Ciervo común

Ciervo común
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Son animales esbeltos y majestuosos
Clasificación Científica
Nombre científicoCervus Elaphus Hispanicus
Reino:Animalia
Filo:Vertebrados
Clase:Mamíferos
Orden:Artiodáctilos
Familia:Cérvidos
Hábitat:En la mayoría de los hábitat de la Península Ibérica, desde praderas con alta cobertura vegetal leñosa, hasta áreas de alta montaña

Ciervos común. Son animales esbeltos y majestuosos que presentan dimorfismo sexual, es decir, hembras y machos son diferentes, siendo las hembras bastante menos corpulentas y de menor tamaño que los machos.

Distribución

El ciervo común es una especie ampliamente distribuida por el Hemisferio Norte pudiéndose encontrar en los bosques de montaña y en las colinas de Europa, Asia central y septentrional, zonas del territorio norteafricano y gran parte de América del Norte.

Características

Longitud: Hasta 2,5 m. Alzada hasta la cruz: De 1,20 a 1,50 m Peso: Machos entre 150 y 200 Kg. Hembras entre 75 y 125 Kg. Longevidad: 20 años como máximo aunque suelen vivir alrededor de 10 años de media.

Descripción

Las hembras, además, carecen de cornamenta, mientras que los machos están provistos de astas ramificadas y muy duras que están formadas por apéndices óseos del cráneo que van desarrollándose con los años, alcanzando el tamaño máximo a los nueve o diez años de edad, momento en el que la cornamenta puede llegar a pesar hasta 7 kg. Estudios recientes han probado que cuanto más grande y más compleja es la cornamenta, es decir, cuantas más ramificaciones y más puntas tiene, mayor es la fertilidad del animal y mayor posibilidad tiene de que una hembra lo elija para formar pareja durante la época de celo, que suele coincidir con el principio del otoño.

Hábitat

Para vivir prefiere las zonas montañosas, sobre todo las cubiertas de bosques de árboles muy frondosos.

Comportamiento

Se reúne en rebaños más o menos numerosos, subdivididos en cuanto a edad y sexo: las madres, los cervatos y los machos y hembras jóvenes permanecen casi siempre juntos, mientras los machos adultos forman pequeños grupos y los más viejos viven aislados. El rebaño de los jóvenes y las madres siempre es guiado por una hembra, que dirige la actividad de todos los demás. En los meses invernales, el ciervo abandona las montañas y desciende a los valles; pero en verano sube a los lugares más elevados de las cordilleras secundarias. Cuando echa las nuevas cuernas y éstas son aún débiles y poco consistentes, se ve obligado a permanecer en los bosquecillos de arbustos o entre los matorrales más bajos, para que sus defensas no se dañen al chocar contra las ramas o los troncos de los árboles. Pasa las horas diurnas agazapado en su yacija y al caer la tarde sale en busca de alimento; pero en lugares donde se siente seguro pasta también de día. Todos los movimientos del ciervo son ligeros, gráciles y elegantes, y especialmente los del macho resultan majestuosos: por lo general camina con paso bastante largo, en tanto que su trote es velocísimo y el galope mucho más aún. Da saltos prodigiosos y supera con la mayor facilidad obstáculos de toda especie y, en caso de necesidad, atraviesa a nado lagos, ríos y por ejemplo en las costas de Noruega hasta brazos de mar. En cuanto a su carácter y a las facultades intelectivas, se puede decir que son prácticamente iguales a las de los otros rumiantes silvestres: es muy tímido y miedoso, y no muy astuto ni inteligente. El macho se muestra en extremo egoísta: no piensa más que en sí mismo, subordinando todo lo demás a sus propios gustos. Trata a la hembra violentamente y durante la época del celo llega incluso a maltratarla. La hembra, en cambio, ama y se ocupa con toda ternura de los hijos. El ciervo siente por los otros animales indiferencia o antipatía: teme a los fuertes y maltrata a los débiles. Durante la época del celo se muestra francamente fuera de sí: hasta se olvida del pasto cotidiano. Un ciervo encelado, vagando por el bosque, constituye una visión verdaderamente majestuosa; sin embargo, dentro de una jaula se convierte en un animal mezquino. Probablemente el ciervo común es tan asustadizo porque la experiencia le ha enseñado que el hombre es su peor enemigo, y tanto es así, que en los lugares donde se siente protegido se muestra bastante confiado. Pero las cosas cambian mucho cuando el animal empieza a sentir los primeros síntomas del celo: basta entonces la menor cosa para irritarle e inducirle a atacar al hombre.

Reproducción

Es habitual en esta época que las hembras se agrupen en harenes siguiendo a un macho que para conservarlas, mantendrá violentos combates con otros machos. Las hembras, tras un periodo de gestación de 8 meses, parirán una cría (en raras ocasiones dos) a finales de mayo o comienzos de junio, que se alimentará durante los tres primeros meses, exclusivamente de leche materna y que acompañará a su madre durante el primer año de vida y parte del segundo, momento en el cual la madre entrará en un nuevo celo. Posteriormente, las hembras suelen mantenerse en el mismo territorio que la madre, mientras que los machos jóvenes se suelen desplazar en busca de nuevos territorios, ya que es habitual que fuera de la época de cría, las hembras vivan en manadas de decenas de ejemplares con sus retoños más jóvenes, mientras que los machos tienen una vida solitaria o formando grupos mucho más reducidos (de menos de 5 individuos).

El ciervo y el hombre

Los enemigos del ciervo común son, particularmente, el lobo, el lince, el glotón y más raramente, el oso. Los más peligrosos, sin duda, son el lobo y el lince; en efecto, cuando la nieve es muy alta, las jaurías de lobos hambrientos persiguen implacablemente y durante mucho tiempo a los pobres ciervos hasta agotarlos; por otra parte el lince se arroja sobre ellos cuando menos lo esperan, agarrándolos por la garganta. Pero el peor enemigo ha sido el hombre, pese a que actualmente las cacerías ya no son por fortuna tan despiadadas como en otros tiempos. Los daños que produce el ciervo no son compensados, por desgracia, por lo que pueda proporcionar su cuerpo. De ahí que el ciervo haya sido exterminado en muchos países: evidentemente, el valor de su carne, de las cuernas y de la piel, así como el placer de su captura, son muy inferiores a los daños que acarrea y su presencia no es tolerable en zonas cultivadas.

Fuente