Cesare Balbo

Cesare Balbo
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Nacimiento21 de noviembre de 1789
Turín, Bandera de Italia Italia
Fallecimiento3 de junio de 1853
Turín, Bandera de Italia Italia
NacionalidadItaliano
Otros nombresCesare Balbo
OcupaciónEscritor y político italiano

Cesare Balbo. Conde de Vinadio, fue un escritor y político italiano.

Trayectoria profesional

Nacido en Turín el 21 de noviembre de 1789 y muerto en la misma ciudad el 3 de junio de 1853.

Hijo de Próspero Balbo y de Enrichetta Tapparelli d'Azeglio, realizó parte de sus estudios en Florencia, ciudad a la que su familia se había trasladado. Vuelto a Turín, fundó en 1804 la Academia dei Concordi, en la que profundizó los estudios clásicos y recreó los ideales de Alfieri.

En 1789 se unió a su padre en París. De 1808 a 1814 Balbo sirvió en varios cargos bajo el Imperio Napoleónico en Florencia, Roma, París, e Illyria. A la caída de Napoleón entró al servicio de su país nativo. Mientras su padre era nombrado ministro del interior, él entró en el ejército y emprendió misiones políticas en París y Londres.

Con el estallido de la revolución de 1821, que él desaprobaba, si bien era sospechoso de simpatizar con ella, fue obligado a exiliarse. Aunque se le permitió volver a Piamonte, todo servicio público le fue denegado.

Con reticencia, y frecuentes esfuerzos para obtener algún nombramiento, se dedicó a la literatura como el único medio de involucrarse en los destinos de su país. El gran objetivo de su labor fue ayudar a la consecución de la independencia de Italia del control extranjero. No tenía expectativas ni deseos de una auténtica unidad italiana, pero le tenía cariño a la casa de Saboya, y predijo que estaba destinada a cambiar el destino de Italia. Defendía una confederación de estados separados (no bajo la supremacía del papa como Gioberti), pero dirigida por el Piamonte era el ideal genuino de Balbo.

Le parecía que Gioberti, en su primacía, había abandonado la esencia original de independencia, que consecuentemente había inculcado en sus Speranze (esperanzas) de Italia, en las que sugería que Austria debería tomar compensación en los Balcanes por la inevitable pérdida de sus provincias italianas. Balbo creía que el papado podía convertirse en un enemigo de la gran Italia unida (como sucedió, de hecho, durante muchos años). La preparación, tanto militar como moral, la alerta y la paciencia fueron su tema constante.

No quería revolución, sino reforma; y así se convirtió en líder de un partido moderado, y en el continuo oponente no solo del despotismo, sino también de la democracia. Al fin, en 1848, sus esperanzas se vieron satisfechas con la constitución concedida por el rey, conocida como el Statuto Albertino.

Fue nombrado miembro de la comisión para la ley electoral, y se convirtió en el primer ministro constitucional del Piamonte, aunque solo ostentó el cargo unos pocos meses. Con el ministerio de d’Azeglio, que más tarde alcanzaría el poder, mantuvo términos amistosos, y su pluma continuó la defensa activa de sus principios políticos hasta su muerte.


Muere el 3 de junio de 1853.

Fuente