Colosos de Memnón

Los Colosos de Memnón
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Los colosos de Memnón son dos gigantescas estatuas de piedra del faraón Amenhotep III situadas al oeste de la ciudad egipcia de Luxor, cerca de Medinet Habu.
Datos Generales
País:Egipto
Datos de la Escultura
Dimensiones:18 m
Localización:Medinet Habu


Los Colosos de Memnón son dos estatuas gemelas que representan a Amenhotep III en posición sedente. Sus manos reposan en las rodillas y su mirada se dirige hacia el Este, en dirección al río Nilo y al sol naciente. Las estatuas están talladas en bloques de cuarcita, traída especialmente desde Guiza y las canteras de Gebel el-Silsila, al norte de Asuán, incluso las bases de piedras.

Ubicación

Situados en las proximidades de Medinet Habu, los colosos de Memnón son los unicos restos visibles del templo funerario de Amenhotep III que se encontraba en la zona. Las estatuas, de unos 18 metros de altura, presidían la entrada monumental del templo y fueron talladas sobre bloques traídos expresamente desde Gebel el-Ahmar por orden del arquitecto del templo, Amenhotep hijo de Hapu. Están orientados hacia el este y son representaciones del rey Amenhotep III. A ambos lados están representadas la reina Mutemuia y la esposa Tiyi.

Los colosos son famosos desde la antigüedad por que el del lado derecho, llamado coloso parlante, tenía la particularidad de emitir un sonido al salir el sol. Los griegos, y más concretamente Estrabón, detectaron este fenómeno y dieron lugar a la leyenda. Se decía que este coloso era la imagen del mítico guerrero Memnón, hijo de la Aurora, muerto en un enfrentamiento con Aquiles, y cada mañana saludaba con un gemido la aparición de su madre por el horizonte.

El fenómeno real es que tras el terremoto del año 27 d.n.e. se desmoronó la parte superior de la estatua, provocando una grieta hasta la cintura, y el calentamiento de la piedra con los primeros rayos de sol hacía que esta emitiese ese sonido característico. El lugar se convirtió en motivo de peregrinación de ilustres viajeros que llegaban hasta las estatuas para observar el fenómeno, dejando, muchos de ellos, grabadas sus impresiones sobre el zócalo, como el emperador Adriano y su esposa Sabina. El coloso "cantó" hasta la restauración ordenada por Septimio Severo a principios del siglo III.

Leyenda

Todas las mañanas, cuando el Sol asoma por el horizonte, las estatuas de los Colosos de Memnón dejan oír un sonido agudo y prolongado y un quejido se arranca de las mismas entrañas de la piedra; un canto triste pero al mismo tiempo armonioso de un alma atormentada.

Memnón, hijo mítico de la Aurora y de Titón, rey de Egipto y Etiopía, fue enviado pro su padre en ayuda de Troya, que había sido sitiada por los micénicos. Fue tal su arrogancia y valentía, que cubriéndose de gloria, mató a Antiloco, hijo de Néstor, pero la desgracia se cebó en él, y Aquiles, vengador, lo mató. La Aurora, al enterarse de la muerte de su hijo, lloró amargamente, e inundada en lágrimas suplicó al todopoderoso Júpiter que resucitara a su hijo aunque sólo fuera una vez al día.

Así, todas las mañanas, Memnón, despertaba en las entrañas de la piedra para recibir las caricias de su madre, la Aurora, que inconsolable desplegaba sus rayos de sol hacia la estatua, queriendo abrazarlo. Su hijo, Memnón, preso en aquella estatua, deja cada mañana su llanto incontrolado y su quejido eterno como súplica por la ayuda de su madre.

Como ocurre con todas las leyendas, muchas teorías se han elaborado para explicar estos extraños sonidos que cada día se oyen al alba salir de estas dos colosales estatuas de 20 metros de altura que se encuentran entre el Nilo y el Valle de los Reyes y que conducían al templo de Amenofis III. La más científica de ellas aboga porque el sonido procede de las vibraciones que producen las grietas de los Colosos cuando pasan bruscamente del frío de la noche al calor de los primeros rayos de Sol.

Aún así, cuando de sucesos extraños se trata, nos movemos siempre impulsados por la poesía y la fascinación, y queremos encontrar y explicar los hechos con leyendas que se acrecentaron en boca de los poetas griegos. Y las creencias populares; la fuerte religiosidad del antiguo Oriente, hizo ver a los Colosos como el símbolo del amor entre una madre y su hijo, y así, durante siglos, se recogieron a sus pies cientos de escritos de quienes a ellas iban a orar.

Características

Con sus 18 metros de altura, las estatuas conocidas como “los colosos de Memnón” impactan por la magnificencia característica que las grandes dimensiones de las imágenes humanas brindan a muchas de las piezas arquitectónicas egipcias. Fueron tallados sobre bloques traídos desde Gebel el-Ahmar por orden de Amenhotep III. Flanqueaban la entrada del templo funerario del faraón, cuyas proporciones también eran extraordinarias. Están orientados hacia el este y representan a su arquitecto y en ese entonces rey de Egipto. A ambos lados se encuentran las imágenes de la reina Mutemuia y la esposa Tiyi.

En la antigüedad cobraron fama por una anécdota peculiar. El coloso ubicado a la derecha emitía un sonido durante cada salida del sol. Los griegos, encabezados por Estrabón, dieron cuenta de este fenómeno y propagaron la leyenda de los Colosos de Memnón. Según esta, el llamado coloso parlante representaba en realidad al mítico guerrero Memnón –de allí el nombre con que conocemos a estas piezas de Amenhotep III–. Hijo de Aurora, muerto por Aquiles, Memnón saludaba todas las mañanas a su madre, mientras aparecía sobre el horizonte. El lugar se transformó en destino de peregrinación de viajeros ilustres, que se trasladaban hasta allí para presenciar el fenómeno.

En realidad, ocurrió que un terremoto en el año 27 d.n.e. provocó el desmoronamiento de la parte superior de la estatua. Se produjo así una grieta que llegó hasta la cintura, y cuando los rayos del sol calentaban la piedra ésta producía el sonido que los griegos oyeron. Septimio Severo, a principios del siglo III, ordenó la restauración del coloso, poniendo fin a esta rareza.

Historia y Restauración

Las dos estatuas colosales sedentes de Amenofis III conocidas como los Colosos de Memnon son las más llamativas de la antigua Tebas al oeste de Luxor. Ambas estatuas fueron originariamente monolitos, hechas en una sola pieza en cuarcita roja, procedente de la cantera de Gebel el-Akhmar (la montaña roja), cerca de la ciudad de El Cairo. Y transportadas bajo la supervisión del ingeniero Amenhotep hijo de Hapu en un largo barco, 700 km. río arriba, desde la Heliópolis del norte hasta la Heliópolis del sur.

Según Amenhotep hijo de Hapu el transporte en barco consistió en 8 barcas unidas para cada estatua colosal. Ingenieros modernos tienen grandes dudas sobre la posibilidad de transportar estatuas tan pesadas. Además, cada coloso tiene cerca de 15 metros de altura y pesa alrededor de 800 toneladas y están colocados sobre un pedestal de cerca de 4 metros de altura. Además, la doble corona del Alto y Bajo Egipto, con cerca de 4 metros de altura hace que el coloso llegue a medir 21 metros de altura. Sin embargo, los colosos se encuentran en Tebas y la inscripción real del pilar dorsal de la estatua confirma que Amenhotep hijo de Hapu se ocupó de transportadas desde Heliópolis, cerca de El Cairo, hasta la Heliópolis del sur, que es Tebas.

Allí fueron erigidas delante del primer gran pilono de adobe, que era la entrada al templo funerario de Amonofis III. Dicho templo fue construido en el año 38 del reinado de Amenofis III, momento en el que Egipto estaba en la cumbre de su expansión y poder. Este templo no sólo fue el más grande de todos los templos de Tebas, sino además el más rico en estatuaria y decoración. Sus pilonos y puertas, muros y columnas, faltan en la actualidad. El material de adobe procedente de este templo, fue en su mayoría usado y rehusado en templos de los alrededores y en edificios de la región de Tebas, durante centenares de años desde la antigüedad. Sus estelas y estatuas monumentales fueron reinscritas y rehusada en templos posteriores del Imperio Nuevo. Varios cónsules y agentes de coleccionistas de arte egipcio han adquirido bustos, cabezas, a veces estatuas completas, las cuales han sido, en parte, vendidas por todo el mundo entre colecciones de antigüedades egipcias.

Sin embargo, a pesar de estos eventos, los últimos restos del templo aún constituyen una gran variedad de estatuas, las cuales, a pesar de su mal estado de conservación, son testigos de la profusión y riqueza de la estatuaria originaria del templo. También la inundación anual del Nilo contribuyó a la destrucción de las estructuras en adobe, como los pilonos y el muro exterior del templo. Las pesadas masas de los pilonos acabaron por colapsar. Entonces las crecidas de Nilo, lentamente con el tiempo han ido rellenando los patios del templo hasta 4 o 5 metros de altura.

Hoy en día, en el recinto del templo los restos visibles son la monumental estela fragmentada y las estatuas colosales, las cuales se cayeron debido a movimientos sísmicos o terremotos. Solo los colosos de Memnón, frente al primer pilono, que representan al faraón sentado, ha sobrevivido a las sucesivas y constantes catástrofes.

Cómo se llevó a cabo el transporte de los pesados colosos es hasta hoy en día un misterio sin resolver. Con sus pedestales la distribución del peso no debió diferir mucho si estaban tumbados o de pie. Restos en los laterales de los pedestales podría indicar que fueron levantados por el lado sur. Podría haber un canal y un lago o gran piscina, donde las barcas desembarcaron durante el período de la inundación. Éstas debieron permanecer allí hasta que el agua retrocediera y permitiera que las estatua pudieran ser colocadas en sus pedestales a través de una rampa.

Cada una de las estatuas sedentes de Amenofis III está flanqueada, en el lado norte, por una representación de pie de la madre del rey Mutemuia, y en el lado sur, por la esposa real Tiye. Entre las piernas del rey hay una figura femenina de pie, cuyo nombre se ha perdido. Probablemente se trate de la princesa Sat-Amun, la hija favorita del rey Amenofis y la reina Tiye. Es imaginable que su nombre fuese ya borrado por su celoso hermano Amenofis IV, el futuro Ajenatón y reemplazado por el nombre de la reina Tiye, su madre. A ambos lados del trono encontramos la representación del dios Nilo anudando las plantas representativas del Alto y Bajo Egipto, símbolo de la unidad del país bajo el reinado de Amenofis.

En el año 27 a.n.e. hubo un devastador terremoto que podría haber causado grietas que son aún hoy en día visibles en la estatua colosal del norte y que serían a su vez las responsables del derrumbamiento de la parte superior de la estatua.

Al igual que muchos otros monumentos, como por ejemplo las la gran esfinge de Guiza, los colosos de Tebas atrajeron la admiración, pero también fueron objetos de leyendas y horror, sobre todo el la oscura Edad Media que duró hasta comienzos del siglo XIX en Egipto. Tradiciones locales acusan a los mamelucos soldados de haber mutilado la cara y parte del cuerpo de las estatuas disparándoles con cañones. Desde el siglo XVIII, y especialmente desde las expediciones a Egipto.

Destrucción y conservación

Durante muchos años trabajé en la excavación y conservación del templo de Seti I en Qurna, por ello pasaba diariamente por Kom el-Hettán, el yacimiento del famoso templo funerario de Amenhotep III y veía su lamentable situación. Esta extensa área, desde los años 60, se encontraba cubierta por hierbas cada vez más abundantes desde la irrigación de los campos tanto al sur como al norte del yacimiento, sobre todo entre los meses de noviembre a marzo. Posteriormente, en los 80 el deterioro del estado de los colosos se hacía evidente a los ojos de los numerosos turistas que visitaban las estatuas colosales.

Debido al peligro en el que se encontraban ambas estatuas, el secretario general de Antigüedades Egipcias, Sayed Tawfik, pidió al Instituto Arqueológico Alemán que trabajara en Tebas y se ocupara de hacer un estudio sobre la estabilidad de ambas estatuas. Entonces se llevó a cabo un estudio de fotogrametría del coloso del norte y dibujos arquitectónicos del situado al sur. Estos trabajos fueron acometidos por expertos del Landesamt für Denkmalpflege en Munich y la Universidad Técnica de Karlsruhe.

También, en colaboración con el departamento de geología de la Universidad de El Cairo se hicieron unas pruebas de resistencia del suelo. El resultado de dicha campaña fue presentada por el profesor Wenzel de la Universidad de Karlruhe, una de las personalidades más destacadas y reconocidas en este campo. Al mismo tiempo, hice un estudio a partir de dibujos del siglo XVIII y XIX y se puede apreciar que no hay un peligro inminente de derrumbamiento.

Sin embargo, recientes pruebas llevadas a cabo en el año 2001 muestran que la superficie de las estatuas estaban cubiertas por unas capas de sodio clorhídrico, partículas de arena, excremento de pájaros, entre otros. Otra de las agresiones es la polución, cada vez mayor con el aumento de automóviles y la quema de rastrojos y caña de azúcar en los alrededores. Además, investigaciones llevadas a cabo por la Facultad de Geología de la Universidad de El Cairo, indican que las vibraciones que propician el tráfico y el parking situado frente a las estatuas colosales, causan nuevas grietas a las estatuas.

En cooperación con Kaercher GmbH&Go y el Chemicals and Technologies for Polymers Concern, se llevó a cabo una limpieza de las estatuas colosales, ejecutada por la empresa Pons Asini bajo la dirección del restaurador Jens Linke. Se utilizó la técnica de chorreo con carbonato cálcico. Además para la reconstrucción de piezas se pegaron 900 pequeños fragmentos y se consolidaron.

Actualmente se está elaborando un proyecto de conservación para preservar los restos de colores y proteger la superficie. También habrá que cerrar la gran fisura del coloso del norte.


Fuentes