Cupeycillos (Holguín)

Comunidad de Cupeycillos.
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Comunidad de Cuba
EntidadComunidad
 • PaísBandera de Cuba Cuba
 • ProvinciaHolguín
 • Fundación1976

Cupeycillos (Holguín). Localidad de la provincia de Holguín que se encuentra ubicada a unos tres kilómetros al oeste suroeste de Gibara. Tiene un interesante sistema montañoso y cavernario en el que se distinguen algunos accidentes cársicos.

Ubicación geográfica

En medio de un paisaje impresionante, sobre lomas de origen cársico de abruptas laderas, desde cuya cima se divisa buen trecho de las aguas y del valle inferior de los ríos Cacoyugüín y Gibara y de donde puede observarse la costa, de la que dista unos seis kilómetros, se encuentra la comunidad de Cupeycillos.

Características

Tiene un interesante sistema montañoso y cavernario en el que se distinguen algunos accidentes cársicos como:

  • La cueva de Ventura, que toma ese nombre por el cura Don Ventura Ramoneda que dicen había venido de España huyendo de las Guerras Carlistas y se había instalado en ese lugar.
  • La cueva de La Masanga, donde se encontró la garra del prehistórico animal Megalognus Rodens como prueba de su convivencia con los aborígenes.
  • La cueva de La Guerra donde se escondieron las armas que se fueron recolectando para los rebeldes.
  • La Anduriña, llamada así porque es aquí donde las golondrinas hacen sus nidos y vuelven todos los años, este lugar es visitado con frecuencia por la gente del barrio para observar su belleza.
  • La cueva del Alcalde, porque esta cueva estaba dentro de las tierras de un alcalde que había en el poblado llamado Manuel Friman.
  • La cueva Manolo Reyes quien también tenía una cueva en sus tierras y por eso le pusieron su nombre, se utilizó para evacuar personas cuando el paso del huracán Ike.
  • La cueva del Negro donde según cuentan había vivido un negro cimarrón durante la época de España.

Entre las lomas más conocidas está la Loma de Abelardo, la del Mijial, la de Trece Palmas y la Loma del Poblado.

Historia

Las tierras de Cupeycillos, situada a unos tres kilómetros al oeste suroeste de Gibara, fueron pobladas por los aborígenes cubanos desde mucho antes de la llegada de los españoles. Testigos de ese poblamiento son los residuarios existentes en la Cueva de La Masanga (en la actual Vaquería Rancho Bravo), sitio de gran valor arqueológico para el municipio porque en ella se encontraron los restos del Megalognus rodens, animal prehistórico que habitó hace millones de años, y en la Loma de El Catuco. Ambos asentamientos corresponden a aborígenes de la etapa de economía productiva, o sea, a agricultores ceramistas.

La población surge durante la primera mitad del siglo XIX, constituida principalmente por habitantes de origen canario. Poco a poco fueron llegando familias procedentes en su mayoría de la isla de La Palma y estableciéndose en la sierra, para mediante un duro y agotador trabajo, poner en producción parcelas, prácticamente sobre el diente de perro, cortante roca caliza de la serranía.

El devenir histórico del asentamiento canario está relacionado además con el bandolero Abelardo Rodríguez que ha quedado como una leyenda del lugar. La historia oral transmitida por generaciones de sus habitantes, dice que fue por Abelardo que los vecinos dispersos en la Sierra de Candelaria deciden agruparse debido a los ataques, robos y otros desmanes que llevó a efecto contra ese grupo humano.

La guerra hizo que el crecimiento poblacional de Cupeycillos se viese limitado, al abandonar el lugar muchos de los que allí vivían para refugiarse al amparo de las fortificaciones de Gibara; pero una vez terminada la contienda el proceso de poblamiento se aceleró, pues a partir de la misma y teniendo en cuenta la importancia del lugar por su cercanía a la Villa y por servir de vía a los caminos de Gibara y Puerto Padre, se decidió fortificarlo, concentrándose la población alrededor de estas obras.

Aunque desde la época del corso y la piratería hubo puestos de observación en la zona; el sistema defensivo comenzó a construirse durante los primeros años de la Guerra de 1868, y fue restaurado y ampliado durante la Guerra del 95. En Cupeycillos se observan recintos fortificados, compuestos fundamentalmente por tres o más fortines ubicados en puntos estratégicos que constituían las defensas exteriores de pequeños centros de población. Las mismas se complementaban con zanjas, trincheras y alambradas periféricas que dificultaban la posibilidad de un ataque.

Las casas más sólidas de los vecinos se integraban también al sistema y muchas de ellas sirvieron como cuartel de las guerrillas o de los cuerpos de voluntarios. La defensa se organizaba usualmente bajo la dirección de un Comandante de Armas, cargo que recaía en un militar profesional del ejército español, al que se subordinaban los cuerpos de voluntarios y la guerrilla local.

Existieron también poblados más pequeños donde se agruparon varias familias alrededor de un fortín, generalmente construido con la colaboración de los vecinos y con alguna trinchera o adaptaciones realizadas en una o varias viviendas en función defensiva. En determinados puntos estratégicos de los caminos se construyeron fortificaciones transitorias consistentes en parapetos de tierra o piedras y trincheras, techadas con lonas de campaña u otros materiales, que servían de protección contra el sol y la lluvia. Estas fortificaciones no estaban ocupadas de forma permanente por las tropas, pero si eran utilizadas de forma ocasional por las mismas y eran visitadas regularmente por las patrullas que hacían recorridos entre los distintos caseríos.

Las fortificaciones se construyeron de mampostería, con cubiertas de tejas españolas o de lámina de cinc. Hubo gran variedad en formas y dimensiones. Se construyeron fortines de un nivel, de dos niveles y de dos niveles y azotea. La planta, de forma poligonal, puede aparecer cuadrada, rectangular, hexagonal e incluso como un endecágono regular (polígono de once lados). Existen exponentes de planta circular y también polígonos irregulares adaptados a las características del lugar de construcción.

Estos fortines fueron construidos en posiciones estratégicas. Su integración como sistema estuvo dada porque, ubicándose en uno de ellos, se podía establecer comunicación con otros mediante señales con cornetas, guamos y campanas. Además, en varios de los caseríos y fortines se utilizó el telégrafo e incluso el teléfono.

Además, durante el desarrollo de la guerra el territorio local era recorrido constantemente por patrullas, las cuales montaban emboscadas en determinados sitios estratégicos de los caminos, con el propósito de neutralizar la acción de los mambises que trataban de impedir las labores agrícolas que los españoles luchaban por sostener a toda costa.

Uno de los lugares en los que se construyeron fortines para darle protección fue Cupeycillos donde aún es posible observar paredes de tres de los fortines, las bases de los otros dos, dos parapetos y además trincheras de piedra. Para defender este poblado se creó un formidable sistema de fortificaciones integrado por seis fortines, trincheras de piedras, un puesto de mando y varios puntos fortificados.

Por esta época se creó en Cupeycillos un cuerpo de voluntarios al servicio de España y el poblado fue reforzado con un destacamento de tropas de línea españolas. Se mudaron a la zona nuevamente inmigrantes canarios, que fueron ganando cada vez más terrenos para la agricultura en asombrosa proeza productiva.

Para ese entonces se trasladaron hasta el caserío unos cuarenta a cincuenta vecinos que habitaron igual número de viviendas, construidas en su mayoría de yaguas y guano. Estos se organizaron a través de una alcaldía de barrio que junto al puesto militar, seis fortines, un parapeto semicircular y un puesto de señales en la cima, dirigido a los buques surtos en la bahía les permitían cierta estabilidad económica y emocional. Al establecerse la nueva división político - administrativa al término de la Guerra de los Diez Años, se creó el barrio de Cupeycillos (1878).

Terminada la guerra, en el período comprendido entre 1878 y 1895, fue posible recuperar la riqueza de la zona. En 1895, al comenzar la guerra, las familias que vivían dispersas en las serranías se concentraron en el poblado de Cupeycillos. El día 25 de mayo de 1895, en plena Sierra de Gibara, en la Loma de la Yaya, el destacamento de Cupeycillos se enfrentó a los insurrectos provocándoles una baja mortal.

El 24 de agosto de 1895 fue asaltada por los mambises la alcaldía de Barrio de Cupeycillos, llevándose el archivo y el sello de la misma, por lo que todas las gestiones que allí se realizaban fueron transferidas a la alcaldía del barrio Sur de Gibara. Durante la última etapa de la Guerra de Liberación, este lugar también fue escenario de acciones combativas. En esta comunidad estuvo el grueso de las tropas rebeldes, que bajaron por el antiguo camino de los esclavos, desde la Capitanía del IV Frente Oriental hasta la portada, para el 29 de diciembre de 1958 atacar a Gibara, justo dos días antes del triunfo revolucionario.

En los enfrentamientos directos con el enemigo se destaca la emboscada de la Vigía que fue realizada por los rebeldes que acampaban en esa zona, entre ellos estaba Raúl Castro Mercader, Teté Puebla, Isabel Rielo, Emilio Lorenzo y otros hasta llegar a doce hombres contra el ejército de Batista que venían con camiones cargados de guardias con vistas a garantizar el desarrollo de las elecciones en el municipio. Fatalmente esta acción falló, no porque hayan tenido heridos ni bajas sino porque los guardias de Batista comenzaron a tomar como rehenes a campesinos de la zona de la Vigía.

Desarrollo económico

Desde épocas tempranas se conoce la existencia de los trapiches La Victoria y Columbia, bastante cercanos a Cupeycillos, no obstante, sus vecinos se dedican al cultivo del plátano, cuya calidad hacía que tuviera un precio en el mercado de La Habana más alto que el del resto del país. A lomo de caballo por el viejo camino de Los Hoyos se conducía a la bahía de Gibara o al Embarcadero del río Cacoyugüín, donde por medio de barcazas en este último caso era trasladado hasta las goletas surtas en el puerto de Gibara.

La ganadería era otra de las fuentes económicas de los canarios que habitaban Cupeycillos, la raza que criaban era adquirida en Puerto Rico y se caracterizaba por ser resistente a la sed, por lo que se adaptaba más fácilmente a las condiciones de la sierra, en la cual el principal problema que confrontaban los vecinos era la escasez de agua, para lo que construyeron un aljibe en la falda de la elevación y uno en su cima.

A inicios de la guerra de 1868, se habían fomentado platanales en el lugar y existía también la ganadería como actividad económica, renglones que se han mantenido hasta nuestros días. Sus principales cultivos son: el plátano, maíz, yuca y el ajo.

Fuentes

  • Doimeadiós Cuenca, Enrique y María Hernández Medina. Apuntes para una Historia del municipio Gibara 1492-1878. Editorial Holguín, 2008: pp 86.
  • Hernández Medina, María: Fiestas tradicionales gibareñas. Inédito Año 2001.
  • Garrido Chapman, Elianne. Trabajo de Diploma “Contribución sociohistórica y cultural de la Comunidad Cupeycillos al municipio Gibara”. Año 2009.

Vea también