Castillo de Mula

Castillo de Mula
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TipoCastillo Medieval Militar
UbicaciónMurcia
Período en usoEdad Moderna

El Castillo de Mula forma parte importante de la Historia de Mula. Sus muros, casi infranqueables, fueros testigos directos de grandes batallas que dejaron sangre y gloria entre los muleños a lo largo de muchos siglos.

Historia

El Castillo de Mula data del año 1078, de cuando las tropas de Abenammar asediaban la ciudad de Murcia (Gaspar Remiro). En el año 1244 cuando el Infante Alfonso de Castilla toma el castillo con las armas tras varios meses de asedio al no querer entrar Mula en la capitulación del rey moro de Murcia. Tras la reconquista cristiana. El episodio más destacado que vivió el castillo y que jalona la historia de Mula, fue la resistencia que ofrecieron sus muros a las tropas aragonesas de Jaime II tras su invasión del Reino de Murcia en 1296. Después de ocho años de asedio, las mesnadas del rey aragonés tuvieron que retirarse al no poder tomar el castillo, como represalia, prendieron cobardemente fuego a la villa en su huida. La crónica del rey castellano, Fernando IV, reconocería esta gesta de los muleños diciendo que “allí moraban castellanos”. En 1430 el rey de Castilla, Juan II, donaría la villa de Mula y su castillo al Adelantado de Murcia, Alonso Yáñez Fajardo II. Después de la muerte de éste, su hijo, en minoría de edad, perdería la fortaleza muleña a manos de su primo Alonso Fajardo “El Bravo” en 1452. Cinco años después, Pedro Fajardo Quesada recuperaría la fortaleza de Mula con la ayuda del rey Enrique IV que le confirmaría su posesión. En 1491 el castillo de Mula, residencia ocasional del Adelantado, entra a formar parte del primer mayorazgo de la familia Fajardo creado por Juan Chacón, esposo de Luisa Fajardo y padre del que sería primer marqués de los Vélez. En mayo de 1520 Pedro Fajardo Chacón, I marqués de los Vélez, ordena desde su castillo de Cuevas de Almanzora la restauración del castillo de Mula como muestra de su poderío. El estallido de la Rebelión Comunera en julio de este año, es aprovechada por los muleños para formar un levantamiento antiseñorial apoderándose del castillo e impidiendo la entrada a la villa a su señor, Pedro Fajardo, si no firmaba una serie de acuerdos y juraba respetar los privilegios concedidos por Fernando III y su hijo Alfonso el Sabio. Pocos años después, el marqués conseguía del rey Carlos I la anulación de estos acuerdos. A partir de la centuria del XVI los castillos fueron perdiendo protagonismo militar.

Descripción

El conjunto fortificado de Mula corona la cresta de un cabezo rocoso descomunal. El actual recinto, de planta irregular, consta de una cerca o muralla árabe de los siglos IX al XIII a modo de patio de armas construida en tapial con distinto aparejo según la época y reforzada con un torreón de mampostería en el Siglo XIV. Desde el adarve de estas murallas se accede al interior del baluarte por medio de un puente levadizo. El antiguo alcázar musulmán (como lo definiría Alfonso X el Sabio) fue transformado en un castillo cristiano con las reformas que se iban haciendo por parte de los distintos reyes de Castilla a lo largo de la Baja Edad Media. La configuración actual y definitiva del castillo se lleva a cabo en 1520-4 de la mano del primer marqués de los Vélez. Consta de tres cuerpos adosados pero no trabados entre si: plaza de armas, torre del homenaje y torreón-aljibe. Su fábrica, de recios muros (hasta 5 m. en el muro norte) construidos a base de sillería finamente labrada en su mayor parte, ha permitido que su estructura renacentista de corte medieval llegue íntegra hasta nuestros días. Esta última reforma se distingue por la diferencia en la técnica del tracista en vanos, bóvedas y escaleras. Las marcas de cantero practicadas en los sillares determinan la reconstrucción llevada a cabo en el siglo XVI, como así lo recoge la inscripción que mandó poner Pedro Fajardo en el dintel de la puerta de ingreso al homenaje, la cual dice que se “…reedificó con fundamento”. Erróneamente, algunos piensan que la lápida la puso el marqués de los Vélez para salvar una prohibición del rey Carlos I, la cual, impedía levantar nuevos castillos. Pero en realidad, ésta prohibición viene desde Juan II un siglo antes y en este periodo se levantaron y restauraron más 400 castillos. En esta última reconstrucción, se construye el muro norte y se eleva el muro sur de la plaza de armas para unirlo al torreón existente en el ala oeste. Se hace la gran nave de los veladores (cuerpo de guardia) con bóveda de cañón para montar artillería en su azotea. Al fondo de nave se halla la parte más antigua del castillo (s. XIV) como se aprecia en el aparejo de sus muros, en cuya zona se encuentra la sala de mando y de bajo de ésta, la mazmorra a la cual se accede por una escotilla situada justo en el vano de la puerta que nos introduce en el zaguán de la escalera que sube a la azotea. El muro norte de la azotea es sobre elevado para hacer el paseo de ronda con tribuna que proteja de la lluvia la claraboya de la escalera. Desde la azotea de la plaza de armas, un puente levadizo sobre el foso del patio interior situado en la plaza de armas comunicaría esta con la torre del homenaje, en la cual, se construye la tercera planta que sería destinada como aposentos del señor o alcaide de la fortaleza. La segunda y primera planta de la torre, probablemente del S. XV, estaban destinadas, en un principio, como habitaciones para la guarnición y apenas si tienen aspilleras. Los muros en la azotea del homenaje son coronados de matacanes adornados con banquetas y parapetos, hoy desaparecidos. Se refuerza o construye el nuevo torreón-aljibe adosado al homenaje. Éste, aparte del depósito de agua, tiene dos plantas más que servían de almacén y poterna de escape en caso de asedio al estar comunicado con la parte baja del homenaje. llama la atención que este torreón no tenga azotea para la recogida de agua de lluvia. Parco en ornamentación, sobre sus muros cuelgan nueve escudos pertenecientes a los apellidos Fajardo Chacón, I Marqués de los Vélez; apellido de La Cueva, 2ª esposa de Pedro Fajardo y madre del 2º marqués; y apellido Silva, 3ª esposa de Pedro Fajardo. También cabe destacar los matacanes que coronan los muros del castillo, sobre los cuales se apoyaban unas banquetas y parapetos a modo de buharda corrida.


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