Bruma matinal en la montaña (pintura)

Bruma matinal en la montaña (Pintura)
Información sobre la plantilla
Bruma matinal en la montaña.jpg
Datos Generales
Autor(es):Friedrich Caspar David
Año:1808
País:Alemania
Estilo pictórico:Romanticismo
Técnica:[[]]
Dimensiones:71 X 104 cm
Localización:Museo Thüringer Landesmuseum Heidecksburg Rudolstadt

Bruma matinal en la montaña. Pintura del destacado paisajista alemán Caspar David Friedrich, representante del Romanticismo alemán.

Ubicación

Hallado en 1941 en el depósito del castillo de Heidecksburg en Turingia, en la ciudad de Rudolstadt, a orillas del Saale. Allí figuraba como obra anónima como "Paisaje del valle del Schwarza". Actualmente se encuentra en el Museo Thüringer Landesmuseum Heidecksburg Rudolstadt.

Obra

La obra representa una cruz en la montaña, procedente de una serie de dibujos realizados en la llamada Suiza Sajona, es decir, la zona montañosa en torno a Schandau. El crucifijo apenas visible. El cielo parcamente abierto entre las nubes, con su azul en la distancia, rodea y enmarca el crucifijo de forma que sea apreciable. Existen elementos contrastantes con otros dibujos del pintor: la pirámide rocosa se asocian a un dibujo sin fecha realizado en el Elbsandsteingebirge llamado Campos de piedra cerca de Rathen y las formaciones rocosas de la derecha a las del Caminante sobre el mar de niebla. Los abetos sobresalen del mar brumoso bajo la luz de la mañana. La niebla sumerge todo, el amanecer, las primeras luces, cuando las formas comienzan paulatinamente a adquirir su propia individualidad. La bruma y las nubes forman un muro impenetrable. Lo sublime en la naturaleza, se rompe, no hay nada es como si el espectador se situara dentro del aire, sin un punto de vista concreto. No hay referencias para calcular distancias, lejanía o proximidad. Es lo que se ha llamado "el horror placentero"; faltan el primero y el último plano. Es Cristo el que abre el cielo a los mortales, personificados por los abetos. La cúspide tripartita simbolizaría la Trinidad. Sería, pues, un cuadro de religiosidad.

Trasmite

Su intensa expresión del límite del universo frente a la experiencia humana queda explícitamente reflejado en ese simbolismo a Cristo como el abridor del cielo a través de los hombres. Dos planos, en la dialéctica entre la realidad y el simbolismo. Evoca la devoción que postula el movimiento pietismo luterano. La ruptura total con el concepto clásico, poussiniano, de paisaje, y esto fue lo que escandalizó a sus contemporáneos. El tratamiento a la niebla como especie de manto místico que cubre toda posible linealidad en el recorrido visual hacia el horizonte hace de esta propuesta una encantadora pintura.

Fuentes