Castillo de Loarre

Castillo de Loarre
Información sobre la plantilla
Obra Arquitectónica
CastilloLoarre.jpg
Descripción
Estilo:Castillo de estilo románico
Localización:Loarre HuescaBandera de España
Datos de su construcción
Inicio:Reconstrucción Circa 1071
Muralla en 1287
Otros datos
Arquitecto(s):Sancho Garcés III de Pamplona

Castillo de Loarre, hace mil años se erigió en el Pirineo aragonés una colosal fortaleza que hoy presume de ser el castillo románico mejor conservado de Europa. Luis Zueco llevó a cabo esta proeza y da respuesta a algunos enigmas aún sin resolver.

Ubicación

El Castillo de Loarre se halla situado en la sierra del mismo nombre, a unos 35 kilómetros de Huesca.

Historia

La historia del castillo de Loarre se remonta más allá de la Alta Edad Media: la aparición de monedas romanas y aún íberas en sus proximidades hacen pensar en que podría ser la "Calagurris Fibularia" romana. Hacia el año 1020, el rey Sancho el Mayor de Navarra anexiona el castillo y sus territorios a su reino, convirtiendo el castillo en baluarte defensivo frente a la poderosa fortaleza musulmana de Bolea y controlando la vertiente izquierda del Gállego. A la muerte de Sancho, su hijo Ramiro I mantiene el yugo sobre La Sotonera islámica, con frecuentes incursiones sobre las plazas cercanas y, después de él, Sancho Ramírez revitaliza la fortaleza de Loarre en su uso militar-eclesiástico, fundando en 1071 un monasterio de canónigos de San Agustín cuya grandiosidad y magnificencia no tienen parangón en el país.

Este monarca aplica las dos tendencias renovadoras de la época: la cluniacense y la gregoriana, lo que propicia el acercamiento a la Iglesia romana y con ello la apertura de Aragón a Europa. El castillo de Loarre se convierte así en "capilla real" gozando de condiciones especiales, diezmos y rentas, privilegios que perderá gradualmente en favor del castillo de Montearagón al iniciarse en 1088 su construcción en las cercanías de Huesca. En 1094 muere Sancho Ramírez ante las murallas de Huesca, siguiéndole en el trono su hijo Pedro, quien en 1096 conquista la ciudad. El joven rey constituye Montearagón como cabeza de la congregación, dadas sus evidentes ventajas por su proximidad a Huesca. Loarre pierde su carácter monástico, se seculariza y vuelve a la Corona aragonesa, que confiará su custodia a tenentes o seniores.

En 1101 Pedro I conquista definitivamente Bolea, última plaza musulmana de La Sotonera, siendo a partir de entonces cuando el castillo de Loarre pierde su carácter defensivo y su importancia militar. Durante el siglo XII y en adelante la población va asentándose en núcleos más adecuados para la explotación de la tierra, por lo que el castillo inicia un prolongado declive. Esporádicamente jugará importantes papeles en algunos episodios de la historia de la Corona de Aragón, como los sucedidos durante los reinados de Jaime I el Conquistador, Pedro III, Jaime II, Pedro IV o el Conde de Urgell.

El rito romano

Torre vigía y parte de la muralla exterior.

Trabajadores locales que habían aprendido de los lombardos quedaron al frente de la obra, apenas manteniendo lo construido. Fue con el segundo rey de Aragón, Sancho Ramírez, cuando Loarre experimentaría su impulso definitivo y cobraría gran importancia religiosa. «El reino de Aragón era en aquella época vasallo del reino de Pamplona, pero Sancho Ramírez hace una jugada maestra al ir a Roma y convertir el reino en vasallo directo de Roma de forma que nadie podía dudar ya de su legitimidad. A cambio, Aragón adoptó el rito romano que Roma había intentado sin éxito introducir en los reinos y condados de la Península, donde el clero español seguía fiel al rito mozárabe. «La primera misa en rito romano fue en el monasterio de San Juan de la Peña, próximo a Loarre, y la segunda o tercera sería en el castillo.

A su vuelta de Roma, Sancho Ramírez ordenó construir en Loarre una gran iglesia, para la que no había espacio. Hubo que ganar terreno a la montaña, se hizo un falso crucero, se habilitó el acceso al castillo por debajo de la nave de la iglesia tuvieron que pensar en mil soluciones arquitectónicas para encajar una iglesia inmensa en un castillo militar.

El rey aragonés llevó a Loarre a una congregación de monjes agustinos con los que llegó el arte románico. Se trajo a escultores de Toulouse para realizar los 82 capiteles con que cuenta la iglesia, con sus monos, grifos, basiliscos hasta una sirena que no deja de resultar chocante en el Pirineo.

Una bóveda sin parangón

Otro de los misterios de Loarre reside en la bóveda de la iglesia, sin parangón en la Península en aquella época. La bóveda es el círculo que simboliza a Dios y cuando el rey se colocaba debajo quedaba simbólicamente legitimado por Él, anota Zueco.

No hay otra igual, pero quien construyó esa cúpula tuvo que ver otra en algún sitio. En el año 1000, en el Pirineo, no se iban a ir a Constantinopla a ver cómo está hecha Santa Sofía. ¿Cómo supieron construirla? De esas dimensiones y en el Románico, es la más antigua, destaca el investigador, que en su novela ofrece su solución.

En Loarre se vivió una dualidad religioso militar, según explica Zueco. Los soldados y los religiosos no se cruzaban. Sus dependencias estaban separadas, con accesos diferentes a la iglesia para unos y otros. Es de las primeras veces en que conviven monjes y soldados dentro de un conjunto religioso-militar, algo curioso en una época anterior a las cruzadas y las órdenes militares.

¿Una portada oculta en la cripta?

Sancho Ramírez también encargó la construcción de una cripta para albergar las reliquias de San Demetrio, que según la tradición llegaron milagrosamente hasta Loarre. Era un santo importante, que además era soldado, lo que encaja a la perfección con que sus restos estén en un castillo y además da más fuerza al enclave.

Se cree que la portada de entrada del castillo, que no se conserva actualmente, se reutilizó boca abajo en el suelo de esta cripta. Si algún día alguien se atreviera a levantar el suelo y darle la vuelta igual nos aparecería la portada de entrada al castillo, aventura el historiador.

Hay cerca de 10.000 metros en Loarre, donde se cree que estuvo la aldea de quienes trabajaron en su construcción, que aún no ha sido objeto de ninguna excavación arqueológica. «Podría salir de todo», cree Zueco, porque Loarre se quedó suspendido en el tiempo. La frontera avanzó y el castillo quedó solo como monasterio, pero no llegó a tener gran magnitud y acabó por ser abandonado hacia el s. XV-XVI.

Si se hiciera una excavación se cree que saldría una necrópolis, otras construcciones, mucho material pero es complicado porque no deja de ser un monumento turístico que visitan unas 100.000 personas al año.

Fuentes