Caterina Sforza

Caterina Sforza
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Nacimiento1463
Milán, Bandera de Italia Italia
Fallecimiento28 de mayo de 1509
Florencia, Bandera de Italia Italia
NacionalidadItaliana
CiudadaníaItaliana
CónyugeJuan de Médici, Girolamo Riario
HijosOttaviano Riario, Cesare Riario, Bianca Riario, Giovanni Livio Riario, Galeazzo Riario, Francesco Riario, Bernardino Feo, Giovanni dalle Bande Nere
PadresGaleazzo Maria Sforza, Duque de Milán y Lucrezia Landriani

Caterina Sforza. Condesa de Imola y Forlí, luchó con valentía por los derechos de sus hijos llegando a enfrentarse al papa, al que intentó envenenar. Conocida con el mote de La diablesa encarnada, junto con el de vampiresa de la Romaña o Virago (mujer que actúa como un hombre) cruelísima.

Síntesis biográfica

Nació a principios de 1463, en la ciudad de Milán, lugar que gobernaba su familia, los Sforza, uno de los apellidos más ilustres del Renacimiento italiano. Fruto de los amores de Galeazzo Maria Sforza con su amante Lucrezia Landriani, esposa de Gian Piero Landriani, uno de los amigos íntimos de Galeazzo.

Como tal, era sobrina del poderoso Ludovico el Moro, duque de Milán, y, pese a su condición de hija ilegítima, fue educada en el seno de la familia paterna, donde se impregnó del espíritu humanista propio de la época.

Con sólo tres años de edad, su padre se convirtió en duque de Milán, y Caterina se trasladó a vivir a la corte ducal junto al resto de sus hermanos, legítimos y bastardos; todos fueron puestos a cargo de la madre del duque, la tremenda Bianca Maria Visconti, aunque después serían formalmente adoptados por la segunda esposa del duque, Bona de Saboya. Con ambas mujeres mantendría Caterina una excelente relación a lo largo de su vida, y ambas fueron, cada una a su manera, responsables del indómito carácter de la joven milanesa.

Recibió una educación de corte humanista que, además de leer y escribir, le permitió aprender latín y leer a los clásicos; además, a través de su abuela Bianca Maria, la pequeña Caterina adquirió una inmensa conciencia militar, de orgullo hacia sus antepasados y de astucia tanto militar como política. Sin embargo, no dejaba de ser mujer, y como tal tuvo que rendirse a su condición de peón matrimonial.

Con sólo diez años de edad la casaron con un sobrino del papa Sixto IV (Francesco della Rovere), Girolamo Riario, veinte años mayor que ella. Aunque Riario era señor de Imola y Forlì, el matrimonio se instaló en Roma a fin de medrar en la corte papal. Aunque la boda se celebró rápidamente, el 17 de enero de 1473, la consumación de dicho matrimonio no llegaría hasta cuatro años más tarde, en atención a la extrema juventud de la novia. Caterina, al tiempo que daba a luz a cinco hijos, no tardó en convertirse en intermediaria entre la corte romana y la milanesa, y adquirir así un enorme prestigio. Caterina tuvo que soportar las constantes infidelidades de Jerónimo.

Amores

Era una mujer apasionada en todos los aspectos de su vida, el mismo año de la muerte de Jerónimo (1488), se casó con un muchacho de 19 años -ella tenía 25- llamado Giacomo Feo; la boda, por supuesto, fue secreta, pues Caterina temía perder la custodia de sus hijos y, a través de ella, su poder.

Apenas unos meses después, en abril de 1489, dio a luz al único hijo de ambos, al que llamó Carlo, algunos dicen que en honor al rey de Francia. En cualquier caso, Giacomo era un muchacho vanidoso, cruel e insolente, que pronto se ganó la enemistad de toda Forlì, incluidos los hijos de Caterina; como no podía ser de otra forma, el joven terminó mal, el 27 de agosto de 1495, fue asesinado ante los ojos de su esposa. Y si su venganza por la muerte de Girolamo había sido sonada, la venganza por la muerte de Giacomo abrió un infierno sobre Forlì: la condesa no sólo hizo torturar y asesinar salvajemente a los conspiradores, sino también a sus esposas, amantes e hijos, por muy pequeños que éstos fueran. Sus acciones le pasaron factura, pues nunca pudo recuperar el favor de su pueblo.

En 1496 conoció a Giovanni de’Medici il Popolano, embajador de Florencia, y se enamoró de él; aunque la unión de las familias Medici y Sforza se consideraba peligrosa, por la enorme cantidad de poder que acumulaban, Caterina pudo convencer a su tío Ludovico y a sus hijos para que les dieran su bendición, y se casaron en septiembre de 1497.

Apenas seis meses más tarde, en abril de 1498, nacía su hijo Ludovico, que pasaría a la historia como Giovanni dalle Bande Nere (Juan el de las Bandas Negras), uno de los mayores héroes de la historia italiana. Su unión duró apenas un año, pues Giovanni enfermó de lo que posiblemente fueran fiebres tifoideas, y el 14 de septiembre de 1498 murió en brazos de Caterina, quien en ese momento se hallaba en medio de la disputa entre Venecia y Florencia, evidentemente apoyando a ésta última.

La infatigable resistencia de la condesa ante los ataques venecianos se convirtió en legendaria, y éstos tuvieron que acabar buscando una ruta alternativa para llegar hasta Florencia. Fue esa nueva muestra de su indomable carácter lo que le valió el sobrenombre de la leona de la Romaña.

Otros de sus amores fue César Borgia, a pesar de que ella era doce años mayor que él.

Lucha

Caterina luchó por los territorios que repercutirían en un futuro en sus hijos. Muerto Sixto IV en 1484, la subida al solio pontificio del nuevo Papa Inocencio VIII amenazaba con recuperar los dominios de Imola. Aún estando embarazada, Caterina no dudó en llegar hasta el Castillo de Sant'Angelo en Roma para defender sus derechos y los de su marido sobre el territorio cedido por el anterior Papa. La condesa no sólo consiguió mantener Imola, sino que ganó la plaza de Forlí.

La mala relación entre la pareja la puso directamente en el punto de mira cuando su marido fue brutalmente asesinado. En 1488, desafectos del conde lo mataban a cuchilladas. Caterina fue hecha prisionera acusada de haber colaborado en el asesinato de su propio marido. Consiguió escapar de su cautiverio. Lo primero que hizo fue conseguir que se reconociese a su hijo mayor Octavio Riario como el legítimo heredero de las tierras y títulos de su padre enfrentándose a los conjurados que la amenazaron con asesinar a todos sus hijos.

Suprimidos los enemigos internos, Caterina tendría que enfrentarse también con una peligrosa invasión francesa que amenazaba sus ciudades. En este caso también salió victoriosa contra las tropas de Carlos VIII.

De nuevo el papado, con Alejandro VI a la cabeza, se erigía como su principal enemigo. El pontífice y toda su poderosa familia, los Borgia, declararon ilegítimos a todos sus herederos.

Guerra contra el Papa

La única salida era la guerra abierta contra un poderoso ejército papal dirigido por el hijo de Alejandro VI, el militar César Borgia. Los dominios de Caterina calleron como naipes ante el genio militar de los Borgia. En su desesperación, la condesa llegó incluso a hacer uso de sus conocimientos alquímicos para envenenar al mismísimo Papa. El atentado fue descubierto y Caterina nombrada enemiga eterna del [[Vaticano, donde se la conoció desde entonces como La diablesa de Imola.

En 1500 la derrota era un hecho y Caterina era capturada.

Muerte

Olvidado su fervor guerrero, Caterina pasó los últimos años de su vida junto a sus hijos y entregada al estudio de la alquimia. En el 28 de mayo de 1509, cuando sólo contaba 46 años, falleció a causa de una neumonía. Fue sepultada en el convento de Santa María delle Murate, en una tumba anónima, tal como había dispuesto en su testamento. Fue su nieto Cosme I, Gran Duque de Toscana, quien ordenó colocar sobre su sepultura una lápida de mármol blanco donde figuraba su nombre. Pero ni muerta consintió Caterina en que se le llevara la contraria. En 1835, la lápida fue destruida al renovar el pavimento del convento para transformarlo en una prisión.

Fuente