Casa quinta de José Joaquín de Viana en Montevideo (Uruguay)

Casa quinta de José Joaquín de Viana
Información sobre la plantilla
Viana casa.jpg
PaísBandera de Uruguay Uruguay
Títulos:Casa quinta de José Joaquín de Viana
Fundación:Su construcción data aproximadamente de 1750.

Casa quinta de José Joaquín de Viana. Residencia veraniega deJosé Joaquín de Viana primer Gobernador de Montevideo, Uruguay, en su chacra del Miguelete.


Ubicación

Edificación civil más antigua de la ciudad de Montevideo, Uruguay que aún se encuentraen pie, único ejemplar de construcción tipo chacra de esa época, Declarado Monumento Histórico 21 agosto, 1975 Está ubicada en las calles Atahona entre Reyes y Valdenegro.

Deterioro

Su deterioro es importante, es propiedad municipal, pero a pesar de muchas solicitudes y gestiones no se ha logrado que la Intendencia Municipal de Montevideo consolide las ruinas de la más antigua construcción civil de la época colonial que se conserva, ejemplo de arquitectura privada, anterior al siglo XIX, que aún existe en el país.

Opiniones

  • El abate francés D. Antonio José Pernetty llegó a Montevideo, en diciembre de 1763, visitó la chacra y en su diario de viaje hace una animada descripción del jardín y de la huerta que la rodeaban:

“La casa del Gobernador, consta de una sala de entrada, la cual es una pieza en forma de cuadrilongo, que no recibe la luz más que por una sola ventana, bastante pequeña, con una vidriera, mitad papel y mitad vidrio, estando la parte baja de la misma cerrada por obra de carpintería. Esta primera sala tendrá quince pies de ancho, por diez y ocho de largo. De ésta, se pasa a la sala de recibo (salle de compagnie) que es casi cuadrada, teniendo más fondo que ancho. Al fondo, frente a la única ventana que la alumbra, se ve una especie de estrado, ancho de seis pies, cubierto de pieles de tigre y en cuyo centro hay un sillón para la Señora Gobernadora y a cada lado seis taburetes tapizados lo mismo que el sillón, de terciopelo carmesí. Toda la decoración consiste en tres malos y pequeños cuadros y algunos grandes planos, mitad pintados, mitad coloreados, todavía más malos en cuanto a la pintura.

Los asientos para los hombres, ocupan los otros lados de la sala, formados por sillas de madera con un respaldo muy elevado, semejantes a las de la época de Enrique IV, teniendo dos columnas torneadas que sostienen un cuadro, que adorna el centro, el cual es tapizado en cuero estampado con bajos relieves, lo mismo que el asiento. La puerta de comunicación de esta sala al cuarto que sigue, donde duermen el Gobernador y su esposa, está cerrada por una cortina de tapicería. Los otros dos ángulos están ocupados, el uno por una mesa de madera, donde siempre hay una bandeja, para tomar el mate, y el otro por un armario con dos o tres estantes, adornados con algunas tazas y platos de porcelana. La señora de la casa es la única que toma asiento en el estrado, cuando no hay más que hombres en su compañía, a menos que ella no invite a algunos, especialmente, a sentarse en los taburetes al lado de ella.” “Generalmente estas salas no tienen piso adecuado, ni cielorraso, viéndose en el interior, los soportes que sostienen el tejado”.

  • Informe técnico de la casa de José Joaquín de Viana realizado en 1939 por el arquitecto Juan Giuria.
Casa de José J. de Viana en la actualidad

A pesar del siglo y medio transcurrido desde que se construyó dicho inmueble, éste presenta todavía detalles y características que lo inclinan a aconsejar su adquisición, aun teniendo en cuenta las alteraciones y vicisitudes que ha sufrido el mismo, en aquel largo lapso de tiempo. En las habitaciones indicadas en el plano adjunto con los números (1) y (2), se mantienen todavía en pie los primitivos muros, que son de respetable espesor (0m80), y en los que se destacan las arcaicas ventanas, guarnecidas aún por hermosos y típicos postigos, cuya ingenua decoración acusa asimismo el delicado gusto reinante en aquella ya lejana época dieciochesca. Son también muy interesantes las puertas (M) y (K), las que, junto con las ventanas citadas (C), ostentan todavía los sólidos y anticuados herrajes con que fueron colocadas en obra por los ebanistas del tiempo del coloniaje.

Otras aberturas, como las puertas (B), (D), (E), (F) y (P) y las ventanas (H), conservan también sus viejos goznes, bocallaves, pasadores, etc.; y algunas reparaciones ulteriores no les han hecho perder el sabor ancestral que se desprende de toda obra ejecutada en épocas pretéritas. La estufa existente en la sala Nº1, -encuadrada por dos pilastritas y una cornisa de madera, muy simples pero finamente talladas, -tal vez sea un agregado del primer tercio del siglo pasado, pero así mismo, impresiona muy agradablemente, no sólo por sus correctas proporciones, sino también por sus adecuados complementos de hierro fundido, los que no carecen de cierto valor artístico.

Planta de la casa de José Joaquín de Viana

El primitivo techo de este edificio ha desaparecido; probablemente los troncos de palma que forman parte del cobertizo de teja de Marsella que poseen las habitaciones (6) y (7) son algunos de los que, en un tiempo, soportaban la clásica terraza o azotea de ladrillos y “argamasa”, de uso tan difundido durante la época colonial, y aún mismo hasta estar muy avanzado el siglo XIX.

El techo actual, construido en esa misma forma, pero sustituyendo los troncos de palma por tirantes y alfajías de madera dura, representa evidentemente una obra que datará tal vez de ochenta años atrás. Sin embargo, no desentona en absoluto con las obras de anterior ejecución y merecería ser conservado, previas algunas serias reparaciones indispensables, si llegara a ser adquirido por el Estado. En este caso, convendría dotar de un techo idéntico a las salas (8) y (9), que actualmente están cubiertas por prosaicas chapas de hierro galvanizado.

Muchos otros detalles, como las robustas rejas de gruesos barrotes de “hierro cuadrado”, los pavimentos, en los que aún son perceptibles restos de baldosas que tal vez hallan sido holladas por el mismo Brigadier Viana, los amplios arcos abocinados de los vanos de puertas y ventanas, algunos pies derechos de la galería, coronados aún por graciosas zapatas, etc., son otros tantos documentos que permiten formarse una idea bastante aproximada de cómo sería esta lujosa mansión de antaño, cuya adquisición el suscrito juzga de suma conveniencia, por ser uno de los escasísimos ejemplos de arquitectura privada, anteriores al siglo XIX, que aún existen en el país.

Fuentes