorado refiere que en la práctica médica diaria en el equipo multidisciplinario de sexología del Hospital Clínico Quirúrgico "Dr. Luis Díaz Soto" se observó que no se aplican los elementos bioéticos que deben estar presentes cuando de la disfunción sexual se trata (8). Estos datos apuntan a que existe desconocimiento sobre el tratamiento de las disfunciones sexuales por parte de los médicos de atención primaria, hecho esperable en tanto los planes de estudios de de las Ciencias Médicas no incluyen programas para el estudios de la sexualidad y la sexología.

La terapia sexual, el diagnóstico y el tratamiento de los pacientes con una disfunción sexual están regulados legalmente en Cuba mediante un Código de Ética que refleja estos aspectos, por tal motivo y teniendo en cuenta la importancia que reviste este tema nos hemos propuesto analizar algunos de los principios de la bioética contenidos en el mencionado Código para argumentar la importancia de su cumplimiento por parte de los profesionales que atienden a estos pacientes.


Bioética en la atención al paciente con disfunción sexual

Van Rensselaer Potter oncólogo norteamericano en 1971, habla por primera vez de la BIOÉTICA como disciplina de reflexión comparada y sistematizada del comportamiento y relación del hombre con el mundo vivo, sancionado por juicios de valor. De esta forma la bioética engloba a la ética médica, pues esta última se limita a normar la relación del médico con el paciente y la bioética tiene que ver con la conducta del hombre con la ecología, las ciencias de la vida y de la salud.

La Bioética aunque comprende la ética médica no se limita a ella, porque además de tratar problemas relacionados con valores, presentes en la relación entre el médico y el paciente, constituye un concepto más amplio, aplicable a todas las ramas de la salud, a las investigaciones Biomédicas que aborda el comportamiento humano, y aspectos sociales que pueden influir o no de manera directa en la terapéutica. Además, comprende cuestiones relacionadas con la vida de animales y plantas. La Bioética está vinculada también con la calidad de vida, el respeto al paciente, la confidencialidad, el error médico (10).

Dentro de los principios fundamentales de la Bioética están: la beneficencia, la justicia, la equidad entre los géneros y la autonomía.

En Cuba, la Bioética se fundamenta en un código de conducta, basado en programas dirigidos por el Ministerio de Salud Pública cuyo objetivo final es incrementar la calidad de vida de la población.

En relación con la disfunción sexual existen códigos de ética especiales en diferentes países así como el de La Federación Latinoamericana de Sexología y Educación Sexual ( FLASES).

En nuestro país existe también un código de ética que trata aspectos relacionados con el tratamiento y la conducta ante un paciente con disfunción sexual. Este código fue puesto en vigencia en enero 2005 y elaborado por miembros de la Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el Estudio de la Sexualidad (SOCUMES) y otros profesionales destacados en los diversos campos de la sexología.

El manejo de estos trastornos requiere una orientación precisa, no solo de privacidad en su atención, sino también en la adecuada relación médico paciente. Además, son necesarias condiciones personales del profesional que demuestre una gran sensibilidad humana y aseguren la confidencialidad (6).

En nuestra sociedad, aún subsisten diferentes mitos y tabúes en torno a la sexualidad de los cuales no está exento el personal que trabaja en la salud y esto provoca que con mucha frecuencia se violen los principios de la bioética en el tratamiento de los pacientes con disfunciones sexuales: Un ejemplo de ello lo encontramos cuando el paciente que solicita la atención por disfunción sexual es homosexual o cuando se trata de un paciente con un pene pequeño. Los prejuicios contra la homosexualidad y la cultura occidental que magnifica al pene como única fuente de placer, hacen que si el profesional que recibe a este tipo de paciente no tiene el conocimiento y la sensibilidad necesaria, rechace y maltrate a quien espera ser tratado con justicia y equidad.

Esto entra en contradicción con la defensa de los derechos sexuales de las personas, con el respeto al paciente y su integridad, y con la autonomía del individuo. Y contraviene lo establecido por el Código de Ética para profesionales de la sexología en Cuba en su artículo 3: Artículo 3. Deben honrar su profesión, ejerciéndola con dignidad, objetividad, transparencia, compromiso, prudencia, sencillez, sensibilidad, humildad y equidad, respetando la diversidad sexual, personal, social, religiosa, cultural o de cualquier otra índole de los seres humanos. Otro ejemplo lo encontramos en la doble moral sexual que ha mantenido el criterio de que una conducta que es buena para los hombres no lo es para las mujeres, así si una mujer refiere que se ha masturbado o que ha sido infiel es altamente censurada no siendo de esa forma si se trata de un hombre.

Algo similar ocurre con la moral impuesta por el patriarcado que se mantiene hasta nuestros días, la cual genera una relación de poder del hombre sobre la mujer lo que provoca, en muchos casos, violencia contra la mujer. Con frecuencia esta mujer violentada (y no estamos hablando de violencia física, estamos hablando de una violencia más sutil, más encubierta), acude a consulta por falta de deseo sexual o por disfunción orgásmica, si el profesional que la recibe justifica la violencia contra la mujer o no sabe identificarla pues poco podrá ayudarla. En un estudio realizado en un área de salud de nuestro territorio se comprobó que un elevado por ciento de profesionales de la salud no sabe identificar los indicadores de violencia psicológica y en determinadas circunstancias la justifican (7).

Estas conductas y actitudes violan el principio de la Bioética referido a la equidad entre los géneros, y violan lo establecido por el Código de ética de los profesionales de la sexología en su Artículo 4 que plantea: Artículo 4. Las personas que desde el punto de vista profesional trabajan la sexualidad humana, en el ejercicio de su profesión deben conducirse de acuerdo con principios profesionales y éticos, entre los cuales se encuentran:

a) Desempeñar su función con el más elevado rigor técnico y profesional, con la mayor objetividad y con un adecuado enfoque de género sustentado en el respeto a la diversidad y la equidad que permita superar cualquier discriminación por motivos sexuales.

c) Actuar con independencia profesional como derecho y como deber, en tanto respete la individualidad y los derechos sexuales de sus pacientes, clientes o educandos, pero guardando obediencia a la ley.

Otro aspecto sobre el que queremos reflexionar es el referido al uso indiscriminado de la tecnología en la atención del paciente con disfunción sexual. Para pocos es un secreto el hecho de que con frecuencia se intenta tratar todas las disfunciones eréctil con viagra o con prótesis peneanas sin tener en cuenta que cuando la causa de la disfunción es predominantemente psicógena el tratamiento debe ser otro, que siempre resulta mucho más sencillo y menos agresivo para el paciente. Quienes utilizan este tipo de tratamiento sin evaluar la afección del paciente, sus causas y el tratamiento adecuado violan el principio de la beneficencia, que justamente se basa en la búsqueda del bien para lograr los máximos beneficios para el paciente. Este aspecto de la bioética también está contenido en el artículo 4 del código de ética para los profesionales de la sexología en Cuba:

e) Esforzarse para que las decisiones que adopte y proponga sean las mejores y, al mismo tiempo, las más equitativas, adecuadas, efectivas y ajustadas a las necesidades, intereses o problemas de sus clientes, pacientes o educandos en cuestión, y a su contexto social.

El principio de la Bioética que tiene que ver con la confidencialidad o el secreto profesional cobra extrema importancia cuando tratamos a un paciente con disfunción sexual. En nuestra sociedad se le da un valor desmedido al desempeño sexual y para cualquier persona un problema en esa esfera significa un problema grave, se siente devaluado, inferior. Con mucha frecuencia el paciente con disfunción sexual llega a consulta inseguro, siente mucha vergüenza al contar lo que le aqueja y siente mucha preocupación y temor de que su afección sea divulgada y conocida por otros. Por tal motivo, violar el principio ético del secreto profesional constituye un daño, muchas veces irreparable, para este tipo de paciente. En tal sentido el Código de ética para profesionales de la sexología en Cuba establece:

Artículo 18. En su actividad el sexólogo o la sexóloga guardarán la mayor discreción y el secreto de las cuestiones que conozca y que puedan afectar al paciente, cliente o educando, aun cuando haya dejado de prestarle sus servicios. El profesional queda atado de por vida al secreto profesional, que es la esencia de todo proceso terapéutico, educativo y/o de investigación. Sólo podrá revelar información en aquellas circunstancias que así lo ameriten por motivos mayores y plenamente justificados, de ser posible por el Comité de Ética.

Con toda intención he dejado para el final el aspecto referido al error médico y lo he hecho justamente por la importancia que le concedo y por las consecuencias tan negativas que tiene para los pacientes con disfunciones sexuales.

En Cuba el médico de la familia o de cualquier otra especialidad recibe con frecuencia al paciente con disfunción sexual, muchas veces, aunque con muy buena intención, estos profesionales incurren en el error de intentar tratar las disfunciones sexuales sin tener los conocimientos necesarios para ello. Al inicio de nuestro trabajo hablábamos de que la sexología es una ciencia constituida y por lo mismo tiene sus propios métodos, sus técnicas, es una profesión debidamente institucionalizada y con funciones sociales bien identificadas.

El diagnóstico y tratamiento de las disfunciones sexuales es competencia de los sexólogos, quienes tienen las técnicas y las herramientas terapéuticas necesarias, por tal motivo debemos fomentar en los profesionales de la salud la necesidad de remitir a los pacientes con disfunciones sexuales a los sexólogos acreditados para evitar iatrogenias que muchas veces terminan en un agravamiento del trastorno.

No es inusual recibir en las consultas de Terapia y Orientación Sexual pacientes que llegan de la atención primaria y que traen la autoestima muy baja por haber recibido la etiqueta de “impotente”, término, que desde hace mucho tiempo, fue sustituido por disfunción eréctil justamente por su connotación peyorativa. La palabra impotencia tiene su procedencia en el latín impotens que significa no poder, término que podría originar consecuencias psicológicas negativas en los hombres, ya que el término potencia se ha convertido en atributo casi exclusivo de la masculinidad (1).

Con el término “frigidez” sucede algo similar, durante mucho tiempo se usó para referirse a la mujer con incapacidad para lograr una excitación adecuada y para lograr el orgasmo. Frigidez significa frialdad y constituye un calificativo totalmente inadecuado, pues la mujer con dificultades para el orgasmo y la excitación no es fría, solo tiene una disfunción sexual (5)

Asimismo se reciben pacientes totalmente desesperanzados pues han sido tratados mediante innumerables técnicas que no resuelven el problema, pero no porque éste sea muy grave, sino porque ha sido tratado con técnicas inadecuada; tal es el caso del eyaculador precoz que con frecuencia se le orienta que piense en “otra cosa” durante la relación sexual cuando en realidad la indicación debe ser que esté atento a las señales premonitorias de la eyaculación (5).

Todas estas conductas se producen justamente por la falta de conocimientos y por la incapacidad de algunos especialistas de reconocer sus límites profesionales.

El Código de Ética para profesionales de la sexología en Cuba, en su Artículo 5 refiere:

Artículo 5. Para ejercer como sexólogo o sexóloga, con independencia de la función específica que realice, es indispensable:

a) Haber adquirido un título universitario en carreras de grado dentro de los campos de las ciencias médicas, psicológicas, humanísticas, sociales, pedagógicas u otras que el Comité de Ética reconozca, en universidades acreditadas oficialmente en nuestro país.

b) Haber adquirido el título acreditativo de sexólogo o sexóloga en Cuba.


Conclusiones

1. Los principios de la Ética y la Bioética adquieren una connotación especial en la atención del paciente con disfunciones sexuales y su cumplimiento es de vital importancia para la mejoría del paciente.

2. En nuestro país existe un código de ética que regula el comportamiento de los profesionales de la sexología y que se rige por los principios de la ética y la bioética.

3. Los pacientes con disfunciones sexuales deben ser atendidos por profesionales acreditados para ello lo que evitará errores médicos muchas veces irreparables.


Fuentes

1. I Consenso Latinoamericano de Disfunción eréctil. Brasil: Sociedad Latinoamericana para el Estudio de la Impotencia y Sexualidad; 2002.

2. Acosta Sariego J. La bioética de Potter a Potter. In: José R. Acosta Sariego. Bioética para la sustentabilidad. Centro Félix Varela ed. La Habana: Publicaciones Acuario; 2002. p. 13-23.

3. CollVinent B, y colaboradores. El personal sanitario no percibe la violencia doméstica como un problema de salud. In: Gaceta Sanitaria; 2008. p. 7 - 10.

4. Félix López y AF. Para comprender la sexualidad. Editorial verbo divino ed.; 1993.

5. Flores Colombino A. La Terapia Sexual Hoy. In. Uruguay; 2005.

6. Hernández IA. Sexología Clínica Un abordaje Integral. In; Diplomado Sexología Clínica. CENESEX. 2007.

7. Mena Silvera Y. Estudio de algunos aspectos de la actitud hacia la violencia contra la mujer en profesionales de la salud en un área de salud de Nueva Gerona [Tesina]. Habana: Instituto Superior de Ciencias Medicas de la Habana; 2008.

8. Méndez N, y García, C T. Ética Y Sexualidad. In; Diplomado Sexología Clínica. CENESEX. 2007.

9. Núñez Jover J. La ciencia y la tecnología como procesos sociales. Lo que la educación científica no debería olvidar. In.

10. Santos y Vargas L. La bioética como una disciplina crítica. In: José R. Acosta Sariego. Bioética para la sustentabilidad. Centro Félix Varela ed. La Habana: Publicaciones Acuario; 2002.